Br¨²jula para orientarse en el debate de la ¡®ley trans¡¯
La enconada discusi¨®n p¨²blica sobre la libre autodeterminaci¨®n de g¨¦nero se enreda en los menores y en conceptos m¨¦dicos que el texto no prev¨¦. 15 comunidades ya regulan con sus competencias
No hay muchas tramitaciones legislativas que hayan generado un debate tan intenso, ruidoso y complejo como el que ha detonado la de la llamada ley trans. Tampoco es muy frecuente que esa conversaci¨®n p¨²blica, cada vez m¨¢s incendiada, acabe tomando vida propia y se desgaje del punto de partida: la posibilidad de que una persona mayor de 16 a?os ...
No hay muchas tramitaciones legislativas que hayan generado un debate tan intenso, ruidoso y complejo como el que ha detonado la de la llamada ley trans. Tampoco es muy frecuente que esa conversaci¨®n p¨²blica, cada vez m¨¢s incendiada, acabe tomando vida propia y se desgaje del punto de partida: la posibilidad de que una persona mayor de 16 a?os acuda al Registro Civil y obtenga un DNI que la identifique con su nombre y sexo sentidos, previo consentimiento informado con el ¨²nico argumento de su libre voluntad. En el seno de los partidos pol¨ªticos, en las redes sociales y en las cenas de amigos se habla de las consecuencias derivadas de lo que dice el proyecto legislativo, pero sobre todo se habla de lo que no dice. De hormonas para adolescentes, de enfermedades mentales y procesos de transici¨®n acelerados, de arrepentimientos, de borrado de las mujeres. Y todo eso adquiere especial virulencia cuando se habla de los menores trans, cuya realidad y diversidad es todav¨ªa poco conocida para la mayor¨ªa.
La libre autodeterminaci¨®n de g¨¦nero, la expresi¨®n de la identidad de g¨¦nero ante las autoridades p¨²blicas, ya se ejerce en Espa?a y est¨¢ regulada en 15 de las 17 comunidades aut¨®nomas. Con ella, los mayores de 16 a?os tienen derecho a figurar en los t¨ªtulos universitarios y escolares con el nombre y sexo sentidos, y con ellos ser¨¢n registrados en los centros de salud y hospitales. Es decir, en todos los ¨¢mbitos en los que las administraciones auton¨®micas tienen competencia para expedir documentos. Esto ya es as¨ª en toda Espa?a, excepto en Asturias y Castilla y Le¨®n, ambas con proposiciones de ley que no han prosperado desde hace al menos cinco a?os, y las ciudades aut¨®nomas de Ceuta y Melilla.
El embri¨®n de la pol¨¦mica
El salto para que el Estado ajustara esta realidad a su propia competencia, la de expedir un DNI, y que lo hiciera, tambi¨¦n, con la sola voluntad del interesado previo consentimiento informado, es el embri¨®n de la pol¨¦mica. Seg¨²n la legislaci¨®n vigente, de 2007, solo los mayores de edad pueden solicitar un cambio registral de sexo en el DNI, y para ello tienen que aportar un diagn¨®stico de disforia de g¨¦nero ¡ªsacada por la OMS de su listado de enfermedades en 2018¡ª, y haber estado recibiendo tratamiento hormonal al menos dos a?os. Desde 2019, cuando el Tribunal Constitucional anul¨® el art¨ªculo de la legislaci¨®n que restring¨ªa esta posibilidad solo a los mayores de edad, ese alcance se extendi¨® a menores con la ¡°suficiente madurez y que se encuentren en una situaci¨®n estable de transexualidad¡±, eso s¨ª, con los mismos requisitos que para los mayores de 18.
