El ¡®caso Polanski¡¯: cuando el mundo del cine apoy¨® en tromba a un depredador sexual
Un repaso al caso Polanski y a la campa?a de Trump demuestran hasta qu¨¦ punto se ha girado la masa cr¨ªtica en torno a esta cuesti¨®n.
?Por qu¨¦ en 2017 s¨ª y en 2016 no?, se preguntan muchos. Hace poco m¨¢s de un a?o, el famoso v¨ªdeo del entonces candidato Donald Trump instruyendo a un presentador y amigo a ¡°agarrar a las mujeres por el co?o¡± y asegurando que ¡°cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa¡± no impidi¨® que se convirtiese en presidente, como tampoco lo hicieron las ...
?Por qu¨¦ en 2017 s¨ª y en 2016 no?, se preguntan muchos. Hace poco m¨¢s de un a?o, el famoso v¨ªdeo del entonces candidato Donald Trump instruyendo a un presentador y amigo a ¡°agarrar a las mujeres por el co?o¡± y asegurando que ¡°cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa¡± no impidi¨® que se convirtiese en presidente, como tampoco lo hicieron las 15 acusaciones de acoso sexual que pesan sobre ¨¦l, incluida la denuncia por violaci¨®n que interpuso su ex mujer Ivana en 1989 dentro del proceso de divorcio y que luego retir¨®.
Que en las ¨²ltimas semanas se haya desencadenado un furor global contra la violencia sexual y el abuso de poder que obviamente ya exist¨ªan desde el origen de los tiempos y que ese furor por fin consiga los suficientes aliados y alcance la necesaria masa cr¨ªtica puede deberse a la teor¨ªa del tipping point acu?ada por Malcolm Gladwell que se refiere al momento en que una idea llega a su punto de ebullici¨®n y se convierte en masiva, a la constante y paciente pedagog¨ªa feminista que ha llegado al mainstream en los ¨²ltimos a?os o simplemente a la abrumadora elocuencia de los n¨²meros. Los #MeToo en los muros de Facebook y los perfiles de Twitter pusieron en vergonzante evidencia que, casi literalemente, todas las mujeres han sufrido alguna forma de acoso sexual en sus vidas. Los pr¨®ximos meses ser¨¢n cruciales para ver c¨®mo se desarrolla el tema en la opini¨®n p¨²blica. A medida que veamos caer en desgracia y sufrir repercusiones penales y laborales a directores de cine, empresarios, miembros de consejos de administraci¨®n y parlamentarios, comprobaremos cu¨¢nta solidaridad est¨¢ dispuesto a aportar el sistema y si el list¨®n de lo tolerable se desploma por fin.
Pero hasta hace pocos a?os las cosas eran muy distintas. En 2009, Roman Polanski viaj¨® a Zurich, donde iba a recibir un premio honor¨ªfico en el festival de cine de la ciudad, y fue arrestado por el caso de una supuesta violaci¨®n a una menor de 13 a?os, Samantha Geimer, que le persigue desde 1977 y que le ha impedido poner pie en suelo estadounidense desde entonces. Lo que sucedi¨® despu¨¦s fue judicialmente rocambolesco. El cineasta pas¨® dos meses en una c¨¢rcel suiza y, m¨¢s tarde, siete meses en arresto domiciliario en su propio chalet de Gstaad, junto a su mujer, Emmanuelle Segnier, y sus dos hijos, que entonces ten¨ªan 9 y 16 a?os. Finalmente, en julio, el pa¨ªs helv¨¦tico rechaz¨® extraditar a Polanski a Estados Unidos y el director volvi¨® a Francia, donde sigui¨® ejerciendo su carrera sin problemas y donde se le recibi¨® como a un h¨¦roe humillado.
