Si la historia de In¨¦s y Rosario te ha hecho pensar y t¨² tambi¨¦n quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
¡°Yo pensaba que los programadores eran ingenieros supercracks, que eran de otro planeta, ten¨ªan cerebros eruditos y que solo ellos pod¨ªan programar¡±, cuenta Ariane Jurado. Esta psicopedagoga venezolana lleva cinco a?os en Espa?a rompiendo estereotipos propios y prejuicios arraigados en el pensamiento colectivo. Un camino transitado a base de golpes, obst¨¢culos y much¨ªsimo esfuerzo.
Ari lleg¨® sola con su hijo de cinco a?os en 2015 y por culpa de las homologaciones no pudo ejercer la profesi¨®n para la que fue formada. Cuidaba ni?os de otros, sin contrato, sin esperanzas de futuro y con mucho miedo.
Pero una madre nunca se rinde y entonces decidi¨® reinventarse ¡°para no verme estancada a los 50¡±; reprogramar su vida desde cero para poder construir escenarios m¨¢s optimistas. Gracias a su cu?ado conoci¨® Adalab, una empresa social que ayuda a mujeres con dificultades de acceso al mercado laboral o con ganas de reinventarse en tiempos de pandemia, intentando combatir la brecha de g¨¦nero en el mundo de la programaci¨®n y desmontando prejuicios colectivos perennes. Ari no ten¨ªa ordenador, no sab¨ªa qu¨¦ era un Bootcamp, el CSS, el Javascript o el HTML; simplemente ten¨ªa infinitas ganas de aprender y progresar: ¡°Adalab me ha cambiado la vida¡±, sentencia.
Hoy, gracias a una dura formaci¨®n intensiva de 12 semanas que ha pagado a plazos con su nuevo sueldo, Ari es especialista en frontend, tiene un puesto de trabajo escalable en una gran empresa, un sueldo revisable cada seis meses y, sobre todo, un porvenir m¨¢s c¨®modo para sus sue?os y los de su hijo Sebas. No ha sido f¨¢cil y nadie le ha regalado absolutamente nada.
Las primeras programadoras fueron mujeres
El prejuicio de Ari viene de una herencia social enquistada desde hace tiempo. Cuando en los sesenta se popularizaron los ordenadores empresariales, unos mamotretos que ocupaban plantas enteras, el hardware era el foco y la parte m¨¢s elitista de la innovaci¨®n mientras que el software se consideraba un trabajo m¨¢s mundano y mec¨¢nico. En aquellas condiciones sociales, picar c¨®digo estaba mucho m¨¢s cerca de las aptitudes de una secretaria que de las de un ingeniero dise?ador.
Con el paso del tiempo aquellas m¨¢quinas tontas fueron necesitando m¨¢s instrucciones, el software fue cobrando importancia y las grandes compa?¨ªas empezaron a meter m¨¢s recursos e ingenieros consolidados, en vez de formar a esas mujeres que llevaban tiempo haciendo el trabajo de campo. Como por entonces hab¨ªa menos mujeres ingenieras en puestos de relevancia, la programaci¨®n pas¨® a ser una actividad m¨¢s propia de hombres.
En los ochenta, con una masculinizaci¨®n completa del hardware y software, naci¨® el ordenador personal comercial, un regalo de ni?os con mensajes culturales que apartaban a las mujeres de los juegos y de nuevos sue?os y que solo aparec¨ªa en la parte azul de los cat¨¢logos de juguetes. Los videojuegos eran espejos de lo que ocurr¨ªa en la sociedad, los robots eran musculosos y antropom¨®rficamente masculinos y la tecnolog¨ªa, un desierto de referentes femeninos. Las consecuencias de todo esto las estamos padeciendo todav¨ªa hoy: solo un 13% de las programadoras espa?olas son mujeres en un contexto donde, en apenas cinco a?os, cerca del 50% de los empleos estar¨¢n relacionados con la tecnolog¨ªa.
¡°En Adalab no ense?amos programaci¨®n, sino que te convertimos en programadora¡±, dice In¨¦s V¨¢zquez
Para luchar contra este desequilibrio naci¨® Adalab: Ada por Ada Lovelace, considerada la primera persona programadora de la historia (s¨ª, fue una mujer), y Lab por emerger como un laboratorio de experimentaci¨®n en formaci¨®n intensiva y transversal. No es solo programaci¨®n, las mujeres se preparan para acceder a espacios de trabajo con din¨¢micas enraizadas muy masculinas y viniendo desde marcos personales complicados: ¡°He trabajado toda mi vida de camarera, m¨¢s de 40 horas semanales y decid¨ª lanzarme a la piscina sin dudarlo¡±, cuenta Violeta, otra de las adalabers que han reprogramado su futuro encontrando trabajo incluso durante la pandemia. Hoy, 10 promociones y 345 alumnas despu¨¦s, Adalab ha conseguido que el sueldo medio de las alumnas empleadas ronde los 20.000€ gracias a 120 empresas que conf¨ªan en la calidad y competitividad de las mujeres all¨ª formadas.
