Si la historia de Aurora te ha hecho pensar y t¨² tambi¨¦n quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
A veces los castillos que construimos en el aire consiguen echar ra¨ªces en la tierra y la aparente normalidad esconde en su reverso historias extraordinarias. Pinturas con paisajes malague?os decoran la pared, un par de trofeos de mus relucen impolutos al sol y frente a las butacas en las que nos sentamos reposa un aparador que encaja a la perfecci¨®n con la fisionom¨ªa del cuarto. Nos encontramos en un saloncito del Residencial Santa Clara con Aurora Moreno (M¨¢laga, 1934), la art¨ªfice del primer cohousing senior de Espa?a. No es una residencia de ancianos, ni un geri¨¢trico, ni mucho menos un asilo. Es su casa, pero tambi¨¦n la de otras 104 personas mayores. Es, tambi¨¦n, un ¡°residencial de mayores en r¨¦gimen de cooperativa o cohousing senior, como lo quer¨¢is llamar¡±.
¡°Mira, descu¨¦lgalo. Creo que por detr¨¢s est¨¢ dedicado¡±, dice Aurora se?alando uno de los cuadros. En el reverso aparece un nombre que no es el suyo, sino el de una amiga, copropietaria y residente. El aparador, sin embargo, estaba en el sal¨®n de su antigua casa, que vendi¨® antes de mudarse aqu¨ª. En los espacios comunes, cada mueble y objeto pertenece a una persona diferente. Antes, ocupaban viviendas privadas que desde aqu¨ª, ahora parecen absurdas, obsoletas: ?por qu¨¦ ¨ªbamos a preferir vivir en la soledad de una casa propia pudiendo compartir otra mucho mejor en compa?¨ªa de nuestros amigos?
Con sus ¡°84 a?os cumpliditos¡±, Aurora conduce, lee las noticias desde su m¨®vil, comparte charlas por Skype con aquellos que la consultan interesados en seguir sus pasos y dentro de poco har¨¢ un viaje de turismo a Noruega. Como no le gusta cocinar, se lleva un poco de tocino y la morcilla de la pring¨¢ del cocido malague?o que hoy sirven para comer. Lo tomar¨¢ ma?ana para desayunar en su propio apartamento. Los fan¨¢ticos de los neologismos dir¨¢n que es una viejennial, pero ella se describe a s¨ª misma como ¡°una pobre maestra que ha tenido una ilusi¨®n a la que le ha puesto todo su empe?o¡±. Esa ilusi¨®n fue y contin¨²a siendo Santa Clara.
Cuando empez¨® a idear el espacio en el que nos encontramos, all¨¢ por los a?os setenta, nadie hab¨ªa o¨ªdo hablar de la palabra cohousing y no ten¨ªa demasiado claro qu¨¦ era una cooperativa a pesar del magnetismo que provocaba en ella la palabra: ¡°Yo dec¨ªa: cooperar, ayudar, trabajar con los dem¨¢s. Esto es lo que me daba fuerza para influir en el peque?o grupo de amigos con el que iniciamos la idea¡±. En su cabeza, el plan aparec¨ªa con nitidez: ¡°Compramos una finca, hacemos una cooperativa y nos vamos preparando para, en nuestra vejez, vivir unidos. Juntos, pero separados. O sea, hacer apartamentos que no sean habitaciones, sino que sean la prolongaci¨®n de tu propia casa¡±.
¡°?Era yo una emprendedora?¡±, se pregunta Aurora. ¡°Puede que s¨ª, pero no solo yo, sino los que me ayudaron¡±. Sus compa?eros se?alan que ella fue ¡°la locomotora¡± que dio el primer impulso para poner en marcha la maquinaria, pero ¡°un tren sin vagones, no es tren¡±, se?ala la anfitriona. Recuerda la confianza y el apoyo mutuo de aquel grupo de amigos sin el cual, nada de lo que ahora pisamos existir¨ªa. Entre ellas se encuentran Ani, a quien conoce desde la ni?ez e invita a su apartamento cada tarde para ver Pasapalabra, o Paquita, a la que el alzh¨¦imer no ha conseguido robar la sonrisa ni el brillo de sus ojos azules.
El germen de un contagioso sue?o
Aurora, Ani y Paquita forman parte de aquel grupo de cuatro matrimonios y cinco mujeres solteras que al llegar a la treintena pusieron en marcha un proyecto visionario. ¡°Nos reun¨ªamos a tomar unas copitas y ven¨ªamos por este entorno, que lo llaman los Montes de M¨¢laga¡±, recuerda Aurora. Siendo ni?os, correteaban por el mismo paisaje que ahora ocupa el residencial y muchos alegraban con m¨²sica los asilos de una Espa?a en blanco y negro. Quer¨ªan un futuro diferente del de aquellos mayores que conocieron en la infancia: ¡°Hab¨ªa algo que les faltaba que era el cari?o, la amistad¡±. Lograr el sue?o de construir una alternativa com¨²n parec¨ªa improbable y por eso, en 1991 bautizaron la cooperativa con el nombre de los ingredientes que parec¨ªan necesarios para el ¨¦xito de la receta: ¡°Los Milagros¡±.
Como quien se hace un traje a medida, dise?aron para ellos un edificio entero. En el interior no hay habitaciones, sino apartamentos que cada cual decora y utiliza a su gusto, viviendo como le d¨¦ la real gana: ¡°La diferencia es que t¨² est¨¢s en tu casa. En una residencia al uso no. T¨² aqu¨ª tienes plena libertad para realizar lo que quieras dentro de una norma que se ha establecido de manera com¨²n, por medio de asamblea¡±. Para ser copropietario hay que superar los 50 a?os, tener autonom¨ªa y pagar unos 68.000 euros. Alrededor de 9.000 son a fondo perdido, pero con ellos se garantizan un fondo sanitario y los servicios que promueven lo m¨¢s importante: calidad de vida. Es, como se?ala su creadora, una especie de ¡°plan de pensiones¡± en cuya ¨®rbita se encuentran la amistad, la cooperaci¨®n y el derecho a la vivienda.
