Denunciar abusos a menores, un calvario judicial
Los casos se han doblado en una d¨¦cada, pero ni una quinta parte llega a juicio. El sistema reconoce que falla y causa a las v¨ªctimas un segundo trauma. La nueva ley de infancia obliga a que haya una sola declaraci¨®n hasta los 14 a?os y crea juzgados especializados
La mayor¨ªa de las v¨ªctimas de abusos de menores no denuncian, solo un 15% seg¨²n las estad¨ªsticas, y quien da el paso espera que sea el inicio de una liberaci¨®n, de una soluci¨®n. Pero no imaginan que a menudo solo es el inicio de otra pesadilla que no lleva a ning¨²n sitio. No se sienten cre¨ªdas, sino al contrario, se pone en duda su testimonio, y todo el mecanismo judicial es hostil. Seg¨²n un estudio de Save the Children de 2017, deben repetir su declaraci¨®n una media de cuatro veces y los procesos ...
La mayor¨ªa de las v¨ªctimas de abusos de menores no denuncian, solo un 15% seg¨²n las estad¨ªsticas, y quien da el paso espera que sea el inicio de una liberaci¨®n, de una soluci¨®n. Pero no imaginan que a menudo solo es el inicio de otra pesadilla que no lleva a ning¨²n sitio. No se sienten cre¨ªdas, sino al contrario, se pone en duda su testimonio, y todo el mecanismo judicial es hostil. Seg¨²n un estudio de Save the Children de 2017, deben repetir su declaraci¨®n una media de cuatro veces y los procesos se eternizan: duran tres a?os de media, pero pueden llegar a cinco. Los datos apuntan que solo una media del 17% de las denuncias, menos de una quinta parte, han llegado a juicio en los ¨²ltimos a?os, seg¨²n refleja de forma orientativa el cruce de cifras del Ministerio de Interior, cuerpos policiales y Fiscal¨ªa General del Estado elaborado por EL PA?S. Las denuncias se han duplicado en 10 a?os.
La mayor¨ªa de los casos suceden en el entorno familiar y se trata de los delitos m¨¢s dif¨ªciles de probar, pero todos los profesionales consultados ¡ªabogados, fiscales, jueces, psic¨®logos¡ª admiten que el sistema falla y provoca un nuevo da?o, una segunda victimizaci¨®n. Hay un diagn¨®stico un¨¢nime: ¡°Estamos como en violencia de g¨¦nero hace 20 a?os¡±. Hace dos semanas se celebr¨® en Madrid el I Congreso de Infancia y Adolescencia, con m¨¢s de 80 juristas y especialistas en la materia, y advirti¨® como base de sus conclusiones de la necesidad de reconocer a los menores como ¡°v¨ªctimas directas de los procesos judiciales¡±. La nueva ley de protecci¨®n integral a la infancia, que se aprobar¨¢ el jueves en el pleno del Congreso, ser¨¢ un paso decisivo para abordar estas deficiencias.
Los obst¨¢culos se resumen en la experiencia que relata un matrimonio de Majadahonda, Madrid, muy cr¨ªtico con la actuaci¨®n judicial. En 2018, su hijo de cinco a?os comenz¨® a comportarse de forma extra?a, a usar t¨¦rminos sexuales sorprendentes, a tocar los genitales de los maniqu¨ªes en las tiendas y hablar de ¡°chupar colas¡±. Y los dibujos: ¡°Penes gigantes. Dec¨ªa cosas que un ni?o no puede saber¡±, cuenta su madre. Lo llevaron a una psic¨®loga, que tras varias sesiones, diagnostic¨® que ten¨ªa un claro shock postraum¨¢tico y hab¨ªa sufrido abusos sexuales. La familia denunci¨® y el caso lo asumi¨® el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Majadahonda. Los indicios apuntaban a que ocurr¨ªan en el colegio, un centro concertado religioso. Al principio parec¨ªa que se trataba de algo que suced¨ªa con otros dos ni?os, pero dos meses m¨¢s tarde el menor identific¨® a dos adultos, un profesor y un monitor de un centro deportivo cercano. Dec¨ªa que les llevaban a un lugar seguro, uno vigilaba, les daban antes ¡°caramelos de gas¡±, y despu¨¦s de hacer ¡°cosas feas¡±, chucher¨ªas de premio. ¡°Pero el juzgado no hizo absolutamente nada, no nos llam¨® a declarar a nosotros, ni a las dos personas que identific¨® mi hijo, ni a la direcci¨®n del colegio, ni explor¨® a los otros dos menores, cuyos padres no quisieron denunciar¡±, acusa el matrimonio. Los otros dos ni?os dejaron el colegio.
