Hablan los menores de los centros de acogida: ¡°No es qu¨¦ he hecho. Es qu¨¦ me han hecho a m¨ª¡±
Varios adolescentes tutelados, provenientes de familias desestructuradas con problemas de drogas o de alcohol, explican c¨®mo es su vida diaria, de qu¨¦ se quejan, por qu¨¦ se fugan y por qu¨¦ se sienten estigmatizados
Cada uno de los 35.883 menores que, seg¨²n el Observatorio de la Infancia de 2020, vive en centros de protecci¨®n o en familias de acogida en Espa?a, carga una biograf¨ªa distinta y dif¨ªcil. La mayor¨ªa procede de familias desestructuradas, con padres adictos a las drogas o al alcohol, con dolencias psicol¨®gicas. El caso de las menores tuteladas por la Comunidad de Madrid que acabaron hace meses explotadas sexualmente por redes mafiosas en los peo...
Cada uno de los 35.883 menores que, seg¨²n el Observatorio de la Infancia de 2020, vive en centros de protecci¨®n o en familias de acogida en Espa?a, carga una biograf¨ªa distinta y dif¨ªcil. La mayor¨ªa procede de familias desestructuradas, con padres adictos a las drogas o al alcohol, con dolencias psicol¨®gicas. El caso de las menores tuteladas por la Comunidad de Madrid que acabaron hace meses explotadas sexualmente por redes mafiosas en los peores barrios de la ciudad demuestra hasta qu¨¦ punto estos menores heridos por el abandono se encuentran expuestos a lo peor y constituyen probablemente la parte m¨¢s vulnerable de la sociedad. Ellos se quejan, adem¨¢s, de que se les estigmatiza cuando solo son v¨ªctimas. Suman 35.883 historias muy duras. Aqu¨ª s¨®lo caben ocho.
Abel (17 a?os): ¡°Estoy en centros desde los 12 a?os porque mi madre ten¨ªa problemas con la droga y con el dinero. Mi padre se fue de casa un d¨ªa cuando yo ten¨ªa cuatro. Se fue a por tabaco y ya no volvi¨® nunca. Yo estaba con mi t¨ªo, mi padre dijo ¡®ahora vuelvo¡¯ y no volvi¨®. Yo tambi¨¦n he tenido problemas con las drogas. He estado en cuatro centros distintos. En uno, cuando llegaba tarde, me dejaban sin cenar. En otros me pegaban. Y me escap¨¦. Estuve fugado seis meses en Madrid, a mi bola. Ten¨ªa 16 a?os.¡±
Ana (16 a?os): ¡°Yo entr¨¦ en un centro porque desde peque?a mi padre me maltrataba. Y hace dos a?os, cuando mi padre me puso otra vez la mano encima, mi hermano lo denunci¨®. Los servicios sociales decidieron que tampoco estaba segura con mi madre. As¨ª que un d¨ªa, hace seis meses, me fueron a buscar los de servicios sociales, de malas maneras, cuando yo estaba en el instituto, a la vista de todos. Y me trajeron aqu¨ª. A veces, me fugo para estar con mi madre¡±.
Sara (15 a?os): ¡°Fue hace unos meses. Hab¨ªa hablado con una amiga que estaba en un centro y le pregunt¨¦ que qu¨¦ tal. Yo estaba de acogida en casa de una t¨ªa m¨ªa. A los profesores les dije que no estaba bien. Y ellos vieron por las notas que algo me pasaba. Y preguntaron en mi familia de acogida, en casa de mi t¨ªa. Yo ten¨ªa mis pruebas, las fotos. Me hab¨ªa buscado la vida para demostrar la verdad. Porque un maltratador nunca dice: ¡®S¨ª, la he maltratado¡¯. Los de los servicios sociales me avisaron de c¨®mo ser¨ªa todo. Pero yo ya estaba convencida de lo que quer¨ªa hacer, quer¨ªa volver a mis notas, a estar bien, tener un futuro. Y me vine al centro. Lo m¨¢s duro fue que en el instituto donde yo iba desde peque?a, tuve que explicar por qu¨¦ ya no estaba en mi casa. Los educadores me preguntaron si quer¨ªa cambiarme de instituto y al principio dije que no. Pero luego, te vienen recuerdos, te da ansiedad por ver que ese es el sitio en el que te sentabas cuando eras peque?a, por creer que te vienen a buscar. Y me cambi¨¦. En Navidad. Empec¨¦ como nueva y a nadie le importa si voy a un centro o si no¡±.
