Herralde, un editor descalzo
Un documental de La 2 se adentra en el factor humano del fundador del sello Anagrama
¡°Era bastante mejor como jinete que como editor¡±, suelta sobre s¨ª mismo con su inconfundible punto sard¨®nico la voz en off de Jorge Herralde, el fundador de Anagrama, entre fotograf¨ªas de las de blanco y negro en las que se le ve de joven a caballo saltando en Barcelona, poco antes de que aparezca la imagen actual de su planta desnuda del pie y, luego, su espalda, ambas anatom¨ªas en manos de su quiromasajista. Y es que el factor humano m¨¢s ¨ªntimo y privado pespuntea generosamente los casi 55 minutos de ...
¡°Era bastante mejor como jinete que como editor¡±, suelta sobre s¨ª mismo con su inconfundible punto sard¨®nico la voz en off de Jorge Herralde, el fundador de Anagrama, entre fotograf¨ªas de las de blanco y negro en las que se le ve de joven a caballo saltando en Barcelona, poco antes de que aparezca la imagen actual de su planta desnuda del pie y, luego, su espalda, ambas anatom¨ªas en manos de su quiromasajista. Y es que el factor humano m¨¢s ¨ªntimo y privado pespuntea generosamente los casi 55 minutos de Jorge Herralde. Anagrama de un editor, el documental dirigido por Pau Subir¨®s y que La 2 de TVE emite este domingo (21.30) en el marco del programa Imprescindibles.
¡°No desconecta jam¨¢s¡±, admite la fisio a la que su paciente, cuando descubre que tiene libros de Anagrama en casa, le pide que le haga la lista exhaustiva. ¡°No habla de otra cosa: desayuna, come y cena su negocio, excepto si juega el Bar?a¡±, afirma el escritor mexicano ?lvaro Enrigue sobre su editor. ¡°Ha hecho una opci¨®n de vida: no ha tenido hijos y as¨ª ha podido dedicarse en cuerpo y alma a su obra, con un material ¨²nico: su cat¨¢logo¡±, apunta otro miembro de su cuadriga, Sergi P¨¤mies, de entre la larga lista de personajes que intervienen en la el documental, realizado por Camille Zonca Produccions y TVE.
En casa, en la oficina, en el aeropuerto esperando un avi¨®n en el en¨¦simo viaje destino a Am¨¦rica Latina (M¨¦xico, mayormente), Herraldelee originales y subraya. S¨ª, sin duda, su hijo es su sello, que este a?o ha cumplido medio siglo de vida y del que ahora es presidente honor¨ªfico tras venderlo al grupo italiano Feltrinelli. ¡°Montar la editorial un poco de manera kamikaze fue mi forma de limpiar mi mala conciencia burguesa¡±, admite a Subir¨®s que, junto al periodista Xavi Ay¨¦n, repiten dupla de guionistas, como ya hicieran en La cl¨¢usula Balcells, sobre la omnipotente y omnisciente agente literaria Carmen Balcells.
¡°Jorge era de la burgues¨ªa de verdad, hijo de un fabricante, su padre ten¨ªa obreros¡ ?C¨®mo pod¨ªas aceptar que tu padre tuviera obreros? (¡) ?C¨®mo ¨ªbamos a tener mala conciencia si ¨ªbamos a cambiar el mundo?¡±, reflexiona Laura Tremosa, compa?era de Herralde en Ingenier¨ªa Industrial, entonces la carrera de prestigio para los cachorros de la clase pudiente catalana, mientras se intercalan im¨¢genes de un joven estudiante en ambientes que destilan poder adquisitivo; una adscripci¨®n que ya delataban a?os antes sus exclusivos pantalones cortos tipo golf en la foto colectiva de los bachilleres de La Salle Bonanova, sentado a la izquierda de su ya amigo Luis Goytisolo. El documental es generoso en im¨¢genes antiguas del ¨¢lbum familiar del futuro editor.
