Al detalle: as¨ª recre¨® Liz Truss el armario de Margaret Thatcher para ganar votos
La nueva primera ministra brit¨¢nica ha hecho gui?os al armario de Thatcher durante toda la campa?a. Una ropa cargada de simbolismo, que enviaba un claro mensaje a los 160.000 afiliados al partido conservador que deb¨ªan votarla.
A los pocos minutos de confirmarse la elecci¨®n de Liz Truss que la convert¨ªa de facto en nueva primera ministra, hab¨ªa tres hashtags muy parecidos conviviendo en las tendencias de Twitter en Reino Unido: Maggie Thatcher, Margaret Thatcher y Thatcher 2.0. Y que eso ocurriera puede considerarse tambi¨¦n una victoria de la nueva l¨ªder tory, que ha hecho todo lo posible durante la campa?a para asociar su nombre al de la madre del neoliberalismo.
Utilizar la moda para mandar mensajes es un cl¨¢sico de la comunicaci¨®n pol¨ªtica. Lo han hecho a lo largo de la historia muchos pol...
A los pocos minutos de confirmarse la elecci¨®n de Liz Truss que la convert¨ªa de facto en nueva primera ministra, hab¨ªa tres hashtags muy parecidos conviviendo en las tendencias de Twitter en Reino Unido: Maggie Thatcher, Margaret Thatcher y Thatcher 2.0. Y que eso ocurriera puede considerarse tambi¨¦n una victoria de la nueva l¨ªder tory, que ha hecho todo lo posible durante la campa?a para asociar su nombre al de la madre del neoliberalismo.
Utilizar la moda para mandar mensajes es un cl¨¢sico de la comunicaci¨®n pol¨ªtica. Lo han hecho a lo largo de la historia muchos pol¨ªticos, incluido su predecesor Boris Johnson, que como contamos en este art¨ªculo de S Moda, rompi¨® las reglas estil¨ªsticas como maniobra para resultar m¨¢s cercano.?Liz Truss para su primer debate televisado, que la enfrent¨® al otro candidato al liderazgo del partido conservador, Rishi Sunak, escogi¨® un look nada casual. A pesar de que era mediados de julio, en el verano en el que el Reino Unido ha alcanzado las temperaturas m¨¢s altas que se han registrado jam¨¢s, la exministra se visti¨® con traje de chaqueta en un tono muy oscuro de azul y una blusa blanca de lazada, un look calcado al que llev¨® Margaret Thatcher en una aparici¨®n muy conocida, su apelaci¨®n al voto de 1979. En aquella ocasi¨®n, la todav¨ªa candidata puso en pr¨¢ctica las clases de dicci¨®n y oratoria que hab¨ªa tomado, y que le hab¨ªan aconsejado moderar un tono de voz que se percib¨ªa como irritante (algo muy frecuente para las mujeres en pol¨ªtica) y, con las manos entrelazadas y un tono grave que advert¨ªa a los brit¨¢nicos de que ven¨ªan tiempos duros, pidi¨® el voto preguntando: ?qu¨¦ es lo mejor para Gran Breta?a? El tono que Thatcher ensay¨® en esa aparici¨®n televisiva fundamental es el que sent¨® las bases de su personaje pol¨ªtico, el que despu¨¦s han imitado las actrices que han hecho de ella, desde Meryl Streep a Gillian Anderson en The Crown.
La buscada imitaci¨®n de Liz Truss, que anteriormente no hab¨ªa llevado ese estilo de blusa, no pas¨® desapercibida ¨Ccomo probablemente tambi¨¦n era la intenci¨®n¨C?y al d¨ªa siguiente muchos peri¨®dicos se hicieron eco de ese parecido y la acusaron disfrazarse de Margaret Thatcher.La blusa de lazada, junto con las perlas, el bolso r¨ªgido y el pelo a la laca, era el s¨ªmbolo m¨¢s obvio el estilo de vestir de Margaret Thatcher, lo primero a lo que recurrir¨ªa alguien que quisiera disfrazarse de ella por Halloween. Se dijo entonces que era la manera de combinar el traje del poder masculino con la feminidad tradicional, una versi¨®n soft?de la corbata. La ¨²nica vez que se recuerda que Thatcher habl¨® de ropa en p¨²blico, en una entrevista en 1979 con una televisi¨®n local de Yorkshire, dijo de ese tipo de camisas que le resultaban ?femeninas y suaves?.
