Voces
A veces el exceso de soledad me obliga al acto mec¨¢nico de encender la televisi¨®n
Bendita sea la gente que est¨¢ sorteando el espanto sin ser martirizada por dolencias f¨ªsicas ni torturas mentales, la que va a salir relativamente ilesa del enclaustramiento y de la pegajosa amenaza o realidad del bicho. S¨¦ del valor terap¨¦utico de los sonidos del silencio, al que Paul Simon dedic¨® una canci¨®n inmarchitable, pero a veces el exceso de soledad me obliga al acto mec¨¢nico de encender la televisi¨®n. Y me empieza a doler la cabeza. No soporto las voces que salen de ella, me crean histeria. La mayor¨ªa me parecen impostadas, las que van de tr¨¢gicas y las que pretenden ser ingeniosas. ...
Bendita sea la gente que est¨¢ sorteando el espanto sin ser martirizada por dolencias f¨ªsicas ni torturas mentales, la que va a salir relativamente ilesa del enclaustramiento y de la pegajosa amenaza o realidad del bicho. S¨¦ del valor terap¨¦utico de los sonidos del silencio, al que Paul Simon dedic¨® una canci¨®n inmarchitable, pero a veces el exceso de soledad me obliga al acto mec¨¢nico de encender la televisi¨®n. Y me empieza a doler la cabeza. No soporto las voces que salen de ella, me crean histeria. La mayor¨ªa me parecen impostadas, las que van de tr¨¢gicas y las que pretenden ser ingeniosas. Solo me parecen dignas de ser escuchadas las de los profesionales de la ciencia que saben de lo que hablan, poseen conocimiento y datos, no tienen la misi¨®n de entretener, embrutecer o alterar el sistema nervioso del receptor. Por ejemplo, me transmite cierta credibilidad y paz el tono de voz que utiliza Fernando Sim¨®n, ese se?or al que los caceroleros pretenden crucificar.
Tambi¨¦n se me revuelve todo con aquellos que para acreditar su conciencia social introducen una y otra vez en sus huecas peroratas su preocupaci¨®n por los m¨¢s vulnerables. Lo utilizan hasta la n¨¢usea pol¨ªticos, empresarios, comunicadores, sindicalistas. Sospecho que ellos no son nada vulnerables a la barbarie que se ceba y se cebar¨¢ con los aut¨¦nticos tirados. No me puedo creer que los que tendr¨¢n aseguradas sus n¨®minas a perpetuidad ocurra lo que ocurra se despiertan y se acuestan llorando por la penuria de los m¨¢s vulnerables.
Y me parece ejemplar la ¨²ltima intervenci¨®n en el Parlamento de In¨¦s Arrimadas, esa hermosa mujer y muy notable actriz con la que tengo ancestral cuelgue, aunque a veces me irriten sus locos vaivenes. Que su futura criatura tenga una existencia plena. Seguro que Arrimadas no cometer¨¢ la oportunista y exhibicionista gilipollez en nombre del feminismo m¨¢s lerdo de llevar a su beb¨¦ al Congreso, como hizo una tal Bescansa. Que los ni?os tarden en conocer ese teatro tan previsible y falso.