La tr¨¢gica historia no contada del icono trans de ¡®Tarde de perros¡¯
El cl¨¢sico cinematogr¨¢fico protagonizado por Al Pacino, sobre un delincuente de poca monta que atraca un banco para sufragar la operaci¨®n de cambio de sexo de su amante, dej¨® fuera de su metraje el impacto que la lucha de la prostituta Elizabeth Eden tuvo en el colectivo LGTBI
El 1 de octubre de 1987, el peri¨®dico Los Angeles Times public¨® un obituario que rezaba as¨ª: ¡°Elizabeth Eden, punto de partida de Tarde de perros¡±. Aunque Eden fue mucho m¨¢s que el hecho real en el que se basa una de las pel¨ªculas m¨¢s populares de los setenta, el titular supone una victoria p¨®stuma para quien luch¨® durante d¨¦cadas para que el mundo viera en ella una mujer. Eden muri¨® a los 41 a?os en un hospital de la ciudad estadounidense de Rochester, adonde huy¨® para empezar una nueva vida lej...
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El 1 de octubre de 1987, el peri¨®dico Los Angeles Times public¨® un obituario que rezaba as¨ª: ¡°Elizabeth Eden, punto de partida de Tarde de perros¡±. Aunque Eden fue mucho m¨¢s que el hecho real en el que se basa una de las pel¨ªculas m¨¢s populares de los setenta, el titular supone una victoria p¨®stuma para quien luch¨® durante d¨¦cadas para que el mundo viera en ella una mujer. Eden muri¨® a los 41 a?os en un hospital de la ciudad estadounidense de Rochester, adonde huy¨® para empezar una nueva vida lejos de John Wojtowicz, su pareja durante a?os y el carism¨¢tico atracador que Al Pacino inmortaliz¨® en la pantalla grande. Fue precisamente Wojtowicz quien revel¨® a la prensa que Eden no hab¨ªa fallecido a causa de un c¨¢ncer y una neumon¨ªa, como ella quiso difundir, sino a consecuencia del sida que padec¨ªa. M¨¢s de 35 a?os despu¨¦s de su muerte, son varias las voces que tratan de reivindicar la que es, con sus luces y sus sombras, una de las figuras m¨¢s relevantes del movimiento trans de Estados Unidos y que el metraje de Tarde de perros no consigui¨® retratar en su m¨¢ximo esplendor. ¡°Su pionero impacto pol¨ªtico va mucho m¨¢s all¨¢ de un atraco bancario fallido¡±, sostiene la revista Tribune.
Sobre la infancia de Elizabeth Debbie Eden apenas se tienen datos m¨¢s all¨¢ de que naci¨® en Queens (Nueva York), en el seno de una familia jud¨ªa y bajo el nombre de Ernest Aron. Ella se convirti¨® en una de las j¨®venes m¨¢s conocidas de la escena neoyorquina de principios de los setenta por su altura, su belleza, su talento para el baile y su escandaloso car¨¢cter. Sol¨ªa poner discos en las fiestas con un tocadiscos port¨¢til que llevaba con ella y se prostitu¨ªa para sobrevivir, en una ¨¦poca en la que cualquier orientaci¨®n sexual no normativa segu¨ªa siendo perseguida y criminalizada y las palizas hom¨®fobas por parte de grupos de heteros o polic¨ªas estaban a la orden del d¨ªa. Pero algo hab¨ªa empezado a cambiar en el barrio de Greenwich Village a ra¨ªz de los disturbios de Stonewall en 1969, que multiplicaron las manifestaciones del colectivo hasta dar lugar al nacimiento del movimiento gay. Uno de los miembros de la Alianza de Activistas Gay, una organizaci¨®n pol¨ªtica militante no violenta, atend¨ªa al nombre de John Wojtowicz.
Este veterano de la guerra de Vietnam era todo un personaje. Unos a?os antes hab¨ªa abandonado a su mujer, Carmen Bifulco, y a sus dos hijos, y hab¨ªa decidido abrazar lo que ¨¦l mismo define como ¡°perversi¨®n sexual¡±. ¡°Yo no fumo ni bebo, no tomo drogas ni juego. Soy un angelito, pero tengo cuernos. Y cuando tienes cuernos solo puedes hacer una cosa: follar¡±, dice en el documental de TCM The Dog. Fue en el ej¨¦rcito cuando tuvo su primera experiencia homosexual y dej¨® de definirse como un ¡°republicano, conservador y belicista¡± para unirse al activismo LGTBI como excusa para satisfacer su promiscuidad cr¨®nica. Conoci¨® a Liz en el verano de 1971. ¡°Cuando lo vi por primera vez, lo supe. Ten¨ªa que ser m¨ªo¡±, afirmaba Wojtowicz, que muri¨® en 2006 enfermo de c¨¢ncer y siempre se dirigi¨® a ella en masculino. Tal fue la pasi¨®n de su romance que acabaron celebrando una de las primeras bodas gay ¡ªno oficiales¡ª de Nueva York y hasta la prensa generalista se hizo eco de la uni¨®n entre el militar, engalanado con sus numerosas condecoraciones de guerra, y Eden, que luc¨ªa un car¨ªsimo vestido blanco.
