"Ahora el juez ya lo sabe todo. Sor Mar¨ªa merece el mayor castigo"
Marisa Torres y su hija Pilar, supuestamente robada en 1982, declaran en el juzgado Por este caso la fiscal¨ªa denunci¨® por detenci¨®n ilegal a una monja, Mar¨ªa G¨®mez Valbuena
Estaban muy nerviosas y muy emocionadas. Marisa Torres y su hija Pilar, a la que conoci¨® el a?o pasado, 29 a?os despu¨¦s de dar a luz, entraron y salieron llorando del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 47 de Madrid donde este martes contaron su historia, la que ha llevado a la Fiscal¨ªa de Madrid a denunciar a una monja, sor Mar¨ªa G¨®mez Valbuena, de 80 a?os, por detenci¨®n ilegal. El caso, el primero judicializado por el robo de beb¨¦s en Espa?a entre los a?os cuarenta y noventa, ha esperanzado a decenas de mujeres que han visto archivadas sus denuncias.
¡°Esa monja ha hecho mucho da?o a muchas familias. Si no hay c¨¢rcel, con que todo el mundo sepa qui¨¦n es, me doy por satisfecha. Y si no lo paga aqu¨ª lo va a pagar arriba¡±, declar¨® Pilar antes de entrar al juzgado. Sali¨® dos horas despu¨¦s, llorando y abrazada a su padre adoptivo, Alejandro.
¡°Ha sido muy duro. Me han dolido mucho las preguntas del juez. He tenido que revivirlo todo otra vez¡±, dec¨ªa, tambi¨¦n entre l¨¢grimas, Marisa Torres, tras su declaraci¨®n. ¡°Ahora el juez ya lo sabe todo. Espero justicia. Sor Mar¨ªa merece el mayor de los castigos¡±.
Madres que acusan
a la misma monja conf¨ªan en que este caso impulse los suyos
Marisa Torres quiere que sor Mar¨ªa pague por los 30 a?os que se ha perdido de la vida de Pilar. ¡°El tiempo perdido es tiempo perdido. Nadie me va a devolver esos a?os sin mi hija¡±. Marisa cuenta que acudi¨® a aquella monja tras ver un anuncio en una revista en la que sor Mar¨ªa, una especie de asistente social en la cl¨ªnica madrile?a de Santa Cristina, promet¨ªa ayuda para madres en apuros. Ella lo estaba. Acababa de separarse de su marido, con el que ten¨ªa otra ni?a de dos a?os, y su nuevo novio no quiso saber nada en cuanto le dijo que estaba embarazada. ¡°Fui a verla y me dijo que me pod¨ªa ayudar porque ten¨ªa guarder¨ªas donde podr¨ªa dejar a la ni?a¡±. Pero despu¨¦s del parto, sor Mar¨ªa, denuncia, le quit¨® al beb¨¦. ¡°Me amenaz¨® con denunciarme por adulterio y me dijo que me quitar¨ªa tambi¨¦n a mi otra hija¡±. Marisa se asust¨®. Sali¨® de la cl¨ªnica sin su beb¨¦.
Este martes, 29 a?os despu¨¦s, atravesaba otra puerta, la de los juzgados, ¡°muy satisfecha¡± porque cree que ahora est¨¢ m¨¢s cerca que nunca de la justicia. Rompi¨® a llorar en cuanto se le abrazaron un par de madres que siguen buscando a sus hijos y que ven el reencuentro de Marisa y Pilar como un triunfo propio y el ¨²nico motivo para la esperanza entre un sinf¨ªn de casos archivados en los dos ¨²ltimos a?os por los fiscales, incapaces de tirar de un hilo para investigar tanto tiempo despu¨¦s.
A las puertas del juzgado se hab¨ªan concentrado una veintena de afectados, madres que siguen buscando a sus hijos e hijos que buscan a sus madres. Muchos llevaban colgada del pecho la fotograf¨ªa con la que este diario ilustr¨® la informaci¨®n del reencuentro entre Marisa y Pilar el 10 de julio del a?o pasado, y un mensaje: ¡°Todos somos Mar¨ªa Luisa¡±.
