Entrevista imaginaria a la vulva: ??Qu¨¦ mal he hecho para sufrir esta persecuci¨®n??
Hablamos con la genitalidad externa femenina, que sale de su invisibilidad y reclama su territorio y autonom¨ªa, al margen de la vagina.
La sonrisa vertical, como alguien la llam¨® una vez, vive momentos de popularidad y reconocimiento. Est¨¢ presente en las camisetas de muchas chicas que salen a la calle reclamando sus derechos, entre ellos el del aborto, y parece haber conseguido entrar en el mapa anat¨®mico universal, al establecer su frontera con la vagina, aunque no todos est¨¦n al d¨ªa de esta delimitaci¨®n territorial. Yo dir¨ªa que la vulva es esa chica que siempre p...
La sonrisa vertical, como alguien la llam¨® una vez, vive momentos de popularidad y reconocimiento. Est¨¢ presente en las camisetas de muchas chicas que salen a la calle reclamando sus derechos, entre ellos el del aborto, y parece haber conseguido entrar en el mapa anat¨®mico universal, al establecer su frontera con la vagina, aunque no todos est¨¦n al d¨ªa de esta delimitaci¨®n territorial. Yo dir¨ªa que la vulva es esa chica que siempre pens¨® que era fea, pero que es preciosa. Un d¨ªa descubri¨® la verdad y trata, por todos los medios, de recuperar el tiempo perdido.
Almeja, chumino, chichi, concha, cona, potorro, bollo, chocho, conejo, concho, co?o, higo¡ son algunos de los eufemismos por los que se le conoce. ?Se siente c¨®moda con estos t¨¦rminos?
En principio no me molestan, son una muestra de la creatividad y po¨¦tica de la gente. El pene o los test¨ªculos tambi¨¦n tienen una larga lista de pseud¨®nimos. Lo que no me gusta es que mis motes tengan siempre una acepci¨®n negativa en el lenguaje. ¡®La concha de tu madre¡¯, dicen los argentinos cuando algo sale mal o ante un contratiempo; mientras que lo ¡®cojonudo¡¯ y ¡®la polla¡¯ se reservan para acontecimientos felices, extraordinarios.
Hasta hace muy poco, la vulva no era una parte anat¨®mica considerada especialmente bella (y, desgraciadamente, muchas mujeres tambi¨¦n defend¨ªan esta tesis), era tambi¨¦n algo maloliente y con escaso valor er¨®tico (la vagina ten¨ªa el monopolio). ?Cree que esta concepci¨®n ha cambiado?
Yo voy m¨¢s all¨¢ al sostener que, a d¨ªa de hoy, mucha gente (ellos y ellas) todav¨ªa no tiene muy claro qu¨¦ es eso de la vulva (?Taras Bulba?) y la confunden con la vagina. Algunos pueden llegar a creer que es la pel¨ªcula protagonizada por Yul Brynner. Haga la prueba y pregunte a alguien qu¨¦ elementos contiene la vulva y d¨®nde se sit¨²an, o que la dibuje, y no sabr¨¢ si re¨ªr o llorar con el resultado.
En t¨¦rminos est¨¦ticos soy el patito feo y algunos/as se han dedicado ¨²ltimamente a reescribir el cuento. Exposiciones, artistas, ilustradoras (en su mayor¨ªa mujeres) o libros que tratan de reflejar las muchas caras que tenemos. No hay dos vulvas iguales, lo cual es maravilloso; y si, tambi¨¦n envejecemos como el resto del cuerpo y tenemos una capa de pelo que nos protege, mal que les pese a muchos/as.
?Cree que el porno y la depilaci¨®n integral han sido una fuente de complejos para muchas mujeres? La cirug¨ªa genital es un negocio a la alza.
Sin duda. Pero tambi¨¦n, por otro lado, nos ha hecho visibles. Muchas chicas se han atrevido, tras ver pornograf¨ªa, a coger un espejo e inspeccionarse sus partes. Luego, sus conclusiones depender¨¢n de muchos factores: la cultura en la que viven, la educaci¨®n recibida, la autoestima, las modas. Pueden pensar que su vulva es muy fea y correr en busca del cirujano pl¨¢stico m¨¢s cercano; o pueden descubrirla, reconciliarse con ella y sacarle m¨¢s partido er¨®tico.
