Tras las huellas del oso pardo
La especie se ha multiplicado por cuatro en 30 a?os y esquiva la extinci¨®n. El tir¨®n del animal revitaliza la econom¨ªa y da vida a las comarcas que habita
Un paseo r¨¢pido por Pola de Somiedo (Asturias) demuestra que esta tierra es tierra de osos. Hay peque?as estatuillas del animal encajadas en hornacinas. Esculturas a tama?o real por las calles. Una casa-museo donde se exponen sus peculiaridades. Tiendas de souvenirs. Antenas parab¨®licas que lucen pegatinas con su huella. Y, por encima de todo, las monta?as que enmarcan el municipio, la guarida de los mismos osos pardos (Ursus arctos), observables por cualquiera que se tome un caf¨¦ en una terraza del pueblo. ¡°Desde aqu¨ª se ven sin problema¡±, explica Belarmino Fern¨¢ndez, alcalde del concejo de Somiedo, que agrupa 38 parroquias enclavadas en el parque natural hom¨®nimo, entre el verdor de la cordillera Cant¨¢brica. ¡°Todos los hemos visto alguna vez en la vida¡±.
Estos paisajes exuberantes, salpicados de vacas y teitos ¡ªhermosas caba?as de techo de escoba donde se refugiaban los ganaderos¡ª, son el refugio del oso pardo. Seg¨²n las ¨²ltimas estimaciones, existen alrededor de 330 ejemplares aut¨®ctonos en la cordillera Cant¨¢brica, una poblaci¨®n cuatro veces superior a la de hace 30 a?os que crece a un ritmo del 10%. El otro reducto hist¨®rico es el pirenaico, con territorio franc¨¦s y andorrano, en el que habitan unos 50 osos cuya repoblaci¨®n ha bebido del traslado de ejemplares eslovenos.
¡°El oso atraviesa una fase dulce¡±, se alegra Guillermo Palomero, presidente de la Fundaci¨®n Oso Pardo (FOP), la principal en la lucha por su supervivencia. ¡°Hemos conseguido conectar la poblaci¨®n occidental y la oriental de la cordillera, proteger su h¨¢bitat [amparado por la Red Natura 2000] y lograr la aceptaci¨®n social¡±. Lo han logrado, dice Palomero, con la colaboraci¨®n de autonom¨ªas y ciudadan¨ªa y el apoyo de fondos como el europeo LIFE, el m¨¢s importante en conservaci¨®n. El oso pardo cant¨¢brico, sobre el que se realiza el primer censo gen¨¦tico para determinar con mayor exactitud su n¨²mero, ha salido del peligro cr¨ªtico de extinci¨®n, la calificaci¨®n de mayor amenaza. Y en el parque natural de Somiedo se erige hoy como un emblema natural y un efectivo revulsivo econ¨®mico.
Somiedo, el mejor ejemplo de cohabitaci¨®n
Son cerca de las nueve de la noche. Valen y Ana, una pareja de Gij¨®n con casa en Pola de Somiedo, capital del concejo, observan la fauna local con sendos teleobjetivos. Vienen los fines de semana y hoy han podido ver ciervos en plena berrea, un sonido que a estas horas a¨²n sobrecoge. ¡°Lo de este a?o ha sido una locura. Ha venido much¨ªsima gente¡±, dice Ana. A pocos kil¨®metros, en la aldea de G¨²a, unas 20 personas en religioso silencio fijan sus ojos en la ladera. Hace media hora un oso cruz¨® el canchal y desapareci¨® en el bosque. Estos d¨ªas de septiembre son los ¨²ltimos propicios para el avistamiento.
¡°El oso ha desarrollado y diversificado much¨ªsimo la oferta tur¨ªstica¡±, explica el alcalde, que lleva 25 a?os en el cargo. ¡°En 1988 ten¨ªamos cero plazas hosteleras y hoy rondamos los 90 negocios tur¨ªsticos, las 1.500 plazas hoteleras y los 20 restaurantes¡±. Al calor de este reclamo han surgido nuevas empresas, fundadas en ocasiones por j¨®venes emprendedores que se han quedado en estos lares, contrarrestando el ¨¦xodo rural. Seg¨²n un reciente estudio de la Fundaci¨®n del Oso Pardo y la Universidad de Oviedo, m¨¢s del 50% de los negocios de los concejos oseros asturianos dependen de la especie, una presencia que contribuye a generar unos 20 millones de euros anuales de ingresos y unos 350 empleos a tiempo completo.
