Si la historia de Ricardo te ha hecho pensar y t¨² tambi¨¦n quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
Ricardo Sagarminaga (Madrid, 1963) va acerc¨¢ndose lentamente la mano a la cara hasta que choca con su frente. Los dedos que tiene ahora entre las sienes representan la cabeza de una tortuga marina que ha venido a inspeccionarle: ¡°Floto a su lado hecho una bola y es la tortuga la que se acerca a m¨ª¡±. Explica que, solitarias y siempre rodeadas de azul, las tortugas sienten curiosidad cuando se topan con otro animal tan pac¨ªfico como ellas. Por eso, cuando es necesario extraer un ejemplar en busca de datos indispensables para la conservaci¨®n de su especie, ¨¦l opta por atraerlas haci¨¦ndose el indiferente. Se aproximan a tocarle la frente y entonces, las abraza.
Lo habitual era abalanzarse sobre ellas desde la zodiac, pero Sagarminaga encontr¨® un m¨¦todo m¨¢s af¨ªn a la filosof¨ªa de la ONG que dirige desde hace 30 a?os: ¡°La empat¨ªa es la palabra clave en Alnitak¡±. Se pone en el lugar de las tortugas para que su investigaci¨®n les resulte menos estresante, pero tambi¨¦n en el lugar de los pescadores que las capturaban de forma accidental, en el de los capitanes a los que les ordenaban deshacerse de vertidos t¨®xicos en los mares, en el de los militares que desconoc¨ªan que estaban poniendo en riesgo la biodiversidad con maniobras da?inas¡ Ninguno de estos colectivos es el enemigo, sino m¨¢s bien al contrario: son colaboradores indispensables para la conservaci¨®n, ya que aceptan e incluso promueven medidas para el cambio en positivo a partir de los datos que Ricardo les presenta. Este marinero, bi¨®logo y activista medioambiental considera que la ¨²nica manera de cambiar las cosas es sentarse a dialogar poniendo ciencia y empat¨ªa encima de la mesa. Y su efectividad ha quedado demostrada.
Consigui¨® modificar el 30% del tr¨¢fico marino mundial de sustancias peligrosas en favor de la conservaci¨®n, ha participado en la constituci¨®n de 14 ¨¢reas marinas protegidas y tiene la soluci¨®n para reducir el 90% de las basuras a bordo de los pesqueros. Hasta el 2008, los pescadores espa?oles capturaban accidentalmente entre 20.000 y 30.000 tortugas marinas al a?o pero, gracias a los datos obtenidos mediante las marcas satelitales que el equipo de Alnitak coloc¨® en sus caparazones, descubrieron que para evitarlo bastaba con pescar a mayor profundidad. As¨ª se lo hicieron saber a la flota pesquera y, ?cu¨¢l fue el resultado?: la captura accidental de tortugas en el Mediterr¨¢neo pr¨¢cticamente ha desaparecido.
Un barco vikingo para cambiar el rumbo del planeta
El lema de Alnitak es Conservaci¨®n en acci¨®n, y con ellos nos embarcamos en la ¨²ltima misi¨®n del verano. Durante la traves¨ªa, avistaremos un mar de problemas y soluciones, aprendiendo que algunas de las situaciones de mayor gravedad son imperceptibles a la vista.
En el puerto de Ma¨® (Menorca), entre los lujosos yates y relucientes catamaranes, su barco llama poderosamente la atenci¨®n. La madera de otro siglo cruje con cada pisada y el s¨ªmbolo de una tortuga ondea en su bandera. Parece un barco pirata pero, a diferencia de los corsarios que buscaban saquear riquezas, su tripulaci¨®n se esfuerza por conservar los tesoros que a¨²n habitan en el fondo marino. Hace 109 a?os fue bautizado con el nombre de Toftevaag ¨Cque significa lugar de encuentro en noruego antiguo¨C y desde que fue rescatado del desguace por Sagarminaga ha servido como oficina al aire libre para m¨¢s de 4.000 cient¨ªficos y voluntarios provenientes de m¨¢s de 90 pa¨ªses. Ricardo lo llama el ¡°BlaBlaCar del mar¡± porque cada verano va de un lado a otro transportando nuevas tripulaciones: En las expediciones Save the Med, ocho voluntarios forman equipo con cuatro investigadores para colaborar activamente en las labores de conservaci¨®n. Para Ricardo es ¡°una coctelera de esp¨ªritu de equipo¡±.
