¡®Podr¨ªa destruirte¡¯: Contra el consentimiento (y todo lo dem¨¢s)
Michaela Coel construye para HBO una feroc¨ªsima obra de autor sobre el consentimiento que cuestiona nuestra actual y desalmada manera de relacionarnos sexualmente
Como una fuerza de la naturaleza que se contase a s¨ª misma para poner orden en lo vivido, y para que lo vivido importe como deber¨ªa, Michaela Coel (Londres, 33 a?os), actriz de, sobre todo, aquello que escribe y dirige ella misma, da en Podr¨ªa destruirte (HBO Espa?a), un estruendoso paso al frente. La responsable de la aparentemente inocente pero igualmente punzante Chewing Gum (Netflix), donde someti¨® su vida a la l¨®gica de la ficci¨®n ¨Ccom...
Como una fuerza de la naturaleza que se contase a s¨ª misma para poner orden en lo vivido, y para que lo vivido importe como deber¨ªa, Michaela Coel (Londres, 33 a?os), actriz de, sobre todo, aquello que escribe y dirige ella misma, da en Podr¨ªa destruirte (HBO Espa?a), un estruendoso paso al frente. La responsable de la aparentemente inocente pero igualmente punzante Chewing Gum (Netflix), donde someti¨® su vida a la l¨®gica de la ficci¨®n ¨Ccomo Tracey, la protagonista, Michaela, hija de padres ghaneses, creci¨® en un ambiente asfixiantemente religioso¨C y descubri¨® que a¨²n queda mucho por contar ¨C?acaso el relato del veinta?erismo se hab¨ªa detenido alguna vez en alguien que hubiera pasado por lo que ella pas¨®?¨C, dispara ahora contra el consentimiento, pero no solo contra el consentimiento.
Con un look feroc¨ªsimo, Coel indaga en las, obviamente, devastadoras consecuencias de un abuso: Arabella, la protagonista, toma en un bar un tequila blanco adulterado, y al d¨ªa siguiente ni siquiera sabe d¨®nde est¨¢ su casa, pese a que ha pasado la noche en ella y ha llegado a tiempo a la reuni¨®n que ten¨ªa por la ma?ana, porque el que adulter¨® la bebida abus¨® de ella. Pero tambi¨¦n radiograf¨ªa un modo de vida en la cuerda floja -el tiempo se mide en alarmas de m¨®vil: este rato trabajas, este rato quedas con alguien, este intentas despejarte¨C, el del millenial pluriempleado a exprimir, y, a¨²n m¨¢s importante, la adictiva y deshumanizada ley del deseo algor¨ªtmico.
La propia Coel ha dicho que nada de lo que se cuenta en Podr¨ªa destruirte es enteramente ficticio, y eso incluye el episodio de abuso ¨Cse?ala que algo parecido le ocurri¨® en su etapa al frente de Chewing Gum¨C, y tal vez esa es la raz¨®n del alto voltaje de su interpretaci¨®n, que parece abocar al espectador, sin apenas conocerla, al centro mismo de su desordenada y ca¨®tica existencia, marcada por la precariedad sentimental ¨Cest¨¢ enamorada de un chico italiano que, a su manera, la desprecia, qui¨¦n sabe por qu¨¦¨C y las exigencias de un entorno laboral que no la deja respirar. Unos agentes quieren de ella algo y lo quieren ya, sin importarles lo que sea por lo que est¨¢ pasando, ni c¨®mo lo consiga: un claro ejemplo de lo que el mundo de hoy hace con los j¨®venes ¨Cy no tan j¨®venes¨C sin sueldo fijo.
?Y qu¨¦ hace? Los convierte en empleados sumisos sin ning¨²n derecho, en esclavos que deben considerarse afortunados por el mero hecho de poder serlo, esclavos que a¨²n y teniendo la sart¨¦n por el mango ¨Cel libro de Arabella solo puede escribirlo ella y parece que eso es lo ¨²ltimo que importa¨C, obedecen por miedo a que lo ¨²nico que tienen tambi¨¦n se desmorone. El mundo de la fama virtual tambi¨¦n tiene su peque?a raci¨®n de cr¨ªtica. Arabella es relativamente famosa ¨Cen especial, entre el p¨²blico femenino, que no se corta a la hora de pedirle un selfi en la calle¨C porque ha publicado un libro que primero escribi¨® para Twitter titulado Cr¨®nicas de una millenial harta, pero est¨¢ terriblemente sola, todos los dem¨¢s son espejismos la noche en la que todo se tuerce, porque para el agresor nada importa m¨¢s que su moment¨¢neo e irreprimible deseo.
¡°Es una serie sobre c¨®mo el trauma de haber sufrido un abuso te cambia, te reduce, hace que explotes¡±, ha dicho la actriz, que aqu¨ª tambi¨¦n escribe y dirige, y se?ala a un culpable: una sociedad hedonista y deshumanizada en la que el otro es un objeto que puede usarse y luego abandonarse. Su mejor amigo, Kwame (Paapa Essiedu), es un adicto a Grindr ¨Capenas la escucha cuando habla, solo descarta chicos en la aplicaci¨®n¨C y la pareja que forma otro par de amigos cree que su diversi¨®n, su noche, depende de la chica que han escogido para hacer un tr¨ªo. Todo apunta al desestabilizante mundo del deseo sin escr¨²pulos, o lo que ocurre cuando se aplica la l¨®gica del mercado ¨Clo quiero, lo tengo¨C a algo que no es un producto sino que piensa y siente y tiene derecho a decir que no.
Que el bar en el que todo ocurre se llame Ego Death Bar ¨CBar de la Muerte del Ego¨C es solo uno de los m¨²ltiples y muy adecuados detalles que convierten Podr¨ªa destruirte en una declarad¨ªsima obra de autor ¨Cautora, en este caso¨C que hace mucho m¨¢s que poner el dedo en la llaga y dibujar un escenario posMeToo en el que nada, pese a las apariencias, ha cambiado, llega al centro mismo de la mil veces interrumpida existencia contempor¨¢nea y advierte, por en¨¦sima vez, que nada va a salvarte del tot¨¦mico ego sin piedad del acosador que, por otro lado, es el d¨¦bil. La fuerte, en todo momento, y pese al duro golpe, es ella. Ha ca¨ªdo, pero va a levantarse, y va a costarle, pero el espectador va a vivirlo con ella, y va a tener que sacar sus propias conclusiones.