El ocaso de la era de los titanes tecnol¨®gicos
Con la nueva administraci¨®n dem¨®crata y la presi¨®n de Bruselas, Apple, Alphabet (Google), Amazon, Microsoft y Facebook afrontan un mayor escrutinio legal y social que amenaza con disminuir su poder
Cae el final de un tiempo. Como la nieve sobre el ocaso de los vivos y los muertos en el cuento de James Joyce. Es la agon¨ªa de una ¨¦poca o su reinvenci¨®n. A las grandes tecnol¨®gicas se les ha permitido durante d¨¦cadas comportarse como ni?os irresponsables en su patio de recreo. Lo saben todo, lo conocen todo, literalmente: lo que so?amos, lo que compramos. Al igual que cr¨ªos que hubieran crecido solo cegados por el brillo de monedas de oro, ¨²nicamente parecen cautivados por el reflejo del dinero y el poder. Apple, Alphabet (Google), Amazon, Microsoft, Facebook y sus derivas sociales (Instagra...
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Cae el final de un tiempo. Como la nieve sobre el ocaso de los vivos y los muertos en el cuento de James Joyce. Es la agon¨ªa de una ¨¦poca o su reinvenci¨®n. A las grandes tecnol¨®gicas se les ha permitido durante d¨¦cadas comportarse como ni?os irresponsables en su patio de recreo. Lo saben todo, lo conocen todo, literalmente: lo que so?amos, lo que compramos. Al igual que cr¨ªos que hubieran crecido solo cegados por el brillo de monedas de oro, ¨²nicamente parecen cautivados por el reflejo del dinero y el poder. Apple, Alphabet (Google), Amazon, Microsoft, Facebook y sus derivas sociales (Instagram, Twitter, Snapchat) ingresaron el a?o pasado m¨¢s de 900.000 millones de d¨®lares (745.000 millones de euros). Sus empresas est¨¢n valoradas en billones en los mercados y el milagro dorado ha deslumbrado a muchos de los trabajadores de mayor talento del mundo. No solo han acaparado profesionales, compa?¨ªas competidoras o tecnolog¨ªa: son los amos del conocimiento. Manejan trillones de datos. Poseen, gracias a la inteligencia artificial, el mayor conocimiento de la historia de la Humanidad. Y surge la pregunta. Con tanto poder, ?qu¨¦ hacen por la sociedad?
Amazon y Apple ingresaron cada una m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares (82.000 millones de euros) en el ¨²ltimo trimestre de 2020. El a?o pasado, Elon Musk (fundador de Tesla) y Jeff Bezos (Amazon) ganaron ¡ªcalcula The Guardian¡ª unos 3.000 d¨®lares (2.500 euros) por segundo. ?Qu¨¦ coste es asumible pagar por las bondades de su tecnolog¨ªa? ?Joe Biden, el nuevo presidente estadounidense, romper¨¢ con Silicon Valley? El Congreso tiene un documento de 449 p¨¢ginas que detalla el abuso de poder en el mercado de Google, Apple, Amazon y Facebook. ¡°No van a ceder un cent¨ªmetro¡±, advierte Renata ?vila, abogada, activista tecnol¨®gica y miembro del equipo jur¨ªdico que defiende a Julian Assange, fundador de WikiLeaks. ¡°Si lee los planes de Biden y Kamala Harris [vicepresidenta de Estados Unidos] son tan nacionalistas tecnol¨®gicos como lo era Trump. Aun peor, porque el actor m¨¢s poderoso, que es Estados Unidos en el sistema multilateral, estuvo ausente de la clase durante cuatro a?os¡±. Biden ya les ha pedido ayuda para vacunar a m¨¢s personas.