En estas investigaciones muchas veces es la palabra de una persona contra otra, y en concreto de un ni?o contra un adulto, no hay m¨¢s pruebas, y se convierte en crucial el informe de credibilidad del psic¨®logo forense, ¨²nica base para el juez para seguir adelante. ¡°En nuestro caso le vio apenas 15 o 20 minutos, un a?o despu¨¦s de la denuncia, y era un var¨®n, que cualquier experto recomienda que no sea del sexo del agresor. Fue a solas, en un despacho del juzgado. Dijo que no hab¨ªa nada, es m¨¢s, que le hab¨ªamos creado una falsa memoria ?C¨®mo nos vamos a inventar eso, que le sal¨ªa un pis blanco de la cola, c¨®mo sabe un ni?o eso?¡±.
La psic¨®loga del ni?o hab¨ªa tardado dos meses en que le contara algo. Le acompa?¨® al forense y se ofreci¨® a estar presente y ayudarle, pero no le dejaron. ¡°Al salir el ni?o me cogi¨® de la mano y me dijo: no he sido valiente, no he contado nada¡±. Tuvo que animarle: ¡°Es una retraumatizaci¨®n constante, el proceso judicial va por un lado y el mundo va por otro¡±. Psic¨®logos especializados y expertos consultados por este peri¨®dico aseguran que es imposible averiguar nada de un ni?o de esa edad en tan poco tiempo, crear un v¨ªnculo emp¨¢tico, y solo con lenguaje verbal, sin juegos, dibujos, ni las t¨¦cnicas adecuadas. La juez archiv¨® el caso. La Audiencia Provincial lo confirm¨®. Contactados por este peri¨®dico, la juez, la fiscal y el psic¨®logo forense del proceso han preferido no manifestarse. El colegio asegura que colabor¨® con el juzgado, pero que no lleg¨® a haber denuncia contra nadie. El profesor identificado negaba la acusaci¨®n y la direcci¨®n adujo que lleva 30 a?os en el centro y¡°no ha habido jam¨¢s nada¡±. La familia tambi¨¦n relata que la directora fue trasladada tras salir a la luz el caso, pero el colegio sostiene que ya hab¨ªa sido anunciado antes. El centro deportivo donde trabajaba el otro adulto identificado asegura que la Guardia Civil solo les pidi¨® un listado de empleados y no volvieron a saber nada del asunto. ¡°Ni sab¨ªamos que el ni?o hab¨ªa identificado a una persona¡±, admiten.
No es un caso ¨²nico. En una investigaci¨®n judicial por abusos desvelada el mes pasado por EL PA?S en un colegio religioso de Medina del Campo, Valladolid, los denunciantes han protestado por la pasividad del fiscal. En otro caso revelado por este diario, el del sacerdote Jos¨¦ Luis Gal¨¢n Mu?oz, procesado por abusar de una menor en Talavera de la Reina, Toledo, la justicia tard¨® m¨¢s de dos a?os en llamar a declarar a la joven, que ha intentado quitarse la vida hasta en 12 ocasiones. El informe forense avala los abusos. Han pasado ya tres fiscales por la investigaci¨®n y a¨²n no ha comenzado el juicio. En otro caso desvelado esta semana en Le¨®n, han pasado casi cinco a?os desde la denuncia y la v¨ªctima ha pasado por seis ex¨¢menes psicol¨®gicos. Todos acreditan los abusos y su credibilidad, pero la juez de instrucci¨®n lo ha archivado. La Fiscal¨ªa ha pedido reabrirlo.
