La confesi¨®n chulesca de Iker Jim¨¦nez
¡®Horizonte¡¯ da voz ante una audiencia millonaria a gente de catacumba, personajes con un enorme historial de manipulaci¨®n, delirios, mentiras y disparates
En su incesante trabajo de vanguardia televisiva, Iker Jim¨¦nez inaugur¨® esta semana un nuevo g¨¦nero ret¨®rico: las disculpas presuntuosas. Habr¨¢ que darle un nombre adecuado a esta innovaci¨®n que consiste en pedir perd¨®n al tiempo que se saca pecho, se celebra el trabajo por el que uno se disculpa y se termina aplaudi¨¦ndose y celebr¨¢ndose a uno mismo lo buen t¨ªo que est¨¢ hecho y c¨®mo se viste por los pies. Cualquier otra persona entender¨ªa que el arrepentimiento es u...
En su incesante trabajo de vanguardia televisiva, Iker Jim¨¦nez inaugur¨® esta semana un nuevo g¨¦nero ret¨®rico: las disculpas presuntuosas. Habr¨¢ que darle un nombre adecuado a esta innovaci¨®n que consiste en pedir perd¨®n al tiempo que se saca pecho, se celebra el trabajo por el que uno se disculpa y se termina aplaudi¨¦ndose y celebr¨¢ndose a uno mismo lo buen t¨ªo que est¨¢ hecho y c¨®mo se viste por los pies. Cualquier otra persona entender¨ªa que el arrepentimiento es un acto de humildad (en la liturgia cristiana, se hace de rodillas) sin condiciones. Pero Iker Jim¨¦nez se confes¨® esta semana en su programa Horizonte con chuler¨ªa de torero. No es extra?o que sus seguidores lo hayan sacado a hombros por la puerta de Mediaset, entronizado como mes¨ªas de la verdad. Su castigo ha sido una ovaci¨®n, las dos orejas y el rabo.
El error de Iker Jim¨¦nez seg¨²n Iker Jim¨¦nez fue ser demasiado buena persona, confiar demasiado en las fuentes y en la buena fe de sus colaboradores, entregarse con demasiado amor a la causa e indignarse demasiado ante el horror, la ineptitud y las mentiras. ¡°Me cre¨ª Robin Hood¡±, dijo. El error de Iker Jim¨¦nez somos los dem¨¢s. Al final, deber¨ªamos ser nosotros quienes le pidi¨¦ramos perd¨®n.
Habl¨® en su mon¨®logo (mirando a c¨¢mara y sin leer, como le gusta presumir) de los pantalones embarrados de su colaborador Rub¨¦n Gisbert y de los bulos sobre el parking de Bonaire. Ambos deslices fueron, dice, fruto del caos informativo y emocional de aquellos d¨ªas, y demostr¨® que otros medios cayeron en id¨¦nticos excesos. Y tiene raz¨®n: que tire la primera piedra la televisi¨®n que no ha incurrido en el morbo. Pero no es ese el problema de Horizonte. Iker Jim¨¦nez no es peligroso cuando se sale del guion, sino cuando lo cumple. El problema est¨¢ en el plat¨®, en la mesa de sus colaboradores.
Horizonte da voz ante una audiencia millonaria a un grupo de voces de catacumba, personajes con un enorme historial de manipulaci¨®n, delirios, mentiras y disparates que les desacreditan ante cualquier tribuna m¨ªnimamente respetable. Iker Jim¨¦nez los ha puesto en el centro de la conversaci¨®n, desquici¨¢ndola hasta convertirla en un circo de los horrores. Por supuesto, no est¨¢ solo. Ser¨ªa injusto se?alarle como ¨²nico responsable de que un mont¨®n de tuiteros, locos y aprendices de Trump salgan del subsuelo de las redes para colonizar las teles, pero ¨¦l est¨¢ en la vanguardia, marcando el camino. Y sobre eso no le he o¨ªdo ninguna disculpa.