Han pasado tres horas desde que zarpamos en la oscuridad y desde cubierta vemos las plantas de los pies de Ricardo. Est¨¢ subido al m¨¢stil con unos prism¨¢ticos. Alguien grita apuntando a la lejan¨ªa y Sagarminaga se sumerge en el agua. A los pocos minutos hay una tortuga caguama en cubierta. La marca satelital que cuidadosamente colocan en su caparaz¨®n servir¨¢ para apoyar medidas concretas en favor de su conservaci¨®n. La tortuga que abraz¨® hace unos minutos es devuelta al mar convertida en una nueva colaboradora para la salvaguarda del Mediterr¨¢neo.
Resulta dif¨ªcil imaginar a Ricardo en un contexto diferente al del Toftevaag: ¡°Esto ya no es un barco, es parte de m¨ª¡±, confiesa. Cuenta que siendo ni?o ¡°juntaba cuatro troncos e imaginaba estar en el Atl¨¢ntico Norte¡± y a los 18 a?os, en ese momento en el que le ¡°herv¨ªa la sangre ante las injusticias¡±, se convirti¨® en voluntario de Greenpeace.
Estuvo en los mares m¨¢s grises, aquellos donde se estaban vertiendo t¨®xicos, y lleg¨® a lanzarse al mar para impedir la contaminaci¨®n de los oc¨¦anos poniendo por delante su propio cuerpo: ¡°Paraban el barco o me ahogaba¡±. De Greenpeace aprendi¨® "la religi¨®n de la no violencia y tambi¨¦n el respeto al contrincante", pero siempre se sinti¨® m¨¢s c¨®modo siendo un David contra Goliat, trabajando desde la base, as¨ª que cuando la organizaci¨®n empez¨® a crecer emprendi¨® su propia aventura al mando de Alnitak. En su primera expedici¨®n empezaron a encontrar delfines muertos en la costa de T¨²nez: ¡°Era un misterio, nadie sab¨ªa qu¨¦ estaba pasando¡¡±.
Un escudo para amenazas invisibles
Ahora, con los datos en la mano, explica que ¡°en el Mediterr¨¢neo los delfines tienen 10 veces m¨¢s concentraci¨®n de productos t¨®xicos persistentes en sus grasas que en cualquier otra zona de Europa. Eso significa que, aunque una hembra de delf¨ªn pueda sobrevivir sin ninguna enfermedad, cuando tiene una cr¨ªa la alimenta con leche t¨®xica y las hembras pierden sus dos o tres primeras cr¨ªas. Es muy dif¨ªcil trasladar esto a la gente, pero est¨¢s viendo una manada de 50 delfines aparentemente sana que est¨¢ condenada a desaparecer¡±.
A trav¨¦s de su relato, lo que no vemos cobra mayor importancia: ¡°Es la pesca no sostenible, son los micropl¨¢sticos, pero tambi¨¦n es la contaminaci¨®n t¨®xica, la contaminaci¨®n ac¨²stica¡ A nivel medi¨¢tico es mucho m¨¢s impactante ver una ballena llena de sangre que la sordera de los delfines y ballenas por tr¨¢fico marino en una zona, pero a nivel de poblaci¨®n es mucho peor lo segundo. ?C¨®mo trasladas eso a la ciudadan¨ªa y c¨®mo act¨²as sobre eso?¡±.
La pregunta queda flotando en el aire mientras llegan pruebas que s¨ª podemos ver y tocar. El Toftevaag arrastra una estructura que imita una mantarraya; su forma, la velocidad y el mecanismo es igual al del animal que se alimenta de plancton y peque?os peces. Al inspeccionar qu¨¦ ha filtrado la malla de este sistema digestivo artificial en apenas unas horas encontramos part¨ªculas de pl¨¢stico de todos los tama?os: es el alimento venenoso que los humanos hemos insertado en la cadena tr¨®fica de las especies marinas. Todo el mundo puede verlos en el tubo que colocan en cubierta. No ocurre lo mismo con los retardantes de llamas provenientes de la ropa que tambi¨¦n se concentran en el mar y digieren los peces de los que nos alimentamos, ni con las concentraciones de ibuprofeno que se mezclan en las aguas del ?rtico.