Con la eliminaci¨®n de esas condiciones en el proyecto de ley, el Ministerio de Igualdad pretende corregir ¡°el claro desfase de la ley actual con respecto a lo que establece la OMS y a lo que indican todos los est¨¢ndares internacionales de derechos humanos¡±, dice un portavoz. Adem¨¢s, prev¨¦ incluir por primera vez a los menores de entre 12 y 16 a?os en la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero: con aval judicial entre 12 y 14 a?os y con autorizaci¨®n parental de 14 a 16. Sin la menci¨®n registral del sexo, a?ade el portavoz, ¡°hay muchos otros documentos que no pueden facilitar las comunidades¡±. Algunos tan b¨¢sicos como el DNI y el pasaporte, que m¨¢s all¨¢ de la necesidad burocr¨¢tica, representa, sobre todo para los menores, la aceptaci¨®n de quienes son por parte del Estado y se busca ¡°facilitar la vida, el d¨ªa a d¨ªa de las personas trans¡±, dice el portavoz.
Adem¨¢s, la posibilidad de rectificar el sexo en el DNI no es irreversible: a los seis meses se podr¨ªa volver a la situaci¨®n de partida. Las 15 autonom¨ªas que ya recogen la libre autodeterminaci¨®n de g¨¦nero en los registros y archivos de su competencia tambi¨¦n ponen freno a la visi¨®n de la transexualidad como enfermedad y buscan ¡°garantizar el libre desarrollo¡± de su personalidad conforme a esa ¡°identidad auto-percibida y evitar situaciones de sufrimiento e indefensi¨®n¡±. Las comillas son de la normativa de la Comunidad de Madrid, gobernada por el PP.
Desde que el proyecto de ley trans era solo un borrador alojado en el Ministerio de Igualdad, en manos de Podemos, ha sido objeto de controversia por parte de una minor¨ªa de figuras de referencia del feminismo vinculadas al PSOE, el partido mayoritario del Gobierno. De esto hace dos a?os, y ahora, cuando la tramitaci¨®n avanza, es cuando est¨¢ estallando con m¨¢s fuerza la bronca pol¨ªtica. ?ngeles ?lvarez, exportavoz de Igualdad socialista y miembro de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, explica que su oposici¨®n a la norma deriva de que ¡°la propuesta del Gobierno permite que, aunque no seas transexual, puedas modificar el dato registral del sexo¡±. De esta manera, razona, ¡°el sexo pasa a ser un dato subjetivo y por tanto registralmente irrelevante. El sujeto al que se dirige la norma no deber¨ªa ser, como reza el proyecto actual, ¡®toda persona¡¯, sino aquella que presente disconformidad hacia su sexo m¨¦dicamente acreditada¡±.
Sexo e identidad
?lvarez, junto a reconocidas figuras del feminismo como Amelia Valc¨¢rcel, miembro del Consejo de Estado, o Carmen Calvo, ex vicepresidenta del Gobierno y ahora presidenta de la Comisi¨®n de Igualdad donde se debate la norma, enumera las cuestiones de la ley con las que disienten. Arguye que el hecho de ¡°que el sexo pase a ser un dato subjetivo rompe el marco jur¨ªdico de seguridad¡±, para empezar porque la recogida del dato ¡°favorece el fraude registral¡±, ya que los registros civiles solo tienen el ¡°sexo como categor¨ªa, no el g¨¦nero; el uso sinon¨ªmico de ambos t¨¦rminos crea confusi¨®n y elimina el ¨²nico concepto que no es subjetivo: el sexo¡±. Sobre la realidad de la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero que ya opera en las autonom¨ªas, seg¨²n ?lvarez, hay un ¡°problema de partida¡±, y es que ¡°las comunidades han legislado introduciendo conceptos normativos registrales sobre los que no tienen competencia y el proyecto de ley viene a blindar las pr¨¢cticas auton¨®micas en materia de educaci¨®n o sanidad excediendo sus m¨¢rgenes normativos¡±, indica.
La idea del borrado de las mujeres tiene una fuerte contestaci¨®n en el colectivo trans. Uge Sangil, presidenta de la federaci¨®n estatal LGTBI+, responde tirando de argumentario: ¡°Somos menos del 0,1% de la poblaci¨®n. No se pretende borrar el sexo biol¨®gico, porque no se puede, y las personas trans son conscientes de ello. Lo ¨²nico que se pretende es que el sexo biol¨®gico no determine la identidad de nadie. Somos m¨¢s de lo que tenemos entre las piernas¡±.