Algo debe cambiar. La toma del Capitolio, el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica y las denuncias de grupos de derechos humanos sobre la presunta responsabilidad de Facebook en la incitaci¨®n a la violencia en India, Sri Lanka, Myanmar o Etiop¨ªa han de tener consecuencias. ?O son goliats en el Valle de Ela? Gigantes invencibles. ¡°La prueba m¨¢s evidente del poder casi ilimitado, y por tanto peligroso, que han alcanzado los amos de las Big Tech es la fulminante censura que impusieron a Trump. No hace falta simpatizar con el expresidente ¡ªa m¨ª me ser¨ªa dif¨ªcil¡ª para denunciar a quienes se arrogan el derecho a establecer lo que podemos o¨ªr o no los ciudadanos. Los falsos servidores p¨²blicos que gobiernan sin ser elegidos por nadie ni dar cuentas a nadie, esos abrumadores medios de comunicaci¨®n (y en buena parte de moldeamiento mental) no ampl¨ªan nuestra libertad de aprender, comprender y expresar sino que la encauzan o la vetan a su arbitrio¡±, reflexiona el fil¨®sofo Fernando Savater. La lucha contra la manipulaci¨®n es escoger refugio en la tormenta. ¡°Hasta cierto punto, prefiero ser regulado por alguien que quiere mi dinero que por alguien que quiere silenciar mi voz. Por eso resulta tan complicado¡±, subraya Esther Dyson, business angel y fundadora de Wellville, un proyecto que enlaza salud e igualdad. Y agrega: ¡°La soluci¨®n es una sociedad justa con gente bien educada. ?Pero c¨®mo llegamos hasta ah¨ª?¡±.
Una cuesti¨®n de tama?o
Por ahora, la estratigraf¨ªa de las tecnol¨®gicas es acumular capas de dinero. El ¨ªndice S&P ¡ªel bar¨®metro corporativo de Estados Unidos¡ª cerr¨® el a?o, en plena pandemia, con una subida del 18%. Pero dos tercios de las ganancias proced¨ªan del famoso acr¨®nimo Fangam. Seis nombres. Facebook, Amazon, Netflix, Alphabet (Google), Apple y Microsoft. La acci¨®n de Amazon subi¨® un 62% frente al a?o pasado. El valor de la empresa se fij¨® en 1,7 billones de d¨®lares, 650.000 millones m¨¢s que el ejercicio anterior. Este ritmo de crecimiento es similar en Apple. El dinero y la codicia son perpetuos insomnes. ?O no? ¡°La redes sociales presentan innegables ventajas en materia de contacto de la poblaci¨®n con sus representantes y espacio de debate democr¨¢tico, al menos potencialmente¡±, narra, por correo electr¨®nico, Javier Solana, Distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de EsadeGeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de Esade. ¡°Esa era la esperanza cuando surgieron y, al igual que fuimos demasiado ingenuos al creer que sus bondades estaban pr¨¢cticamente garantizadas, ser¨ªa equivocado sucumbir ahora a un determinismo de car¨¢cter pesimista. Las redes sociales ser¨¢n lo que hagamos de ellas, lo cual apela a nuestra responsabilidad individual, de las propias compa?¨ªas y gubernamental¡±.
?Es cierto? ?O su tama?o es tal que no le afectan las fuerzas de la gravitaci¨®n social? Los ingresos de Alphabet (162.000 millones de d¨®lares, unos 134.000 millones de euros) superaron a la econom¨ªa de Hungr¨ªa en 2019. La tecnolog¨ªa las ha convertido en empresas-Estado y ?qui¨¦n no quiere sentarse en el Valhalla digital? ¡°Las Big Tech solo act¨²an en su propio inter¨¦s. No tienen ning¨²n incentivo para hacer lo contrario. Su voluntad de destituir a Trump refleja su preocupaci¨®n de que la administraci¨®n Biden y los dem¨®cratas en el Congreso las sometan a una mayor regulaci¨®n y a leyes antimonopolio m¨¢s severas¡±, observa Robert Reich, asesor de Barack Obama en 2008 y profesor de Pol¨ªtica P¨²blica en la universidad de Berkeley (California).
Este es el mundo que rota y donde se suceden los d¨ªas. Amazon ya tiene un ej¨¦rcito laboral de terracota ¡ªpor la fragilidad de sus puestos¡ª de 1.200.000 trabajadores. Es el tercer empleador del planeta ¡ªcalcula The Guardian¡ª despu¨¦s de Walmart y China Petroleum & Chemical Corporation. Su fundador, Jeff Bezos, renunciar¨¢ este verano a su cargo como consejero delegado para dedicarle m¨¢s tiempo a su pasi¨®n espacial (Blue Origin) y a The Washington Post. ¡°Nadie es lo suficientemente inteligente como para predecir el camino de la pol¨ªtica estadounidense. Sin embargo, parece que la nueva administraci¨®n es mucho m¨¢s probable que tome medidas agresivas contra las grandes empresas¡±, aventura Tim Bray, pionero de Internet y antiguo vicepresidente de Amazon, quien, tras cinco a?os en la empresa, la abandon¨® por el trato que algunos trabajadores recibieron durante los meses m¨¢s duros de la pandemia.
