Meilan Kao: “Hoy se valora que seas diferente y singular, pero cuando yo era peque?a era al revés”
Su abuelo fue cocinero en el primer restaurante chino de Barcelona, su padre innovó mezclando tradición y riesgo y sedujo a Ferran Adrià, y ahora Meilan Kao fusiona moda, ‘marketing’ y gastronomía como directora creativa del grupo de restauración familiar.
La abuela de Meilan Kao trabajó temporalmente de figurante en 55 días en Pekín, la película de Nicholas Ray protagonizada por Charlton Heston y Ava Gardner rodada en Espa?a, aunque su nieta cree que no llegó a conocer a estas estrellas hollywoodenses. Lo que sí logró esta migrante china fue un colchón económico que le permitió crear su propio negocio. “Así consiguió el dinero para financiar el primer restaurante de su propiedad, lo llamaron Pekín por eso”. Corría el a?o 1964. Los Kao se habían ins...
La abuela de Meilan Kao trabajó temporalmente de figurante en 55 días en Pekín, la película de Nicholas Ray protagonizada por Charlton Heston y Ava Gardner rodada en Espa?a, aunque su nieta cree que no llegó a conocer a estas estrellas hollywoodenses. Lo que sí logró esta migrante china fue un colchón económico que le permitió crear su propio negocio. “Así consiguió el dinero para financiar el primer restaurante de su propiedad, lo llamaron Pekín por eso”. Corría el a?o 1964. Los Kao se habían instalado en Barcelona unas décadas antes. “Mis abuelos huyeron de China por el comunismo. Dejaron Taiwán, donde mi abuelo trabajaba como chef, en el 49, cuando llegó Mao. Taiwán era una base protegida por los americanos que luchaban contra los comunistas y dijeron: ‘Hay que irse de aquí’. Un misionero de raíces chinas, pero que pertenecía a la Diócesis de Barcelona, les dijo que tenía unos locales en la ciudad y que se vinieran”, rememora la hoy directora creativa del grupo gastronómico Kao, cuyo germen surgió cuando sus abuelos comenzaron a trabajar con ese mosén en el Gran Dragón, primer restaurante chino de Barcelona; continuó con su padre y su tío tomando las riendas de Shanghai en 1976 y ahora sigue creciendo con Meilan y su hermana, Nayan, como tercera generación involucrada en el proyecto.
Aunque vivió en un edificio modernista del Eixample cinco a?os y, reconoce, esa es su parte preferida de Barcelona, en 2020 se instaló en su piso actual. Está en la zona alta de la ciudad, donde creció y se encuentran ubicados los negocios familiares, Shanghai, Kao Dim Sum y Kao Street. “Me fui del barrio porque tenía la sensación de estar en un pueblo, no en la ciudad, pero ahora veo las ventajas de estar aquí, acabo tarde de trabajar y estoy al lado, es muy tranquilo pero con mucho ocio”, explica. Su piso es luminoso, con amplios ventanales. “Tiene encanto, un toque parisino que me gusta, y está en una finca regia”, precisa. Lo está decorando sin prisas, su última incorporación ha sido un sofá Togo de Michel Ducaroy, tiene sillas Cesca de Marcel Breuer y PK12 de Poul Kjaerholm, pero también piezas significativas del dise?o catalán, como las lámparas Cestita de Miguel Milà (“La primera edición con el asa de bambú”, puntualiza) o la Dipping Light de Jordi Canudas. “Los dise?adores catalanes tienen una línea editorial muy lineal, atemporal y discreta, pero muy elegante”, analiza, “y eso me representa, es lo que intento crear en mis restaurantes”.
Entre cuadros pintados por ella o sus amigos, revistas y libros de dise?o y arte y vinilos atesora una imagen del Cobi creado por Javier Mariscal para los Juegos Olímpicos del 92. En aquel momento ella tenía ocho a?os, pero sostiene que “fue la época dorada de Barcelona, de estar en el punto de mira a nivel mundial, y se evolucionó muy bien hasta hace 10 a?os, cuando empezó el tema político y se dejó la ciudad aparte”. De su infancia también recuerda lo difícil que fue adaptarse: “Era la única ni?a de origen chino en el colegio, fue complicado. Me tenía que defender, quería ser como los demás. Hoy se valora que seas diferente, lo singular, pero cuando yo era peque?a era al revés. Quería ser aceptada, estar integrada en algo estandarizado”.