Otra cosa que sorprende a quien se acerca al sistema judicial es que los informes de psic¨®logos privados que desvelan a los padres el horror a menudo apenas se consideran en el juzgado, como si el hecho de que sean de una parte significara que pagando se hacen a la carta. Los tratan como a peritos de procesos civiles. ¡°Es insultante, porque los psic¨®logos tenemos una deontolog¨ªa. Un abogado puede mentir, nosotros no, nuestro c¨®digo no lo permite¡±, lamenta Sonia Vaccaro, psic¨®loga cl¨ªnica y perito forense con 39 a?os de experiencia. Los psic¨®logos privados, que van a congresos, publican, suelen estar m¨¢s formados que los de la Administraci¨®n p¨²blica, faltos de recursos y desbordados de trabajo. Vaccaro ve adem¨¢s un sesgo mis¨®gino hacia las madres que denuncian, como si exageraran, y otro clasista: ¡°se piensa que en clases medias y altas, en colegios privados, no existen abusos¡±.
Lo tr¨¢gico es que, pese al archivo, queda la evidencia de que el ni?o tiene un trauma y ha sufrido abusos. Dos profesoras del nuevo colegio del menor del caso de Majadahonda coinciden: ¡°Est¨¢ claro que a este ni?o le ha pasado algo, es evidente¡±. Se dieron cuenta sin que los padres les dijeran nada, y luego hablando con ellos les contaron lo ocurrido. Su actual tutora relata: ¡°Dec¨ªa que se tuvo que venir al cole porque en el otro hab¨ªa malos, y que hab¨ªa hecho una cosa muy mala, y ¨¦l era muy malo. Se culpabilizaba mucho, cuando dibujaba luego emborronaba todo. Era un ni?o muy bloqueado emocionalmente, est¨¢ claro que le ha pasado algo grave. Unos padres no se inventan eso¡±. El problema es que la justicia no logra o no sabe obtener las pruebas. La mayor¨ªa de los abusos no dejan huella.
Marta Valcarce, fiscal delegada de v¨ªctimas y de menores de la Fiscal¨ªa de Sevilla, explica la dificultad de su trabajo: ¡°Tenemos que compaginar la presunci¨®n de inocencia y evitar la revictimizaci¨®n. Es como estar con varias bolas en el aire y es dif¨ªcil que alguna no se te caiga. A veces yo le he dicho a un denunciante: mira, yo te creo, pero no puedo tirar adelante solo con tu declaraci¨®n, y no te voy a arrastrar a un juicio que va a ser muy duro y puede que acabe en absoluci¨®n¡±. Rafael De Andr¨¦s, el abogado de la familia de Majadahonda, es contundente: ¡°He llevado varios casos y son imposibles, solo si hay pruebas muy claras. Estos procedimientos est¨¢n dirigidos al archivo, no son para investigar, hacen diligencias m¨ªnimas porque hay una falta de medios bestial de los cuerpos policiales y los juzgados¡±. Cree que pesa mucho el miedo a lesionar derechos de los acusados, que tampoco est¨¢n suficientemente protegidos y pueden ver da?ada irremisiblemente su reputaci¨®n. Natalia Velilla, juez de primera instancia en el juzgado n¨²mero 7 de familia y protecci¨®n del menor de M¨®stoles (Madrid), recuerda un ejemplo de esto: ¡°Tuve un caso de un profesor acusado injustamente. Le echaron del colegio, gan¨® luego el juicio, pero qued¨® estigmatizado¡±,
Velilla acaba de publicar el libro C¨®mo funciona la justicia (Arpa), con p¨¢ginas demoledoras sobre qu¨¦ est¨¢ fallando: ¡°Un ni?o que sufra abusos en un pueblo de Le¨®n ser¨¢ peor tratado que otro en Valencia. As¨ª de crudo¡±. Denuncia que solo los juzgados de grandes ciudades cuentan con personal especializado y los equipos psicosociales ¡°suelen estar adscritos a muchos juzgados y tienen nociones, pero no est¨¢n especializados¡±. Explica que un magistrado intenta hacer bien su trabajo, ¡°pero no somos psic¨®logos, no tenemos instrumentos, y tenemos muchos asuntos a la vez¡±. Otra magistrada coincide: ¡°Los informes psicol¨®gicos son esenciales, porque t¨² no sabes, el testimonio es casi siempre la ¨²nica prueba y nos falta la t¨¦cnica, carecemos de esa formaci¨®n psicol¨®gica de c¨®mo se comporta una v¨ªctima¡±.