Vientos de cambio
Por primera vez en la historia, hay, al menos, posibilidades de que los titanes tecnol¨®gicos puedan debilitarse. Depende en gran parte del presidente estadounidense. Scott Galloway, profesor de marketing de la escuela de negocios Stern de la Universidad de Nueva York y autor del best-seller Four-El ADN secreto de Amazon, Apple, Facebook y Google, asegura que ¡°las grandes tecnol¨®gicas no desaparecer¨¢n pero, en los ¨²ltimos meses, ha quedado claro que los titanes, tal y como los conocemos, est¨¢n llegando a su fin¡±. Y a?ade: ¡°Romperlos oxigenar¨¢ la econom¨ªa y permitir¨¢ la entrada de nuevos participantes y fomentar la innovaci¨®n¡±. Esta narrativa coincide con la del economista Emilio Ontiveros. ¡°Todo el que tiene poder absoluto, abusa de ¨¦l; y esto es lo que habr¨ªa que controlar¡±, comenta el jurista Antonio Garrigues Walker. Reyes Sol. Tecno-faraones.
A estos titanes se les acusa de comportarse como aprendices de brujo, incapaces de controlar sus inmensos poderes. ¡°Las tecnolog¨ªas digitales no son solo productos de software, son poderosas armas que permiten el crecimiento econ¨®mico y a la vez fracturar nuestra estructura social y amenazar la libertad. Estas empresas tienen una obligaci¨®n especial con la sociedad, con las personas que compran sus art¨ªculos, con quienes hacen clic en sus anuncios y construyen negocios o una forma de vida a trav¨¦s de su tecnolog¨ªa¡±, desgrana el consultor Mark Minevich en la revista Forbes.
Tal vez, la soluci¨®n, como avanza Scott Galloway, est¨¦ en forzar el equilibrio no en castigarlas. Pero solo hay tres caminos para hacerlo: rompiendo las compa?¨ªas, que paguen impuestos justos y que cumplan las leyes antimonopolio. Facebook es una tesis doctoral de que la mejor estrategia siempre es comprar a tu competidor. Ha adquirido decenas de firmas similares. En 2014 pag¨® (su mayor compra hasta la fecha) unos 22.000 millones de d¨®lares por WhatsApp; en 2012 abon¨® 1.000 millones por Instagram; durante 2011 desembols¨® 70 millones en el desarrollador de aplicaciones Snaptu; ese mismo a?o se gast¨® 30 millones por la firma de mensajes Beluga; un a?o m¨¢s tarde se hizo con la empresa de reconocimiento facial Face.com (60 millones) y en 2013 valor¨® entre 100 y 200 millones de d¨®lares la adquisici¨®n de Onavo, una compa?¨ªa de an¨¢lisis de telefon¨ªa m¨®vil. Adem¨¢s, los anuncios han supuesto el 99% (21.200 millones de d¨®lares) de todos sus ingresos del ¨²ltimo trimestre de 2020. Es una suerte de colonialismo de los datos, y estos son solo unos pocos granos que caen de su reloj de arena.
Demasiado tiempo, la tecnolog¨ªa ha sido la llamarada que avivaba el resplandor del fuego y una parte de la sociedad se ha abrasado. ¡°Yo, al igual que muchos otros, he documentado durante bastantes a?os los da?os que las Big Tech plantean a la libre expresi¨®n de las personas normales y a menudo vulnerables: disidentes, periodistas, j¨®venes LGBTIQ+, v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica¡ y la lista continua¡±, alerta la activista estadounidense por la libertad de expresi¨®n Jillian York. ¡°Y sin embargo, la sociedad opta por tener esta conversaci¨®n despu¨¦s de que estas compa?¨ªas suspendieran a Trump. Para m¨ª, esto demuestra lo que realmente les importa a las tecnol¨®gicas: dinero y poder¡±.
