La pederastia, problema de poder
Los abusos a menores en la Iglesia no son casos aislados, sino unos cr¨ªmenes de car¨¢cter estructural que se tratan de blindar frente la justicia desde tiempos inmemoriales
El negacionismo, el silencio y el ocultamiento de los cr¨ªmenes de pederastia durante d¨¦cadas, primero, el encubrimiento y la falta de denuncia ante los tribunales de justicia, despu¨¦s, y, ahora, la auditor¨ªa encargada por la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) al despacho de abogados Cremades & Calvo Sotelo, cuyo ...
El negacionismo, el silencio y el ocultamiento de los cr¨ªmenes de pederastia durante d¨¦cadas, primero, el encubrimiento y la falta de denuncia ante los tribunales de justicia, despu¨¦s, y, ahora, la auditor¨ªa encargada por la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) al despacho de abogados Cremades & Calvo Sotelo, cuyo presidente, Javier Cremades, ha reconocido su pertenencia al Opus Dei, organizaci¨®n eclesi¨¢stica encubridora de pederastas en su seno, son la mejor demostraci¨®n del desprecio a las v¨ªctimas, de la falta de compasi¨®n hacia ellas por parte de la jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola, que se convierte as¨ª en responsable y c¨®mplice de dichos cr¨ªmenes.
No vale decir que se trata de casos aislados y marginales, ni, como excusa, que la mayor¨ªa del clero cat¨®lico y de los formadores de seminarios y noviciados de congregaciones religiosas han demostrado una conducta ejemplar. No, no son casos aislados y marginales, ni la pederastia es algo excepcional. Se trata de un problema estructural que debe resolverse a trav¨¦s de una transformaci¨®n igualmente estructural de la Iglesia cat¨®lica. Los pederastas se ubican en el ¨¢mbito de lo sagrado, que es considerado espacio protegido, es excluido del ¨¢mbito c¨ªvico y se pretende blindar frente a cualquier acci¨®n judicial. As¨ª se viene procediendo desde tiempos inmemoriales.
La pederastia se produce en todos los espacios del poder eclesi¨¢stico y en los diferentes niveles de sus dirigentes: cardenales, arzobispos, obispos, miembros de la curia romana, miembros de congregaciones religiosas, responsables de parroquias, capellanes de congregaciones religiosas femeninas, profesores de colegios religiosos, formadores de seminarios y noviciados, padres espirituales, confesores, etc. Todos ellos se consideran representantes de Dios, y sus comportamientos, por muy perversos que sean, se ven legitimados por ¡°su¡± Dios, el Dios var¨®n que ellos han creado a su imagen y semejanza para ser perdonados por sus cr¨ªmenes, librarse de las condenas terrenales y, a trav¨¦s de la absoluci¨®n, tambi¨¦n de las penas eternas.
Este es su razonamiento: solo Dios es capaz de juzgar y, en su infinita misericordia y bondad, perdona los pecados, no solo los veniales, sino tambi¨¦n los mortales por muy graves que sean. Se crea as¨ª un cerco eclesi¨¢stico que impide llevar los casos de pederastia a los tribunales civiles.
La ra¨ªz de la pederastia se encuentra en el poder detentado por las personas sagradas, un poder omn¨ªmodo y en todos los campos: sobre las conciencias que requieren de gu¨ªas morales que ayuden a discernir el bien del mal, y esos gu¨ªas son los representantes de Dios; sobre las mentes para uniformarlas sin posibilidad de disentir y para discernir la verdad de la falsedad, que llega a poner entre par¨¦ntesis la raz¨®n y reclama la iluminaci¨®n de la fe bajo la gu¨ªa del magisterio eclesi¨¢stico; sobre las almas, que, desde una antropolog¨ªa dualista, es lo ¨²nico a salvar del ser humano; poder f¨¢lico sobre los cuerpos, que se convierten en propiedad de las masculinidades sagradas, objeto de colonizaci¨®n y territorio de uso y abuso.
Es, en fin, un poder omn¨ªmodo, sin control de instancia humana alguna, sin equilibro de otros poderes, porque en la Iglesia cat¨®lica no hay divisi¨®n de poderes, sino que todos est¨¢n concentrados en el Papa y en sus representantes, nombrados con el dedo del Sumo Pont¨ªfice, como tampoco hay democracia que reconozca el derecho a elegir o cesar a los representantes, ni reconocimiento y respeto de los derechos humanos de los cristianos dentro de la Iglesia cat¨®lica.
Pero no es un poder cualquiera, sino un poder patriarcal sobre las mujeres, los ni?os, las ni?as, los adolescentes, los j¨®venes y las personas discapacitadas. A las mujeres se les impone una moral de esclavas, que se resume en estos verbos: obedecer, someterse, soportar, aguantar, sacrificarse por, depender de, cuidar de, perdonar, renunciar, privarse de, callar. Un poder que se caracteriza por tener una organizaci¨®n jer¨¢rquico-piramidal donde las personas creyentes de base no tienen otra funci¨®n que la de cumplir ¨®rdenes y donde las mujeres son excluidas del acceso directo a lo sagrado y de los ¨¢mbitos donde se toman las decisiones que afectan a toda la comunidad cristiana. La pederastia clerical se convierte as¨ª en la mayor perversi¨®n de la divinidad, de lo sagrado y de la religi¨®n.
?Pueden erradicarse tama?as agresiones sexuales? Mi respuesta es negativa mientras impere en la Iglesia cat¨®lica la masculinidad hegem¨®nica convertida, adem¨¢s, en sagrada, y siga siendo la base del ejercicio del poder. No ser¨¢ posible la erradicaci¨®n mientras el patriarcado sea la ideolog¨ªa y el orden religioso sobre el que se sustente la organizaci¨®n eclesi¨¢stica. Menos todav¨ªa mientras los ministerios eclesiales sean ejercidos solo por el clero y la jerarqu¨ªa se apropie de la eclesialidad en exclusiva.
Creo posible, no obstante, la erradicaci¨®n de la pederastia si se deconstruye la actual estructura doctrinal, organizativa, legislativa autoritaria, patriarcal, hom¨®foba, sexista, estamental y clerical y se produce un cambio de paradigma, una verdadera eclesiog¨¦nesis (Leonardo Boff) y una transformaci¨®n de la imagen del Dios padre padrone, porque, como afirma Rafael S¨¢nchez Ferlosio, si no cambian los dioses no cambiar¨¢ nada.