El mejor funeral de la antigua televisi¨®n
'El ala oeste de La Casa Blanca' no es un producto en el que se premie al espectador por ser muy listo, sino que se premia al espectador con la posibilidad de ver en pantalla a gente muy lista
Cuando Aaron Sorkin vio las Torres Gemelas caer el 11 de septiembre de 2001 pens¨® inmediatamente que El ala oeste de La Casa Blanca, la serie que hab¨ªa creado para la NBC y que, en aquel momento se encontraba a punto de estrenar su tercera temporada, no podr¨ªa emitirse nunca m¨¢s. Mientras la mitad de los guionistas del planeta se planteaban c¨®mo integrar aquellos dram¨¢ticos acontecimientos en sus obras, el escritor de Algunos hombres buenos llam¨® a la cadena que emit¨ªa su drama presidencial para pedir una pr¨®rroga indefinid...
Cuando Aaron Sorkin vio las Torres Gemelas caer el 11 de septiembre de 2001 pens¨® inmediatamente que El ala oeste de La Casa Blanca, la serie que hab¨ªa creado para la NBC y que, en aquel momento se encontraba a punto de estrenar su tercera temporada, no podr¨ªa emitirse nunca m¨¢s. Mientras la mitad de los guionistas del planeta se planteaban c¨®mo integrar aquellos dram¨¢ticos acontecimientos en sus obras, el escritor de Algunos hombres buenos llam¨® a la cadena que emit¨ªa su drama presidencial para pedir una pr¨®rroga indefinida. Cualquiera hubiera pensado que, si alg¨²n producto audiovisual de aquellos a?os pod¨ªa sacar provecho de forma org¨¢nica de aquellos funestos hechos, ser¨ªa la serie protagonizada por Martin Sheen en el papel de Jed Bartlet, un presidente de EE UU capaz de citar a Shakespeare de memoria y, sobre todo, con un talento pocas veces visto para dudar de las cosas, para pedir consejo, para escuchar. Pero Sorkin vio aquellos acontecimientos como un escollo insalvable. La serie no pod¨ªa ignorarlos y ¨¦l no deseaba integrarlos. No quer¨ªa escribir una trama en la que se le mostrara al p¨²blico c¨®mo aquella id¨ªlica administraci¨®n formada por un equipo de seres inteligentes y divertidos poseedores todos de un talento fascinante para hablar a toda pastilla, afrontar¨ªa algo tan tr¨¢gico. Al final, a rega?adientes, escribi¨® un episodio remotamente inspirado en aquel ataque terrorista y sigui¨® adelante con su serie, ignorando, como se hab¨ªa propuesto desde el minuto uno, cualquier noticia susceptible de ser integrada en el guion. Esta serie jam¨¢s estuvo basada en hechos reales y tampoco es culpable de todos los personajes reales que en alguna ocasi¨®n han querido basarse en ella.
El ala oeste de La Casa Blanca (que acaba de recuperar en Espa?a completa Amazon Prime Video), es una de las m¨¢s notables series de aquella era dorada de la ficci¨®n televisiva. Se estren¨® en septiembre de 1999, ocho meses despu¨¦s de Los Soprano y a?o y medio antes de A dos metros bajo tierra. Pero la obra de Sorkin tiene m¨¢s que ver con la ¨¦poca anterior, la de acabar r¨¢pido de cenar para sentarse frente al televisor y cancelar los planes los jueves por la noche porque hab¨ªa episodio nuevo de tu serie favorita. No es un producto en el que se premie al espectador por ser muy listo, sino que se premia al espectador con la posibilidad de ver en pantalla a gente muy lista. No requiere esfuerzo, solo gusto y curiosidad. No invent¨® la nueva televisi¨®n, simplemente, le dio el mejor funeral posible a la antigua.
Sorkin logr¨® con esta serie un producto para la historia, cuyos fans a¨²n hoy manejan perfiles de Facebook consagrados a fabular con qu¨¦ har¨ªa Barlett ante cualquier a de los acontecimientos a los que han tenido que enfrentarse los presidentes de EU UU que han venido tras ¨¦l. Las cuatro primeras temporadas las escribi¨® pr¨¢cticamente solo (22 o 23 episodios por entrega). Y en ellas desarroll¨® un estilo de hacer televisi¨®n propio -esos personajes que hablan y andan, hablan y andan¡- y cre¨® uno de los elencos de personajes televisivos m¨¢s emp¨¢ticos de la historia. Pero, sobre todo, dej¨® una forma de hacer ficci¨®n pol¨ªtica que nadie jam¨¢s lograr¨¢ igualar. Antes y despu¨¦s de El ala oeste, los pol¨ªticos en la peque?a pantalla eran idiotas (Veep) o cabrones (House of Cards). Esta serie apost¨® por algo mucho m¨¢s arriesgado: un pol¨ªtico bueno.