Los titanes se defienden. El pasado 29 de julio, interrogado por la C¨¢mara de Representantes, Bezos recordaba que ¡°hay 1,7 millones de peque?os y medianos negocios vendiendo a trav¨¦s de su plataforma. M¨¢s de 200.000 emprendedores de todo el mundo sobrepasaron los 100.000 d¨®lares (82.500 millones de euros) en ventas en 2019. Y esos vendedores de terceros en las tiendas de Amazon han creado unos 2,2 millones de nuevos puestos de trabajo globales¡±. En otra audiencia, el 28 de octubre, ante el Senado, y frente a la pregunta de si sus empleados eran conservadores o liberales; Jack Dorsey (cofundador de Twitter) respondi¨® que su empresa no guarda ning¨²n tipo de informaci¨®n de esa clase; Sundar Pichai (consejero delegado de Google) cre¨¦ que sus trabajadores tienen m¨²ltiples puntos de vista y Mark Zuckerberg (Facebook) asume que deben de tener un sesgo liberal. ¡°La mayor¨ªa del contenido de nuestro sistema no es pol¨ªtico, son temas como ver el ni?o que tuvo tu primo¡±, se despach¨® Zuckerberg.
Enjaular a un drag¨®n
Ese es el mantra que gira, al igual que un derviche, en casi todas: mejoramos el mundo, somos apol¨ªticos, creamos trabajo, nos comprometemos con el cambio clim¨¢tico (Bezos ha lanzado un fondo de 10.000 millones de d¨®lares) y ayudamos a la gente a estar felizmente conectada. ¡°Las plataformas digitales han sido una bonanza para el planeta. Nos han permitido estar m¨¢s comunicados y ahora en esta pandemia nos facilitan jugar, aprender, trabajar y comprar de maneras que ser¨ªan imposibles sin ellas. Las defiendo mucho. Aunque quiz¨¢ Amazon y Google tienen demasiado poder de mercado¡±, valora Mauro Guill¨¦n, profesor en la escuela de negocios de Wharton School. ¡°La prueba de una inteligencia de primer nivel es la capacidad de mantener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y aun as¨ª conservar la habilidad de funcionar¡±, escribi¨® Francis Scott Fitzgerald. Una de las clave ser¨ªa que terminara el cobijo que les da la llamada secci¨®n 230, por la que las plataformas no son responsables de los contenidos que publican.
Todos estos argumentos suenan como un sue?o repetido. Las leyes antimonopolio no han trabajado bien ¡ªavisa Christopher L. Sagers, profesor de Derecho en la Universidad Estatal de Cleveland¡ª desde 1970. ¡°Si el Gobierno y los tribunales estuvieran dispuestos a prohibir de manera m¨¢s agresiva las fusiones y la conducta monopol¨ªstica, nuestra ley funcionar¨ªa mejor¡±, defiende. De hecho, el subcomit¨¦ judicial de Derecho Antimonopolio, Comercial y Administrativo de la C¨¢mara de Representantes comenzar¨¢ una serie de audiencias con las Grandes Tecnol¨®gicas con esas sospechas en el centro de la investigaci¨®n. En diciembre, Facebook ya hab¨ªa sido demandada por 46 estados y Google, de acuerdo con The Guardian, por unos 35. El lazo se estrecha. El jueves pasado, David Cicilline, quien lidera la investigaci¨®n (ya dura 16 meses) en el Congreso, avisaba: ¡°Los republicanos y los dem¨®cratas est¨¢n de acuerdo que estas compa?¨ªas tienen demasiado poder, y el Congreso debe frenar este dominio¡±. Y a?adi¨®: ¡°Recuerden mis palabras, el cambio est¨¢ llegando, las leyes est¨¢n llegando. Todos los d¨ªas, pol¨ªticos de todo el mundo ponen en marcha procesos similares¡±. Detr¨¢s de las demandas p¨²blicas podr¨ªa llover una cascada de denuncias privadas.
Esas frases parece que viajaran sobre las aguas del oc¨¦ano. La Uni¨®n Europea prepara los borradores de sus nuevas piezas del tablero digital. La Digital Services Act (DSA) o Ley de Servicios Digitales; y la Digital Markets Act (DMA) o Ley de Mercados Digitales. Europa llevaba m¨¢s de dos d¨¦cadas con la misma regulaci¨®n sobre servicios online. La normativa busca proteger los derechos de los usuarios y limitar¨¢ minuciosamente lo que se considera un comportamiento aceptable por parte de las grandes plataformas. Aunque la aprobaci¨®n de su texto definitivo no llegar¨¢ antes de 2023.
