George Pelecanos: ¡°La clase, como la raza, es una forma excelente de tener a la gente separada¡±
El veterano novelista y guionista de ¡®The Wire¡¯, ¡®Treme¡¯ y ¡®The Deuce¡¯ ha dedicado el confinamiento a preparar su regreso a la televisi¨®n
En el pasado, cuando un literato se iba a Hollywood, la tradici¨®n era terminar alcoholizado, ¨¢grafo y suicida. W.P. Mayhew (trasunto ficcional de William Faulkner) afirmaba en Barton Fink que guionizar pel¨ªculas de lucha libre le hab¨ªa inoculado una ¡°poderosa sed¡±. Tal vez por esa raz¨®n, pocos autores regresaban a su disciplina de origen, y los que lo hac¨ªan estaban churruscados m¨¢s all¨¢ de todo reconocimiento art¨ªstico.
George Pelecanos representa una rara excepci¨®n a la norma: su...
En el pasado, cuando un literato se iba a Hollywood, la tradici¨®n era terminar alcoholizado, ¨¢grafo y suicida. W.P. Mayhew (trasunto ficcional de William Faulkner) afirmaba en Barton Fink que guionizar pel¨ªculas de lucha libre le hab¨ªa inoculado una ¡°poderosa sed¡±. Tal vez por esa raz¨®n, pocos autores regresaban a su disciplina de origen, y los que lo hac¨ªan estaban churruscados m¨¢s all¨¢ de todo reconocimiento art¨ªstico.
George Pelecanos representa una rara excepci¨®n a la norma: su arte nodriza era la novela (negra y social), pero se pas¨® a la escritura de guiones para series de televisi¨®n (The Wire, Treme, The Deuce), actividad que compagin¨® con la de productor ejecutivo. En ambos campos, cat¨®dico y literario, Pelecanos alcanz¨® la excelencia, y encima sin dejar secar el que manten¨ªa en barbecho. Aprovechamos el despertar post-covid de la industria televisiva para conversar con el escritor de Washington DC.
Pregunta. ?Qu¨¦ ha estado haciendo durante la pandemia?
Respuesta. He intentado estar de buen humor. He retomado el contacto con el mundo natural, he hecho senderismo, he ido en bicicleta¡ Cuando empezaba a deprimirme, me llegaron nuevas ofertas de trabajo, pues tras el par¨®n los estudios necesitaban guiones. Le vendimos a HBO un proyecto sobre corrupci¨®n policial en Baltimore, llamado We own the city, y me puse a ello. No es The Wire, pero va a tener un aire similar, porque usaremos el mismo equipo y filmaremos en la misma ciudad. Tambi¨¦n estuve adaptando la primera novela de John D. McDonald, The Deep Blue Good-Bye, para 20th Century Fox. Fue la primera novela negra que le¨ª, a finales de los 70, y me hizo querer dedicarme a esto. Siempre pens¨¦ que alg¨²n d¨ªa la adaptar¨ªa. Por ¨²ltimo, acabo de estrenar DC Noir. Son cuatro historias basadas en cuatro de mis relatos cortos. Yo dirijo una, mi hijo otra, Stephen Kinigopulos otra y Gbenga Akinnagbe (actor de The Wire) otra. El trabajo confinado confirm¨® lo que siempre he sabido: sin escribir, no tengo mucho. Mi hobby es mi empleo. Me levanto cada ma?ana para escribir, es lo ¨²nico que deseo hacer.
P. Compagina guiones con literatura de un modo ejemplar.
R. Los novelistas no suelen ser buenos guionistas. El novelista es como un Dios: escribe lo que quiere, cuando quiere. Trabaja codo con codo con un editor, pero no necesita su visto bueno. Controla toda su obra. Como guionista cedes parte de ese control, y a la mayor¨ªa de novelistas no les gusta. Pero yo empec¨¦ en esto porque quer¨ªa ser cineasta, y me encantaba guionizar. Tambi¨¦n trabajar en equipo, con c¨¢maras, dise?adores de vestuario, estilistas¡ Todos trabaj¨¢bamos juntos para conseguir algo, cediendo control individual. Una serie no gira alrededor de qui¨¦n escribi¨® los di¨¢logos. Eres parte de un engranaje.
