La salud mental de Am¨¦rica Latina se resiente durante la pandemia
Los sentimientos de ansiedad y depresi¨®n han aumentado durante la pandemia vinculados a los vaivenes del contagio, y a factores estructurales que dificultan su gesti¨®n
De los much¨ªsimos peajes que la pandemia le est¨¢ cobrando al bienestar de la humanidad, uno de los menos visibles pero potencialmente m¨¢s caros a largo plazo est¨¢ en las mentes y las emociones. La disrupci¨®n en nuestra salud mental se cifra, en un primer vistazo, en las cifras de personas que declaraban haberse sentido preocupadas, ansiosas o deprimidas durante cualquiera de las semanas del ¨²ltimo a?o y medio. Pero esto es s¨®lo la punta de un iceberg con ra¨ªces m¨¢s profundas en ...
De los much¨ªsimos peajes que la pandemia le est¨¢ cobrando al bienestar de la humanidad, uno de los menos visibles pero potencialmente m¨¢s caros a largo plazo est¨¢ en las mentes y las emociones. La disrupci¨®n en nuestra salud mental se cifra, en un primer vistazo, en las cifras de personas que declaraban haberse sentido preocupadas, ansiosas o deprimidas durante cualquiera de las semanas del ¨²ltimo a?o y medio. Pero esto es s¨®lo la punta de un iceberg con ra¨ªces m¨¢s profundas en una de las regiones m¨¢s golpeadas por el virus, y a la vez con condiciones de partida m¨¢s fr¨¢giles para lidiar con todas las consecuencias que ¨¦ste nos ha tra¨ªdo.
Los vaivenes del contagio han producido picos (y valles) de ansiedad. En los grandes pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, los aumentos de casos ven¨ªan acompa?ados casi siempre de un repunte en el porcentaje de personas que durante esos d¨ªas declaraban haber experimentado esa sensaci¨®n.
En la mayor¨ªa de pa¨ªses, adem¨¢s, abril y mayo de 2020 mostraron grados de ansiedad mucho m¨¢s altos de los que cabr¨ªa esperar por la a¨²n baja difusi¨®n del virus por aquel entonces. Posiblemente, la anticipaci¨®n de lo que estaba por llegar (uno de los rasgos definitorios de los patrones de la ansiedad) dispar¨® las cifras, que despu¨¦s se normalizar¨ªan. En Brasil, Per¨² o Chile este emparejamiento es notable. Pero otro fen¨®meno se aprecia, con particular intensidad en Colombia o M¨¦xico: despu¨¦s de un pico fuerte de contagios, el reporte de sensaciones de ansiedad se mantiene elevado por un tiempo, sin llegar a ceder del todo, indicando una suerte de alerta m¨¢s permanente en el tiempo, que es el espejo de la anticipaci¨®n observada hace 18 meses.
Mientras los reportes de ansiedad han seguido estas din¨¢micas variables, el porcentaje de personas que declaraba sensaciones de tipo depresivo ha aumentado de manera sensiblemente m¨¢s consistente en casi todos los pa¨ªses durante el periodo.
En algunos, como Brasil o Colombia, la tendencia parece haber comenzado a ceder en meses recientes, pero con una bajada en pendiente mucho m¨¢s suave que el ascenso, sugiriendo que la vuelta a la normalidad mental y emocional va a ser m¨¢s lenta que su ruptura, probablemente en paralelo con una salida de la pandemia y todo lo que la rodea que no se plantea ni f¨¢cil, ni r¨¢pida.
Contexto de partida
Estos reportes de sentimientos de ansiedad, depresi¨®n o simplemente de preocupaci¨®n no corresponden en ning¨²n caso con diagn¨®sticos de trastornos de ansiedad o depresi¨®n. Es decir: una persona con dicho diagn¨®stico tendr¨¢ las sensaciones correspondientes, pero su presencia puntual no implica una patolog¨ªa estructural. Ahora bien: cuando se contrapone el reporte pand¨¦mico con la prevalencia de los diagn¨®sticos cl¨ªnicos en cada pa¨ªs antes de la pandemia, resultan dos relaciones relativamente claras. A mayor prevalencia de ansiedad o depresi¨®n en 2017, m¨¢s alto es el porcentaje de personas que reportan sentimientos de ansiedad o depresi¨®n, respectivamente, en 2020 y 2021.