La dicha dur¨® poco. La mujer anhelaba someterse a una operaci¨®n de cambio de sexo, pero no contaba ni con el dinero ni con el apoyo de John para hacerlo. Se sumi¨® en las drogas y trat¨® de acabar con su vida en varias ocasiones. ¡°Mucha gente se hab¨ªa operado ya por aquel entonces, y Liz no paraba de hablar de eso y de lo maravilloso que ser¨ªa ser una mujer. Ella no era feliz. Una vez me ense?¨® las mu?ecas y ten¨ªa cicatrices¡±, cuenta un amigo cercano a Eden en The Dog. En agosto de 1972, volvi¨® a intentar suicidarse ingiriendo una sobredosis de medicamentos y acab¨® internada en un centro psiqui¨¢trico. El episodio fue el detonante que hizo a Wojtowicz, dado a los desvar¨ªos y un eg¨®latra de manual, planear un atraco a un banco para pagarle la anhelada cirug¨ªa.
El 22 de ese mismo mes, el exmilitar, acompa?ado por sus c¨®mplices Bobby Westenberg ¡ªque huy¨® antes de que incluso llegara la polic¨ªa¡ª y Sal Naturale, entr¨® en el banco Chase Manhattan de Brooklyn. El atraco se convirti¨® en un circo con miles de curiosos que alentaban los actos de este trasunto de Robin Hood moderno y millones de espectadores a nivel nacional que se mostraban emp¨¢ticos con los atracadores por la causa altruista y pasional que defend¨ªan. ¡°Fue un shock. ?Quer¨ªas liberaci¨®n gay? Pues ah¨ª la tienes¡±, afirmaba el periodista Randy Wicker. Tanto Liz Eden como Carmen Bifulco se convirtieron en estrellas medi¨¢ticas durante las 14 horas que dur¨® el atraco y que acab¨® con el fallecimiento de Naturale por un disparo de un agente del FBI, la liberaci¨®n de todos los rehenes y la detenci¨®n ¨Cy posterior condena a prisi¨®n¡ª de Wojtowicz.
El criminal no recibi¨® ning¨²n tipo de apoyo por parte de sus compa?eros de la Alianza, ya que el consenso entre los miembros del colectivo es que Wojtowicz era un enfermo mental. Pero gracias al estreno de la celebrada pel¨ªcula de Sidney Lumet su popularidad se hipertrofi¨® hasta el punto de vivir de ah¨ª en adelante de los r¨¦ditos de aquel atraco frustrado. Le llegaban cientos de cartas de fans, firmaba aut¨®grafos, posaba frente a la sucursal bancaria ante la prensa sensacionalista¡ lo que fuera con tal de exprimir hasta el ¨²ltimo d¨®lar de su haza?a.
La vida de Liz tambi¨¦n cambi¨®. Con el dinero que recibieron por parte de Warner Bros por los derechos de la historia, Eden se someti¨® a la deseada operaci¨®n de cambio de sexo. La pel¨ªcula fue un ¨¦xito de cr¨ªtica y p¨²blico. Su alter ego en la ficci¨®n, el actor cis Chris Sarandon, fue nominado al Oscar al mejor actor de reparto, aunque valga como ejemplo de la hist¨®rica transfobia de Hollywood el hecho de que rechazaron a la actriz trans Elizabeth Coffey Williams para interpretar a Eden ¡°por ser demasiado atractiva para dar vida a una trans¡±.
Como si de la hermana estadounidense de Cristina Ortiz, La Veneno, se tratase, tambi¨¦n Liz fue paseada como un art¨ªculo ex¨®tico-festivo por los plat¨®s de televisi¨®n y las portadas de las revistas er¨®ticas ense?ando sus nuevos atributos. Tras la operaci¨®n quiso dejar atr¨¢s cualquier relaci¨®n con John y empezar una nueva vida. Acabaron protagonizando agrios enfrentamientos frente a las c¨¢maras, ya que ella defend¨ªa que el empe?o altruista y ya mitol¨®gico gracias al cine de Wojtowicz no era tal. Eden aseguraba que el atraco no buscaba sufragar su cirug¨ªa de reasignaci¨®n, sino solventar las deudas que este ten¨ªa con la mafia, y que, obsesionado con ella a?os despu¨¦s, John hab¨ªa amenazado con matarla.
Liz Eden no quiso participar junto a John de la que pod¨ªa haber sido una historia seminal del colectivo LGTBI en Nueva York. Estos d¨ªas, historiadores trans como Julian Gill-Peterson, tratan de hacerle justicia: ¡°Puede que Liz no sea una hero¨ªna redentora en la historia, pero tampoco fue simplemente una espectadora pasiva¡±. Sus amigos cercanos defienden que nunca fue feliz, ni siquiera tras su operaci¨®n, y la prensa hizo de ella un juguete roto tras su fama ef¨ªmera. Se mud¨® a Rochester, en la frontera con Canad¨¢, y desapareci¨® durante 10 a?os del foco medi¨¢tico mientras John intentaba defender el romanticismo detr¨¢s de su delito. Dicen que volvi¨® a ejercer la prostituci¨®n y que fue una transfusi¨®n de sangre infectada por el VIH tras un atropello lo que le hizo contraer el virus. Muri¨® en 1987 y Los Angeles Times public¨® un obituario sobre ella utilizando pronombres femeninos.