Jorge J¨¢uregui y su pareja Sof¨ªa son dos de estos emprendedores. Fundaron en 2015 Somiedo Experience, una empresa de turismo natural y avistamiento de fauna. ¡°Que una especie como el oso pardo perviva aqu¨ª es incre¨ªble¡±, reconoce Jorge, profesor de Biolog¨ªa y copropietario del negocio. ¡°La gente aficionada a la naturaleza lo sabe. Y vienen a verlo desde cualquier parte del mundo¡±. Su compa?¨ªa organiza rutas por el monte en las que seguir el rastro del oso y conocer sus h¨¢bitos y costumbres. Y, por supuesto, verlo en su h¨¢bitat natural: la mejor ¨¦poca es el final del verano, cuando se alimentan a base de bayas, avellanas y pudios, frutos que est¨¢n en zonas de roca caliza despejada donde su silueta es f¨¢cilmente distinguible. ¡°Indudablemente trae riqueza. A nosotros nos ha permitido quedarnos aqu¨ª y que mi pareja, ganadera de toda la vida, haya encontrado otro camino¡±, reflexiona Jorge.
En Somiedo es cosa com¨²n encontrar a retratistas de fauna. Jorge J¨¢uregui admite ser uno de ellos. Cuando se juntan se aprecia cierta comuni¨®n. Departen sobre los mejores puntos de observaci¨®n, charlan sobre las ¨²ltimas c¨¢maras y aprecian las im¨¢genes de sus colegas. En la terraza de un bar, Romain, un dise?ador gr¨¢fico franc¨¦s de 32 a?os, muestra v¨ªdeos de la berrea en su tel¨¦fono. Se mud¨® hace cosa de un a?o para llevar a cabo su proyecto personal: un libro de fotograf¨ªas naturales cuyo hilo argumental es el oso. En la parte trasera de la carcasa de su m¨®vil lleva un ramillete de pelo del plant¨ªgrado. Es uno m¨¢s de los somedanos (¡°todo el que vive aqu¨ª lo es¡±, dice el alcalde Fern¨¢ndez) tocados por el magnetismo de esta criatura.
La paz social con el oso
¡°El oso sigue ejerciendo la misma fascinaci¨®n y temor que hace d¨¦cadas¡±, introduce Palomero, que admite que ¡°el amigo F¨¦lix [Rodr¨ªguez de la Fuente]" fue el que le aviv¨® la afici¨®n por el mundo natural. ¡°Los grandes carn¨ªvoros siempre han atra¨ªdo a la humanidad. Y el oso tiene mucho atractivo, pero tambi¨¦n muchas implicaciones sociales¡±. Una de estas implicaciones es el temor at¨¢vico a la fiera y, con ello, el deseo de caza y aniquilaci¨®n, la causa central que diezm¨® la poblaci¨®n durante el siglo XX. ¡°Hablamos con la gente y se reproducen los mismos miedos que nos encontr¨¢bamos hace 20 a?os, como est¨¢ pasando ahora en O Courel, en Galicia, donde se est¨¢ dejando ver el oso¡±, detalla Palomero. En la casa-museo de la FOP, presidida por un h¨®rreo en el que se puede leer acerca de su predilecci¨®n por la miel, se exponen lazos met¨¢licos, cepos y fotos en blanco y negro de cuadrillas sonrientes tras dar muerte al animal.