Entre las madres que esperaban a Marisa, algunas est¨¢n especialmente pendientes de este caso porque creen que fue tambi¨¦n sor Mar¨ªa quien se qued¨® con su hijo y conf¨ªan en que el juez la haga hablar. Como Enriqueta Pelayo. ¡°Me da escalofr¨ªos solo o¨ªr el nombre de esa monja. Despu¨¦s de dar a luz, me dijo que mi beb¨¦ hab¨ªa nacido muerto, pese a que yo lo o¨ª llorar. Y que yo no llorara tanto, que era mejor que se me hubiera muerto aquel y no las tres ni?as que ya ten¨ªa. Fue en la cl¨ªnica San Ram¨®n, en 1980¡±.
¡°Marisa est¨¢ ah¨ª dentro [en el juzgado] y es como la representante de todos porque su caso es el que ¨²nico que sale adelante¡±, explicaba Paloma Mollat. ¡°A m¨ª tambi¨¦n me rob¨® a mi hija una monja en la cl¨ªnica O¡¯Donnell en 1980. Me pusieron una inyecci¨®n, me durmieron y ya no la vi m¨¢s. Dijeron que hab¨ªa muerto, pero no me dejaron enterrarla. Ellos ya se encargaban de todo, dijeron. Yo pens¨¦ que me la hab¨ªan quitado y mi propio marido, que me hab¨ªa trastornado¡±. Su caso tambi¨¦n ha sido archivado.
¡°Marisa es nuestra representante¡±, dice una afectada. ¡°Solo su proceso prospera¡±
A su lado, Carmen Pulido rompe a llorar. ¡°Todo mi barrio sab¨ªa que iba a tener una ni?a porque se lo hab¨ªa dicho a todos. Pero volv¨ª a casa sin ella...¡±. Tambi¨¦n llora Antonio, de 80 a?os. ¡°Deb¨ª haber peleado m¨¢s porque me dejaran ver y enterrar a mi hijo, pero entonces no lo pens¨¦. No se me pas¨® por la cabeza que algo as¨ª pudiera ocurrir. Era 1957...¡±.
Camino escucha a todos. Sospecha que pudo ser robada. ¡°Nac¨ª en San Ram¨®n en junio de 1979. A mis padres sor Mar¨ªa les dijo que para adoptar antes ten¨ªan que llevarle a una embarazada que no quisiera quedarse con su hijo, porque ella hac¨ªa luego intercambios. A trav¨¦s de unos amigos mis padres dieron con la chica¡±, relata. ¡°Ahora estoy buscando mi expediente de adopci¨®n para ver la carta de renuncia de mi madre biol¨®gica, pero no aparece por ning¨²n sitio. Me da miedo pensar que puedo ser una ni?a robada. Quiero quedarme tranquila¡±.
Frente al juzgado tambi¨¦n est¨¢ Marimar, a la que unas pruebas de ADN le dieron el chasco de su vida tras convencerse, al ver un reportaje en este diario, de que Randy Ryder, un ni?o nacido en M¨¢laga y vendido a un matrimonio estadounidense, era su hermano. Ahora ¨¦l ha encontrado a su madre biol¨®gica. ¡°Estoy feliz por ¨¦l, pero me preocupa que perdamos el contacto. Para m¨ª y para mis padres es como si fuera mi hermano¡±, explica. ¡°Paso muchos altibajos. Cada vez que se archiva un caso es un golpe tremendo. Ahora me alegro mucho por Marisa, pero me da miedo que la monja se niegue a declarar y todo quede en nada otra vez¡±.
Soledad Luque busca a su hermano mellizo, Francisco. ¡°Nacimos el 25 de enero de 1965 en O¡¯Donnell. ?l era el hijo n¨²mero 10 de mis padres. Pas¨® unos d¨ªas en la incubadora hasta que le anunciaron a mi madre que al d¨ªa siguiente se lo pod¨ªa llevar. Pero entonces le dijeron a mi padre que hab¨ªa muerto. Mi madre esperaba en casa a su beb¨¦ y lo que recibi¨® fue la noticia de que ya no viv¨ªa. Cuando pidieron el cuerpo, les dijeron que ya lo hab¨ªan incinerado y cuando pidieron las cenizas, que ya no las ten¨ªan. La fiscal¨ªa nos archiv¨® el caso. Por eso para nosotros el caso de Marisa significa much¨ªsimo¡±.
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