Los adolescentes
En las ¨²ltimas semanas, en paralelo a la pugna interna de los socialistas a causa de la ley trans, algunas voces m¨¦dicas se han sumado al ya tenso debate, con el acento puesto en los adolescentes. Una de las m¨¢s influyentes es la de Celso Arango, vocal de la Sociedad Espa?ola de Psiquiatr¨ªa. ¡°Yo no estoy en contra de que el menor pueda ir y solicitar el cambio registral¡±, explica por tel¨¦fono. ¡°De lo que estoy en contra es de que pueda hacerlo sin m¨¢s, sin una informaci¨®n y sin saber por qu¨¦ se hace. Yo trato a adolescentes con personalidad l¨ªmite que podr¨ªan estar haciendo eso para un lado y para otro todos los meses¡±, critica. En su opini¨®n, es necesario ¡°poner un filtro, el de una evaluaci¨®n hecha por un profesional de la salud mental¡±. ¡°Porque, vamos a ver¡±, prosigue, ¡°en Espa?a no dejamos que un menor de 18 a?os compre un paquete de tabaco, no permitimos que compre alcohol, ni que conduzca, ni que vote. ?Y por qu¨¦ lo hacemos? Para protegerlos, porque creemos que pueden tomar decisiones que van en su contra, y se trata de poner un peque?o filtro para hacer algo relevante como es cambiarse el sexo en el DNI¡±.
Arango subraya que esa evaluaci¨®n que plantea para que los adolescentes cambien el DNI ¡°no es un diagn¨®stico, porque no puede serlo, pero s¨ª hace falta que ese filtro diga que no hay una condici¨®n [mental] que est¨¦ influyendo en esa decisi¨®n¡±, indica. A ¨¦l le preocupa que un paso como este se d¨¦ en un periodo, la adolescencia, ¡°que es voluble y f¨¢cilmente influenciable¡±. Explica que, por su experiencia cl¨ªnica en el Hospital Gregorio Mara?¨®n en unidades psiqui¨¢tricas no especializadas en g¨¦nero, est¨¢ viendo un aumento de casos de transexualidad que es ¡°un fen¨®meno nuevo¡±: ¡°Est¨¢ pasando que, adolescentes que nunca lo hab¨ªan pensado [ser transexuales], ingresan en una planta despu¨¦s de un intento de suicidio o una crisis psic¨®tica, y all¨ª hay dos o tres adolescentes trans y a los cuatro d¨ªas dicen que ellos tambi¨¦n son trans. En la cl¨ªnica diaria vemos a personas trans a las que les viene muy bien hormonarse y hacerse una cirug¨ªa, pero tambi¨¦n vemos adolescentes que dicen ser trans un d¨ªa y a la semana, mes o a?o ya no¡±.
La teor¨ªa del ¡°contagio social¡± ¡ªque la transexualidad se ¡°expande¡± entre pares en la adolescencia¡ª, la puso sobre la mesa en 2018 una acad¨¦mica estadounidense. Realiz¨® una encuesta online a padres de tres webs reconocidas anti-trans y explic¨® as¨ª un trastorno que ella misma acu?¨®: la disforia de inicio r¨¢pido. Seg¨²n su an¨¢lisis, estaba en parte causada por la teor¨ªa del ¡°contagio social¡±. Nada de esto fue reconocido por ninguna sociedad cient¨ªfica ni organizaci¨®n m¨¦dica de EE UU, que adem¨¢s desaconsejaron usarlo por el da?o y estigmatizaci¨®n a?adidas que pod¨ªa causar. En agosto, un estudio del Hospital Massachusetts publicado en la revista de la Academia Americana de Pediatr¨ªa desmont¨® esa teor¨ªa y advirti¨® de que ¡°no se puede subestimar el efecto nocivo de las hip¨®tesis infundadas que estigmatizan a los j¨®venes con diversidad de g¨¦nero, especialmente en los debates de pol¨ªtica p¨²blica actuales¡±.