Pero el veintea?ero, cuando cay¨® seriamente enfermo de tuberculosis, ley¨® un seminal Qu¨¦ es la literatura, de Jean Paul Sartre, que a¨²n conserva, y le acentu¨® ese malestar con la sociedad burguesa que le llev¨® a quemar las naves y a arrancar la aventura editorial en octubre de 1967, que cuajar¨ªa en 1969. ¡°El objetivo inicial era la subversi¨®n del orden burgu¨¦s y capitalista, era un sello fundamentalmente pol¨ªtico, de guerrilla¡±, enmarca la g¨¦nesis el catedr¨¢tico de Literatura y, c¨®mo no, autor de la casa, Jordi Gracia, entre t¨ªtulos de Mao o sobre los tupamaros, trayectoria que estuvo a un paso de dar al traste con la editorial entre 1977 y 1980, en pleno desencanto. ¡°Ni nosotros compr¨¢bamos ya libros pol¨ªticos¡±, admite Tremosa.
Y ah¨ª sali¨® el olfato de editor de casta, que le llev¨® a reorientar el sello hacia la literatura, fuera por la v¨ªa de la iconoclasta colecci¨®n Contrase?as y los ¡°escritores salvajes¡±, como los define P¨¤mies (Burroughs, Bukowski¡) o por la de narrativas, (Patricia Highsmith, John Kennedy Toole¡), que con el tiempo se ampli¨® a la ficci¨®n en castellano. ¡°En los 70 la narrativa espa?ola era un erial, muy poco transitable, pero hab¨ªa s¨ªntomas de una nueva narrativa¡±, asegura el editor, y para hacerla aflorar cre¨® el premio Herralde. Con los a?os, algunos nombres se marcharon, de manera sonora y menos que m¨¢s amistosamente. ¡°Con las horas que dedico a esto toda mi vida, no tengo tiempo para destinarlas para autores que no son de la casa¡±, justifica para haber cercenado toda relaci¨®n con nombres como Javier Mar¨ªas.
El documental acompa?a a Herralde en uno de sus viajes a M¨¦xico, donde le veneran as¨ª en las universidades y cen¨¢culos intelectuales como le temen en las librer¨ªas, entre otras cosas por su exigente pase de revista a la ubicaci¨®n de sus libros (¡°?D¨®nde est¨¢ la famosa mesa de Anagrama o es que la est¨¢n montando ahora?¡±, le suelta a un librero). Tambi¨¦n pasea por su hist¨®rica relaci¨®n con el cine de la Escuela de
Barcelona, que en parte produjo: as¨ª, aparece ¨¦l mismo haciendo un cameo en la loca Liberxina 90 (1970), de Carlos Dur¨¢n, donde en una alucinante escena las autoridades le acusan de abrazarse a una estatua de Eros mientras lanzaba amenazadoramente pompas de jab¨®n contra la polic¨ªa. ¡°Es muy posible que tenga un gusanillo de reproche de no haberse dedicado al cine¡±, lanza el estudioso del medio Rom¨¤ Gubern y cu?ado del editor, quien desde 1968 se uni¨® en lo vital y en lo profesional con la entonces librera de la selecta Leteradura Lali Gubern, ya para siempre indispensable en su vida y obra.
Son momentos previos a saber que siempre se marcha el ¨²ltimo de fiestas y encuentros para no perder el m¨¢s m¨ªnimo ripio y a verle o bien afeit¨¢ndose con m¨¢quina el¨¦ctrica en su casa o en la trastienda de la editorial y saber as¨ª de su trabajo obsesivo, por el que responde uno a uno (felicitando, ri?endo o quej¨¢ndose) a todos aquellos periodistas y otros que han comentado algo de ¨¦l y su Anagrama; es un hombre ¡°radical en los contenidos, pero conservador en los procesos¡±, como le define una antigua colaboradora suya, Izaskun Arretxe, hoy responsable del ¨¢rea de Literatura del Institut Ramon Llull de la Generalitat.
Es poco antes de que, pinchado por los taimados guionistas (que intentan indagar siempre en lo m¨¢s ¨ªntimo del editor, conscientes de que ha publicado una decena de libros sobre su persona y su cosmovisi¨®n profesional), Herralde confiese que al diablo le pedir¨ªa hoy ¡°poder cabalgar con las riendas m¨¢s sueltas¡±. Es un gui?o circular poco antes de despedir el documental estirado en el sof¨¢ de su casa: leyendo, claro, y con los pies descalzos.