Azul (16 a?os): ¡°Mi padre lo tuvo que aceptar. No le qued¨® m¨¢s remedio. Yo hab¨ªa estado en dos familias de acogida, tutelada por Servicios Sociales. Despu¨¦s la tutela pas¨® a mii padre. Pero ¨¦l no pod¨ªa manejar sus asuntos y lo pagaba conmigo, por as¨ª decir. Ahora le est¨¢n ayudando con un psic¨®logo. Voy a verlo los fines de semana¡±.
Sara: ¡°Cuando t¨² dices que eres de un centro siempre te preguntan lo mismo: ¡®?Y qu¨¦ has hecho?¡¯. Y t¨² no has hecho nada. Te han hecho algo a ti¡±.
Abel: ¡°No pod¨ªa estar m¨¢s tiempo fugado. Seis meses era mucho. Y me entregu¨¦ a este centro. No me rega?aron al entrar. Me pusieron la cena. Y me hablaron al d¨ªa siguiente. Hice un trato con el educador, ahora estoy bien, hago mis cursos, uno de reparador de m¨®viles, que no es lo m¨ªo, y otro de alba?il, que s¨ª me gusta. No me fugo. Me fumo mis porros fuera, pero nada m¨¢s. Los educadores aqu¨ª me apoyan en todo. Esto tiene sus reglas, pero los educadores est¨¢n ah¨ª, intentan que te sientas bien. Son lo m¨¢s parecido a una familia. Yo he tenido a mi familia, a mi madre, pero, en el fondo, no la he tenido, porque no he podido contar con ella, ni contarle mis problemas¡±.
Azul: ¡°Yo estoy en un centro especial, que se llama de alta intensidad [centro en el que se intensifican los controles por la vulnerabilidad de los menores y por el riesgo que corren]. Tiene muchas normas. Algunas absurdas. No te puedes dar un abrazo con tu compa?ero, porque es una ¡®conducta sexualizada¡¯. Los educadores nos establecen una rutina, todo tiene una hora. Hay muchos protocolos. El de mesa, por ejemplo, es as¨ª: tenemos que poner la mesa, comer cada uno en nuestro sitio asignado y quedarnos ah¨ª hasta que todo el mundo acaba. Y luego, a nuestro cuarto. Si haces algo mal, pues reparaci¨®n, que puede ser pr¨¢ctica o escrita. Pr¨¢ctica es que t¨² reparas lo que has roto. Escrita es que respondes a ciertas preguntas, por qu¨¦ has hecho eso, c¨®mo debes de actuar la pr¨®xima vez¡ Todas las normas son muy generales, nunca hechas para un caso concreto. Si un ni?o ha tenido problemas y pega un chillido, le hacen lo mismo que a otro que ha robado o lo que sea: una contenci¨®n, que es que te tiran al suelo y te reducen. Es duro ver c¨®mo hacen contenciones a tus compa?eros, porque al fin y al cabo convives con ellos y est¨¢s 24/7 con ellos, comiendo con ellos, viendo la tele, riendo¡ Es muy duro e impactante¡±.
Pablo (16 a?os): ¡°Yo en mi casa no quer¨ªa hacer nada, no hac¨ªa los deberes, y ahora en el centro estudio, hago los deberes y saco buenas notas. Mi padre se emborrachaba y pegaba a mi madre. Y los educadores sab¨ªan lo que me iba a pasar en vacaciones si estaba en casa. Yo estoy much¨ªsimo mejor en el centro a como estaba en casa¡±.
Noem¨ª (18 a?os): ¡°Llegu¨¦ a los 12 a?os de Colombia, adoptada. Pero mi madre espa?ola no hizo carrera de m¨ª. No se adapt¨® a m¨ª ni yo a ella. Y a los 14 ingres¨¦ en un centro. Ah¨ª segu¨ª siendo un poco mala, segu¨ª port¨¢ndome mal¡±.
Lo m¨¢s duro fue explicar en el instituto por qu¨¦ ya no estaba en mi casa
Marta (15 a?os): ¡°Si yo quiero, puedo salir con amigos o familiares, no estoy presa. Esto es un centro de protecci¨®n, no de reforma. Pero para pasar la noche fuera, necesitamos autorizaci¨®n. Mi tutela la tiene la comunidad aut¨®noma. Por eso, para ir al m¨¦dico o para operarme, pues tiene que firmar mi tutor¡±.
Azul: ¡°A m¨ª me dan 15 euros a la semana de paga¡±.