La posici¨®n de las familias
El debate de la ley trans ha despertado temores en las familias, en parte porque algunas tienen la sensaci¨®n de que abre la puerta a desproteger a los menores ante decisiones de peso. Asociaciones como Amanda, que agrupa a madres de adolescentes y ni?as con disforia de inicio r¨¢pido [un trastorno que no avala la ciencia], surgen para dar respuesta a esa preocupaci¨®n. La portavoz de la asociaci¨®n, Marta (que prefiere no dar su apellido para proteger la identidad de su hija), afirma que antes de darles acceso a la libre autodeterminaci¨®n de g¨¦nero, es ¡°mejor la espera vigilante¡± para ver si ¡°superan¡± con el tiempo esa ¡°discordancia de g¨¦nero¡±, porque cree que ¡°s¨ª hay menores trans, pero tambi¨¦n otros que lo presentan como s¨ªntomas de otra cosa¡±. Y recalca que ni esta idea ni la de ¡°pedir prudencia¡± supone ¡°transfobia¡±. Otras asociaciones de padres est¨¢n, en cambio, esperando que salga la ley porque creen que ayudar¨¢ a sus hijos. Natalia Avent¨ªn, presidenta de Euforia, la asociaci¨®n de familias trans aliadas, asegura: ¡°?Miedo a la ley? Yo siento el peligro de la amenaza de la que se habla socialmente sin haber conocido a una sola persona trans. Se est¨¢ reproduciendo un discurso de odio con prejuicios y bulos que se convierten en violencia¡±, dice sobre la virulencia del debate, y recuerda que ¡°no todas las personas trans se hormonan, ni se operan, y que no todas necesitan atenci¨®n psicol¨®gica y si se cree que la necesitan es porque de base piensan que algo est¨¢ mal con ellas¡±.
Arango dice que ahora mismo hay ¡°confusi¨®n¡±, y que esta se ve ¡°todos los d¨ªas¡± en las urgencias de psiquiatr¨ªa infantil: ¡°Yo hace 10 a?os no dir¨ªa todo esto, porque los casos de disforia de g¨¦nero que se ve¨ªan entonces eran clar¨ªsimos: ni?os de tres, cuatro, siete a?os que dicen que ¡®el pito es un asco, que no lo quiero, que yo solo quiero llevar calzoncillos o braguitas, que no voy con ni?os o ni?as. Era sota, caballo y rey¡±.
La despatologizaci¨®n
La realidad de la transexualidad es diversa y est¨¢ llena de matices. Quienes trabajan a diario con adolescentes en unidades de g¨¦nero especializadas subrayan esa idea y la de la despatologizaci¨®n. De la misma manera que ¡°no hay un verdadero trans ni una sola manera de serlo¡±, como explica la ginec¨®loga Rosa Almirall, fundadora del servicio p¨²blico de atenci¨®n a la salud de personas trans Transit, en Barcelona, ¡°no hay pruebas m¨¦dicas ni psicol¨®gicas ni psiqui¨¢tricas que puedan asegurar la identidad de g¨¦nero de una persona¡±. Tampoco, y en esto no hay duda ni vacilaci¨®n entre los m¨¦dicos consultados, un diagn¨®stico. Es uno mismo, y solo uno mismo, quien puede determinar qui¨¦n es, y en ese camino, muchas veces lento y complicado, se encuentran cientos de adolescentes trans en Espa?a. Pero no de ahora, cuando un proyecto de ley recoge trasladar su realidad al lenguaje de la burocracia y de los papeles, sino desde hace a?os.
Nada de lo que se hace en las unidades de g¨¦nero de los hospitales, donde se atiende a ni?os y adultos, est¨¢ afectado por la ley trans. En Valencia, en el hospital Doctor Peset, Marcelino G¨®mez lleva 20 a?os al frente de la unidad de g¨¦nero. ?l es adem¨¢s coordinador del grupo de trabajo de identidad y diferenciaci¨®n sexual de la Sociedad Espa?ola de Endocrinolog¨ªa. Los principios que rigen el funcionamiento de esta unidad son, enuncia G¨®mez, ¡°la no patologizaci¨®n, la libre autodeterminaci¨®n de g¨¦nero, la autonom¨ªa de la persona para construir su proyecto vital, el consentimiento informado y la exploraci¨®n de alternativas a la medicalizaci¨®n¡±.
