El fuego enloquece a cualquiera
En Espa?a estamos tristemente acostumbrados a los incendios forestales, esos que preceden a sospechosos intereses econ¨®micos. No lo asociamos tanto a entornos privilegiados como Hollywood, donde han ardido almacenes de pel¨ªculas que ya nunca veremos
Creo que la gente que sobrevive a un incendio enloquece un poco. He conocido tres casos y, sin indagar, noto que los supervivientes est¨¢n cambiados. Dicen que ¡°no te lo puedes imaginar¡±, y despu¨¦s hacen cambios radicales en sus vidas. No s¨¦ si son tres casos aislados, o si es algo com¨²n. Un amigo tiene preparado un plan de evacuaci¨®n para sus bienes m¨¢s preciados en caso de incendio. Yo tambi¨¦n tengo mi propio protocolo en caso de que suceda. No recordar¨¢n ustedes a un personaje de un lejan¨ªsimo talent del 2004 al que un incendio pill¨® desprevenido en casa. Las llamas les rodearon a ¨¦l ...
Creo que la gente que sobrevive a un incendio enloquece un poco. He conocido tres casos y, sin indagar, noto que los supervivientes est¨¢n cambiados. Dicen que ¡°no te lo puedes imaginar¡±, y despu¨¦s hacen cambios radicales en sus vidas. No s¨¦ si son tres casos aislados, o si es algo com¨²n. Un amigo tiene preparado un plan de evacuaci¨®n para sus bienes m¨¢s preciados en caso de incendio. Yo tambi¨¦n tengo mi propio protocolo en caso de que suceda. No recordar¨¢n ustedes a un personaje de un lejan¨ªsimo talent del 2004 al que un incendio pill¨® desprevenido en casa. Las llamas les rodearon a ¨¦l y a su perro en un balc¨®n del centro de Madrid. El hombre, en ropa interior y preso del p¨¢nico, salt¨® por la ventana con el can en brazos, ignorando las indicaciones de los bomberos. Las im¨¢genes ¡ªgrabadas por un viandante¡ª se cortaban antes de que el aterrorizado estilista se lanzara al vac¨ªo. En los comentarios, tan solo insultos por arrastrar al perro con ¨¦l, como si el fuego fuera una situaci¨®n en la que uno pueda mantener el sentido com¨²n.
En Espa?a estamos tristemente acostumbrados a los incendios forestales, esos que preceden a sospechosos intereses econ¨®micos. No lo asociamos tanto a entornos privilegiados como Hollywood, donde han ardido, sin embargo, almacenes de pel¨ªculas que ya nunca veremos. No ser¨¦ la ¨²nica que ha pensado en La casa del horror, London after midnight en su versi¨®n original (aprovecho para recomendarles Metraje perdido: un breviario de cine invisible, de Alberto ?vila Salazar), pel¨ªcula que nadie puede recordar ya, porque ninguna copia ha sobrevivido a sus espectadores. El celuloide, cuando era celuloide, ard¨ªa como la yesca. A la desgracia humana, ecol¨®gica y material de un incendio, se le suma en este caso la paradoja de ser un entorno que nos es tan familiar como las pel¨ªculas con las que hemos crecido. Estamos viendo llorar a los de Hollywood, como si fueran mortales, como si las cosas no las resolvieran a base de discursos en un escenario. Debe de enloquecer a cualquiera, el fuego. Unos piensan en salvar la vida, otros piensan en salvar los muebles. Y, viendo que el dinero no vale para apagar un incendio, queda pensar si estas desgracias, cada vez m¨¢s frecuentes, no nos est¨¢n diciendo que tenemos que asegurarnos, antes que nada, tener siempre agua para todos. Agua, techo, comida, calor. Y despu¨¦s ya podremos preocuparnos de lo dem¨¢s.