Aprender, ense?ar, pero sobre todo acompa?ar
¡°En Adalab no ense?amos programaci¨®n, sino que te convertimos en programadora¡±, repite una y otra vez In¨¦s V¨¢zquez, una de las fundadoras de la empresa junto a Rosario Ortiz. Las dos se encontraron hace unos a?os en la misma ONG, despu¨¦s de haberse formado en finanzas y cooperaci¨®n y con dos inquietudes profesionales comunes que decidieron enfocar juntas: la precariedad laboral de las mujeres y la falta de diversidad en el sector tecnol¨®gico. ¡°Al final un emprendimiento social es tener una finalidad social que resuelves utilizando herramientas del mercado. De ah¨ª surgi¨® la idea de Adalab¡±, remata In¨¦s mirando con complicidad a Rosario.¡°Lo que me gust¨® del proyecto es que te preparan realmente para enfrentarte al mundo¡±, dice Aida Albar¨¢n.
¡°Lo que me gust¨® del proyecto es que te preparan realmente para enfrentarte al mundo¡±, afirma Aida Albar¨¢n
Aquella forma pragm¨¢tica de enfocar los inicios del proyecto se ha trasladado tambi¨¦n al modelo de ense?anza de Adalab. Aqu¨ª se forman, sobre todo, a personas y se apuesta por una forma distinta de hacer en equipo las cosas, con las herramientas disponibles y sin poner el foco en la rivalidad sino en la cooperaci¨®n y en la sororidad o apoyo entre compa?eras. Hay algo m¨¢s, mucho m¨¢s que un curso digital semipresencial. No se puede entender Adalab sin su comunidad de adalabers, sin los grupos en redes sociales, los pair programming, las tutor¨ªas, las quedadas o las mentor¨ªas y acompa?amientos que las antiguas alumnas hacen a las nuevas.
¡°Yo he encontrado la profesi¨®n de mi vida, unas compa?eras incre¨ªbles y una comunidad maravillosa. Lo que me gust¨® del proyecto es que te preparan realmente para enfrentarte al mundo¡±, cuenta Aida Albar¨¢n, otra alumna de la promoci¨®n Clark que se ha reinventado m¨¢s all¨¢ de los 30 siendo madre. Aida y Ari han conseguido romper esa dicotom¨ªa que atenaza a miles de mujeres: ¡°?Sigo buscando trabajos que con suerte me aporten el dinero para vivir o invierto unos meses de mi vida en formarme en una profesi¨®n con mucho futuro?¡±, se pregunta Aida, se preguntan todas. La respuesta solo se puede entender desde la voluntad y el esfuerzo. Adalab pone el resto.
Todos los cursos tienen el nombre de una mujer del sector cient¨ªfico o tecnol¨®gico que sirve de inspiraci¨®n. Las dos ¨²ltimas, las de la crisis, Hamilton e Idelisa, han sido en homenaje a Margaret Hamilton, la mujer que desarroll¨® el software de navegaci¨®n para el Programa Espacial Apolo e Idelisa Bonnelly, la bi¨®loga marina dominicana dedicada a la conservaci¨®n marina en el Caribe. "A pesar de la pandemia, a pesar de la situaci¨®n del mercado laboral, estas dos promociones han colocado ya a casi el 50% de las mujeres¡±, recuerda orgullosa por videoconferencia In¨¦s (normalmente emplean al 93% de las alumnas). La clave est¨¢ en el deseo de reconversi¨®n impuesto por las circunstancias. ¡°El mundo estaba yendo irremediablemente hacia lo digital. Lo que pasa es que, hasta ahora, mucha gente dec¨ªa ¡®esto no va conmigo¡¯, pero la pandemia nos ha hecho ver que esto es definitivamente para todo el mundo¡±, incide In¨¦s.
Las ¡®adalabers¡¯ son ahora referentes
Todas las mujeres entrevistadas para este reportaje coinciden en se?alar a una amiga, a un familiar o a una conocida como enlace a la formaci¨®n en Adalab. Ninguna de ellas habla de figuras clave o maestras, pero todas ellas funcionan como vectores que atraen a otras mujeres al sector desde redes sociales o mediante el boca a boca. Son las nuevas referentes, las nuevas Ada, Clark o Jeminson, mujeres que no buscan la fama ni el reconocimiento sino ayudar a construir un futuro positivo en colectivo para alcanzar el beneficio en el suyo propio.