Desde la perspectiva del ¨²ltimo mes, cuando el caso Weinstein ha derivado en un alud imparable de denuncias de mujeres que han sufrido distintos grados de abuso sexual y que est¨¢ afectando a casi todas las esferas de poder en todo el mundo, desde el Parlamento brit¨¢nico a la industria del entretenimiento, sorprende volver a la hemeroteca y comprobar el apoyo masivo, c¨¢lido y casi un¨¢nime que el mundo del arte brind¨® entonces al director de El pianista. Cuando apenas llevaba unos d¨ªas detenido, cineastas como Pedro Almod¨®var, David Lynch, Woody Allen, Costa Gavras, Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu y Wim Wenders firmaron una carta de apoyo incondicional a Polanski. Pr¨¢cticamente cualquiera que hubiera pisado la alfombra roja de Cannes en los ¨²ltimos 40 a?os estaba en esa lista, de Jeanne Moureau a M¨®nica Bellucci pasando por Asia Argento quien, seg¨²n su confesi¨®n reciente, habr¨ªa sufrido ya una violaci¨®n y un posterior acoso constante por parte de Harvey Weinstein cuando dio su apoyo expl¨ªcito a Polanski. Wong Kar Wai, Ettore Scola, Julian Schnabel, Milan Kundera, Bernard Herny Levi¡no importaba el origen ni la pr¨¢ctica art¨ªstica, lo normal era estar con Polanski. El ministro de cultura franc¨¦s de entonces, Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand, fue de los m¨¢s expresivos, lamentando que alguien que hab¨ªa pasado ya por tantas desgracias (desde perder a su madre en un campo de concentraci¨®n al tristemente c¨¦lebre asesinato de su mujer, Sharon Tate) tuviera que pasar por un trance as¨ª as¨ª. Ese mismo a?o, por cierto, Mitterrand admiti¨® en sus memorias haber pagado por acostarse con ¡°chicos j¨®venes¡± en Tailandia.
¡°Liberad a Polanski¡±, imploraba Richard Cohen desde el Washington Post. En la otra costa, Los Angeles Times comparaba al director polaco con Jean Valjean de Les Mis¨¦rables, ¡°un ex convicto que intenta dar la vuelta a su vida pero es obsesivamente perseguido por un inspector de polic¨ªa¡±, recordaba que ¡°ya hab¨ªa pagado un precio¡± (el exilio de Estados Unidos y 48 d¨ªas de arresto en un psiqui¨¢trico del que escap¨®) y que Samantha Geimer ha dicho repetidamente que no espera ver a su violador entre rejas y que ha pasado p¨¢gina de ese episodio.
El caso Polanski ha sido siempre muy alambicado, sobre todo desde el punto de vista de los tribunales, como narraba bien el documental Roman Polanski: Wanted and Desired (muy favorable a la causa de Polanski), con un juez que incluso tuvo que ser retirado del caso y m¨²ltiples giros irregulares. Seg¨²n narr¨® en su d¨ªa Samantha Geimer, en 1977, el director pidi¨® a la madre de Geimer que la dejara posar para ¨¦l para Vogue en casa de su amigo Jack Nicholson. A continuaci¨®n, dio a la ni?a Quaaludes y champ¨¢n y la viol¨® vaginal y analmente. Cuando a¨²n estaba consciente, Polanski le practic¨® cunnilingus y le pidi¨® que se metiera desnuda en un jacuzzi, Geimer le pidi¨® repetidamente que parase y ¨¦l, lejos de hacerlo, decidi¨® drogarla y seguir adelante.
Los particulares del caso llevan cuatro d¨¦cadas discuti¨¦ndose en todo tipo de foros. ¡°Polanski no sab¨ªa que era menor¡±, dicen algunos. Cierto. Pero ambas partes admiten que lo que sucedi¨® no fue ni remotamente consensuado, lo que convierte la edad en un detalle alarmante (repugnante incluso) pero irrelevante: ?acaso est¨¢ mal violar a una chica de 13 a?os pero no a una de 18? El pasado junio Samantha Geimer, que ahora tiene 54 a?os, compareci¨® ante el juez para pedirle que cerrase el caso. Su abogad¨® aleg¨® que la v¨ªctima ?est¨¢ cansada de todo esto?.