Pablo: ¡°A m¨ª me dan m¨¢s, 20, pero me apartan siete para guardarlos para cuando cumpla los 18 a?os¡±.
Sara: ¡°A m¨ª tambi¨¦n me guardan dinero para cuando tenga los 18¡å.
Marta: ¡°Siempre hay cosas que... Las circulares que nos dan en el instituto, por ejemplo. Siempre ponen padre o madre. Justo esta semana nos han dado una circular que yo no puedo rellenar, que pone padre o madre. Te hacen preguntas para una estad¨ªstica: cu¨¢ntos libros ten¨¦is en casa, cosas as¨ª, y mi tutora no puede firmarla, porque no es real. A lo mejor tenemos 50 libros, en el centro, pero no es real. O te hacen cuestionarios: en qu¨¦ trabaja tu padre o tu madre¡ Esas tonter¨ªas, ?y t¨² qu¨¦ pones?¡±.
Sara: ¡°Los compa?eros del instituto te preguntan: ¡®?Podemos hacer un trabajo?¡¯. Y yo les respondo que estoy en un centro, tengo algunas normas y ya, pues te hacen la pregunta: ¡®?Qu¨¦ has hecho?¡¯. Y yo: ¡®Nada, es por problemas familiares, que tal y que cual¡¯. Nuestra situaci¨®n es una cosa que se desconoce, si se normalizara m¨¢s, pues estar¨ªa mejor y no pasar¨ªan estas cosas, con estas preguntas, que no sabes ni qu¨¦ decir¡±.
Pablo: ¡°Yo muchas veces, sin querer dar explicaciones, las he tenido que dar porque si no se malinterpretaba. O en clase mismo, yo me siento muy inc¨®modo cuando te preguntan qu¨¦ tal con tus padres, qu¨¦ tal el d¨ªa a d¨ªa, y yo tengo que contar lo que hago en el centro, y pienso que lo van a saber todo y te sientes mal. El otro d¨ªa, para una cosa de medioambiente, nos preguntaron cu¨¢ntas lavadoras pon¨ªamos en nuestra casa. Yo estoy en una unidad de siete personas, siete menores. ?Y qu¨¦ digo ah¨ª? Me invent¨¦ que tres y ya¡±.
Sara: ¡°Yo me he fugado una vez. No me castigaron mucho por eso: dos d¨ªas sin salir y retirada de paga. Me fugu¨¦ porque estaba nerviosa, en la calle vi a una persona que me produjo mucha ansiedad. Y no volv¨ª al centro. Me vine muy abajo, me encontr¨¦ con un amigo y me fui con ¨¦l. No es que me fuera de fiesta. En ese momento el centro me produc¨ªa m¨¢s ansiedad todav¨ªa. Porque, si hubiera ido en ese estado, me hubieran dicho, vamos a dar una vuelta con una educadora. Y a m¨ª eso no me sirve de nada. Prefiero hacerlo sola, pasear, ir por ah¨ª, escuchar m¨²sica, me siento mejor. En el centro sientes que te vuelven a atrapar, no s¨¦, es algo muy raro¡±.
Azul: ¡°Yo me escap¨¦ hace seis meses, cuando llevaba tres en el centro y a¨²n no ten¨ªa salidas programadas para ver a mi padre. Ten¨ªa todo el tiempo a un educador detr¨¢s de m¨ª, como una sombra, y no pod¨ªa hacer vida normal. As¨ª que una compa?era y yo dijimos: ¡®?Nos vamos?¡¯. Y nos fuimos. Y estuvimos un d¨ªa y medio por ah¨ª, hasta que nos pill¨® la Guardia Civil. El castigo fue estar dos d¨ªas encerradas en la habitaci¨®n, con un educador pendiente, haciendo fichas de asignaturas¡±.
Ra¨²l (41 a?os): ¡°Yo me fugaba cuando ten¨ªa 12 a?os, cada viernes, para que no me entregaran a mis padres y tener que pasar con ellos el fin de semana. Una hora o media hora antes de que llegaran saltaba la valla y me iba por ah¨ª, muchas veces a casa de un amigo del colegio. Su madre me acog¨ªa. Era ¡ªes, porque a¨²n vive¡ª una persona maravillosa e inteligente, que no hac¨ªa preguntas. Con mis padres ten¨ªa que ir a una chabola o a la calle. Hab¨ªa peleas todo el tiempo entre mi madre y la otra mujer de mi padre, que se mataban entre ellas. Se tiraban ceniceros o platos a la cara. Y mi padre, para separarlas, les pegaba¡±.
