Buenos Aires se encierra en el primer d¨ªa de cuarentena obligatoria
¡°No recuerdo otra situaci¨®n as¨ª, lo m¨¢s cercano fue la epidemia de polio de 1956¡±, dice un vecino octogenario
Podr¨ªa ser un sue?o. O una pesadilla. Son las ocho de la ma?ana de un viernes de marzo en Buenos Aires, pero no se ven ni?os con guardapolvo blanco camino a la escuela ni empleados en procesi¨®n hacia el metro para ir a trabajar al centro. Los autobuses pasan semivac¨ªos. Un perro callejero se estira panza arriba sobre un paso de peatones sin miedo a ser atropellado. Tarda un par de minutos en aparecer el primer coche. ...
Podr¨ªa ser un sue?o. O una pesadilla. Son las ocho de la ma?ana de un viernes de marzo en Buenos Aires, pero no se ven ni?os con guardapolvo blanco camino a la escuela ni empleados en procesi¨®n hacia el metro para ir a trabajar al centro. Los autobuses pasan semivac¨ªos. Un perro callejero se estira panza arriba sobre un paso de peatones sin miedo a ser atropellado. Tarda un par de minutos en aparecer el primer coche. En el primer d¨ªa de cuarentena obligatoria en Argentina, hay un silencio atronador en las calles de la capital. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n permanece dentro de las casas y ve el exterior desde ventanas y balcones para intentar frenar la propagaci¨®n del coronavirus, que ha causado estragos en China, Italia y Espa?a, entre otros pa¨ªses.
¡°Los argentinos no somos muy disciplinados. Los hay que se tomaron esto como vacaciones y se quer¨ªan ir a la costa o siguieron junt¨¢ndose en los bares porque lo tomaban en joda, dec¨ªan que no pasaba nada. Lamentablemente, la ¨²nica manera de parar el virus es as¨ª, que sea obligatorio quedarse en casa. Soy nieto de italianos y all¨¢ la situaci¨®n es terrible, esperemos que no nos pase lo mismo¡±, dice Mauricio Rossi, un jubilado de 86 a?os que intent¨® ir al banco pero volvi¨® con los bolsillos vac¨ªos porque estaba cerrado. Un vecino lo reconoce y se acerca, pero se frena a poco m¨¢s de un metro. El miedo al Covid-19 ha dejado en suspenso la costumbre argentina de saludarse con un beso, tanto hombres como mujeres. ¡°No recuerdo otra situaci¨®n as¨ª, es peor que la gripe A. Lo m¨¢s cercano capaz fue la epidemia de polio del 56, cuando hab¨ªa much¨ªsimo p¨¢nico¡±, comenta el reci¨¦n llegado, tambi¨¦n octogenario.
El miedo es visible. A primera hora de la tarde, los pocos negocios abiertos, como supermercados, verduler¨ªas y farmacias, tienen largas filas puertas afuera en las que se mantiene la distancia de seguridad. Hay que esperar a que salga un cliente para que entre el pr¨®ximo. ¡°No hay alcohol en gel¡±, ¡°No hay barbijos [mascarillas]¡±, ¡°No hay paracetamol¡± son algunos de los carteles colgados en la puerta de farmacias porte?as. ¡°El otro d¨ªa me pele¨¦ con una clienta porque solo me quedaban ocho blisters de paracetamol y se quer¨ªa llevar dos, sin importarle que iba a dejar a otra persona sin. Estos d¨ªas estamos viendo la bajeza m¨¢s grande del ser humano¡±, lamenta un farmac¨¦utico de Villa Ort¨²zar, un barrio de clase media de la ciudad.
En el supermercado de la esquina, los productos estrella son el papel higi¨¦nico, los desinfectantes y las latas de conservas. Tambi¨¦n vuelan las pastillas y los sprays contra los mosquitos para prevenir otra enfermedad que atemoriza, el dengue: Buenos Aires registra el peor brote desde 2016. En la diet¨¦tica de enfrente, el arroz, las lentejas y los garbanzos se agotan tan pronto como se reponen. Tambi¨¦n la equin¨¢cea, recomendada para estimular el sistema inmunol¨®gico. ¡°Parece el fin del mundo. La gente compra todo lo que puede y viene gente mayor, aunque son un grupo de riesgo¡±, comenta una dependienta que atiende con mascarilla y guantes y critica la decisi¨®n de los propietarios de mantener abierto el local.
Detenidos en un hotel por horas
A diferencia de lo que es habitual en d¨ªas laborales, el centro de la ciudad es el lugar m¨¢s desierto. La polic¨ªa controla que las pocas personas que se desplazan est¨¦n autorizadas para hacerlo. La cuarentena obligatoria excluye al personal sanitario, de fuerzas de seguridad, bomberos, autoridades de la Administraci¨®n p¨²blica, periodistas, responsables de distribuci¨®n y comercializaci¨®n de alimentos y retirada de residuos, entre otros. La Polic¨ªa de Buenos Aires ha recibido casi 2.500 denuncias telef¨®nicas por presunta violaci¨®n de la cuarentena y entre la veintena de detenidos hay trece personas encontradas en un hotel por horas que han sido acusadas de desobediencia y posesi¨®n de drogas.
Sin poder salir, como ha ocurrido tambi¨¦n en otros pa¨ªses, la actividad se ha volcado puertas adentro y, como mucho, de balc¨®n a balc¨®n. El jueves por la noche hubo un primer aplauso colectivo al personal sanitario, que se prepara para enfrentar lo peor de la epidemia. Desde el 3 de marzo, cuando se registr¨® el primer caso de coronavirus en Argentina, hasta hoy, hay 128 confirmados, de los que tres han muerto. Recluidos entre cuatro paredes, el consumo de redes sociales, series, pel¨ªculas, libros y medios de comunicaci¨®n se ha disparado, al igual que las llamadas y videoconferencias entre familiares y amigos. ¡°Mam¨¢, no pod¨¦s salir¡±, ri?e una hija a su madre cuando se presenta en la puerta de su casa. Le responde que no tiene tanto miedo al coronavirus como a la soledad y la conversaci¨®n se tensa mientras la deja pasar, sin abrazarla ni besarla, y se encierran.