Al final quien sufre las consecuencias es quien denuncia, y nace un segundo trauma. ¡°Ves que quien tiene que perseguir el delito te cuestiona a ti. El proceso tiene las caracter¨ªsticas de un suceso traum¨¢tico: il¨®gico, incontrolable, inesperado¡±, resume la psic¨®loga que ha tratado a los padres del menor. Sonsoles Bartolom¨¦, responsable del departamento jur¨ªdico de Fundaci¨®n ANAR, cree que ¡°es todo una carrera de obst¨¢culos¡±. ¡°Escuchas a las v¨ªctimas y dices: qu¨¦ valientes son. Tras declarar, te dicen: parec¨ªa que el acusado era yo¡±, resume. En el caso de Majadahonda, los padres tambi¨¦n est¨¢n en terapia y llevan gastados 20.000 euros en tratamiento y abogados. Han decidido abandonar para cuidar su salud y no martirizar m¨¢s a su hijo, que ha afrontado cuatro informes psicol¨®gicos y cada uno de ellos supon¨ªa retroceder en su curaci¨®n.
¡°El principal problema es que no hay formaci¨®n especializada en violencia infantil. Falta sensibilidad, se cree que el menor miente, que el menor fabula¡±, apunta Noem¨ª Pereda, profesora de Victimolog¨ªa de la Universidad de Barcelona y autora de un estudio de 2018 con Save The Children. ¡°Analizamos las sentencias y ve¨ªas claramente qu¨¦ juzgado hab¨ªa hecho bien su trabajo, las condenas dependen mucho de eso. Al final depende del juzgado que te toque, y no puede ser, no puede depender de eso¡±. Recomienda ver el cortometraje Espiral de la Fundaci¨®n M¨¢rgenes y V¨ªnculos, que refleja bien el problema.
¡°Los equipos psicosociales est¨¢n desbordados¡±
La formaci¨®n es una de las claves que repiten todos los expertos. ¡°La realidad es que los equipos psicosociales est¨¢n tan desbordados que en el proceso solo valoran la credibilidad del testimonio. Y en esas sesiones los mecanismos disociativos, como contarlo sin inmutarse, que permiten sobrevivir a la v¨ªctima, juegan en su contra, porque entonces no le creen. Eso debe entenderlo el mundo jur¨ªdico, necesita una formaci¨®n b¨¢sica de trauma. Del mismo modo, el mundo social tampoco comprende las dificultades del jur¨ªdico, que solo mira a la carga de la prueba¡±, opina Pepa Horno, psic¨®loga y consultora de infancia. Acaba de editar como coordinadora el libro Poniendo alma al dolor. Intervenci¨®n Terap¨¦utica con ni?os, ni?as y Adolescentes V¨ªctimas de Abuso Sexual Infantil (Descl¨¦e de Brouwer).
Para Cristina Sanju¨¢n, experta en prevenci¨®n de la violencia hacia la infancia de Save The Children, los problemas de formaci¨®n y conciencia social ya est¨¢n en el inicio del proceso, donde debe haber una detecci¨®n temprana y una actuaci¨®n r¨¢pida: ¡°A veces quien se entera no sabe qu¨¦ hacer con la informaci¨®n, y notificarlo cuanto antes es una obligaci¨®n. Quien detecta el abuso no es el encargado de creer o no a la v¨ªctima, y no le corresponde investigarlo, no tiene conocimientos para interrogar de la manera adecuada¡±.