La droga te quita las penas y los problemas. Por eso cada d¨ªa quieres m¨¢s
Noem¨ª: ¡°Me fugaba constantemente, estaba fuera semanas, y ah¨ª consum¨ªa: marihuana y hach¨ªs. Los educadores pon¨ªan una denuncia cuando estaba fuera 24 horas, pero la polic¨ªa no me buscaba ya mucho, porque era perder el tiempo, dec¨ªan. Aunque alguna vez s¨ª que vi que llevaban una foto m¨ªa en el coche patrulla para ver si me ve¨ªan. Me iba con mi pareja, que tambi¨¦n consum¨ªa y que vend¨ªa drogas. Mi madre not¨® que empezaba a estar mal y me lo dec¨ªa. Yo ten¨ªa una amiga en el centro, Julia, que hac¨ªa lo mismo que yo: se escapaba todo el rato, tambi¨¦n iba con una pareja que consum¨ªa y vend¨ªa droga, se dedicaba al narcotr¨¢fico chiquito. Fum¨¢bamos mucho, las dos: ocho o nueve porros al d¨ªa. La droga es como tu mano derecha, te quita las penas y los problemas. Por eso cada d¨ªa quieres m¨¢s¡±.
Ra¨²l: ¡°Aprend¨ª a mentir. Me hice mentiroso. Una de las razones por las que me gusta escribir es porque yo me inventaba historias cuando iba con mis padres los fines de semana. Les ment¨ªa durante horas y horas, cada vez que ve¨ªa que hab¨ªa un momento de tensi¨®n en que se iban a pelear. Llamaba su atenci¨®n y me inventaba una historia, una historia de la hostia, como que hab¨ªa habido un incendio en el colegio, y as¨ª lograba que estuvieran pendientes de la historia y no se pelearan. Por un ratito¡±.
Sara: ¡°El otro d¨ªa estuvimos hablando en el centro de los casos de las chicas que salieron en la prensa. Y de la prensa en general. Y muchos ni?os est¨¢bamos de acuerdo en que por ser ni?os de centros sacan noticias que no sacar¨ªan si fueran ni?os de su casa. Por ser de centros es m¨¢s f¨¢cil que salgan noticias cuando haces algo malo¡±.
Azul: ¡°A mi centro han venido algunas chicas que han estado explotadas sexualmente por redes. Estaban en otros centros y han sido derivadas a este de alta intensidad. Y me han llegado a decir que estaban mejor en la calle que en el centro. Porque supongo que ah¨ª ten¨ªan su dinero, sus cosas, se sent¨ªan m¨¢s libres. Aunque supongo tambi¨¦n que para la edad que tienen no era la libertad que les conviene¡±.
Abel: ¡°Yo he conocido algunas chicas as¨ª en un par de centros. Empiezan porque quieren dinero. Para sus cosas. Quieren ropa cara, ir de fiesta. Y droga. Y un chaval, de fuera o de dentro del centro, las mete. Y para la chica, al principio es una tonter¨ªa, pero cuando se quiere dar cuenta es una puta. La droga cuenta mucho. Al final todo el dinero es para la droga. No robas para comer. Robas para drogarte¡±.
Noem¨ª: ¡°Yo not¨¦ que estaba al borde de un abismo. Pero algo dentro de m¨ª hizo clic. Fue el d¨ªa en que me detuvieron por desacato a la autoridad, por pegar a un polic¨ªa. Entonces ya vend¨ªa droga junto a mi pareja. Toqu¨¦ fondo. Y quise salir. Volv¨ª al centro. Me madre ayud¨®. Dej¨¦ a mi pareja, porque no encajaba con el cambio que yo quer¨ªa dar, ¨¦l me met¨ªa en muchos problemas, con ¨¦l no estaba bien. Mi amiga Julia iba como yo. La diferencia es que ella no ten¨ªa a nadie. Su madre se dedic¨® durante un tiempo a la prostituci¨®n. Su novio la maltrataba, le pegaba. ?l tambi¨¦n hab¨ªa sufrido palizas de peque?o. El enganche de Julia con su novio era muy fuerte, como yo con el m¨ªo, como la droga. Una vez lo dej¨®, quiso cambiar, hacer lo mismo que yo. Vino al centro, ten¨ªa morados, ara?azos, un esguince en el pie. Estaba fe¨ªta, delgada. Pero no contaba nada. Hab¨ªa que sac¨¢rselo todo con sacacorchos. Le daba miedo salir a la calle. Por si se encontraba con su novio. Al final lo denunci¨®, se puso bonita, engord¨®, dej¨® de fumar hach¨ªs por un tiempo y dijo que iba a dejar la droga, que iba a portarse bien, pero algo sucedi¨®, no s¨¦, el dinero f¨¢cil, lo del esfuerzo le costaba mucho. No lo consigui¨®. S¨¦ que tuvo tratos con una proxeneta conocida aqu¨ª, de veintitantos a?os, con muchos seguidores en Instagram, que ten¨ªa un piso, que se queda con el 50% del dinero¡±.
