¡®Euphoria¡¯, el caos convertido en arte
Protagonizada por Zendaya, la introspectiva segunda temporada de la serie de HBO Max ha elevado su apuesta est¨¦tica para apoyar las emociones extremas de sus personajes
No hay nada comparable a Euphoria ahora mismo en la televisi¨®n. Nada tan extremo en las emociones que refleja, ni en su arriesgada apuesta est¨¦tica, ni en su atrevimiento tem¨¢tico. Nada tan ca¨®tico en algunos aspectos y tan brillante en otros. Siempre a un paso del abismo en todos los campos, la serie creada por Sam Levinson y protagonizada con una potencia que, en ocasiones, rompe el alma por ...
No hay nada comparable a Euphoria ahora mismo en la televisi¨®n. Nada tan extremo en las emociones que refleja, ni en su arriesgada apuesta est¨¦tica, ni en su atrevimiento tem¨¢tico. Nada tan ca¨®tico en algunos aspectos y tan brillante en otros. Siempre a un paso del abismo en todos los campos, la serie creada por Sam Levinson y protagonizada con una potencia que, en ocasiones, rompe el alma por Zendaya logra, milagrosamente, mantenerse en pie una y otra vez. Con Euphoria no cabe t¨¦rmino medio: o la amas o la odias. O conectas con ella y te introduces en su mundo on¨ªrico, casi de pesadilla la mayor¨ªa de las veces, con personajes que dejan que sus emociones extremas sean las que decidan en todo momento (algo que se refleja no solo en la trama, tambi¨¦n en los aspectos formales de la producci¨®n), o la serie te expulsa sin remedio. En cualquiera de los dos casos, hay un hecho indiscutible: no hay otra serie como Euphoria.
Ya fue atrevida la primera temporada, con una mirada propia al universo adolescente (sin ser una serie adolescente, sino una serie muy adulta protagonizada por adolescentes), muy atenta al aspecto formal y alejada de las habituales historias con j¨®venes, que se mueven desde la complacencia hasta la desaprobaci¨®n de lo que no se comprende. Los personajes trataban con adicciones y problemas mentales, intentaban conocerse a s¨ª mismos mientras experimentaban en un mundo sumamente hostil. Estaban perdidos, pero de vez en cuando hab¨ªa una luz de esperanza. En la dura y oscura segunda temporada, todo eso se ha exacerbado.
Mucho m¨¢s introspectivos, los ocho cap¨ªtulos que acaban de completar su emisi¨®n en HBO Max se han adentrado en los dilemas y la psique de los personajes. Aunque la trama haya perdido potencia, y en ocasiones se haya presentado de forma m¨¢s ca¨®tica de lo que ser¨ªa aconsejable en circunstancias normales (como ejemplo, el melodram¨¢tico ¨²ltimo cap¨ªtulo), el guion no ha perdido poder¨ªo. Ah¨ª est¨¢ todo el recorrido de Cassie (Sydney Sweeney), una adolescente que ha entendido el amor de la forma m¨¢s absurda posible. O el escalofriante quinto cap¨ªtulo, con el que seguro que Zendaya intentar¨¢ volver a ganar el Emmy a la mejor actriz protagonista de drama que ya logr¨® con la primera temporada.
El episodio en cuesti¨®n muestra la ca¨ªda a los infiernos de la drogadicta Rue, que maltrata a quienes m¨¢s quiere, sufre, grita, roba, huye y acaba en la casa de una peligrosa traficante, donde est¨¢ a punto de quedar encerrada. D.A.R.E., el programa para la prevenci¨®n del consumo de drogas, acus¨® hace unas semanas a Euphoria de glorificar el consumo de drogas. Sin duda, lo dir¨ªan antes de ver este aterrador episodio (incluso es posible que lo dijeran sin haber visto la serie, o sin haberla entendido). Tambi¨¦n en el guion estaba el retorcido s¨¦ptimo cap¨ªtulo, que sigue la representaci¨®n de una obra de teatro escolar (obra que, de haberse puesto en pie en el mundo real, habr¨ªa superado en presupuesto a la propia Euphoria) escrita por la joven Lexi, posiblemente el personaje m¨¢s maduro de esta historia, que recoge su punto de vista ¡ªy, en muchos casos, el del espectador¡ª sobre todo lo que ha sido testigo para entrelazar ficci¨®n y metaficci¨®n.
El guion es solo una de las patas de Euphoria. Pero lo que consigue que el espectador no pueda apartar los ojos de la pantalla es todo su envoltorio. Desde un maquillaje de fantas¨ªa que sirve a los personajes para esconderse tras la m¨¢scara y mostrarse como querr¨ªan ser en lugar de como son en realidad, hasta una selecci¨®n musical vintage que va desde temas de los a?os noventa hasta cl¨¢sicos como Stand By Me de Ben E. King, Call Me Irresponsable por Bobby Darin, o Drink Before the War de Sinead O¡¯Connor. Las secuencias musicales son algunas de las mejores de la serie y, como explica en una entrevista su supervisora musical, Jen Malone, siguen la l¨ªnea del resto de la producci¨®n al no buscar el realismo: es m¨¢s que probable que los j¨®venes de hoy no tengan esos temas entre sus favoritos de Spotify. El objetivo de esos momentos musicales es siempre apoyar la visi¨®n dram¨¢tica de Sam Levinson y remarcar los sentimientos extremos de sus protagonistas.
La misma misi¨®n tienen el resto de aspectos t¨¦cnicos de la serie. Su luz, sus colores, sus movimientos de c¨¢mara, sus encuadres. Como explicaba el director de Fotograf¨ªa Marcell R¨¦v en EL PA?S, todo en la serie est¨¢ al servicio de sus personajes. Y, al mismo tiempo, ese envoltorio convierte a Euphoria en una producci¨®n con entidad propia que en pocos segundos te traslada a su universo y lleva al espectador a todo un viaje emocional. Haber rodado toda la segunda temporada con pel¨ªcula anal¨®gica, con ese acabado granuloso, aporta m¨¢s personalidad, si cabe.
A esto se suman las interpretaciones. Al lado del golpe en la mesa que ha dado Zendaya est¨¢n los buenos momentos que han concedido Hunter Schafer (Jules), Maude Apatow (Lexi), Jacob Elordi (Nate), Eric Dane (Cal), Alexa Demie (Maddy), Angus Cloud (Fezco) y, sobre todo, Sydney Sweeney como la inestable Cassie. El recorrido de Sweeney hasta el momento ¡ªno solo destacable en Euphoria, tambi¨¦n en The White Lotus y Todo es una mierda, entre otras¡ª invita a seguir de cerca sus futuros pasos. Una pena que esta temporada no haya sacado suficiente partido a Barbie Ferreira (Kat).
No ser¨¢ una serie perfecta. Est¨¢ claro que no es para todos los p¨²blicos ni para todos los gustos (tampoco pretende serlo). Puede que se deleite demasiado en su vertiente formal en perjuicio de la trama. Pero tambi¨¦n sabe c¨®mo hacer que esas posibles desventajas (si es que lo son) jueguen a su favor en el resultado final.
¡°Es lo ¨²nico que he hecho y es un desastre¡±, dice en el ¨²ltimo cap¨ªtulo Lexi a la compa?era que le ayuda con el montaje teatral. ¡°Podr¨ªa ser peor¡±, le responde la segunda. ¡°?C¨®mo?¡±. ¡°Podr¨ªa ser aburrido¡±. Cuando te subes en la monta?a rusa emocional de Euphoria, nunca sabes d¨®nde terminar¨¢s, pero s¨ª sabes que no te aburrir¨¢s. Menudo viaje.
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