Jorge Herralde. La retirada del rey Midas
LA VIDA de la editorial Anagrama ha seguido su curso como si su fundador no hubiera estado cinco meses en cama. El pasado 1 de enero, con 81 a?os, Jorge Herralde dej¨® la direcci¨®n del sello que fund¨® en 1969 para convertirse ¡°solo¡± en su presidente: ¡°Actor secundario¡±, dice ¨¦l, que ha vendido la empresa al grupo italiano Feltrinelli y nombrado como sucesora a Silvia Ses¨¦, curtida en sellos como C¨ªrcu?lo de Lectores y Destino. La mala suerte quiso que Herralde tuviera que pasar un fin de a?o tan simb¨®lico en el hospital. Un d¨ªa de noviembre se dirig¨ªa, como siempre, a la sede de Anagrama, en el barrio barcelon¨¦s de Sarri¨¤. Cargaba, como casi siempre, dos bolsas de libros. Tropez¨® en la calle y se rompi¨® el acet¨¢bulo, un hueso de la cadera cuya ¨²nica cura es la regeneraci¨®n, es decir, la paciencia. ¡°Me aprend¨ª el nombre para dec¨ªrselo a las visitas¡±, dice Herralde. Varado en una residencia del paseo de la Bonanova, convirti¨® su habitaci¨®n en el tercer v¨¦rtice de un tri¨¢ngulo que completaban su oficina y su casa, a 100 metros de all¨ª.
Incorporado en la cama, con una manta sobre las piernas pero vestido con camisa y jersey, solo las entradas y salidas de las enfermeras que cuidaban del ¡°se?or Jordi¡± ¡ªahora una inyecci¨®n de heparina, luego el men¨² de la cena¡ª indicaban que Herralde estaba convaleciente y no retirado en un balneario. ¡°Le dije a Lali [Gubern, su esposa] que no pensaba volver a casa¡±, bromeaba el editor, que no tard¨® en llenar la mesa de libros, libretas y papeles para seguir trabajando. Cada d¨ªa dictaba a su secretaria no solo la correspondencia, sino tambi¨¦n los textos que deb¨ªan aparecer en las cuentas de Twitter y Facebook de un sello que ha conseguido lo m¨¢s dif¨ªcil: que muchos lectores compren un libro porque lo publica Anagrama, conozcan o no a su autor. ¡°Esa es la mayor satisfacci¨®n para un editor¡±, subraya Herralde. ¡°M¨¢s que los premios o el dinero¡±. ?Y cu¨¢l es el secreto? ¡°No hay. Como mucho, lo que podr¨ªamos llamar ¡®construcci¨®n de una fiabilidad¡¯. Apostamos por los libros por razones estrictamente literarias ¡ªni comerciales ni de moda¡ª y hacemos pol¨ªtica de autor. Cuando la gente ve que insistes en un escritor, conf¨ªa. Pas¨® con Rafael Chirbes¡±.
¡°El anuncio de la muerte del libro de papel fue una campa?a de los fabricantes de aparatos¡±.
Herralde, pen¨²ltimo rey Midas de la edici¨®n espa?ola, recuerda que el novelista bonaerense Alan Pauls, ahora autor de la casa, se enfadaba cuando escuchaba a sus colegas decir que estaban ¡°leyendo un libro de Anagrama¡±. ¡°?Qu¨¦ es eso de hablar de una editorial como si fuera un escritor?¡±, dec¨ªa. Con secreto o sin ¨¦l, lo cierto es que Anagrama ¡ªque tiene una c¨¢tedra con su nombre en la Universidad de Monterrey¡ª consigui¨® cuajar la nueva narrativa espa?ola de los a?os ochenta, poner en primera l¨ªnea a novelistas latinoamericanos posteriores al boom como Roberto Bola?o o Ricardo Piglia o introducir en Espa?a al ya veterano dream team brit¨¢nico de Ian McEwan y Martin Amis. Adem¨¢s, ha dado nueva vida a autores que vagaron sin pena ni gloria por diferentes sellos antes de aterrizar en su cat¨¢logo. Fue el caso de Paul Auster, Emmanuel Carr¨¨re o Patrick Modiano.