En el circuito para adolescentes, lo primero que resalta G¨®mez es la prudencia. Analizan cada caso entre pediatras, endocrinos, psic¨®logos-sex¨®logos, cirujanos, logopedas¡ Es una atenci¨®n global. ¡°Ese adolescente que no encaja, que no sabe qu¨¦ le pasa cuando llega a la unidad, a lo mejor no est¨¢ conforme con el rol masculino o femenino que les atribuye la sociedad, o tiene un conflicto cuando se desarrollan los senos o llega la regla, y eso se puede confundir con un conflicto identitario. As¨ª que eso se trabaja de una manera distinta que cuando llega un caso de conflicto identitario: ah¨ª ni retrasamos ni entorpecemos el proceso ni reprimimos la expresi¨®n, hay que ayudar y acompa?ar¡±, explica. En la unidad no se duda de la identidad, aclara G¨®mez, sino que se atiende a las necesidades de la persona y se le ayuda tambi¨¦n en el ¡°manejo de conflictos, de una depresi¨®n, de confusiones¡ Y no por eso se patologiza¡±, cuenta.
Por esta unidad han pasado 1.100 mayores y menores de edad trans en 11 a?os. En ese tiempo, el porcentaje de destransiciones en la unidad es ¡°muy bajo¡±, menos del 2%, dice G¨®mez. La mayor¨ªa frenaron el proceso por intolerancia a f¨¢rmacos o frustraciones respecto al resultado obtenido con los tratamientos de las expectativas. Solo en un 0,3% hubo p¨¦rdida de la identidad hacia la que se transicion¨®. ¡°Ahora esos casos est¨¢n en el punto de mira, pero es esa prudencia la que los previene: hace falta una toma de decisiones tranquila, sobre todo con menores y con el concurso de la familia, porque un ni?o est¨¢ en fase de construcci¨®n fluida, variable¡±.
G¨®mez comparte con Arango que ¡°hay un bum de demanda [de los servicios de la unidad de g¨¦nero] en adolescentes en todo Occidente¡±, dice. Y matiza: ¡°Nadie sabe la causa. La influencia de las redes sociales por s¨ª solas no explican el fen¨®meno. Se habla tambi¨¦n de contagio, pero es que a lo mejor ahora hay m¨¢s visibilidad de lo trans. Yo no me atrevo tampoco a decir que sea una moda. Hay muchos factores, pero todav¨ªa no se sabe por qu¨¦¡±.
Esa mayor demanda de estos servicios no altera el m¨¦todo de trabajo en la unidad. Tampoco lo hace la ley trans, que no regula los aspectos m¨¦dicos que se abordan aqu¨ª, entre ellos la hormonaci¨®n y la cirug¨ªa. ¡°La ley no cambia c¨®mo trabajamos, pero me gustar¨ªa que unificara protocolos de actuaci¨®n y los detalle¡±, y que ¡°se acabara con la atomizaci¨®n existente a lo largo de la geograf¨ªa nacional¡±.
Es en el ¨¢mbito auton¨®mico donde existen esos protocolos, entre ellos el de la Comunidad Valenciana. Tambi¨¦n le gustar¨ªa que la ley ¡°diera alguna cobertura a los m¨¦dicos¡±: ¡°Estamos asustados por la alarma social que se est¨¢ generando [por el debate de la ley trans]. Nos encontramos entre dos fuegos, de un lado el de colectivos que cuestionan la atenci¨®n prudente ante decisiones irreversibles, y de otro los que creen que nos dedicamos a coger ni?os a la puerta del colegio para medicarlos. Me dar¨ªa seguridad jur¨ªdica que [el proyecto legal] dijera que si yo cuestiono o pregunto no se me pueda acusar de que dudo de la identidad de la persona. En realidad, esto no suele suceder, pero es un conflicto que pueden encontrar los profesionales que empiezan en esto. De hecho, es muy poco frecuente que en la pr¨¢ctica cl¨ªnica llegue un adolescente convencido de que se le receten unas pastillas, y desde luego los m¨¦dicos no actuamos por imperativo de las personas. Yo no soy un dispensador de hormonas, tengo un c¨®digo deontol¨®gico al que me debo¡±.