En cuanto al estilismo capilar, a mi me gustar¨ªa que lo eligieran ellas a su gusto, no al de su pareja. Yo creo que la mayor parte de las mujeres llevan el peinado que quieren, pero en la elecci¨®n de la l¨ªnea del biquini intervienen m¨¢s sujetos.
?Por qu¨¦ cree que al feminismo le gusta tanto usted? La han nombrado su emblema sexual.
Porque soy un s¨ªmbolo de lo femenino, de lo opuesto al coitocentrismo, que es la sexualidad patriarcal que todav¨ªa impera. Porque estoy al margen del sexo ligado ¨²nica y exclusivamente a la reproducci¨®n (contrariamente a la vagina), y porque contengo la parte externa del cl¨ªtoris. El ¨²nico ¨®rgano del cuerpo humano sin otra funci¨®n que la del placer.
En uno de los libros dedicado ¨ªntegramente a m¨ª, El Fruto Prohibido de la sueca Liv Str?mquist (Reservoir Books), se habla de como las vulvas ten¨ªan un especial protagonismo en las culturas antiguas, previas al patriarcado. Es dif¨ªcil determinar cuando ¨¦ste se desarroll¨®, pero Liv cree que las religiones monote¨ªstas tuvieron bastante que ver, ya que se encargaron de extinguir las creencias ancestrales, que daban mucha importancia a la fertilidad y a lo femenino, para quedarse con el poder absoluto.
En el antiguo Egipto o Grecia hab¨ªa ceremonias en las que las mujeres se reun¨ªan y se ense?aban la vulva unas a otras; y durante la Edad Media aparece esculpida en muchos edificios, templos, castillos o conventos la figura de una mujer, con las piernas abiertas que ense?a su vulva sobredimensionada, las llamadas Sheela na Gig. La reproducci¨®n de los genitales externos femeninos se encuentra tambi¨¦n en cuevas (las de Fontainebleau) y en figurillas de la Edad de Piedra. La conclusi¨®n a la que llega Liv en su libro, en forma de c¨®mic, es que antiguamente la vulva era un elemento sagrado, espiritual, que daba buena suerte y proteg¨ªa del mal. Todo lo opuesto a la idea que el mundo desarroll¨® m¨¢s tarde sobre m¨ª.
S¨ª, parece que luego la vulva se convierte en sin¨®nimo de pecado, vicio, lujuria, sexo improductivo. Algo que hay que atajar cuanto antes.
Uno de los episodios m¨¢s hilarantes de El fruto prohibido lo constituye ¡°el ranking de hombres que estuvieron demasiado alucinados con la almeja, los man¨ªacos del chumino o los chiflados del chichi¡±, seg¨²n cuenta el libro. Por ejemplo, John Harvey Kellogg (1852-1943); s¨ª, el de los cereales, era un m¨¦dico que estaba en contra de que las mujeres se tocaran sus partes y propon¨ªa el remedio de aplicar ¨¢cido fen¨®lico puro en el cl¨ªtoris, para disuadirlas de esta pr¨¢ctica.
Luego estaba el doctor Isaac Baker-Brown (1811-1873), que para evitar la masturbaci¨®n suger¨ªa algo m¨¢s dr¨¢stico, extirpar el cl¨ªtoris; o el bar¨®n Georges Cuvier (1769-1832), que pas¨® su vida obsesionado con los genitales de una mujer sudafricana, Saartijie Baartman, que hab¨ªa sido vendida como esclava y que exhibi¨® en Londres como fen¨®meno natural, ya que ten¨ªa unas nalgas prominentes y unos labios menores que sobresal¨ªan fuera de su vulva. Siempre me he preguntado qu¨¦ mal he hecho para haber sufrido esta larga persecuci¨®n.
Tal vez todav¨ªa muchas mujeres llevan este discurso en su c¨®digo social y por eso les cuesta masturbarse m¨¢s que a los chicos, que no tienen ning¨²n problema al respecto.
