Lo siento, pero ya no trabajo gratis o c¨®mo nos dimos cuenta de que el alquiler no se paga con visibilidad
En alg¨²n momento de la ¨²ltima d¨¦cada, hemos asumido como normal que se hable antes del qu¨¦, el c¨®mo e incluso el por qu¨¦, que del salario o las condiciones laborales
Hace algo m¨¢s de un mes un amigo me coment¨® que unos conocidos suyos buscaban a alguien para gesti¨®n de redes sociales y tareas de comunicaci¨®n corporativa. A sabiendas que soy freelance y que vivo de trabajar por proyectos y hacer colaboraciones, mi amigo les dio mi contacto y comenzamos a hablar. Despu¨¦s de varios audios sobre el proyecto en cuesti¨®n, sobre lo disruptivo que ¨¦ste iba a ser, sobre lo mucho que iba a rejuvenecer el tejido empresarial de la provincia en la que resido, segu¨ªa sin saber nada acerca de las condiciones. Algo que honestamente me molest¨®. Quiz¨¢s de haber sabido desde...
Hace algo m¨¢s de un mes un amigo me coment¨® que unos conocidos suyos buscaban a alguien para gesti¨®n de redes sociales y tareas de comunicaci¨®n corporativa. A sabiendas que soy freelance y que vivo de trabajar por proyectos y hacer colaboraciones, mi amigo les dio mi contacto y comenzamos a hablar. Despu¨¦s de varios audios sobre el proyecto en cuesti¨®n, sobre lo disruptivo que ¨¦ste iba a ser, sobre lo mucho que iba a rejuvenecer el tejido empresarial de la provincia en la que resido, segu¨ªa sin saber nada acerca de las condiciones. Algo que honestamente me molest¨®. Quiz¨¢s de haber sabido desde el principio que pensaban pagarme con una silla en una de sus oficinas compartidas, no hubiese accedido a perder mi tiempo.
En alg¨²n momento de la ¨²ltima d¨¦cada, hemos asumido como normal que se hable antes del qu¨¦, el c¨®mo e incluso el por qu¨¦, que del salario o las condiciones laborales. Es como si, de repente, el cu¨¢nto no importase o hablar de ¨¦l te convirtiese en alguien menos profesional o, lo peor, sin ganas de trabajar.
La extensi¨®n de la precariedad laboral y la moda de intentar monetizar hasta nuestra propia imagen personal ha abierto la veda a los trabajos sin remuneraci¨®n. Ha abierto la puerta a que personas que ni siquiera conoces te ofrezcan trabajar gratis sin ni siquiera sonrojarse al decirlo. No importa que tengas diez, quince o veinte a?os de experiencia a tus espaldas, cualquier momento es bueno para tratar de restar valor a todo lo que has aprendido. Lejos de ser una an¨¦cdota que me haya salpicado a m¨ª de forma particular, este desequilibrado trueque laboral es una realidad con la que muchas mujeres de distintos sectores lidian en su d¨ªa a d¨ªa.
?¡°La propuesta m¨¢s descarada que me han hecho a cambio de visibilidad fue hace tan s¨®lo unos d¨ªas. La directora de un programa de la televisi¨®n local de mi ciudad me busc¨® (as¨ª lo expres¨®) porque me consideraba referente en mi sector. Le interesaba porque era activa en redes sociales y hab¨ªa hecho tele anteriormente. Me dijo que, como la televisi¨®n es una gran plataforma para hablar de mi trabajo, ser¨ªan 100€ + IVA por una secci¨®n mensual. Lo sangrante de todo esto es que ese precio no era lo que me iban a pagar a m¨ª por aportar mis conocimientos a su programa, sino el que yo ten¨ªa que abonar por esa supuesta visibilidad¡±, relata Susana, psic¨®loga de 39 a?os.
A Mar¨ªa, veterinaria de profesi¨®n y escritora de libros como Tierra de mujeres o Alm¨¢ciga tampoco le coge de nuevas esto de escuchar propuestas sin remuneraci¨®n: ¡°A veces trabajo gratis, pero m¨¢s que por visibilidad lo hago por echar una mano o formar parte de un proyecto en el que est¨¢n involucradas ong o asociaciones sin recursos. Sin ir m¨¢s lejos, la semana que viene dar¨¦ dos charlas en dos colegios y ser¨¢ sin remuneraci¨®n. Pero lo decido yo, porque tengo esa opci¨®n y vivo de mi trabajo como veterinaria. Lo que realmente me da coraje de las propuestas de textos, charlas o encuentros por los que no te pagan es que den por hecho que tu trabajo no vale nada. Que incluso te vendan como promoci¨®n pagarte un tren o un hotel para dar una charla en Madrid¡±, comenta.