Pero hay m¨¢s, la arquitectura misma de los edificios judiciales debe ser cambiada. Pepa Horno cuenta que ha estado en juzgados donde las secretarias se llevan juguetes de casa y est¨¢n pendientes en el pasillo de que el menor no se cruce con el acusado. ¡°Esto no puede ser¡±. Una nueva f¨®rmula introducida en Islandia para atajar muchos de estos problemas es la Barnahus (¡±casa de los ni?os¡± en island¨¦s). Ya hay una en marcha en Tarragona desde 2020, promovida por Save The Children con la Generalitat. Hay otras 50 en Europa. Es un centro pensado para ni?os, acogedor y decorado de forma amigable, donde acuden todos los implicados en el proceso, como una ventanilla ¨²nica. As¨ª el ni?o no pasa por el juzgado. Se prev¨¦n m¨¢s en Madrid, Andaluc¨ªa, Cantabria, Comunidad Valenciana y Pa¨ªs Vasco.
Una declaraci¨®n grabada
Un elemento decisivo es la llamada prueba preconstituida, una sola declaraci¨®n de la v¨ªctima grabada en v¨ªdeo en un primer momento con todas las garant¨ªas judiciales y con ayuda de psic¨®logos que dirigen el interrogatorio. El objetivo es que se conserve hasta el juicio y la v¨ªctima nunca m¨¢s tenga que volver a repetir su historia. El resultado es a¨²n mejor si adem¨¢s se hace en las llamadas c¨¢maras Gesell, una sala donde el ni?o solo est¨¢ con el profesional especializado, dotado de un auricular, y que es observado desde otra habitaci¨®n por todas las partes y el equipo judicial, que puede comunicarse con ¨¦l. La primera se instal¨® en Valencia en 2014. Lleg¨® a Madrid en 2018.
No obstante, un estudio de 2020 de la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas Themis y el Ministerio de Igualdad sobre 455 sentencias de agresiones sexuales a menores entre 2010 y 2019 conclu¨ªa que solo se hab¨ªa aplicado la prueba preconstituida en un 14% de los casos. ¡°El 76% fueron condenas y precisamente todas las absoluciones se basaban en contradicciones en el testimonio de la v¨ªctima. Adem¨¢s, un 20% de los juicios tardaron cinco a?os en celebrarse, y deber¨ªa ir m¨¢s r¨¢pido, son casos muy graves y no necesitan tanta prueba¡±, subraya ?ngela Alemany, letrada y una de las autoras del informe. Tambi¨¦n critica que no solo se subestiman los informes psicol¨®gicos privados: ¡°La Administraci¨®n tambi¨¦n hace informes y no se valoran, lo hemos reivindicado muchas veces¡±. Otra queja habitual de las v¨ªctimas es que su agresor siga en contacto con ni?os: solo se aplic¨® la prisi¨®n cautelar en un 14% de los casos. Alemany llev¨® un caso en Madrid donde no se adopt¨® esta medida aunque hab¨ªa incluso prueba de ADN contra el acusado: aprovech¨® para huir de Espa?a. ¡°Pocas veces se les detiene, pero es que sin prueba y con un proceso tan largo hay mucha resistencia¡±, confirma Bartolom¨¦, de ANAR.
¡°Hacen falta m¨¢s medios, y no es una inversi¨®n econ¨®mica enorme. Una c¨¢mara Gesell no cuesta tanto. Es un tema de prioridades, a los d¨¦biles no los defiende nadie. Solo si pasa algo muy grave o los periodistas ponen el foco. En Espa?a hay un total abandono de los menores. Es necesario abrir ese debate¡±, denuncia la juez Natalia Velilla.
El avance de la ¡®ley Rhodes¡¯
La nueva ley de protecci¨®n de la infancia o ley Rhodes (por el pianista ingl¨¦s afincado en Espa?a James Rhodes, que sufri¨® abusos e impuls¨® la norma), ya en los ¨²ltimos tr¨¢mites parlamentarios, ser¨¢ un avance muy esperado. Hace obligatoria la prueba preconstituida hasta los 14 a?os. Ahora depende del juez y el Tribunal Supremo, que la han rechazado en muchas sentencias, por respetar el principio b¨¢sico de que el juez que celebra la vista debe ver y o¨ªr ¨¦l mismo a la v¨ªctima. Pesa que la ley de enjuiciamiento criminal es de 1882, a pesar de sus numerosas reformas. ¡°Es absurdo, en otros pa¨ªses no pasa. Hacemos una prueba preconstituida para que el menor se olvide y recuperarlo con terapia, pero resulta que a los cuatro o cinco a?os lo llaman al juicio. Adem¨¢s de perjudicarle, va contra su credibilidad, porque se le pueden olvidar detalles, caer en contradicciones. Hace falta un cambio de mentalidad en los jueces¡±, critica la fiscal Valcarce.