La sociedad sabe que toda nueva tecnolog¨ªa ¡ªcuenta Mark Minevich¡ª se puede transformar en un arma: desde la vela hasta el vapor, desde el tel¨¦grafo al ferrocarril, la energ¨ªa at¨®mica, los vuelos espaciales, la aviaci¨®n, la biolog¨ªa. Siempre habr¨¢ un loco o un movimiento que ver¨¢ en el avance un camino hacia la violencia, no una v¨ªa para aliviar la condici¨®n humana. El progreso tecnol¨®gico en los ¨²ltimos a?os ha sido exponencial, tambi¨¦n su capacidad para salvar o destruir el planeta. ?Tiene sentido que el enorme poder que ha generado se concentre en las manos de unos pocos titanes? Esa es una pregunta para ahora que definir¨¢ el mundo de las pr¨®ximas d¨¦cadas.
De peri¨®dicos e impuestos
Las plataformas tecnol¨®gicas han publicado el editorial de que son una especie de medios de comunicaci¨®n. Pero no circula siempre informaci¨®n veraz, ni pensamiento cr¨ªtico, ni pluralidad; ni reflejan la realidad. ¡°No son medios porque no tienen responsabilidad sobre sus contenidos¡±, ahonda Andr¨¦s Ortega, investigador del Real Instituto Elcano. De hecho, Estados Unidos es la placa de Petri de lo que ocurre en otros pa¨ªses. Los medios tradicionales son desplazados por Facebook, Google y Twitter. Y cada vez existe una brecha mayor ¡ªnarra Barry Lynn, periodista y fundador del think tank Open Markets Institute¡ª entre unas pocas marcas conocidas (The New York Times, The Economist, The Wall Street Journal) y todas las dem¨¢s. ¡°Para salvar el periodismo independiente, los modelos de negocio, especialmente de Facebook y Google, deben abolirse¡±, propone. De momento, Australia ha conseguido que ambas paguen a los grupos editoriales por la publicaci¨®n de sus contenidos. Un avance que muestra que resulta posible no someterse a su gravedad econ¨®mica. Una brecha que abre camino.
Mientras, en la vieja Europa, los problemas son antiguos conocidos. ?C¨®mo obligarlas a pagar impuestos justos? Todas tienen divisiones en pa¨ªses de baja tributaci¨®n, pensemos en Luxemburgo, Irlanda o Bermuda. La oeneg¨¦ Fair Tax Market ha calculado que las seis grandes tecnol¨®gicas han pagado 100.000 millones de d¨®lares menos en grav¨¢menes en una d¨¦cada de lo que muestra su contabilidad, usando t¨¦cnicas fiscales v¨¢lidas, pero inalcanzables para las pymes, o, directamente, empleando para¨ªsos fiscales. Desde Bruselas, la voz suena, por correo electr¨®nico, con ese timbre de lo ¡°diplom¨¢tico¡±. ¡°Una fiscalidad justa es una prioridad para la Comisi¨®n Europea. Nuestro objetivo final y la respuesta preferida siempre ha sido encontrar una soluci¨®n estable y global a largo plazo sobre c¨®mo se gravan los impuestos a la econom¨ªa digital¡±, asegura un portavoz. Imaginan que Biden puede cambiar la partida. Una mano arriesgada.
El mensaje de odio en India
India es el pa¨ªs que tiene m¨¢s usuarios de Facebook. La red social ha sido acusada de promover contenido anti-musulm¨¢n y no eliminarlo por miedo a enfrentarse con el Gobierno del primer ministro Narendra Modi y su aparato gubernamental. ¡°Cualquier contenido que sea un discurso del odio o que incite a la violencia debe ser retirado. No se trata de una cuesti¨®n de libertad de expresi¨®n sino de democracia, ley y orden¡±, reflexiona Mishi Choudhary, abogada tecnol¨®gica y fundadora de Software Freedom Law Center de Nueva York. ¡°En pa¨ªses como la India, a pesar de su cuota de mercado, cuando se les ha desafiado, han recurrido al lado p¨²blico, a las consecuencias positivas de hacer un ¡®mundo m¨¢s abierto y conectado¡¯, y no han borrado los mensajes de odio para no enfadar al partido en el Gobierno y perjudicar sus intereses econ¨®micos¡±, critica la jurista.
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