Un metro de seguridad frente al coronavirus cada vez m¨¢s largo
Los milaneses ven c¨®mo la distancia recomendada para evitar el contagio se ampl¨ªa a medidas mucho m¨¢s estrictas
Un metro es la distancia de seguridad que las autoridades italianas dicen que es necesaria para contener la difusi¨®n del coronavirus. Un metro que se convierte en una invitaci¨®n firme a no salir de casa, si no es estrictamente necesario, para los que viven en la zona roja: un espacio que d¨ªa tras d¨ªa se ha ampliado hasta llegar a delimitar una regi¨®n entera, Lombard¨ªa, la m¨¢s productiva del pa¨ªs. La fil...
Un metro es la distancia de seguridad que las autoridades italianas dicen que es necesaria para contener la difusi¨®n del coronavirus. Un metro que se convierte en una invitaci¨®n firme a no salir de casa, si no es estrictamente necesario, para los que viven en la zona roja: un espacio que d¨ªa tras d¨ªa se ha ampliado hasta llegar a delimitar una regi¨®n entera, Lombard¨ªa, la m¨¢s productiva del pa¨ªs. La filtraci¨®n del decreto que adelantaba la imposibilidad de salir de la regi¨®n y de otras 14 provincias del norte sorprendi¨® a los milaneses sobre las ocho y media de la tarde del s¨¢bado.
La medida era previsible, ya que el n¨²mero de contagios no baja, pero nadie la esperaba de verdad. ¡°Las medidas agresivas tomadas por el Gobierno italiano son necesarias para replicar lo que ha funcionado en China y reducir al m¨ªnimo los contagios, para que no se concentren en un mes, sino en varios, y as¨ª el sistema sanitario no colapse¡±, explica Alessandro Vespignani, profesor de F¨ªsica e Inform¨¢tica de la Northeastern University de Boston, donde estudia la evoluci¨®n de las epidemias.
Este es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la emergencia en la que viven los milaneses desde hace dos semanas. Mirar el bolet¨ªn que Protecci¨®n Civil publica cada d¨ªa a las seis de la tarde se ha convertido en una costumbre para muchos. Han sido semanas pendientes del n¨²mero de contagios y fallecidos, pero tambi¨¦n de los curados. Semanas en las que se ha disfrazado la preocupaci¨®n de escepticismo o iron¨ªa. Semanas en las que cada d¨ªa, con m¨¢s frecuencia, los milaneses han empezado a preguntarse si ¡°de verdad¡± es necesario ir al trabajo o salir a hacer la compra.
Protecci¨®n Civil detalla que en Lombard¨ªa (10 millones de habitantes) hay casi 400 personas en cuidados intensivos, y m¨¢s de 700 en aislamiento domiciliario, con m¨¢s de 3.000 infectados en total. El miedo a contraer el virus se convirti¨® ayer en miedo a infectar a alguien m¨¢s d¨¦bil o anciano, tras el llamamiento de las autoridades a la ¡°responsabilidad¡± para no contagiarlos. El alcalde de Mil¨¢n ¡ªque el 29 de febrero defend¨ªa en Instagram que la ciudad, pese a todo, no hab¨ªa parado¡ª invit¨® ayer a todos los ciudadanos a no salir de casa, a cambiar los h¨¢bitos. A parar la ciudad que se jacta de no parar nunca.
Por eso, el metro de distancia que hace unos d¨ªas las autoridades aconsejaban mantener con todas las personas se ha convertido en algo m¨¢s estricto, que transforma las conversaciones en la calle en llamadas telef¨®nicas. Damiano Scaramella, 28 a?os, vive desde hace ocho en Mil¨¢n y explica que el decreto ¡°le ha hecho sentirse m¨¢s responsable¡±: ¡°Si despu¨¦s de dos semanas en las que ya nos hab¨ªan invitado a limitar los contactos la situaci¨®n no se recupera, sino que empeora hasta el punto de tomar medidas de este tipo, significa que las condiciones son m¨¢s graves de lo que hab¨ªamos percibido¡±. Y a?ade: ¡°El s¨¢bado sal¨ª a dar un paseo. Pensaba que me encontrar¨ªa una ciudad vac¨ªa, pero Corso Buenos Aires [una zona c¨¦ntrica] estaba repleta¡±. El profesor Vespignani explica que ¡°es necesario que la gesti¨®n pol¨ªtica de la emergencia sea compacta y eficiente¡±, aunque al despertarse ayer muchos milaneses tuviesen dudas sobre lo que est¨¢ permitido.
¡°Mi situaci¨®n es extra?a porque mi empresa me ha hecho ir a trabajar toda la semana pasada¡±, cuenta Michele Giordano, de 31 a?os, que vive desde hace dos en Mil¨¢n. ¡°Trabajo en Chiasso (Suiza), y cog¨ªa metro y tren. No me gustaba porque me sent¨ªa expuesto, aunque respetara las medidas. Ahora ha cambiado. No tengo miedo, pero la situaci¨®n es rara porque la emergencia se ve m¨¢s en los peri¨®dicos que en la ciudad¡±, a?ade.
En la ma?ana de ayer, en el barrio residencial de Dateo, al este, hab¨ªa poca gente en la calle, aunque los autobuses llevaban muchos pasajeros. Desde finales de febrero se ha hecho imposible encontrar una mascarilla, y entre las pocas personas que se cruzan casi nadie la lleva. Son d¨ªas en los que en una farmacia pueden darte un frasco de gel desinfectante de forma clandestina, como si fuera algo ilegal, pero los bares, seg¨²n el decreto, seguir¨¢n abiertos hasta las seis de la tarde.
¡°Ten¨ªa que ir esta semana a Espa?a por razones m¨¦dicas¡±, dice Alice Farina, 36 a?os, ¡°pero el decreto no es claro. No entiendo si mi situaci¨®n se considera urgente o no, ni qui¨¦n debe autorizar mi viaje. Parece que la jefatura de polic¨ªa, pero no se entiende bien¡±. Cuenta que ayer hab¨ªa cola en el supermercado cerca de su casa porque dejaban entrar pocas personas a la vez, para guardar la distancia de un metro. Un metro que antes de la noche del s¨¢bado parec¨ªa una distancia peque?a, aunque antinatural.
Hace ya dos semanas que en Mil¨¢n las autoridades aconsejan no abrazarse, besarse, ni cruzarse de cerca con personas en la calle. ¡°Las medidas, si se respetan, dar¨¢n resultados¡±, concluye Vespignani, ¡°pero tendr¨¢n que pasar al menos dos semanas. Italia no est¨¢ sola, es probable que su situaci¨®n se replique en otros pa¨ªses europeos¡±. Y mientras, el metro de distancia se hace una medida tan peque?a como el espacio de un piso de dos habitaciones y tan grande como lo que costar¨¢ volver a la vida como era antes.