Ahora se describe con orgullo como una “ni?a de la globalización”, hija de un barcelonés de origen chino y de una lucense que dejó Galicia con 16 a?os para vivir en Barcelona con unos tíos tras la muerte de su madre. “Ella trabajaba en una librería en la que mi padre compraba el periódico cada ma?ana antes de ir al restaurante”, cuenta. Fue en la adolescencia cuando Kao entendió la importancia de reivindicar la diferencia. “Dije ‘Esto es la guerra, por qué me voy a tener que esconder’, algo en mí dio un vuelco y pensé que tenía que defender todo este mix chino y gallego que tenía. Ahí empezó mi revolución interna, que se ha traspasado a mis creaciones. Todo ha sido una experiencia personal que ha acabado en proyecto laboral”, argumenta. Ahora, en Kao Street utiliza eslóganes como “Proudly made in China” (“Hecho en China con orgullo”) o “Made in China. Stir-fried in Barcelona” (“Hecho en China. Salteado en Barcelona”) para poner en valor la identidad del proyecto, tan íntimamente ligada a la suya.
Antes de volcarse en el negocio familiar vivió un tiempo en Los ?ngeles (había estudiado Comercio Internacional en la Universidad Pompeu Fabra y se fue a trabajar a la empresa de moda surfera Quiksilver) y trabajó en Fashion TV. “Tenía el trabajo más cool de todas mis amigas, iba de evento en evento, pero me acabé saturando, necesitaba algo con más esencia”. Lo encontró volviendo a sus raíces. Asegura que no olvida el dim sum favorito de su abuelo, el Jiao Zi relleno de ternera, calabacín y cebolla tierna. “Lo hacía manualmente. Yo quería poner las manos en la masa y él no me dejaba. La cocina china es muy laboriosa, Ferran Adrià dijo en su día que las dos cocinas más complejas son la francesa y la china, tienen procesos muy largos”, explica. El gurú gastronómico de elBulli hizo que Shanghai, el restaurante de su padre, se convirtiera en un referente, al ensalzar sus sabores, que fusionan la cocina china y la catalana. “Mi abuelo tenía la rigurosidad de las recetas originales, muy estrictas pero con buen producto, tenía fama por eso. La siguiente evolución fue mi padre, que cogió eso y aprovechó los rossinyols [setas] y las gambas del Mediterráneo, introdujo esos productos en la gastronomía china. Y ahora nosotras mantenemos esa línea y yo, como directora creativa, he fundado el sello Kao. La creación de una marca de moda y la de un concepto gastronómico, con una imagen y una marca, son dos asuntos similares”, resume.
El cambio generacional, admite, “no es fácil, porque supone una transformación de manera de hacer y de mentalidades”. Lo mostró en First Class, el reality estrenado en junio en Netflix que retrataba la vida de un grupo de la clase alta barcelonesa, en el que Kao participó junto a su amigo el relaciones públicas ?lex Agulló, el creador Aldo Comas o el dise?ador de moda Archie Alled-Martínez. Dice que el salto a la tele no le dio vergüenza. En su familia ya habían vivido otra experiencia del estilo; su cu?ado, Nathan Minguell, participó en la quinta edición de MasterChef. “?lex es amigo mío y me dijo tenemos un proyecto entre manos que es una locura y nos falta un perfil como el tuyo. Al principio iba a ser más estilo docuserie. Lo pasamos muy bien, pero al no estar acostumbrada a las cámaras y tener este giro de reality tuve sentimientos encontrados. Es curioso, porque ahí conocí a mi actual novio, el dise?ador de moda y modelo Alex Sáez”. Porque la moda es una constante en su trabajo: fue la responsable de la comida en la gran presentación de Casa Loewe en Barcelona en abril y de la fiesta de aniversario de Vasquiat, la plataforma multimarca de su amiga Blanca Miró. No descarta explorar ese campo en un futuro. Mientras, busca nuevos horizontes gastro, como “crear una marca de mochis, un postre-joya que puede ser muy creativo”, y sigue elaborando a mano los Jiao Zi que hacía su abuelo, “pero con pies de cerdo, una cosa espa?ola de toda la vida”.