Igualmente, Ana, psic¨®loga de 35 a?os reconoce haber trabajado gratis muchas m¨¢s veces de las que le gustar¨ªa: ¡°Cuando empec¨¦ a dedicarme a esto acept¨¦ escribir para revistas o dar charlas sin cobrar. M¨¢s recientemente, me han ofrecido escribir art¨ªculos para peri¨®dicos ?serios? ?pagando yo! a cambio de la ?gran visibilidad? que ellos me ofrec¨ªan. Me pareci¨® tan insultante que ni contest¨¦¡±, expone esta psic¨®loga con m¨¢s de una d¨¦cada de experiencia en su sector.
Mar¨ªa Castej¨®n, historiadora y autora del libro Rebeldes y Peligrosas de Cine, ve esta nueva tendencia de trabajar gratis como la en¨¦sima consecuencia de este capitalismo feroz en el que todas estamos inmersas y en las que el netariado (obreros de internet) cada vez tiene menos fuerza: ¡°En esta sociedad l¨ªquida, de internet, donde predomina la imagen y la hipervisibilizaci¨®n se supone que tienes que trabajar para darte a conocer por el tema del prestigio. Y, claro, con publicar o que te publiquen te tienes que dar por contenta. Esto inevitablemente nos deja ante un panorama muy siniestro y que tiene mucho que ver con caer todo el tiempo en esas nuevas trampas capitalistas¡±, comparte y a?ade que Remedios Zafra refleja muy bien esta idea en su obra.
?Lo peor es que cuando dices que no te sientes culpable?
El miedo a dejar pasar oportunidades que realmente puedan merecer la pena es algo que tambi¨¦n padecen las psic¨®logas por mucho que sean expertas en gesti¨®n emocional: ¡°He de decir que todav¨ªa hoy me cuesta decir que no a algunas cosas porque siempre aparece el fantasma de ¡®?Y si me estoy perdiendo algo?¡¯, ¡®?Y si este proyecto realmente merece la pena hacerlo sin cobrar?¡¯, o incluso ¡®?Y si otra lo acepta, triunfa y yo me arrepiento?¡¯, explica Ana, quien a?ade que hasta que no consigui¨® verse lo suficientemente fuerte en su profesi¨®n, no dej¨® de aceptar trabajos sin remuneraci¨®n. ¡°Recuerdo que al principio era mucho m¨¢s complicado, pero si ahora echo la vista atr¨¢s me doy cuenta de que ni una sola vez en las que he trabajado a cambio de visibilidad he conseguido esa visibilidad ?ni tampoco nada a cambio!¡±, matiza.
¡°Gran parte del problema viene cuando de alguna forma te vinculas a lo que haces y te dedicas a algo que no tiene que ver con poner piezas en una f¨¢brica. Esa fusi¨®n entre lo p¨²blico y lo privado puede llegar a distorsionar las cosas. Al final se han diluido much¨ªsimo los l¨ªmites. Antes, ser¨ªa impensable estar hablando de que alguien no te pague por escribir un art¨ªculo o que te lo encargue a cambio de visibilidad. Pero tenemos que ser capaces de diferenciarlo¡±, comenta Mar¨ªa Castej?¨®n a este respecto.
¡°Lo peor de todo es que cuando te plantas y dices que no, en cierto modo te sientes culpable, porque a veces te hacen creer que qu¨¦ se cree una, que s¨ª es una cre¨ªda¡ Pienso en lo que visibiliz¨® hace poco Luna Miguel sobre esa disponibilidad que tenemos que tener por estar redes sociales. Ese dar por hecho que, c¨®mo tenemos esa ventana, hay que estar dispuestas a todo. A ser amables, sumisas, no contestonas¡Yo al final tengo la suerte de que mi trabajo de veterinaria es el que me da de comer y eso me ha permitido descolgarme de ese circuito y desde el principio dije que no a cosas que no me cuadraban o que sencillamente no me apetec¨ªan. Es verdad que desde la industria parece que tienes que estar en todo y estar dispuesta a todo para que te tengan en cuenta. Al final, es el mismo sistema capitalista en el que estamos engullidas. Produciendo siempre, haciendo cosas continuamente¡±, opina Mar¨ªa.
¡°Me parece mucho m¨¢s honesto decirle a alguien ¡®oye, ?me echas una mano en este proyecto que no s¨¦ c¨®mo va a ir y no s¨¦ si podr¨¦ pagarte?¡¯, que no que lo disfracen con ese supuesto beneficio para m¨ª que es la visibilidad. Yo a Hacienda no le pago con visibilidad¡±, a?ade Susana.
