Fango
Me pregunto qu¨¦ cerebrito bien pagado se invent¨® el discurso que solt¨® un tal Infantino, jefe supremo de la Cosa Nostra del f¨²tbol, en la inauguraci¨®n del Mundial de Qatar
Imagino que Churchill ten¨ªa asesores de imagen que no consiguieron ocultar su matrimonio con el alcohol y los habanos. Pero est¨¢ claro que solo pudo ocurr¨ªrsele a ¨¦l la certidumbre kamikaze de que al pueblo brit¨¢nico solo le esperaban sangre, sudor y l¨¢grimas en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Y debi¨® de ser un asesor el que le sugiri¨® a John F. Kennedy en su visita a la reconstruida Berl¨ªn, cuna de la barbarie m¨¢s grande de la hi...
Imagino que Churchill ten¨ªa asesores de imagen que no consiguieron ocultar su matrimonio con el alcohol y los habanos. Pero est¨¢ claro que solo pudo ocurr¨ªrsele a ¨¦l la certidumbre kamikaze de que al pueblo brit¨¢nico solo le esperaban sangre, sudor y l¨¢grimas en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Y debi¨® de ser un asesor el que le sugiri¨® a John F. Kennedy en su visita a la reconstruida Berl¨ªn, cuna de la barbarie m¨¢s grande de la historia, que cerrara su discurso con el antol¨®gico: ¡°Yo soy berlin¨¦s¡±.
Pero me pregunto qu¨¦ cerebrito bien pagado se invent¨® el discurso que solt¨® un tal Infantino, jefe supremo de la Cosa Nostra del f¨²tbol, en la inauguraci¨®n del Mundial de Qatar. Los surrealistas se hubieran regocijado con su atrevimiento y su desverg¨¹enza. Shakespeare, que escribi¨® los impresionantes discursos de Bruto y de Marco Antonio en la magistral Julio C¨¦sar, o el incendiario Groucho Marx de Sopa de ganso se hubieran partido de risa al escuchar al tragic¨®mico Infantino lo de: ¡°Soy catar¨ª, gay, ¨¢rabe, africano, discapacitado, trabajador migrante y fui ni?o discriminado. Las cr¨ªticas al mundial son hip¨®critas. Nadie nos puede dar clase de moral¡±. Nunca me he fiado de los moralistas, pero tampoco de los corruptos gen¨¦ticos o profesionales que intentan disfrazar grotescamente el fango de su negocio. Y ya s¨¦ que la corrupci¨®n es tentadora para todos los que tienen algo que vender. En el caso del f¨²tbol y de la pol¨ªtica, no es la excepci¨®n sino la regla.
Por supuesto que al gran dinero se la suda los proscritos derechos de las mujeres, los homosexuales o el curro inmigrante en los para¨ªsos de la pasta. A falta de pan el pueblo se conforma con el circo, las religiones, los nacionalismos. Cuentan que a la muy hundida Argentina se le han pasado los males al ser campeona del mundo. Todos se sienten dioses, los ricos y los pobres. El negocio ser¨¢ eterno si se sabe administrar.
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