Herralde insiste: no existe f¨®rmu?la. ¡°Escritores consagrados como Monterroso y Caballero Bonald vinieron a Anagrama pensando que ten¨ªamos la varita m¨¢gica y se fueron¡±. Luego repite la teor¨ªa del cat¨¢logo fiable y habla de lo que ¨¦l llama ¡°el azar de las cosechas¡±. De ese azar, dice, forman parte ¨¦xitos recientes como Milena Busquets o los citados Chirbes y Modiano. ¡°Cuando le¨ª Un pedigr¨ª decid¨ª que editar¨ªa ese modiano aunque vendiese 300 ejemplares¡±. Fue en 2007 y el autor franc¨¦s se convirti¨® en un fen¨®meno. La ¡°inesperada¡± concesi¨®n del Nobel en 2014 no fue m¨¢s que la guinda.
Los casos de Carr¨¨re y Modiano son especialmente sintom¨¢ticos porque el esplendor de la literatura francesa ya no es el que era. Las letras anglosajonas mandan. Herralde, sin embargo, niega la mayor y a?ade los nombres de Michel Houellebecq, Jean Echenoz y Yasmina Reza. Francia, argumenta, sigue siendo la capital de la rep¨²blica mundial de las letras: ¡°Nueva York tiene el poder, pero los anglosajones no traducen. Par¨ªs es un s¨ªmbolo de estatus cultural¡±.
Como buen barcelon¨¦s, ¨¦l siempre fue un afrancesado. Su primera ¡°fantas¨ªa¡± como editor, mucho antes de pensar siquiera en fundar Anagrama, fue lanzar las obras completas de Sartre y Camus en edici¨®n de lujo. El padre de un amigo era encuadernador y pens¨® que una salida as¨ª pasar¨ªa m¨¢s f¨¢cilmente la censura: ¡°Fue una ingenuidad. Y no por la censura, sino porque Gallimard no nos dio los derechos¡±. No llegaron ni a bautizar aquel sello. El primer nombre que manejaron fue el de Cr¨ªtica, que m¨¢s tarde identificar¨ªa a la editorial fundada por Gonzalo Pont¨®n. Herralde no pudo usarlo porque ¡°una familia de Madrid¡± que se dedicaba a registrar nombres lo ten¨ªa en propiedad ¡°y ped¨ªa 100.000 pesetas; supongo que Pont¨®n pag¨® el rescate¡±.
Mientras so?aba proyectos que nunca se concretaron, Herralde trabajaba en la empresa de su padre, la Compa?¨ªa An¨®nima de Refiner¨ªas e Industrias Metal¨²rgicas (CARIM). ¡°Estudi¨¦ Ingenier¨ªa¡±, explica, ¡°porque se me daban bien las matem¨¢ticas¡±. A finales del verano de 1967 se plant¨® y adi¨®s a la vida ingenieril. Meses m¨¢s tarde, de visita en la Agencia Balcells, dio con un ensayo del fil¨®sofo italiano Giancarlo Marmori, Senso e anagramma. Ya ten¨ªa nombre. Y curiosamente, salido de un libro publicado por Feltrinelli, el sello que d¨¦cadas despu¨¦s comprar¨ªa Anagrama. La nueva editorial se estren¨® en 1969 con Detalles, de H. M. Enzensberger, y Los procesos de Mosc¨², de Pierre Brou¨¦. Pronto se convirti¨® en ¡°la caja de resonancia¡± de la izquierda heterodoxa y de la contracultura. Que su gran best seller de los setenta ¡ª40.000 ejemplares¡ª fuera Mao Tse-tung lo dice todo.
Con la muerte de Franco cambiaron los intereses de los lectores espa?oles y la novela ocup¨® el lugar del ensayo. ¡°El triunfo de Su¨¢rez¡±, explica Herralde, ¡°dio a entender que el sue?o de la ruptura se hab¨ªa parado en seco. Surgi¨® la palabra de moda ¡ª desencanto¡ª y muchos lectores dejaron de interesarse por la pol¨ªtica¡±. Corr¨ªa 1977 cuando Anagrama lanz¨® la colecci¨®n Contrase?as para alojar lo que su creador llama ¡°literatura forajida¡± ¡ªCopi, Tom Wolfe, Bukowski¡ª. Cinco a?os m¨¢s tarde naci¨® la exitosa Panorama de Narrativas, tan presente en las librer¨ªas y en las casas modernas que sus competidores empezaron a llamarla, por el color de las cubiertas, ¡°la peste amarilla¡±. ¡°Me di cuenta de que hab¨ªamos acertado cuando Patricia Highsmith no paraba de vender y cuando La conjura de los necios se convirti¨® en un fen¨®meno. Hoy sigue siendo nuestro libro m¨¢s vendido junto a Seda, de Baricco¡±. En 1983 ser¨ªa el turno de Narrativas Hisp¨¢nicas, una colecci¨®n que supo recuperar a muchos lectores a los que la literatura experimental de los setenta hab¨ªa hecho desertar de la novela espa?ola. Fue el premio que Herralde bautiz¨® con su apellido el que sirvi¨® para nutrir un cat¨¢logo al que se incorporaron ?lvaro Pombo, Enrique Vila-Matas, Javier Mar¨ªas, Bel¨¦n Gopegui, Soledad Pu¨¦rtolas o Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n.