En 2009, los pocos art¨ªculos en prensa que inclu¨ªan esta secuencia de acontecimientos o que pon¨ªan alg¨²n ¡°pero¡± a la defensa en bloque del director, como ¨¦ste en The New York Times o ¨¦ste de Francesco Manetto en El Pa¨ªs titulado Solidaridad con un violador que denunciaba el ¡°doble rasero¡± y el ¡°inquietante corporativismo¡± de la comunidad art¨ªstica eran recibidos con las cejas arqueadas o directamente con cr¨ªticas. Ning¨²n alma sofisticada, ning¨²n amante de Repulsi¨®n y El cuchillo en el agua quer¨ªa verse en el mismo bando de ¡°los puritanos¡±, ¡°los defensores de la moral¡± y los estrechos de mente y coraz¨®n.
Para los pensadores feministas, el caso siempre ha sido un territorio espinoso de transitar. Kate Harding escribi¨® en Salon un art¨ªculo que se hizo viral titulado Recordatorio: Roman Polanski viol¨® a una ni?a y se encontr¨® de repente festejada por los programas de radio y televisi¨®n ultraconservadores y criticada en su territorio amigo.
Ocho a?os despu¨¦s, hace apenas dos semanas, la actriz alemana Renate Langer, de 61 a?os, denunci¨® a Polanski por violarla cuando era adolescente ¨Cen 2010 tambi¨¦n lo hizo la actriz brit¨¢nica Charlotte Lewis, a quien el director habr¨ªa violado a los 16 a?os¨C. Si el dato ha pasado relativamente desapercibido es en parte porque en el ¨²ltimo mes los medios no dan abasto con los nuevos casos que se?alan a hombres poderosos. Hay medios especializados que ya le dedican al tema su propia secci¨®n: cr¨ªticas, estrenos y agresiones sexuales. Harvey Weinstein, Kevin Spacey, Brett Rattner, Dustin Hoffman, Louis C.K., Jeremy Piven, Steven Seagal, Ed Westwick y muchos m¨¢s se enfrentan a acusaciones muy dispares ¨CC.K. admite haberse masturbado ante cinco mujeres sin consentimiento, Toback y Weinstein afrontan decenas de denuncias por violaci¨®n¨C pero todos est¨¢n entrando en las listas de depredadores sexuales que los medios actualizan varias veces al d¨ªa.
Algo, no est¨¢ claro qu¨¦, ha cambiado en estos ocho a?os. En 2009, a la Academia de Hollywood no se le pas¨® por la cabeza expulsar a Roman Polanski como hizo con Weinstein, ni retirarle el Oscar que le concedi¨® en 2002 por El pianista. Nadie pens¨® en borrar su filmograf¨ªa de ning¨²n cat¨¢logo como HBO ha hecho con toda la obra de Louie C.K. La opini¨®n p¨²blica, o por lo menos, la opini¨®n publicada, que es otra cosa, apoya muy mayoritaria y transversalmente el movimiento #MeToo, aunque no deja de ser curioso (y altamente deprimente) comprobar la disonancia que hay entre los art¨ªculos sobre el tema y los comentarios que reciben esos art¨ªculos en sus respectivas webs y en las redes sociales, donde abundan los ¡°y ahora lo dice¡±, ¡°bien que tragaron en su d¨ªa para medrar¡± dirigidos a las denunciantes y se habla de ¡°persecuci¨®n¡± y ¡°caza de brujas¡±. Ese t¨¦rmino lo acu?¨® precisamente Woody Allen (otro que se enfrenta ahora a un cambio de direcci¨®n del viento) cuando estall¨® el caso Weinstein. ?l y Gay Talese, que dijo el otro d¨ªa que lamentaba c¨®mo se est¨¢ destrozando la vida y la carrera de Kevin Spacey y pidi¨® al actor que le denunciaba que se ¡°aguantase un poco¡±, son de las pocas figuras p¨²blicas que han salido en defensa de los depredadores sexuales, el t¨¦rmino-atrapatodo que se est¨¢ imponiendo para definir a los hombres que abusan sexualmente de su poder.