El de Aurora es el apartamento 502, el m¨¢s cercano a la recepci¨®n y no por casualidad, ya que quien fue la directora de la cooperativa durante 25 a?os sigue ejerciendo con mano de hierro el control de las acciones que se toman de forma asamblearia a trav¨¦s del Consejo Rector. Antes de presidir Santa Clara fue monja y profesora, y aunque se jubil¨® de su cargo en el residencial, su personalidad no entiende de retiros. Sigue insistiendo en nuevas propuestas con el objetivo de proteger el esp¨ªritu con el que naci¨® el proyecto: ser una alternativa de vivienda para las personas mayores de clase media.
No son pocas las personas que encuentran dificultades para encontrar un lugar adecuado en el que pasar su jubilaci¨®n: a casi nadie le gusta vivir entre desconocidos y muchas veces no pueden o no quieren vivir con sus familias. Aurora apunta hacia cierta ¡°discordancia generacional¡± y uno siempre se siente m¨¢s a gusto arropado por amigos con los que compartir intereses y visi¨®n de futuro. Los mayores ¡°lo que quieren es estar en su propia casa, pero cuidados¡± y aqu¨ª, ¡°estamos plenamente integrados y completamente satisfechos de donde vivimos¡±.
?C¨®mo queremos vivir?
En 2050 las personas mayores de 65 a?os representar¨¢n m¨¢s del 30% del total de la poblaci¨®n de Espa?a. ?No ser¨¢ hora de empezar a pensar en c¨®mo queremos vivir la ¨²ltima etapa de nuestra vida? El ejemplo de Aurora demuestra que es posible instaurar modelos de convivencia alternativos y existen buenas razones para apostar por residencias en r¨¦gimen de cooperativa: estas representan un modelo que beneficia a los propios mayores, quienes van a vivir mucho mejor acompa?ados; son beneficiosas para la sociedad porque crean empleo y, por ¨²ltimo, son una herramienta para empoderar a los mayores, due?os de su futuro.
Seg¨²n el premio Nobel Amartya Sen, el concepto de desarrollo tiene que ver fundamentalmente con ser due?o de tu propio destino. Aurora lo sabe, y tanto es as¨ª que la frase ¡°autogestiona tu futuro¡± lleva su nombre en el registro de propiedad intelectual, aunque aclara sonriente que por supuesto no hay que pedirle permiso para utilizarla. M¨¢s bien al contrario, su meta es hacer contagiosa su filosof¨ªa: ¡°Pensad en futuro, en lo que yo puedo hacer, en lo que yo puedo transmitir, en que yo puedo coger el testigo de algo que merece la pena. Yo te lo doy. Te doy mi testigo, os lo doy¡±. En nuestra mano est¨¢ tomar el relevo y empezar a pensar en c¨®mo, d¨®nde y con qui¨¦n vivir dentro de unos a?os. Es posible que en nuestro grupo de amigos hallemos la respuesta. Tambi¨¦n que, so?ando en futuro juntos, consigamos que otros muchos castillos en el aire se materialicen.
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Contenido adaptado del v¨ªdeo de Aurora
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Aurora vive en el lugar que so?¨®: la primera residencia en r¨¦gimen de cooperativa de Espa?a. Otras iniciativas de cohousing senior siguen su ejemplo en diferentes partes del mundo.
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Mi madre me regal¨® una guitarra y tocaba en la parroquia e ¨ªbamos a llevar nuestra alegr¨ªa a personas mayores a los asilos. Pero hab¨ªa algo que les faltaba, que era el cari?o, la amistad. Porque una persona mayor cuando va a un sitio de estos le es muy dif¨ªcil hacer amistad, entonces yo dec¨ªa: ¡°para mis amigos y mi familia yo quiero hacer algo distinto¡±.
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Entre los amigos m¨¢s ¨ªntimos empec¨¦ a decir: ¡°?Por qu¨¦ no compramos una finca? Vamos a dar todos los meses una cantidad y en las pagas extraordinarias apretamos un poquito¡±. Y as¨ª lo hicimos. Es que esto es un plan de pensiones.
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Al principio fuimos creo que 4 matrimonios y 5 solteras. Ese fue el inicio. Y en el a?o 1991 fue cuando constituimos la cooperativa.
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Mi agradecimiento y mi cari?o para todos. Muchas gracias.
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La diferencia es que t¨² est¨¢s en tu casa, en una residencia al uso no. T¨² aqu¨ª tienes plena libertad para realizar lo que quieras dentro de una norma que se ha establecido de manera com¨²n, por medio de asamblea.
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Nosotros no somos un geri¨¢trico. Nosotros somos un residencial de mayores en r¨¦gimen de cooperativa o cohousing senior, como lo quer¨¢is llamar.
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Yo estaba plenamente convencida y que se pod¨ªa realizar. Que era dif¨ªcil, a lo mejor encontr¨¢bamos impedimentos pero si hab¨ªa ilusi¨®n se pod¨ªa conseguir. Y pudimos hacernos con este hermoso para¨ªso.
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Hemos sido los pioneros en Europa y yo creo que en parte del mundo porque as¨ª me lo han manifestado. La esencia, el fondo, el n¨²cleo es la cooperaci¨®n. Y la amistad, eso lo principal.
Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.