Varios de esos nombres han terminado emigrando a otras editoriales, pero Herralde, impert¨¦rrito, subraya incorporaciones como las de Marta Sanz, Sara Mesa o Luisg¨¦ Mart¨ªn. Eso s¨ª, reconoce que la marcha de un autor siempre es ¡°un disgusto personal y profesional¡±. Y a?ade: ¡°Lo entiendo y lo respeto¡±. Luego despliega su teor¨ªa: ¡°En Espa?a se ha dado una superconcentraci¨®n en grandes grupos con mucho dinero que a veces tambi¨¦n quieren prestigio. Por eso fichan a autores ofreci¨¦ndoles anticipos que ni remotamente tienen que ver con las ventas, pero que una gran empresa se puede permitir¡±. La comprensi¨®n y el respeto parece limitarse a los escritores. ?La edici¨®n ya no es un oficio de caballeros como dec¨ªa el t¨®pico? ¡°El que escribi¨® esa frase se cuid¨® mucho de ponerla entre signos de interrogaci¨®n. Antes, que un autor se fuera parec¨ªa una profanaci¨®n. Hoy nadie se rasga las vestiduras si un futbolista ficha por otro equipo¡±.
Cuando se le pregunta si la proliferaci¨®n de agentes tiene algo que ver con ese baile de autores, Herralde, que durante a?os gestion¨® los derechos internacionales de novelistas como Mar¨ªas o Vila-Matas, lanza una frase notarial: ¡°Hay un efecto objetivo de distanciamiento¡±. Sobre la reciente p¨¦rdida de los derechos de Roberto Bola?o, cuya viuda acus¨® a Herralde de aplicarle contratos leoninos, el editor sostiene que siempre trabaja con los mismos porcentajes. ¡°No s¨¦ si luego Carmen Balcells a?adi¨® otras cantidades¡±, dice refiri¨¦ndose a la agente que gestion¨® el legado del autor chileno antes de que pasara a manos de Andrew Wylie.
Pese a los ¡°disgustos¡± que le han dado los literatos y el acet¨¢bulo, Jorge Herralde vive plet¨®rico rodeado de originales. Lo que m¨¢s le gusta de un trabajo al que ha dedicado casi 50 a?os es leer un manuscrito marcando los primeros comentarios para el autor (¡°editing en cascada¡± lo llama). Tambi¨¦n es devoto de la promoci¨®n y de redactar las contracubiertas ¡ª¡°ahora solo las reviso, pero he escrito much¨ªsimas; ?me acusaban de incluir spoilers!¡±¡ª y hasta las fajas ¡ª¡°las he hecho casi todas¡±¡ª. ?Terminar¨¢ la edici¨®n digital con todo eso? ¡°El anuncio de la muerte del libro de papel fue parte de una campa?a de los fabricantes de aparatos¡±.
Anagrama cumplir¨¢ medio siglo dentro de dos a?os. La colecci¨®n Panorama de Narrativas se encamina a los 1.000 t¨ªtulos, y Narrativas Hisp¨¢nicas, a los 600. Dicen que la novela de un editor es su cat¨¢logo, pero Herralde afirma que su ego ya se ha saciado. Est¨¢, cuenta, ¡°feliz¡± de haber elegido a Silvia Ses¨¦ como sucesora: ¡°Hay una gran sinton¨ªa entre nosotros¡±. ?l conserva un simb¨®lico 1% de las acciones ¡ªel resto es de Feltrinelli¡ª, pero no se ha reservado el derecho a veto: ¡°Soy un actor secundario. Doy opiniones no vinculantes. La que decide es Silvia¡±. Ahora su mayor preocupaci¨®n es rematar la rehabilitaci¨®n y mantener el contacto con sus autores. Aunque ha vuelto a casa y a la editorial, reconoce con picard¨ªa que la residencia ten¨ªa una gran ventaja: ninguna enfermera le llev¨® el manuscrito de una novela.
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