Anki, el ¡®scalextric¡¯ de Silicon Valley
La inteligencia artificial actualiza uno de los juguetes m¨¢s populares del siglo XX
Una pista con giros y rectas de infarto, entre dos y cuatro coches, un mando de control y velocidad endiablada. Esa era la esencia del Scalextric, uno de los juegos m¨¢s emblem¨¢ticos en los setenta y los ochenta que mantuvo despierto el inter¨¦s hasta finales del siglo pasado. En Espa?a y Reino Unido se considera un objeto de culto. Son los dos lugares donde se mantienen vivos los clubs de fans y a¨²n se venden unidades.
Hanns Tappeiner dej¨® atr¨¢s su Alemania natal, para hacer el doctorado en rob¨®tica en la Universidad Carnegie Mellon. Lo que iba a ser una investigaci¨®n termin¨® como estrella de la conferencia de Apple en 2013. Por primera vez, un juguete ocupaba un espacio reservado a los complementos de los productos de la manzana. Anki, su invento, es el motivo de este extra?o giro en su carrera. La inteligencia artificial, la culpa de la adicci¨®n que genera este ¨¦xito renovado. Tappeiner comenz¨® con los primeros prototipos en 2007, justo cuando naci¨® el iPhone. ¡°Cuando lleg¨® la segunda generaci¨®n del tel¨¦fono de Apple nos dimos cuenta de la interfaz era perfecta para controlar aparatos¡±, relata para remontarse a los or¨ªgenes de su empresa.
Para muchos fue la apertura a una nueva econom¨ªa, donde las aplicaciones eran las reinas del contenido. En el caso de Anki, fue la bajada de costes que hizo accesible la inteligencia artificial. ¡°Sab¨ªamos que la rob¨®tica tarde o temprano tendr¨ªa un papel l¨²dico, pero no pensamos en que ¨ªbamos a ser los pioneros¡±, confiesa quit¨¢ndose importancia.
En este Scalextric no es necesario tener amigos en casa para poder jugar con cuatro coches: el sistema de inteligencia artificial recrea a los contrincantes que no est¨¢n
Su juguete es, en esencia, una renovaci¨®n del Scalextric; a primera vista, es lo primero que viene a la mente. Cuando se profundiza, los cambios son notables. Para empezar, en la pista. Los m¨®dulos son magn¨¦ticos y no hay ra¨ªles el¨¦ctricos. La pista no transmite corriente, sino que los coches tienen motor y bater¨ªa. La movilidad dentro de la pista es mucho mayor y las posibilidades para cambiar el circuito, mucho m¨¢s abiertas a la imaginaci¨®n. Se puede usar un coj¨ªn o un estuche para crear una rampa o experimentar con varias alturas sin tener que montar estructuras fijas de madera.
En la entrada de su oficina, entre la calle Market y la Segunda, al final del distrito financiero de San Francisco, una vitrina rinde tributo a los primeros prototipos. Poco tienen que venir con los refinados modelos actuales, con luces y conexi¨®n Bluetooth, algo ahora b¨¢sico. Los coches se conectan al m¨®vil y su pantalla se convierte en mando de control. Basta con bajarse una aplicaci¨®n, tanto en iPhone (el sistema en el que se estrenaron) como en Android, y elegir conductor. A partir de ah¨ª, comienza una de las grandes diferencias con el Scalextric tradicional. No es necesario tener amigos en casa para poder jugar con cuatro coches. El sistema de inteligencia artificial recrea a los contrincantes que no est¨¢n. ¡°Cuanto m¨¢s se use, mejor conocer¨¢n nuestros puntos fuertes y d¨¦biles. As¨ª que nunca ser¨¢ ni previsible ni aburrido¡±, defiende el padre de la criatura.
Otra diferencia, que resulta clave, es que no descarrilan con la facilidad de anta?o. Ya no se trata tanto de tener habilidad con las curvas y el gatillo como de mover el m¨®vil para deslizarse dentro de la pista, con cierto mimo, sin salirse de ella.
En una de las salas de reuniones, colgado de la pared como si fuese una pieza de museo, luce el prototipo con que Tim Cook, el consejero delegado de Apple, jug¨® ante los fans de Apple. La pista parec¨ªa una alfombra y los coches hab¨ªan salido de una rudimentaria impresora 3D. Los veh¨ªculos han ido evolucionando; tanto, que tienen en plantilla a una estrella del cine. El dise?ador de los ¨²ltimos batmobile, Harald Belker.
El paquete b¨¢sico incluye dos coches y un circuito mediano. Las ampliaciones y los veh¨ªculos adicionales no pasan de los 30 d¨®lares. La autonom¨ªa de los coches es de 20 minutos a toda velocidad en la pista y se cargan en algo menos de una hora.
Sorprende que Tappeiner no tuviera relaci¨®n alguna con el mundo del juguete y, sin quererlo, haya explorado las posibilidades l¨²dicas de la tecnolog¨ªa m¨¢s all¨¢ del videojuego. ¡°Yo lo veo como una parcela dentro de la inteligencia artificial, como cuando llegaron los Lemmings y todos nos pusimos a pensar sus problemas¡±, se sonr¨ªe con aire nost¨¢lgico.
Los m¨®dulos son magn¨¦ticos y no hay ra¨ªles el¨¦ctricos. La pista no transmite corriente, sino que los coches tienen motor y bater¨ªa
En 2013 la revista Time destac¨® a Anki como una de las 25 empresas m¨¢s innovadoras. El impulso final lleg¨® en forma de inversi¨®n. Andreessen Horowitz, uno de los inversores con m¨¢s olfato, puso su mirada y un cheque para que comenzaran a sacar productos. Desde entonces, han sumado m¨¢s de 105 millones de d¨®lares de financiaci¨®n en tres rondas y su juguete fue el m¨¢s vendido en Amazon, tanto en Alemania como en Estados Unidos, solo superado por Frozen. Espa?a y Am¨¦rica Latina son dos mercados a los que quieren llegar pronto. M¨¦xico y Brasil les interesan especialmente, y tambi¨¦n Reino Unido. ¡°Si no est¨¢ bien traducido, si la aplicaci¨®n no es perfecta, no nos lanzamos. Gastamos mucho en desarrollo y muy poco en marketing, pero creo que debe ser as¨ª¡±, subraya con convicci¨®n.
Anki acaba de superar los 100 empleados. Siguen contratando y algunos de sus fichajes vienen de Logitech. Su siguiente meta es abrir todav¨ªa m¨¢s las posibilidades y dejar en manos de la comunidad otros usos. ¡°Queremos que se deje de jugar con pl¨¢sticos, que se haga con tecnolog¨ªa y la imaginaci¨®n. Es una combinaci¨®n explosiva. Si te paras a pensar, parece mentira que se sigan reproduciendo los mismos objetos y que los ni?os los abandonen al poco tiempo porque no dan m¨¢s de s¨ª. Nosotros pensamos m¨¢s all¨¢ de los ni?os, pero tenemos claro que no son tontos¡±, zanja.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.