Aberraci¨®n
No quiero pensar en las atrocidades que les quedan por realizar en el campo de tantas artes a los rastreadores del mal, de la incorrecci¨®n pol¨ªtica, de la subversi¨®n
Dispongo con placer desde hace 40 a?os de uno de los libros de cine m¨¢s lujosos que se han publicado nunca. Se titula David O. Selznick. Hollywood. Gran parte de ¨¦l est¨¢ dedicado a Lo que el viento se llev¨®, una hist¨®rica pel¨ªcula por la que pasaron numerosos guionistas y tres directores, pero que lleva el sello de su proteico productor, magnate del cine del que cuentan tantas cosas buenas como malas. Para varias generaciones de p¨²blico muy variado existe un antes y un despu¨¦s con este t¨ªtulo legendario. No es mi caso, pero entiendo su enorme poder de fascinaci¨®n. Y me irrita la ...
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Dispongo con placer desde hace 40 a?os de uno de los libros de cine m¨¢s lujosos que se han publicado nunca. Se titula David O. Selznick. Hollywood. Gran parte de ¨¦l est¨¢ dedicado a Lo que el viento se llev¨®, una hist¨®rica pel¨ªcula por la que pasaron numerosos guionistas y tres directores, pero que lleva el sello de su proteico productor, magnate del cine del que cuentan tantas cosas buenas como malas. Para varias generaciones de p¨²blico muy variado existe un antes y un despu¨¦s con este t¨ªtulo legendario. No es mi caso, pero entiendo su enorme poder de fascinaci¨®n. Y me irrita la idiotez que ha perpetrado HBO al retirarla de su cat¨¢logo. Los muy perspicaces han descubierto ahora que es racista, que el papel de los negros se reduce a los estereotipos del sumiso T¨ªo Tom. Vale. ?Y qu¨¦?
La polic¨ªa del arte y del pensamiento va a tener un trabajo ingente y bien pagado, su promoci¨®n est¨¢ asegurada. Le sugiero que quemen las copias que perduran de El nacimiento de una naci¨®n. Su creador, Griffith, invent¨® el cine con ella, le ense?¨® a caminar. Y en su argumento hay cosas tan grotescas como racistas. Hay que ser ciego o loco para otorgar condici¨®n heroica al siniestro Ku Klux Klan. Pero rechazar su grandeza visual y su trascendencia solo se le puede ocurrir a la gilipollez satisfecha.
Y no quiero pensar en las atrocidades que les quedan por realizar en el campo de tantas artes a los rastreadores del mal, de la incorrecci¨®n pol¨ªtica, de la subversi¨®n. Voy a releer con glotoner¨ªa a Patricia Highsmith, mi escritora favorita, su apasionante obra no necesit¨® recurrir al empoderamiento. Tom Ripley, su personaje m¨¢s repetido, es amoral y un asesino sin sentido de culpa. No me extra?ar¨ªa que entrara en la lista de los proscritos. Y Shakespeare tambi¨¦n. Invent¨® a Ricardo III, a Macbeth y a Otelo.