¡°Me qued¨¦ sin casa y sin trabajo el mismo d¨ªa¡±
Empleadas dom¨¦sticas y cuidadoras de ancianos relatan reacciones solidarias de sus empleadores y tambi¨¦n abusos
Blanca Edith se qued¨® el mismo d¨ªa sin trabajo y sin casa por culpa del coronavirus. Ni ella ni su empleador se han contagiado, pero la cuarentena les ha dejado sin ingresos a los dos. ¡°?l es aut¨®nomo, se dedica a la construcci¨®n. Yo estaba de interna en la casa para cuidar de su mujer, que est¨¢ enferma, pero cuando vio que dejaba de trabajar me dijo que no pod¨ªa seguir pag¨¢ndome, y lo entiendo¡±, explica. Tiene 72 a?os y lleg¨® hace 14 a Espa?a desde Paraguay. ¡°Sigo trabajando porque no he cotizado lo suficiente. A veces no he tenido contrato o han sido por menos horas de las que hac¨ªa. Ahora m...
Blanca Edith se qued¨® el mismo d¨ªa sin trabajo y sin casa por culpa del coronavirus. Ni ella ni su empleador se han contagiado, pero la cuarentena les ha dejado sin ingresos a los dos. ¡°?l es aut¨®nomo, se dedica a la construcci¨®n. Yo estaba de interna en la casa para cuidar de su mujer, que est¨¢ enferma, pero cuando vio que dejaba de trabajar me dijo que no pod¨ªa seguir pag¨¢ndome, y lo entiendo¡±, explica. Tiene 72 a?os y lleg¨® hace 14 a Espa?a desde Paraguay. ¡°Sigo trabajando porque no he cotizado lo suficiente. A veces no he tenido contrato o han sido por menos horas de las que hac¨ªa. Ahora me he venido a la casa de la amiga donde dorm¨ªa los fines de semana. Ella sigue de cuidadora, pero con mucho miedo por ella misma y sobre todo por la se?ora a la que cuida. Yo voy a pedir la ayuda que ha prometido el Gobierno y rezo para que esto dure poco¡±.
Un informe de la Fundaci¨®n Alternativas con datos de la Seguridad Social estimaba en 521 euros la pensi¨®n media de las empleadas del hogar al llegar a la jubilaci¨®n. En Espa?a hay 393.358 dadas de alta en un r¨¦gimen especial sin derecho a paro y los sindicatos estiman que al menos otras 200.000 trabajan en la econom¨ªa sumergida. Desde el estado de alarma, son 12.060 altas menos. El Gobierno aprob¨® un subsidio para el colectivo para abonarles el 70% de la base de cotizaci¨®n. ¡°Es un alivio, pero ha llegado tarde, porque los despidos empezaron hace un mes y no podr¨¢n cobrar hasta mayo, y las que est¨¢n en la econom¨ªa sumergida tampoco tienen acceso a ¨¦l¡±, explica Carolina El¨ªas, presidenta de SEDOAC, asociaci¨®n que defiende los derechos del colectivo.
Son uno de los sectores m¨¢s vulnerables, pero incluso en su precariedad hay escalas. Las m¨¢s desprotegidas son las internas. ¡°Tienen mucho miedo a hablar y pocas oportunidades para hacerlo en privado¡±, explica El¨ªas. ¡°Pero as¨ª como estos d¨ªas hemos visto a empleadores ayudando a sus empleadas, tambi¨¦n hemos detectado que con la cuarentena, otros han dejado sin descanso a las internas, haci¨¦ndolas trabajar a todas horas. Muchas son inmigrantes sin papeles y est¨¢n en condiciones muy duras porque a veces tambi¨¦n es dif¨ªcil separar los cuidados de dependientes de las tareas del hogar¡±, a?ade. Un inspector de Trabajo puede presentarse por sorpresa en una empresa, pero no en una casa donde aparentemente no trabaja nadie.