La forma de trabajo en Transit, el servicio que dirige la doctora Rosa Almirall en Barcelona para atender la salud de las personas trans, tambi¨¦n es individualizado. Escuchar el relato del adolescente que toca a su puerta es el punto de partida de la intervenci¨®n. ¡°?C¨®mo ha llegado a Transit? ?qu¨¦ le ha hecho venir aqu¨ª? Pedimos datos de su relaci¨®n con el g¨¦nero a lo largo de la vida, si tiene dudas, si ya ha dicho a gente que es transexual, qu¨¦ apoyos tiene del entorno¡¡±, cuenta Almirall sobre lo que sucede en su servicio en las primeras sesiones. ¡°Muchas veces han buscado ya informaci¨®n, han contactado con otras personas trans, han visto v¨ªdeos sobre c¨®mo otros han hecho para decirlo a los padres¡ Vienen despu¨¦s de hacer b¨²squedas y sobre todo, despu¨¦s de a?os de darle vueltas¡±, explica.
DIferentes transiciones
Casi todo depende de en qu¨¦ situaci¨®n llegan los adolescentes a Transit. ¡°Que quede claro que este no es un proceso en el que vienes y te damos hormonas¡±, advierte Almirall. ¡°A veces llegan padres con chavales de 16 a?os y ya le han dicho a todo el mundo su nombre cambiado, en el instituto ya son quienes son, en el club de rugby tambi¨¦n¡ Y han hecho un trabajo enorme, con toda la transici¨®n social hecha. En ese caso, decimos: vale, ?y ahora qu¨¦ necesitas? Y si dice que hormonas, le damos informaci¨®n sobre ellas. Pero en otras ocasiones viene un menor que dice ¡®yo pienso, yo siento¡¯¡ Y los padres nos dicen ¡®Mira, nos dice que es trans, pero no sabemos y le queremos acompa?ar. Pues ah¨ª les damos estrategias, como buscar un nombre juntos y empezar a usarlo y explorar si ah¨ª se sienten mejor o peor. Otras veces pedimos a los adolescentes que escriban a sus padres cuando les cuesta mucho hablar con ellos. Les decimos que les hagan un relato sobre sus vivencias¡ A veces son procesos muy lentos, pero no porque yo decida que este chaval no est¨¢ seguro, sino porque est¨¢ en una fase muy inicial de hacerse preguntas¡±, comenta Almirall. ¡°Los padres tambi¨¦n necesitan hacer su propia transici¨®n para acompa?ar mejor al adolescente, y no empezaremos un tratamiento sin su autorizaci¨®n¡±.
La ley trans no entra ni regula ninguno de estos aspectos de los adolescentes que, desde hace a?os, hacen un cambio de g¨¦nero. Pero el debate que rodea el acceso de los menores trans al cambio de sexo en el DNI es muy enconado. ¡°Como m¨¦dico, no tengo nada que decir sobre una cuesti¨®n registral¡±, dice G¨®mez, a quien le gustar¨ªa que este tema ¡°no generara una alarma social desproporcionada¡± y que se intentara llegar ¡°a puntos de encuentro en los que poder hacer un debate sereno¡±. Almirall tambi¨¦n cree que este no es un debate m¨¦dico, ¡°sino ideol¨®gico¡±, afirma. ¡°Me recuerda al del aborto en los a?os ochenta, al matrimonio gay¡ Y se ver¨¢ as¨ª dentro de 20 a?os. Son las resistencias t¨ªpicas al cambio, pero ahora mismo es un debate muy violento¡±.