P. Los dos aspectos de su carrera, guiones y literatura, se han beneficiado mutuamente. Quiz¨¢s porque se ha dedicado a los dos con la misma pasi¨®n.
R. Creo que si llego a ser solo guionista me habr¨ªa quemado hace tiempo. Una cosa es ceder algo de control sobre la obra, y la otra, que suele sucederle a la mayor¨ªa de guionistas, es cederlo del todo cuando la serie se empieza a filmar. Solo puedes mantener control sobre lo escrito convirti¨¦ndote en productor, como yo hice. Por a?adidura, antes de querer ser novelista so?aba con ser director de cine. En 1969, cuando era un ni?o, mi padre me llev¨® a ver Grupo salvaje, de Sam Peckinpah. Sal¨ª de all¨ª sabiendo que quer¨ªa dirigir pel¨ªculas, aunque no ten¨ªa ni idea de c¨®mo conseguirlo.
P. ?Es el cine es una influencia mayor para usted que la literatura?
R. S¨ª, y no me averg¨¹enza decirlo. Muchos escritores de mi generaci¨®n no se atreven a confesarlo, pese a que fueron educados en cultura pop. En ese sentido debo darle al punk rock el reconocimiento que se merece. En Washington DC tenemos una escena punk muy potente, Positive Force, Fugazi/Minor Threat, etc. Cuando empec¨¦, no ten¨ªa ni idea de c¨®mo iba a convertirme en escritor. Nunca hab¨ªa ido a clases de escritura creativa, no conoc¨ªa a escritores, no conoc¨ªa a editores neoyorquinos y desde luego no conoc¨ªa a nadie en Hollywood. Solo era un chaval griego de DC. El punk rock me inspir¨®. Aquellos tipos no eran m¨²sicos. Simplemente dijeron: ¡°empecemos un grupo. Toquemos m¨²sica. No va a ser Led Zeppelin, pero valdr¨¢ la pena. Podemos hacer arte¡±. Los punks me hicieron pensar que yo tambi¨¦n pod¨ªa hacerlo. Por na¨ªf que suene.
P. Los punks de DC estaban muy politizados, lo que para usted deb¨ªa representar un atractivo adicional.
R. S¨ª. Todos aquellos chavales siguen ahora, de adultos, implicados en su comunidad. Han terminado ejerciendo de voluntarios, profesores y otros perfiles de la misma naturaleza. Era un compromiso de por vida, y eso me inspir¨®. El punk tambi¨¦n me ense?¨® a absorber la ciudad. Cuando, de joven, trabajaba en el restaurante de mi padre, entregaba la comida a pie y me fijaba en todo: los barrios, las razas, la m¨²sica, los coches¡ En aquella ¨¦poca DC era 75% negro; era una ciudad negra, y para m¨ª siempre lo ser¨¢.
P. M¨¢s de una vez ha declarado que gracias a trabajar en aquel bar ¡°siempre sabr¨¢ a qu¨¦ lado de la barra perteneces¡±. Pero su trabajo le ha permitido saltarla.
R. Trabajo en un negocio que paga mucho dinero a gente como yo. Y est¨¢ bien, no voy a mentirte [sonr¨ªe]. Pero no empec¨¦ a escribir hasta los 35, todo lo anterior eran trabajos manuales. Escrib¨ª mis primeros libros cuando a¨²n trabajaba en cocinas de bares. Muchas mujeres no sal¨ªan con tipos como yo, pinches de restaurante, hijos de inmigrante. La clase, como la raza, es una excelente manera de mantener a la gente separada. El racismo, que ahora levanta de nuevo su fea cara, infecta a mucha gente de renta baja. Los blancos pobres no ven el timo. Esto no va de negros contra blancos. Va de ricos contra pobres, como siempre.
