El alcalde de Burgos: ¡°Estamos en el filo de la navaja¡±
Con los hospitales desbordados, las autoridades creen que no pueden permitirse esperar al confinamiento como pide Sanidad
La plaza Mayor de Burgos huele a caf¨¦. Los bares han cerrado y solo alguno sirve pedidos para llevar. La gente, en escrupulosos grupos de tres personas o menos, almuerza en los bancos. Tres chavales comen pipas y patatas fritas y se divierten alimentando a las palomas. Los j¨®venes r¨ªen al o¨ªr que parecen jubilados y afirman que no hay nada mejor que hacer entre tanta restricci¨®n. ...
La plaza Mayor de Burgos huele a caf¨¦. Los bares han cerrado y solo alguno sirve pedidos para llevar. La gente, en escrupulosos grupos de tres personas o menos, almuerza en los bancos. Tres chavales comen pipas y patatas fritas y se divierten alimentando a las palomas. Los j¨®venes r¨ªen al o¨ªr que parecen jubilados y afirman que no hay nada mejor que hacer entre tanta restricci¨®n. La ciudad presenta una incidencia desbordada de 1.700 casos de coronavirus por 100.000 habitantes en dos semanas, y subiendo, sin que ninguna autoridad logre justificarlo. Los universitarios Jos¨¦ Menor, David Rom¨¢n y David Lumbreras, de 18 a?os, entienden que el Ayuntamiento y la Junta de Castilla y Le¨®n reclamen un confinamiento domiciliario. Ellos, naturales de Briviesca, viven en una residencia donde ha habido fiestas y se ha salido en masa: ¡°Te relajas con los amigos y se l¨ªa¡±. El colectivo m¨¢s afectado es el de la franja de 15 a 25 a?os, pero el virus castiga a todos los tramos demogr¨¢ficos.
El alcalde, el socialista Daniel de la Rosa, ha apoyado al Gobierno regional (PP-Cs) y solicita herramientas para ordenar un confinamiento domiciliario: ¡°No vemos la luz al final del t¨²nel¡±. El hospital, teme, puede ¡°petar¡± en una semana y obligar a derivar pacientes a otros centros, de ah¨ª la necesidad de medidas extremas. El 75% de las camas est¨¢n ocupadas, y las UCI ¡°tensionadas¡±. ¡°Estamos en el filo de la navaja¡±, avisa. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, les pide paciencia para evaluar si el toque de queda nocturno, la paralizaci¨®n de la hosteler¨ªa o la reducci¨®n de los grupos surten efecto. De la Rosa lo asume. Pero hay un problema: quiz¨¢ entonces sea tarde. ¡°Ante la duda, apostar por la salud p¨²blica¡±, insiste, aunque la econom¨ªa sufra.
La inc¨®gnita llega al preguntar por las razones de este descontrol. La consejera de Sanidad, Ver¨®nica Casado, y el vicepresidente, Francisco Igea, no encuentran explicaciones firmes. Un argumento es el geogr¨¢fico, pues Burgos (175.000 habitantes) se halla entre dos puntos de gran movilidad como Euskadi y Madrid. El alcalde tampoco comprende por qu¨¦ hay tanto positivo entre j¨®venes, pues su ciudad carece del volumen universitario de Salamanca o Valladolid. El epidemi¨®logo Ignacio Rosell, uno de los especialistas que trabaja con la Junta, habla de ¡°conjeturas¡± al apuntar hacia el fr¨ªo o que las protestas contra las restricciones hayan conllevado relajaci¨®n en las pautas sanitarias. ¡°No lo s¨¦, ojal¨¢ lo supiera para ponerle remedio¡±, sostiene, y a?ade que grandes n¨²cleos como Miranda de Ebro o Aranda de Duero no tienen UCI y que esos enfermos recalan en la capital, con la saturaci¨®n consiguiente al ser casos de larga duraci¨®n.
El alcalde agrega el factor end¨¦mico de la falta de facultativos: ¡°Podemos tener todos los respiradores del mundo, pero no hay m¨¦dicos¡±. Y a?ade que los rastreadores fallan al detectar contagios: la trazabilidad no llega al 40%, mucho menos que en otras provincias, e impide localizar a ¡°supercontagiadores asintom¨¢ticos¡±. Lo ¨²nico que puede hacer es instar al ¡°confinamiento voluntario¡± antes de saber si Sanidad cambia de criterio. La Junta realizar¨¢ test masivos y analizar¨¢ aguas residuales en busca de certezas. Los expertos sopesan el cierre perimetral de la ciudad o de la provincia, que alcanza una media de 1.200 positivos en dos semanas por 100.000 habitantes, m¨¢s del doble que la media nacional.
Los burgaleses consultados entienden que aislarse es la ¨²nica garant¨ªa. Bel¨¦n Quintana, de 67 a?os, manifiesta que ¡°la econom¨ªa es importante, pero lo primero es la salud¡±. ¡°Si no nos sabemos comportar, tendr¨¢n que dejarnos en casa¡±, aprecia en la cola de la panader¨ªa. Muy cerca, la polic¨ªa patrulla, vigilante. Cinco chavales que pasean se separan raudos, como si acabasen de delinquir, al ver a unos agentes. El camarero Noni Ilie, con su cafeter¨ªa fantasmag¨®rica, incluso celebra que haya poca clientela: ¡°Lo suyo es que no haya nadie¡±.
La imagen de un Burgos aletargado la exhibe el entorno de la catedral g¨®tica, patrimonio de la humanidad, con casi nadie frente a la fachada de Santa Mar¨ªa. Jos¨¦ Garc¨ªa, de 80 a?os, se deleita en silencio. Viste de pana, con trenca marr¨®n y gafas ahumadas. El murmullo de una fuente asiste a la escena. El hombre, pesimista, vaticina un inevitable confinamiento. Un peaje que pagar¨¢ gustoso con tal de que todo mejore. ¡°Disfruto contemplando la catedral desde distintos puntos, la he visto miles de veces y me quedo admirado de esta maravilla¡±, expresa, lac¨®nico. Aun as¨ª, aceptar¨¢ fallar a su cita si sirve para eliminar, o debilitar, al virus.
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