Es muy probable. Pero adem¨¢s, cuando lo hacen se olvidan de m¨ª para centrarse en la vagina, que siempre me ha robado todo el protagonismo, tambi¨¦n el er¨®tico. Los buenos amantes saben, sin embargo, que la principal antena org¨¢smica de las mujeres est¨¢ en sus genitales externos. El cl¨ªtoris se sit¨²a en mi territorio y, aunque solo saca la cabeza, sus ramificaciones me convierten en una zona muy sensible, llena de receptores y terminaciones nerviosas en los labios menores y la entrada de la vagina. Y hay tambi¨¦n muchas mujeres que disfrutan, simplemente jugando o ejerciendo diferentes tipos de presi¨®n en el monte de Venus. Tratar de excitar a una mujer sin pasar antes por m¨ª, es propio de inexpertos o mastuerzos.
?Qu¨¦ me dice de la regla? Un fen¨®meno muy relacionado con usted, que tambi¨¦n se ha empoderado en los ¨²ltimos a?os.
S¨ª, parece que hay una nueva generaci¨®n de chicas que le han declarado la guerra al tamp¨®n y que quieren reescribir el concepto de menstruaci¨®n. Como Kira Gandhi, que corri¨® la marat¨®n de Londres en 2015, con la regla y sin protecci¨®n, y acab¨® con una mancha roja en su entrepierna. La regla es tambi¨¦n otro gran tab¨². Se la invisibiliza o se la somete a una campa?a de higienizaci¨®n excesiva. ¡°Si¨¦ntete limpia, fresca¡±, ¡°olvida que est¨¢s en esos d¨ªas¡±. Todos estos esl¨®ganes publicitarios de tampones y compresas no hacen sino repetir el mensaje de impureza, que calificaba a la mujer que menstruaba. Pero, por el contrario, la regla es un excelente m¨¦todo depurativo y de eliminaci¨®n de toxinas, y he o¨ªdo que una investigaci¨®n de una universidad de California afirma que la sangre menstrual contiene c¨¦lulas madre que ayudan a regenerar diferentes tejidos como el nervioso, hep¨¢tico, adiposo u ¨®seo.
Tal vez las conciencias est¨¦n cambiando, pero la era digital nos ha tra¨ªdo nuevos censores en materia de anatom¨ªa femenina: las redes sociales, a las que no les gustan mucho los pechos de las mujeres y, ya no digamos, usted.
S¨ª, parece que mis nuevos enemigos son los algoritmos o los censores de Facebook, a los que imagino como geeks de Silicon Valley, con 35 a?os y todav¨ªa v¨ªrgenes. Es casi comprensible que me tengan miedo. No me conocen, jam¨¢s me han visto en persona y hasta pueden pensar que tengo dientes y muerdo. Pero todo esto no es solo una cuesti¨®n de mojigater¨ªa, sino tambi¨¦n de falta de cultura. Son incapaces de distinguir entre pornograf¨ªa y arte. ?Mira que censurar a la Venus de Willendorf!, ?Y a uno de mis mejores retratos, El origen del mundo (1866), de Gustave Coubet, que se exhibe en el Mus¨¦e d¡¯Orsay, en Par¨ªs!
El libro de Liv Str?mquist cuenta como la NASA, en la sonda espacial Pioneer, que se lanz¨® en 1972, mandaba una filmaci¨®n sobre la vida en la Tierra destinada a posibles extraterrestres. En dicho mensaje hab¨ªa un dibujo de los terr¨ªcolas, que inclu¨ªa a un hombre y una mujer. El hombre ten¨ªa sus genitales pero a la mujer se le hab¨ªan suprimido y luc¨ªa como la mu?eca Barbie.
Al ser el pene la referencia m¨¢xima de genitalidad, la vulva es la ausencia de la misma. ¡®Si tiene colita es un chico y, si no la tiene, es una chica¡¯ se sol¨ªa decir a los ni?os. Como escribi¨® la estrella del psicoan¨¢lisis franc¨¦s Jacques Lacan: ¡°en sentido estricto diremos pues que no existe ninguna simbolizaci¨®n del sexo de la mujer como tal. En cualquier caso, la simbolizaci¨®n no es la misma, no tiene el mismo origen ni la misma forma de acceso que la del sexo del hombre. Y esto es porque el imaginario solo provee una ausencia all¨ª donde en otros casos hay un s¨ªmbolo muy destacado¡±. A m¨ª me han descrito durante mucho tiempo como agujero, espacio en blanco o nada. En el mejor de los casos, como un pene insuficiente.