Ra¨²l: ¡°El pensar que a los 18 a?os me ten¨ªa que ir del centro cambi¨® mi vida desde ni?o. Me dio una concepci¨®n del tiempo brutal. Las preguntas son siempre las mismas: Qu¨¦ va a pasar conmigo, d¨®nde voy a acabar, qui¨¦n est¨¢ ah¨ª para ayudarme. Cada a?o que pasaba era una angustia mayor¡±.
Sara: ¡°Angustia no, pero, bueno, s¨ª miedo. Sabemos que no estamos completamente solos, aunque no tengamos familia. Hay talleres para aprender oficios, pisos de emancipaci¨®n a los que puedes ir con 18 a?os¡±.
Por ser ni?os de centro sacan noticias que no sacar¨ªan si fueran ni?os de su casa
Abel: ¡°Yo tengo miedo. Estoy haciendo cursos para cuando salga fuera, pero no es como otro chaval que tiene a su madre. Yo cuando salga estoy en la calle. Puedo ir a casa con mi madre, que vive con mi abuelo, pero, buf, no me conviene. Hace muchos a?os que yo no le pido nada a ella y que ella no me pide nada a m¨ª. A m¨ª me da miedo salir y verme en la calle¡±.
Noem¨ª: ¡°Yo estoy en un piso de la Cruz Roja para mayores de 18 a?os. Me estoy sacando la ESO en un curso para adultos. Con buenas notas. He perdido el contacto con Julia. No s¨¦ qu¨¦ ha sido de ella¡±.
Ra¨²l: ¡°He arrastrado miedos y soledad toda mi vida. Miedo no solo a estar solo, sino a no entender la sociedad. Yo no sab¨ªa lo que era tener una familia. No tengo a mis padres, no los tuve, ni a mis t¨ªos. Yo no tengo a nadie. A mi mujer le pasa algo y llama a su madre. Yo no. Miras para atr¨¢s y solo hay un centro. Nosotros no viv¨ªamos la vida cotidiana de los dem¨¢s, con sus alegr¨ªas y tristezas, para nosotros la vida era era centro, centro, centro, paredes. Tard¨¦ mucho en tener hijos. Ten¨ªa miedo. A que les pasara algo, a que me los quitaran. Y eso que mi mujer tiene un buen trabajo y yo tambi¨¦n. Pero los miedos nunca se van. Cuando has conocido la desgracia¡. La vida, en un porcentaje muy alto, es suerte. Y yo ya s¨¦ lo que es caer del otro lado¡±.
Abel: ¡°Yo cuando salga no ir¨¦ a Madrid. Es muy grande, ah¨ª est¨¢ mi familia. Yo quiero empezar en otro sitio. Quiero desaparecer del mapa, irme a otro lugar y formar una familia¡±.
Ana: ¡°Yo s¨¦ que todo esto sirve de algo, te hace madurar, te hace ver que no todo es tan bonito, que no todo va bien en la vida. Yo quiero irme cuando salga de aqu¨ª. Porque estar aqu¨ª, en esta ciudad, me hace recordar todo lo que he vivido. As¨ª que prefiero irme, empezar de cero y estar bien¡±.
Ra¨²l: ¡°A los 18 a?os me fui a Berl¨ªn. No hablaba ni una palabra de alem¨¢n. Era la soledad m¨¢s absoluta. Pero con una diferencia: pod¨ªa ser quien yo quisiera. Estuve cuatro a?os. Volv¨ª. Me ha ido bien. Pero, en fin¡ Los chicos como yo hemos crecido sin comprender bien por qu¨¦ nos ha pasado lo que nos ha pasado, creyendo que todo lo dem¨¢s es fant¨¢stico y t¨² eres un desgraciado. Creces pensando que tus padres te han rechazado o no te han cuidado bien, con sensaci¨®n de culpa. T¨² tambi¨¦n te preguntas: ¡®?Habr¨¦ hecho algo?¡±.