A partir de ese gesto de Truss, empezaron a salir a la luz otros posados thatcherescos de la candidata: cuando pos¨® con un ternero en una granja ¨Cla Dama de Hierro lo hizo tambi¨¦n en traje de chaqueta y blusa de lazada, Truss ya en vaqueros y camiseta¨C, cuando se subi¨® encima de un tanque con casco y chaleco antibalas, recreando una imagen muy ic¨®nica de 1986, en la entonces primera ministra pas¨® revista a las tropas brit¨¢nicas en la Alemania Occidental enteramente vestida de blanco. Truss ya hab¨ªa generado memes en febrero, cuando visit¨® Mosc¨² como ministra de Exteriores y se dej¨® fotografiar delante del Kremlin con un gorro de pelo y pos¨® mirando hacia el cielo exactamente igual que Margaret Thatcher en 1987.
Si llaman la atenci¨®n algunos de esos atuendos, sobre todo el que llev¨® en el debate del 15 de julio, es porque se diferencian mucho de su estilo habitual, mucho m¨¢s osado que el de Thatcher, que no ha huido de colores como el fucsia o el naranja. Lo que s¨ª han practicado ambas es el nacionalismo en el vestir, muy habitual en l¨ªderes de todos los colores: en los ochenta, la Dama de Hierro se aseguraba de que todo el mundo sab¨ªa que sus trajes eran de marcas brit¨¢nicas, s¨®lidas y tradicionales: Talbots, Acquascutum, Launer, que todav¨ªa fabrica los bolsos r¨ªgidos como el que llevaba siempre y que convirti¨® en un s¨ªmbolo pol¨ªtico. Truss ha hecho lo mismo. Sus trajes pantal¨®n y sus vestidos en azul Tory (parecido al azul royal) tienen etiquetas de marcas algo m¨¢s baratas que las que vest¨ªa Thatcher: Karen Millen, LK Bennett, Whistles y The Fold.
Durante la campa?a, se le ha preguntado a menudo por estas evocaciones y Truss se ha defendido diciendo que resulta sexista que el modelo para todas las pol¨ªticas conservadoras sea siempre el mismo. ¡°Es frustrante que a las mujeres en pol¨ªtica siempre se nos compare con Margaret Thatcher mientras que a los hombres no se les comprara con Ted Heath¡±, dijo en el canal GB News, haciendo referencia a al primer ministro que fue l¨ªder de los tories entre 1965 y 1975.
?Las comparaciones con Thatcher han sido constantes?, apunta Susie Ashfield, consultora de imagen pol¨ªtica en la agencia College Green Group, de Londres. ?Y no est¨¢n del todo injustificadas. Ella es una tory de la vieja escuela. La blusa de lazada probablamente se calcul¨® como un gui?o a su predecesora, pero, m¨¢s en general, Truss est¨¢ moderando el tono de su aspecto, optando por colores m¨¢s sombr¨ªos para reflejar que se toma en serio el papel en el que se ha embarcado. Al igual que hizo Thatcher, creo que ella va a empezar a practicar lo de vestirse para el poder. Querr¨¢ aparecer din¨¢mica pero femenina, pulida y discreta. Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ incluso empezamos a ver c¨®mo reaparecen las perlas y los bolsos r¨ªgidos. Lo que falta por ver es si deja un legado de discursos ic¨®nicos?, apunta Ashfield.
La consultora ha seguido la evoluci¨®n de Truss desde que se hizo viral con un discurso desastroso en la convenci¨®n conservadora de 2014, un parlamento en el que denunciaba las regulaciones de la UE sobre el queso y haciendo pausas interminables esperando a que la aplaudiesen. ?Cuando est¨¢ en su elemento, tiene algo de estudiante de arte dram¨¢tico ambiciosa, con pausas demasiado largas y expresiones faciales exageradas, esperando aplausos?. Sin embargo, cree que las clases con coaches le han funcionado y en los debates contra Sunak mostr¨® un tono menos emocional que le funcion¨®. ?Ella necesita un estilo m¨¢s instructivo y estoico?, cree. De alguna manera, Margaret Thatcher hizo lo contrario. Los tres hombres (se trataba de que molestara menos el hecho de que fuera mujer) que se encargaron de pulir su oratoria, los publicistas Tim Bell y Gordon Reece y su escritor de discursos Ronald Millar, pretend¨ªan que la candidata pareciese menos agresiva y m¨¢s compasiva. Y lo que suced¨ªa, seg¨²n el coach de voz Paul Hill, es que parec¨ªa ?condescendiente, agresiva y falsa?.
?El improbable ascenso de Liz Truss ha estado basado en im¨¢genes, no en palabras?, pronosticaban ya en febrero dos analistas del Financial Times, George Packer y Laura Hughes, en un art¨ªculo titulado C¨®mo Liz Truss se transform¨® a s¨ª misma de diputada del mont¨®n a potencial primera ministra. All¨ª citaban fotos dise?adas por su equipo, como la que se hizo a bordo de un portaaviones con atuendo militar o el mensaje grabado con el que felicit¨® la Navidad (algo en principio reservado a la familia real) flanqueada por una Union Jack y rodeada de parafernalia imperial.