Alejandra, colombiana, tiene 30 a?os y lleva ocho en Espa?a. Trabajaba en nueve casas y ahora en ninguna. ¡°En tres de ellas, me han dicho que me seguir¨¢n pagando aunque no vaya, mientras ellos sigan teniendo ingresos. Otros tres me han dicho que ya no cuentan conmigo y del resto no s¨¦ nada. En marzo solo ingres¨¦ 200 euros y las facturas llegan igual: alquiler, gas, tel¨¦fono¡¡±. Alejandra est¨¢ dada de alta en la seguridad social pero solo por dos horas a la semana. Trabajaba 40. ¡°Me preocupa sobre todo porque en Colombia, mi madre y mi hermana, que tuvo un accidente, dependen de m¨ª. Normalmente les enviaba unos 500 euros al mes¡±. Olga, colombiana de 41 a?os, comparte esa preocupaci¨®n. ¡°Trabajaba en cinco casas y parte de mis ingresos se los enviaba a mis padres y a mi hermana, porque tengo una sobrina enferma. Estoy muy agradecida a los empleadores que han dicho que me seguir¨¢n pagando. S¨¦ que otras est¨¢n mucho peor que yo¡±.
El 98% del sector son mujeres, y cerca del 60%, extranjeras, sin incluir a las que han obtenido la nacionalidad. Olga, por ejemplo, lleva 22 a?os en Espa?a.
Las ¨²ltimas medidas para endurecer el confinamiento establecen entre las actividades consideradas esenciales el cuidado de menores y dependientes. En el caso de los ni?os, la mayor¨ªa de sus padres teletrabajan ahora desde casa, aunque no en todos los casos. En el sector de la dependencia, 250.812 profesionales atienden a unas 450.000 personas que necesitan cuidados o ayuda a domicilio. Jos¨¦ Manuel Ram¨ªrez, presidente de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de Espa?a, asegura que est¨¢n trabajando contra reloj para evitar una pesadilla que se repite en su cabeza: ¡°Abuelos que mueran solos en casa porque su auxiliar de hogar no ha podido atenderlo al estar enferma¡±. ¡°Los trabajadores sociales est¨¢n haciendo una reevaluaci¨®n de todos los casos para detectar ese tipo de situaciones¡±. El confinamiento, explica, ha provocado que personas que antes no necesitaban esa ayuda ahora s¨ª la precisen. Por ejemplo, porque el familiar que se desplazaba a su domicilio unas horas ya no pueda hacerlo; porque han cerrado los centros de d¨ªa, a los que acud¨ªan 96.527 mayores, o porque la cuidadora ha enfermado.
Olaya tiene 43 a?os y desde 2009 trabaja como auxiliar de hogar en Ja¨¦n a trav¨¦s de la empresa Macrosad, proveedora de cuidadores para la diputaci¨®n provincial. ¡°Cuido a cuatro dependientes de entre 77 y 92 a?os. Esas personas dependen de m¨ª, de que vaya a levantarlos, a darles el desayuno o la comida¡ Algunos tienen familiares cerca y otros no. Est¨¢n muy asustados y a m¨ª me preocupa mucho contagiarles, aunque tomamos todas las medidas de protecci¨®n. Cuando llego me sacan enseguida el tema y yo se lo cambio r¨¢pido, haci¨¦ndoles alguna broma. Cuidar, ahora, tambi¨¦n es eso¡±, explica.
Tamara Sayar se las ha apa?ado para tratar de hacer en casa los ejercicios de memoria que Hermann Schreiber, enfermo de alzh¨¦imer, realizaba en el centro de d¨ªa que ahora est¨¢ cerrado. Y no solo eso. Para que est¨¦ contento le hizo creer que los aplausos de las ocho eran para su concierto de arm¨®nica por la ventana. El v¨ªdeo que grab¨® se hizo viral y la mentira piadosa, realidad, porque ahora los vecinos tambi¨¦n aplauden a Hermann.
El presidente de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de Espa?a las llama ¡°hero¨ªnas sociales¡±. Los necesarios se han vuelto imprescindibles. Y los vulnerables lo son a¨²n m¨¢s.
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