La reforma tambi¨¦n abre la v¨ªa a la creaci¨®n de juzgados especializados en infancia, aunque est¨¢ por ver si se hace realidad y cuenta con financiaci¨®n suficiente. Por ejemplo, la memoria econ¨®mica solo prev¨¦ una sala Gesell por provincia, a todas luces insuficiente. ¡°El Estatuto de la V¨ªctima de 2015, que crea oficinas de acompa?amiento, es maravilloso, pero no se ha dotado a nadie¡±, acusa la juez Velilla. El Congreso de Infancia celebrado la semana pasada calcul¨® que partiendo de los juzgados de familia habr¨ªa que especializar 80 juzgados m¨¢s hasta sumar 243 de infancia.
El primer juzgado de infancia
Lo cierto es que uno ya es una realidad. El primer juzgado de infancia de Espa?a, un proyecto piloto, arrancar¨¢ en septiembre en Las Palmas. Tambi¨¦n es pionero en el mundo, como lo fueron los juzgados de violencia de g¨¦nero en 2004. ¡°Nuestro objetivo es cero ni?os en los juzgados¡±, explica su titular, el juez Tom¨¢s Luis Mart¨ªn. Est¨¢n construyendo una Casa de la Infancia en el Instituto de Medicina Legal, lista para 2023, un equivalente a la Barnahus pero dentro de la Administraci¨®n p¨²blica. ¡°La investigaci¨®n est¨¢ estructurada de modo anticuado, hay que estructurar el proceso en torno a la consideraci¨®n de la v¨ªctima. El juzgado es una estructura que, por sobrecarga de trabajo y falta de especializaci¨®n, se ha quedado deshumanizada, entre comillas. El proceso penal no est¨¢ pensado para evitar la victimizaci¨®n, que puede ser m¨¢s gravosa y humillante que el da?o principal¡±. Una de las cosas que ya est¨¢n haciendo es un gesto simple, pero significativo: una c¨¦dula de citaci¨®n interactiva, un dibujo animado que llega al m¨®vil con un mu?eco que le explica al ni?o d¨®nde va a ir y lo que va a hacer.
Un portavoz de la Fiscal¨ªa General del Estado admite que la Administraci¨®n de justicia sufre carencias de car¨¢cter estructural, ¡°pero se ha evolucionado mucho, hay mayor sensibilidad y una evoluci¨®n juriprusdencial en torno a la valoraci¨®n del testimonio de la v¨ªctima¡±. Se refiere a que la sola declaraci¨®n de la v¨ªctima puede tener requisitos suficientes para romper la presunci¨®n de inocencia, como la persistencia en la incriminaci¨®n, la verosimilitud del testimonio y que no haya razones para mentir fruto de la relaci¨®n previa con el querellado.
Con todo, un joven que ha denunciado abusos de un cura y lleva a?os esperando el proceso hace un diagn¨®stico demoledor: ¡°He sentido que se me ha juzgado m¨¢s a m¨ª que al sacerdote que abus¨® de m¨ª. He ido m¨¢s veces al juzgado que ¨¦l. Se ha cuestionado mi versi¨®n infinidad de veces, a pesar de tener al equipo forense a mi favor. El sistema legal no est¨¢ preparado y los jueces carecen de formaci¨®n en este tipo de delitos. Sobre todo si se trata de la Iglesia cat¨®lica. El peso del silencio que durante a?os ha imperado a¨²n se percibe cuando te cierran tu caso sin motivo aparente, alegando que no hay pruebas. A pesar de que las haya. Te sientes insultado y condenado de nuevo al silencio. Si tuviera que darle un consejo a otras v¨ªctimas es que no denuncien. Que se ahorren el calvario judicial¡±.