?Qui¨¦n multa al allegado?
Los expertos ven razonable que haya un equilibrio entre las medidas coercitivas y la confianza en los ciudadanos ante situaciones que son casi imposibles de sancionar
Cuando toda Espa?a estaba confinada en casa era muy dif¨ªcil comprobar que alguien no daba dos vueltas a la manzana antes de entrar en el supermercado. Con los primeros paseos, nadie med¨ªa que quienes sal¨ªan de sus viviendas no se alejasen m¨¢s de un kil¨®metro de ellas. La l¨ªnea que separaba el paseo del deporte era delgada. En la etapa de la pandemia que atravesamos ahora es imposible saber si en un domicilio se re¨²nen seis u ocho personas. Igual que en Navidades ser¨¢ complicado comprobar que quien cambia de comunidad aut¨®noma lo hace para ver a un allegado o a un familiar, y no habr¨¢ polic¨ªas ...
Cuando toda Espa?a estaba confinada en casa era muy dif¨ªcil comprobar que alguien no daba dos vueltas a la manzana antes de entrar en el supermercado. Con los primeros paseos, nadie med¨ªa que quienes sal¨ªan de sus viviendas no se alejasen m¨¢s de un kil¨®metro de ellas. La l¨ªnea que separaba el paseo del deporte era delgada. En la etapa de la pandemia que atravesamos ahora es imposible saber si en un domicilio se re¨²nen seis u ocho personas. Igual que en Navidades ser¨¢ complicado comprobar que quien cambia de comunidad aut¨®noma lo hace para ver a un allegado o a un familiar, y no habr¨¢ polic¨ªas registrando casa por casa para contar comensales ni burbujas. Durante toda la crisis sanitaria los espa?oles han sufrido decenas de restricciones: algunas se vigilan, otras se intenta, y buena parte de ellas descansan en la responsabilidad de los ciudadanos. Los Gobiernos les piden que hagan algo (o dejen de hacerlo) sin suficientes medios de coerci¨®n; algunos inevitablemente se las saltan, pero muchos cumplen.
Cuando el Gobierno impuso el estado de alarma a Madrid para cerrarlo perimetralmente, el pasado 9 de octubre, las autoridades reconoc¨ªan fuera del micr¨®fono que no se pondr¨ªan multas salvo casos flagrantes de desaf¨ªo a la autoridad; los pocos controles que hab¨ªa eran anecd¨®ticos para controlar movimientos de una ciudad en la que cada d¨ªa entran y salen cientos de miles de personas a trabajar, algo que s¨ª estaba autorizado. Durante los primeros d¨ªas, que coincidieron con el puente del Pilar, la Polic¨ªa y la Guardia Civil impusieron poco m¨¢s de dos centenares de denuncias en una comunidad donde viven m¨¢s de seis millones y medio de personas.
La mayor¨ªa de los expertos en salud p¨²blica consultados ven razonable que haya un equilibrio entre las medidas coercitivas y la confianza en los ciudadanos ante situaciones que son casi imposibles de sancionar. El problema, argumentan algunos, puede llegar cuando estas dos caras de la misma moneda generan ruido y mensajes contradictorios, algo que algunos piensan que puede estar sucediendo con el plan navide?o: por un lado se pide a todos los espa?oles que se queden en casa, y por otro se flexibilizan las restricciones para aumentar las reuniones, reducir el toque de queda y moverse por todo el territorio con una justificaci¨®n tan vaga como visitar a un allegado.
Sanidad apela al ¡°sentido com¨²n¡±. ¡°Todos sabemos lo que es un allegado¡±, respond¨ªa el ministro Salvador Illa el pasado mi¨¦rcoles cuando se le preguntaba la definici¨®n de este t¨¦rmino en la presentaci¨®n del plan para las Navidades. Espa?a no es el primer pa¨ªs que trata de regular los afectos. En B¨¦lgica, las autoridades permitieron durante el ¨²nico confinamiento que cada persona pudiera tener visitas de otra (dos en el caso de quienes viv¨ªan solos) para combatir la soledad; es lo que llamaron knuffelcontact, que se podr¨ªa traducir como compa?ero de abrazos o de mimos. De nuevo, imposible de controlar.
Excepto Italia, que con una incidencia del virus que dobla a la espa?ola cerrar¨¢ los municipios en las fechas m¨¢s se?aladas de las fiestas, los grandes pa¨ªses del entorno europeo seguir¨¢n una estrategia similar a la espa?ola. ¡°Esta no puede ser una fiesta en soledad¡±, lleg¨® a decir la canciller de Alemania, Angela Merkel, quien pidi¨® ¡°paciencia, solidaridad y disciplina¡± a sus ciudadanos. En los pa¨ªses asi¨¢ticos democr¨¢ticos que mejor controlaron el virus no era tampoco raro que algunas medidas fueran simplemente recomendaciones a los ciudadanos, que cumpl¨ªan a pies juntillas.
Pero la mentalidad occidental, y la espa?ola en particular, es muy distinta a la oriental. Un sondeo del CIS publicado el viernes mostraba que los ciudadanos no creen que se pueda confiar en que se cumplan voluntariamente las normas: casi ocho de cada diez aseguraban que son necesarias medidas impositivas como sanciones o multas y casi la mitad opinaba que es necesario endurecerlas.