Uno de los problemas m¨¢s graves a los que Ricardo se enfrenta en la actualidad es la pesca fantasma. Quienes lanzan al mar mara?as formadas por botellas de pl¨¢stico y trozos de red desconocen que dichas estructuras viajar¨¢n arrastradas por las mareas poniendo en peligro a las tortugas que quedan atrapadas en ellas. Las trampas provienen de zonas empobrecidas y de campos de refugiados; es pesca de supervivencia, lanzada a la desesperada por quienes no tienen nada que echarse a la boca y carecen de herramientas para pescar. Por eso, el futuro de este marinero est¨¢ en pa¨ªses como Yibuti, en el Cuerno de ?frica, donde quiere hacer de los pescadores los principales protagonistas de la conservaci¨®n del medio marino.
Ricardo nos recuerda que ¡°en grandes ecosistemas, los problemas son complejos y es una conjunci¨®n de amenazas la que nos lleva a una situaci¨®n como la que tenemos ahora, absolutamente dram¨¢tica¡±. Reducir los pl¨¢sticos, limpiar las playas y ser conscientes del efecto que tienen nuestros h¨¢bitos de consumo puede ser el primer paso para cambiar las cosas, y de nada sirve se?alar a culpables espec¨ªficos porque ¡°en la base a estos problemas muchas veces estamos nosotros y cu¨¢l es nuestra forma de vivir¡±. Tras 30 a?os al mando de Alnitak, Ricardo sigue trabajando para que toda la sociedad ponga rumbo hacia la conservaci¨®n: ¡°Hay que luchar desde la ciencia y el pragmatismo¡±. En el Toftevaag siempre ser¨¢n bienvenidos nuevos grumetes que compartan su filosof¨ªa.
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Contenido adaptado del v¨ªdeo de Ricardo
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30.000 tortugas marinas quedan atrapadas en redes de pescadores cada a?o. Ricardo Sagarminaga logr¨® reducir la pesca involuntaria. Lucha por la conservaci¨®n con investigaci¨®n y empat¨ªa. Es el fundador de Alnitak, la ONG que cuida del Mediterr¨¢neo desde un velero de 1910.
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Mi pasi¨®n por la mar viene de mis padres, sobre todo. Me encantan los barcos de madera y navegar a vela, es una pasi¨®n desde siempre.
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Hab¨ªa un grupo que se llamaba Greenpeace que de repente cog¨ªan una zodiac y se pon¨ªan delante de unos balleneros, impidiendo f¨ªsicamente con sus cuerpos que dispararan arpones y a m¨ª esto me encant¨®. Y unos a?os m¨¢s tarde estuve ah¨ª. Eso realmente me volc¨® en un activismo pacifista y para m¨ª eso fue fundamental.
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Cuando tengo 24 a?os es cuando consigo el Toftevaag e iniciar el sue?o de Alnitak. En el Mediterr¨¢neo tenemos destrucci¨®n mec¨¢nica de las costas, destrucci¨®n mec¨¢nica de fondos marinos, contaminaci¨®n ac¨²stica¡ Y tenemos un problema muy grande de pesca fantasma, de trozos de red o de botellas y las tortugas en mar abierto se enredan en esto.
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La misi¨®n de Alnitak es principalmente producir ciencia y luego integrarla para hacer cambios reales, intentando hacerlo a trav¨¦s de un di¨¢logo con la otra parte. Si hay un problema de pesca, sentarnos con el pescador.
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Un problema que ten¨ªamos nosotros aqu¨ª era la captura accidental de tortugas. Hab¨ªa estimaciones que rondaban las 20.000-30.000 tortugas al a?o. Para nosotros poner una marca satelital a una tortuga tiene mucho inter¨¦s porque esta tortuga posiblemente vaya a estar todav¨ªa varios a?os en esta zona y aqu¨ª donde necesitamos los datos para resolver problemas de pesca, problemas de colisiones con embarcaciones y tambi¨¦n todo el tema de las basuras marinas y los micropl¨¢sticos.
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Esta tortuga de hoy, a la que hemos puesto la marca satelital, cada vez que la tortuga sale a la superficie la marca nos manda, v¨ªa sat¨¦lite, informaci¨®n de d¨®nde est¨¢ y tambi¨¦n qu¨¦ temperaturas y qu¨¦ salinidad ha encontrado. Y esta marca, si todo va bien, nos va a dar unos 80.000 datos de alta calidad, que tienen una aplicaci¨®n directa en conservaci¨®n muy muy elevada.
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Compartiendo estos datos con los pescadores, estos no cog¨ªan absolutamente ninguna tortuga. Hablamos de una reducci¨®n del 95% pero realmente estamos bastante cerca del 100%. La clave est¨¢ en que cambiemos un poco el discurso. En vez de echar la culpa a otros es ¡°lev¨¢ntate de tu sof¨¢ y hazte responsable¡±.
Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.