Las maneras en las que la nueva primera ministra se ha espejado en su predecesora van m¨¢s all¨¢ de utilizar la blusa con lazada como si fuera una corbata. Parte esencial de su perfil y una de las maneras m¨¢s claras que ha usado para diferenciarse tanto de su oponente, el multimillonario Rishi Sunak, como de su predecesor, Boris Johnson, es subrayar en todas sus intervenciones que ella fue a una escuela p¨²blica, y ni siquiera una grammar school, los colegios que seleccionaban a los alumnos m¨¢s brillantes, sino a una comprehensive, para todo tipo de alumnos. Con eso, su relato vital se aparta del de los dos primeros ministros anteriores, Johnson y David Cameron, que fueron a Eton (20 de los 55 primeros ministros que ha tenido Gran Breta?a se han educado en la misma escuela). Ah¨ª, Truss vuelve a alinearse con Thatcher, cuyo se?uelo principal cuando se dio a conocer a finales de los setenta era el de ser ¡°la hija de un tendero¡±, una mujer que hab¨ªa desafiado (seg¨²n su propia visi¨®n, sin ayuda del Estado) el sistema de clases brit¨¢nico gracias a su tes¨®n y sus m¨¦ritos personales y que, por tanto, era la prueba viviente de que cualquiera pod¨ªa hacerlo si se empe?aba lo suficiente. Lo ir¨®nico es que la nueva primera ministra creci¨® en una casa en la que, como en tantas, se detestaba a Margaret Thatcher. Sus padres, una catedr¨¢tico universitario de matem¨¢ticas y una profesora y enfermera, llevaron a la peque?a Liz a muchas marchas contra el armamento nuclear y la criaron en los valores de izquierdas. Al llegar a Oxford a estudiar el cl¨¢sico combo de los futuros mandatarios, PPE (Filosof¨ªa, Pol¨ªtica y Econom¨ªa), se inscribi¨® en los Liberal Dem¨®cratas y en 1996, el a?o en que se gradu¨®, dio un paso m¨¢s hacia la derecha y se convirti¨® en tory.
Que la nueva primera ministra haya forzado la comparaci¨®n con?Thatcher, como le se?ala la prensa brit¨¢nica, tiene todo el sentido. Si bien la pol¨ªtica fallecida en 2013 sigue siendo una de las figuras m¨¢s polarizantes de la historia del Reino Unido, alguien capaz de generar reacciones tan virulentas a favor y en contra que invocarla genera un enorme riesgo pol¨ªtico, hay que recordar que la elecci¨®n de Truss no estaba en manos de los ciudadanos brit¨¢nicos, sino de los 160.000 afiliados al partido conservador, donde la primera ministra sigue siendo mayoritariamente venerada. ?Su entusiasmo por la bandera, por decir la palabra libertad, por el mercado libre, los impuestos bajos y el estado peque?o son un eco de Thatcher y aun resuenan con las bases del partido?, se?alaban ya de manera prof¨¦tica en el art¨ªculo del Financial Times.?
Los cercanos a la Dama de Hierro no siempre le han devuelto el cari?o a Liz Truss. El exdiputado conservador y exasesor del gabinete de Thatcher Matthew Parris, actual columnista en The Times, escribi¨® hace poco sobre ella: ?No es una persona desagradable. Todo el mundo que la conoce o ha trabajado con ella habla bien de ella. Es agradable, solo que est¨¢ un poco chalada¡±. Parris, echando mano tambi¨¦n de ciertas dosis de misoginia infantilizadora, utiliz¨® en ingl¨¦s la palabra ¡°crackers¡±, que el Diccionario de Cambridge aconseja traducir como ¡°loco¡± o ¡°chiflado¡±. La misma que, curiosamente, utilizo Dominic Cummings, el exasesor convertido en enemigo n¨²mero uno de Boris Johson para definir a Truss. Parris dijo tambi¨¦n que Truss es ¡°intelectualmente superficial¡± con convicciones liger¨ªsimas y con ¡°una masa de sobreconfianza en s¨ª misma y de ambici¨®n, sacudi¨¦ndose sobre un peque?o cerebro pol¨ªtico¡±. Quienes han trabajado con ella le conceden una ¡°mente matem¨¢tica¡± y poco amor por el lujo. Sus esc¨¢ndalos, predicen, no ser¨¢n como los de Johnson.