¡°Las administraciones p¨²blicas est¨¢n construyendo y difundiendo un relato en el que la responsabilidad personal es absolutamente central en relaci¨®n con las celebraciones de Navidad. En mi opini¨®n, este relato est¨¢ bien elaborado y est¨¢ siendo bien difundido en tiempo y forma, pero est¨¢ por ver su grado de efectividad; lo sabremos pasadas las fiestas¡±, explica Antoni Sanz, coordinador del proyecto PSY-COVID (impacto psicosocial de la pandemia de covid-19) de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
El mensaje que se lance y la comunicaci¨®n, coinciden la mayor¨ªa de los expertos consultados, ser¨¢ fundamental para que cale en la ciudadan¨ªa que las Navidades tienen que ser distintas, m¨¢s all¨¢ de las normas concretas o el conteo de comensales. Y no siempre se est¨¢ haciendo bien. Ildefonso Hern¨¢ndez, catedr¨¢tico de Salud P¨²blica de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez de Alicante, incide en que cuando se presenta un plan hay que explicitar bien la estrategia, qu¨¦ se busca, por qu¨¦ se toma una u otra medida. Es, en su opini¨®n, la mejor forma para que los ciudadanos sigan las recomendaciones que reciben.
¡°Tiene l¨®gica que se diga: ¡®Qu¨¦dense si pueden solos, no se re¨²nan con mucha gente, no hagan comidas ni juergas monstruosas¡¯. Es un poco l¨ªo lo de los allegados, pero lo contrario ser¨ªa decir que todos nos quedamos en casa solos, algo que la gente no tolerar¨ªa. Ahora depender¨¢ de la poblaci¨®n encarar el final del invierno en las mejores condiciones¡±, se?ala el epidemi¨®logo Antoni Trilla. Sin embargo, para que surtan efecto las medidas de car¨¢cter individual ya adoptadas, que descansan en la conducta de cada uno, deben estar acompa?adas de una potente campa?a publicitaria que ¡°seduzca a la poblaci¨®n, especialmente a los j¨®venes¡±, afirma Fernando Garc¨ªa Benavides, catedr¨¢tico de Salud P¨²blica de la Universidad Pompeu Fabra.
El problema, en opini¨®n de Pablo Santoro, profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, es que la apelaci¨®n a la responsabilidad individual no se hace de la forma que ¡°podr¨ªa ser positiva¡± ¡ªentendida como preocupaci¨®n por la colectividad¡ª refiri¨¦ndose a la autonom¨ªa, a la b¨²squeda de comportamientos ¨¦ticos, a la mayor¨ªa de edad de la poblaci¨®n, sino desde ¡°una especie casi de abandono desde las instituciones¡± que, seg¨²n Santoro, lleva a interpretarlo todo desde lo individual. ¡°Esto implica tambi¨¦n una l¨®gica de culpabilizaci¨®n de la ciudadan¨ªa; si despu¨¦s de la Navidad suben los casos otra vez (como parece evidente que pasar¨¢), no me extra?ar¨ªa que volviera otra vez todo el discurso que ya vimos en verano, de que los j¨®venes son irresponsables, etc¨¦tera¡±. Este soci¨®logo cree que las normas y los mensajes est¨¢n creando ¡°una esquizofrenia colectiva¡±.
Responsabilidad y empat¨ªa
La magnitud de este rebrote que casi todos los epidemi¨®logos auguran ¡ªEstados Unidos bati¨® su r¨¦cord de casos diarios una semana despu¨¦s del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias¡ª depender¨¢, al parecer de Sanz, de la efectividad del discurso que las autoridades han desarrollado. ¡°Creo que, salvo excepciones, la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n va a adoptar una posici¨®n de equilibrio entre la prevenci¨®n por responsabilidad y empat¨ªa, por un lado, y la fatiga pand¨¦mica y la necesidad de mantener los rituales de las fiestas, por el otro. Hay algunas medidas de prevenci¨®n que probablemente se van a seguir mayoritariamente de manera adecuada, pero otras que probablemente no¡±, se?ala.
Un factor diferencial de la Navidad con respecto a otras reuniones sociales es que habr¨¢ reuniones familiares con presencia a menudo de personas vulnerables. Esto, que conlleva un peligro evidente, puede ser tambi¨¦n un factor que amortig¨¹e el riesgo de contagios masivos, seg¨²n Sanz. ¡°En deferencia a esas personas (a petici¨®n suya o no) es probable que se adopten con mayor intensidad las medidas que, por extensi¨®n, van a beneficiar al conjunto de las reunidas. Es por ello que optar por un mensaje dirigido a la empat¨ªa y la responsabilidad, si bien no va a ser suficiente, probablemente va a surtir bastante efecto¡±, augura este psic¨®logo.
La posibilidad de cancelar la Navidad, a la italiana, nunca estuvo realmente sobre la mesa con una tendencia a la baja en la epidemia que suma m¨¢s de un mes en el conjunto de Espa?a, pese a que todos los expertos en epidemiolog¨ªa saben que ser¨ªa la mejor manera de contener el virus. Pero, como recuerda Andrea Bur¨®n, portavoz de la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica, la soledad en estas fiestas puede causar problemas en la salud mental, que ¡°tambi¨¦n es salud¡±. El equilibrio perfecto es dif¨ªcil de encontrar. ¡°No me gustar¨ªa tener que tomar la decisi¨®n¡±, resume el epidemi¨®logo Javier de ?guila.
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