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Contenido adaptado del v¨ªdeo de In¨¦s y Rosario
00:01
Rosario e In¨¦s dejaron su trabajo en empresas financieras para hacer cooperaci¨®n internacional. Al volver a Espa?a descubrieron que solo un 13% de los programadores son mujeres. Por eso crearon Adalab, un centro de formaci¨®n para mujeres desempleadas o en riesgo de exclusi¨®n. Hoy, el 94% de sus alumnas son contratadas como programadoras.
00:30
(Rosario) In¨¦s y yo venimos de una experiencia vital bastante similar. Ambas trabajamos en empresa privada y luego en cooperaci¨®n internacional. Vimos que lo que a ambas nos faltaba era poder tener un impacto social a trav¨¦s de una empresa creada por nosotras.
00:44
(In¨¦s) Quer¨ªamos poner en valor todo lo que hab¨ªamos aprendido tanto en empresa privada como en proyectos de cooperaci¨®n para contribuir en Espa?a a reducir el desempleo.
00:56
(In¨¦s) Tanto en Espa?a como a nivel internacional se habla de porcentajes, desde un 13% a un 20%, de mujeres trabajando en tecnolog¨ªa. Hay estimaciones de que en el 2025, o sea ya, cerca del 50% de los empleos va a tener que ver con la tecnolog¨ªa. Si las mujeres no nos metemos ya en este sector, vamos a tener un serio problema de empleabilidad en el futuro.
01:19
(Rosario) Y as¨ª creamos Adalab con un impacto claro de mejorar la vida de las mujeres que tienen talento y que buscan un empleo de calidad.
01:25
(In¨¦s) Adalab viene de Ada, por Ada Lovelace, y Lab, por laboratorio. Ada Lovelace es una mujer del 1800 y pico, se la concibe no como la primera programadora mujer, sino la primera programadora de la historia. Adalab es un programa en el que mujeres que est¨¢n desempleadas o tienen trabajos precarios se pueden reinventar como programadoras en 13 semanas.
01:47
(Rosario) Todas nuestras alumnas vienen de un entorno de precariedad laboral, est¨¢n desempleadas, llevan a?os as¨ª o arrastran un historial de trabajo precario, trabajos por horas, en la econom¨ªa informal, cobrando en negro, puntual. Nosotras nos centramos en este tipo de mujeres para ofrecerles un sector que ofrece la posibilidad de crecer profesionalmente.
02:07
(Rosario) Ten¨ªamos claro que quer¨ªamos que Adalab fuese accesible para cualquier mujer, ?no? Es decir, que cualquier mujer con motivaci¨®n, ganas y talento pudiese acceder a nuestra formaci¨®n y convertirse como dec¨ªa In¨¦s en programadora.
02:18
(Mar¨ªa) Yo hab¨ªa estado 9 a?os trabajando de periodista, 5 de ellos los trabaj¨¦ como aut¨®noma, y es verdad que las condiciones como aut¨®noma pues no eran las mejores, a nivel de condiciones econ¨®micas no tiene absolutamente nada que ver con mi sector anterior. Mi situaci¨®n hoy es fant¨¢stica.
02:35
(Aida) Tengo una ni?a peque?a de 5 a?os, por lo que es dif¨ªcil plantearte cambiar de profesi¨®n en esas circunstancias, no s¨¦ como no he hecho esto antes en mi vida porque es que he descubierto mi profesi¨®n.
02:50
(In¨¦s) Ahora mismo el 94% de las alumnas de Adalab est¨¢n trabajando como programadoras, tardan de media unos 64 d¨ªas en encontrar trabajo y cobran cerca de 17.000 euros anuales por su primer empleo.
03:06
(In¨¦s) Al final la tecnolog¨ªa es el futuro, domina el mundo, est¨¢ por un lado definiendo como es el mundo en el que vivimos. Buscamos mujeres pues que lleven a?os sin encontrar su hueco en el mundo profesional y quieran hacer el esfuerzo de reinventarse como programadoras y empezar una carrera en el sector digital, pues que se apunten al curso que estaremos encantadas de recibirlas.
03:32
(Rosario) En el futuro va a haber tantos nuevos trabajos que no existen a d¨ªa de hoy que simplemente estar en ese sector y tener esas ganas continuas de formarte te va a abrir las posibilidades de siempre estar creciendo.
Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.