Al hilo de la menci¨®n anterior que Mar¨ªa Castej¨®n hizo a Remedios Zafra, recurrimos precisamente a su ensayo ¡®El Entusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital¡± para intentar desentra?ar qu¨¦ papel juega la motivaci¨®n y la ilusi¨®n en esta nueva coyuntura laboral en la que cada vez es m¨¢s complicado hacer valer la fuerza de trabajo: ¡°El sistema cultural se vale hoy de una multitud de personas creativas desarticuladas pol¨ªticamente. Multitud alimentada de becarios sin sueldo, contratados por horas e interinos, solitarios escritores de gran vocaci¨®n, aut¨®nomos errantes, doctorandas embarazadas, colaboradores y cr¨ªticos culturales, polivalentes artistas-comisarios y j¨®venes permanentemente conectados que casi siempre compiten entre s¨ª. Pronto descubrimos que la posibilidad de un pago afectivo o de un pago inmaterial que al menos les haga visibles es un pago insuficiente pero que va ¡®reconfortando; que algunas personas lo logran porque acumulan grandes n¨²meros online, pero dif¨ªcilmente la mayor¨ªa que orbita en torno a n¨²meros bajos pagar¨¢ facturas y comida sumando seguidores en internet¡±, se?ala la escritora en su ensayo.
De forma paralela, Sara Villoria, psic¨®loga en Psicolog¨ªa Riot habla de las consecuencias emocionales que tiene para una persona entrar a valorar este tipo de propuestas laborales. Es decir, sugiere que adem¨¢s de las limitaciones econ¨®micas que supone dedicar nuestro tiempo a un trabajo que no tiene contraprestaci¨®n monetaria, este tipo de colaboraciones pueden afectar directamente al concepto de val¨ªa personal de una persona: ¡°Lo que est¨¢ debajo de pedir a mujeres (a menudo sobrecualificadas) que trabajen gratis es la idea de que su aporte no tiene valor. Cuando esto ocurre sistem¨¢ticamente es muy probable que la percepci¨®n que tengan de s¨ª mismas y de su val¨ªa pueda verse alterada o incluso las lleve a cuestionarse profesional y personalmente. Esta normalizaci¨®n de no pagar o de regatear por el trabajo de las mujeres refuerza el conocido ¡°s¨ªndrome de la impostora¡±, que pasa por creer que no somos tan capaces, tan buenas o tan valiosas¡±, comparte.
¡°Lo que hacemos las mujeres es una aut¨¦ntica locura y todo porque a veces nos seguimos creyendo el mito de la superwoman. En muchos casos, trabajamos much¨ªsimo m¨¢s que el otro sector de la poblaci¨®n y, adem¨¢s, en el caso de aquellas que son madres, se cruza el trabajo reproductivo con el productivo, lo que puede motivar que aquellas mujeres que se hayan alejado de la rueda laboral moment¨¢neamente por la maternidad, al verse en una situaci¨®n m¨¢s vulnerable, puedan llegar a aceptar trabajos a cambio de visibilidad¡±, apunta.
En l¨ªnea con la declaraci¨®n anterior, esta idea de Remedios Zafra sobre preferir al entusiasta antes que al triste puede ayudarnos a entender por qu¨¦ tratamos de mostrar siempre una cara amable en el ¨¢mbito profesional, incluso cuando la propuesta nos infravalora: ¡°Hacer visible el j¨²bilo que se siente por una pr¨¢ctica puede ser determinante para obtener un trabajo o para ser elegido como paso para lograr un empleo, un reconocimiento, un mejor futuro. Exagerar las formas? de mostrar un inter¨¦s por una pr¨¢ctica es algo hoy incentivado por el sistema de mercado, animado como criterio para diferenciar y evaluar a los candidatos a un trabajo. ¡®Da las gracias, s¨¦ servicial y nunca dejes de sonre¨ªr¡¯. Preferir al entusiasta y no al triste, verlo en las redes, en la publicidad, elegirlo, es algo cotidiano¡±.
Por ¨²ltimo, Sara Villoria percibe este tipo de nuevas pr¨¢cticas laborales como una herramienta m¨¢s de control sobre las mujeres: ¡°A menudo se relacionan peligrosamente conceptos como el derecho a cobrar por el trabajo que una hace con ego¨ªsmo, avaricia e incluso ¡®maldad¡¯, como si fueran equivalentes o causales unos de otros, lo cual adem¨¢s de poder limitar enormemente nuestra acci¨®n puede provocar un gran malestar psicol¨®gico en cada una de nosotras¡±, concluye.