Cambiar el relato del oso como amenaza ha sido una de las puntas de lanza de la fundaci¨®n. Pero lo cierto es que los incidentes que causan son infrecuentes. Los ocasionan en su mayor¨ªa machos j¨®venes e inexpertos que bajan a por fruta de los huertos cercanos. ¡°No hay conflicto con el oso¡±, explica Diego Cobrana, ganadero de 28 a?os de vaca asturiana de los valles, portador de la camiseta del Real Oviedo. ¡°Si el n¨²mero aumenta habr¨¢ que ver...¡±. A Cobrana le inquietan m¨¢s los fen¨®menos clim¨¢ticos. Recuerda cuando en 2017 una nevada dej¨® incomunicadas a sus m¨¢s de 150 vacas. Se pasaron d¨ªas para reunirlas y bajarlas a los establos. ¡°Eso fue de lo m¨¢s duro que se vivi¨® por aqu¨ª. Pero del oso, nada. Hasta el momento bien¡±, tercia.
En otros pa¨ªses como Ruman¨ªa o el algunas zonas de los C¨¢rpatos, sin embargo, se produce con frecuencia un fen¨®meno llamado habituaci¨®n: los animales se acostumbran a la presencia humana, se conf¨ªan y las fricciones son mayores. En algunas ciudades estadounidenses han tenido que cambiar el cierre de los contenedores de basura ante la pericia de los osos. ¡°Son astutos. Por eso trabajamos con los apicultores cedi¨¦ndoles pastores el¨¦ctricos [unos dispositivos que permiten electrificar el vallado de las fincas] y explic¨¢ndoles c¨®mo instalarlos¡±, ilustra Fernando Ballesteros, bi¨®logo de la FOP.
¡°La clave para la paz con el oso est¨¢ en la informaci¨®n realista. Organizamos muchos viajes de l¨ªderes locales a sitios como Somiedo. Y que hablen con el alcalde, los ganaderos, los hosteleros, los vecinos... que vean en primera persona c¨®mo es¡±, incide Ballesteros. Y subraya que el medio rural se conquista con hechos: "Tienes que contratar a poblaci¨®n de la zona para la plantaci¨®n de comederos de osos, debatir con los cazadores y hablar con alcaldes y administraciones¡±.
A ello se suma la publicaci¨®n de gu¨ªas de actuaci¨®n y reportajes en peri¨®dicos locales, as¨ª como el trabajo de divulgaci¨®n de los conservacionistas diseminados por la comarca. Incluso existe un protocolo de actuaci¨®n en caso de encuentro con el animal. Es esta receta de colaboraci¨®n conjunta, informaci¨®n y conservaci¨®n la que ha logrado que el oso viva, y prospere, a tan pocos metros del humano. ¡°Aqu¨ª tenemos osos, pero tambi¨¦n venados, lobos, rebecos, jabal¨ªes. A la vez, 8.000 vacas, 150 ganaderos, 38 parroquias y 90 negocios tur¨ªsticos. Es un lugar complejo, pero por eso hay una normativa que encaja razonablemente esta diversidad y con la que se cumple el objetivo de conservaci¨®n y desarrollo¡±, resume Belarmino Fern¨¢ndez.
Un santuario para primates refugiados
Casi el 60% de los primates se encuentra en peligro de extinci¨®n. Para concienciar sobre el comercio ilegal que alimenta su amenaza y darles una segunda oportunidad tras el cautiverio, Guillermo Bustelo fund¨® hace dos d¨¦cadas Rainfer, el centro de rescate y recuperaci¨®n de estas especies m¨¢s grande de Espa?a. El objetivo de Rainfer es curar y rehabilitar mediante terapia a estos animales, muchos de ellos traumatizados tras vivir enjaulados, aislados y obligados a desarrollar comportamientos antinaturales. "Cuando ves c¨®mo ha llegado un primate y c¨®mo se est¨¢ relacionando al cabo de los a?os es cuando te sientes orgulloso, simplemente, de ver a esos individuos", afirma Marta Bustelo, hija de Guillermo y codirectora del centro.
La historia de Guillermo y Marta forma parte de Pienso, Luego Act¨²o, la plataforma social de Yoigo que impulsa a personas que est¨¢n cambiando el mundo a mejor y que ha colaborado en la divulgaci¨®n de su tarea. Actualmente m¨¢s de 130 primates de 20 especies encuentran su refugio en Rainfer.