P. Philip Larkin dijo ¡°todos odiamos el hogar¡±. Pero usted ama Washington DC.
R. Mirar atr¨¢s con negatividad o resentimiento hacia el lugar en el que creciste suele tener que ver con lo que suced¨ªa en tu casa. Pero yo era un ni?o feliz. Mis padres me quer¨ªan, yo les quer¨ªa a ellos. Mi escritura no surge del dolor. Cuando miro al pasado lo hago con cari?o. Asimismo, la nostalgia es peligrosa; puede cegarte de cara al presente.
P. DC es una ciudad gentrificada, pero usted no echa pestes del proceso.
R. La gentrificaci¨®n es una evoluci¨®n natural. No puedes detenerla. La gente se obsesiona con lo ¡°aut¨¦ntico¡± del pasado, pero esta ciudad estaba fatal. Hab¨ªa m¨¢s paro y much¨ªsimo m¨¢s crimen. El homicidio en DC ha bajado un 75% desde los a?os ochenta. La gentrificaci¨®n le ha quitado brillo a la cultura, pero ha sido positiva para muchas vidas. Si paseabas de noche por mi barrio en los a?os setenta casi todas las casas estaban a oscuras; ahora hay luz en ellas. La gente tiene empleos.
P. O sea, que la gentrificaci¨®n es nefasta para el arte pero buena para la ciudadan¨ªa.
R. [r¨ªe] Podr¨ªa expresarse as¨ª. Lo ¨²nico que tenemos que hacer es asegurarnos de que no sea solo buena para los ciudadanos de un barrio. Si te das un garbeo por los distintos barrios de DC ver¨¢s que la gente no tiene la misma calidad de vida, los mismos paisajes, los mismos suministros. El n¨²mero de detenciones relacionadas con la marihuana es el doble para negros que para blancos (y los blancos fuman tanto como los negros). Sigue existiendo un trato desigual.
P. Su ¨²ltima novela, El hombre que volvi¨® a la ciudad, habla de un exconvicto que regresa a una DC gentrificada. Y no lo pasa tan mal.
R. Lo primero que hace mi protagonista al pisar la calle es hacerse el carnet de la biblioteca. Va a una biblioteca nueva y alucina. Luego se va a una librer¨ªa y encarga un libro que siempre hab¨ªa querido leer. Luego consigue un empleo en la cocina de un bar-pizzer¨ªa que acaba de abrir en un barrio gentrificado. Ese tipo se est¨¢ beneficiando de algunos aspectos de la gentrificaci¨®n; no le pidas que la deteste. Quiz¨¢s su vida no se alterar¨¢ del todo, pero ser¨¢ mejor. Mi protagonista quiere lo que todo el mundo: un trabajo, amistad y compa?¨ªa. He trabajado en muchos proyectos de lectura en la c¨¢rcel, y he conocido a muchos tipos como ¨¦l. Una vez le pregunt¨¦ a un convicto qu¨¦ era lo primero que iba a hacer cuando quedara libre, y me dijo: ¡°una bolsa de hierba y un carnet de la biblioteca¡±. No es una mala manera de vivir.
P. Siempre comenta que The Wire no tuvo ¨¦xito, lo que resulta desconcertante. Es una de las series m¨¢s influyentes de la historia.
R. Se convirti¨® en una de las series m¨¢s influyentes con el tiempo. Cuando estuvo en el aire, la ve¨ªa muy poca gente. Era uno de los shows de HBO con menor audiencia. Ahora parece que todos los cr¨ªticos vieron su brillantez al momento, pero no es cierto. A muchos no les gust¨®. El Washington Post la puso a parir. La gente tambi¨¦n olvida que no se le dio ning¨²n reconocimiento. No ganamos ni un solo Emmy. Ten¨ªamos el elenco de actores negros m¨¢s elevado de cualquier serie dram¨¢tica, y de toda la historia de televisi¨®n, y ni uno de esos artistas extraordinarios fue nominado. Qu¨¦ le vas a hacer, los premios no son la raz¨®n por la que hacemos lo que hacemos. Pero a veces desear¨ªa que The Wire estuviese en el aire ahora, porque todos esos actores negros ser¨ªan reconocidos y premiados. The Wire solo empez¨® a elevarse cuando dej¨® de emitirse, y lleg¨® a Europa. All¨ª prendi¨®. Cuando est¨¢bamos grab¨¢ndola no sab¨ªamos que est¨¢bamos haciendo THE WIRE, en may¨²sculas.
