Asco
El desprecio de la tribu pol¨ªtica hacia los intereses de la plebe alcanza cotas salvajes cuando, en medio del desastre general, se dedica a planear nuevas elecciones, mociones de censura, apa?os s¨®rdidos
Insiste cansinamente la tribu pol¨ªtica cada vez que le colocan un micr¨®fono en su desvergonzada boquita que su mayor preocupaci¨®n es la gente que est¨¢ sufriendo. Tambi¨¦n recuerdan con desgarro a los muertos. Lo ¨²ltimo resulta innecesario, ya que estos no votan, son prescindibles a la hora de mantener su poder y sus invulnerables sueldos. Pero su desprecio hacia los intereses de la plebe alcanza cotas salvajes cuando en medio del desastre general, esperando el demorado ant¨ªdoto contra el monstruo, con el terror a perder su trabajo y sospechando que no van a encontrar jam¨¢s uno nuevo, rotos y de...
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Insiste cansinamente la tribu pol¨ªtica cada vez que le colocan un micr¨®fono en su desvergonzada boquita que su mayor preocupaci¨®n es la gente que est¨¢ sufriendo. Tambi¨¦n recuerdan con desgarro a los muertos. Lo ¨²ltimo resulta innecesario, ya que estos no votan, son prescindibles a la hora de mantener su poder y sus invulnerables sueldos. Pero su desprecio hacia los intereses de la plebe alcanza cotas salvajes cuando en medio del desastre general, esperando el demorado ant¨ªdoto contra el monstruo, con el terror a perder su trabajo y sospechando que no van a encontrar jam¨¢s uno nuevo, rotos y desesperanzados, aquellos que aseguran dedicar su existencia al logro del bien com¨²n se dedican a planear nuevas elecciones, mociones de censura, apa?os s¨®rdidos comprando supuestos rivales, llevando el permanente teatro hasta l¨ªmites execrables.
Todo muy democr¨¢tico, por supuesto. El voto del sagrado pueblo avala sus conductas y sus decisiones. Ni siquiera necesitan la certidumbre de aquel rey ilustrado en que hay que gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo. El pueblo se la suda a sus arrogantes genitales. Al menos, que dejen de dar la matraca refiri¨¦ndose continuamente a ¨¦l. Que solo lo hagan cuando se instalen las urnas, cuando se juegan el pan o el caviar.
Y recuerdo la libertaria utop¨ªa de Borges: ¡°Con el tiempo mereceremos no tener gobiernos¡±. Tambi¨¦n el poema de Alberti Nocturno: ¡°Manifiestos, art¨ªculos, comentarios, discursos. Humaredas perdidas, neblinas estampadas. ?Qu¨¦ dolor de papeles que ha de barrer el viento, qu¨¦ tristeza de tinta que ha de borrar el agua!¡±. Y mi subconsciente tararea la preciosa canci¨®n de Leonard Cohen, Bird on the Wire: ¡°Como un p¨¢jaro en el alambre, como un borracho en un coro de medianoche, he intentado a mi manera ser libre¡±.
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