Este v¨ªnculo abre la puerta para una retroalimentaci¨®n de doble v¨ªa. Las personas que ya dispon¨ªan de una patolog¨ªa previa pueden ver c¨®mo esta se profundiza, o simplemente sobrevive, gracias al contexto pand¨¦mico. Y a otras se les puede activar el problema hasta quiz¨¢s el punto de volverse constante. En Estados Unidos, por ejemplo, ya se registran aumentos significativos de s¨ªntomas relacionados con des¨®rdenes ansiosos, particularmente entre adultos j¨®venes (18-24 a?os), m¨¢s sensibles a la interrupci¨®n de su curso vital que ha supuesto la pandemia en un momento clave para su madurez, tanto social como emocional.
A ello habr¨ªa que a?adir la saturaci¨®n de unos servicios de salud mental que, al igual que para el resto de patolog¨ªas, no han podido operar de manera normal durante la pandemia, algo sobre lo que advirti¨® en octubre la OMS. En Am¨¦rica Latina, el punto de partida era menos s¨®lido de por s¨ª: un informe de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud de 2017 calibraba la cobertura para problemas de salud mental en los pa¨ªses de todo el continente americano, bas¨¢ndose en en opiniones de expertos de cada pa¨ªs. El consenso: a menor nivel de ingresos, menos cobertura. Regionalmente esto se hace notar con particular intensidad en Centroam¨¦rica y el Caribe latino.
A la deficiencia de la oferta se le a?ade la dificultad de que ¨¦sta llegue a la demanda que la necesita. Desde hace un tiempo, campa?as de sensibilizaci¨®n y desestigmatizaci¨®n como la colombiana #NoEsDeLocos han estado tratando de construir esos puentes. De igual manera, la visibilidad que referentes deportivos, como la gimnasta Simone Biles, o culturales, como el reguetonero J Balvin, le ha otorgado a este abanico de trastornos a trav¨¦s de sus propios testimonios puede contribuir a consolidar una demanda m¨¢s homog¨¦nea, informada y estable de apoyo cl¨ªnico. Sin embargo, igual que el camino para recibir tratamiento es distinto entre pa¨ªses y dentro de los mismos por segmento socioecon¨®mico, tambi¨¦n lo son los factores m¨¢s hondos que no s¨®lo condicionan el acceso efectivo, sino la probabilidad de que ciertas patolog¨ªas emerjan y arraiguen en un contexto pand¨¦mico.
Factores estructurales
Los problemas de salud mental son por definici¨®n el producto de una interacci¨®n entre individuo y entorno. En los datos detallados de EE UU durante la pandemia se observa, por ejemplo, que mientras un 17% de las personas en hogares con ingresos por encima de 90.000 d¨®lares anuales esperaban que la crisis de la covid-19 tuviera un ¡°gran impacto¡± en su salud mental, el porcentaje se duplicaba (35%, un tercio) entre aquellas en hogares con menos de 40.000 d¨®lares al a?o.
A tenor de estos datos, podr¨ªa decirse que unas condiciones de vida que producen menor margen de seguridad, menos espacio para completar objetivos personales, y, en definitiva, mayor incertidumbre, pueden favorecer la emergencia de cuadros sintom¨¢ticos relacionados con depresi¨®n o ansiedad.
Y, efectivamente, las preocupaciones b¨¢sicas, como cubrir las necesidades financieras o de alimentaci¨®n, han sido particularmente altas durante la pandemia. Tambi¨¦n lo ha sido el intento de evitar contactos humanos, materia prima para cubrir necesidades socioemocional. Todas ellas se han dejado notar sobre todo en Bolivia, Venezuela o Guatemala.
De hecho, existe una relaci¨®n aparente entre el nivel de ingresos inicial en el pa¨ªs y el grado de preocupaciones materiales durante la pandemia.
Esta misma relaci¨®n tambi¨¦n se produce con la disponibilidad de cobertura en salud mental, produciendo una suerte de c¨ªrculo vicioso, o trampa de pobreza, que podr¨ªa estar profundiz¨¢ndose en el contexto pand¨¦mico.
No ser¨¢ hasta dentro de a?os que los datos de incidencia de trastornos con diagn¨®stico cl¨ªnico permitir¨¢ confirmar o descartar esta hip¨®tesis, poniendo precio a este peaje particular que pagar¨¢n las mentes y las emociones.
Fuentes. Los datos de reportes de sentimientos de ansiedad, depresi¨®n, preocupaciones o contactos durante la pandemia provienen de la Global COVID-19 Trends and Impact Survey, mantenida por la Universidad de Maryland, con acceso a los datos agregados a trav¨¦s de esta API. Esta encuesta se realiza a trav¨¦s de (y en colaboraci¨®n con) la plataforma de Facebook. En todos los casos se ha empleado exclusivamente datos con muestras lo suficientemente grandes como para ser representativas, aplicando los pesos poblacionales correspondientes.
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