P. The Wire es como el disco de pop avanzado o be-bop que nadie compr¨® en su d¨ªa pero con el tiempo se convierte en mega-influyente.
R. S¨ª, The Wire fue como The Velvet Underground [r¨ªe]. Todo el mundo habla de lo grandes que eran, pero en la ¨¦poca nadie los iba a ver y no vend¨ªan ni un disco.
P. Muchos escritores van de modestos y afirman estar desinteresados en la posteridad. Usted afirma que est¨¢ en esto precisamente por ella.
R. [r¨ªe] Todos los escritores piensan en la posteridad, est¨¢n obsesionados con adquirir alg¨²n tipo de inmortalidad. Escribir es mi forma de decir: ¡°estuve aqu¨ª¡±. En cien a?os alguien coger¨¢ un libro m¨ªo y no sabr¨¢ qui¨¦n era yo como hombre, pero s¨ª ver¨¢ mi obra y sabr¨¢ que hice algo en vida, algo que permanece. Lo mismo con mi trabajo para televisi¨®n. The Deuce no fue popular, pero espero que con el tiempo la gente la vea y la aprecie.
P. The Deuce iba del inicio de la industria del porno en Times Square. A qui¨¦n podr¨ªa no interesarle.
R. Filmamos las escenas porno del modo menos sexy posible. Alguna gente mir¨® la serie esperando erecciones, y lo que consigui¨® fueron gatillazos [carcajada]. Les dije que si lo que buscaban era porno tendr¨ªan que haberse dirigido a su port¨¢til, no a The Deuce. Quer¨ªamos que el porno fuese deprimente. Y quer¨ªamos que la serie estuviese centrada en las mujeres, la forma en que el porno las utilizaba, como en un taller clandestino. Debo decir que, pese al ruido de #Metoo, las cosas no han cambiado mucho. Me resulta dif¨ªcil aplaudir a todos esos tipos que ahora salen de debajo de las piedras d¨¢ndoselas de santurrones y proclamando que contratan a mujeres, como si tuvi¨¦semos que darles un premio. Colega, est¨¢s haciendo algo que deber¨ªa ser normal, y que deber¨ªas haber hecho hace cincuenta a?os.
P. Al principio le tildaban de ¡°escritor de la masculinidad¡±, pero ha cambiado.
R. De joven ve¨ªa la forma en que se trataba a las mujeres y, aunque no me gustaba, no cre¨ªa que fuese de mi incumbencia. Pero no basta con decir ¡°oh, qu¨¦ cosa tan mala¡±. Lo mismo con el racismo. Las palabras amables no son suficientes. Tienes que hacer algo pr¨¢ctico. Los blancos seguimos mandando; los n¨²meros est¨¢n a nuestro favor. Si queremos ser inclusivos, tenemos que hacer algo. Quiz¨¢s no podamos cambiar las cosas desde nuestro gremio, pero s¨ª podemos hacer un mont¨®n de preguntas, y dirigirlas a donde pueden ser escuchadas.
P. Lo de haber crecido en una sociedad racista y segregada por g¨¦neros no es excusa para no cambiar.
R. Evolucionar es imperativo. No hace falta realizar enormes cambios estructurales ni giros vitales, solo estar con gente de todo tipo. En The Deuce la mayor¨ªa del equipo era gay o transg¨¦nero, y nunca dej¨¦ de aprender cosas. Y as¨ª es como creces como persona. Si est¨¢s atascado en el mundo en que creciste, se acab¨®. La vida es incorporar experiencia; para eso estamos aqu¨ª.