Pantalones vaqueros contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica: la serie que busca la esperanza en un manicomio comunista
Filmin estrena ¡®Soviet Jeans¡¯, una premiada comedia negra letona que viaja a los setenta para retratar una historia con ecos de la propaganda del presente
El guionista let¨®n Stanislavs Tokalovs escuch¨® una historia sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica en los pa¨ªses b¨¢lticos que le dej¨® sorprendido. Una que le iba a empujar a tirar del ovillo: ¡°Un hombre solitario estaba construy¨¦ndose una barca para viajar desde Estonia, en la URSS, hasta Suecia. Lo pillaron y lo detuvieron, pero lo curioso es que no lo metieron en prisi¨®n, sino en un psiqui¨¢trico. La raz¨®n era que ¡®?c¨®mo se iba a querer escapar del mejor pa¨ªs del mundo?¡¯, a...
El guionista let¨®n Stanislavs Tokalovs escuch¨® una historia sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica en los pa¨ªses b¨¢lticos que le dej¨® sorprendido. Una que le iba a empujar a tirar del ovillo: ¡°Un hombre solitario estaba construy¨¦ndose una barca para viajar desde Estonia, en la URSS, hasta Suecia. Lo pillaron y lo detuvieron, pero lo curioso es que no lo metieron en prisi¨®n, sino en un psiqui¨¢trico. La raz¨®n era que ¡®?c¨®mo se iba a querer escapar del mejor pa¨ªs del mundo?¡¯, as¨ª que dedujeron que probablemente estaba loco y fue directo al manicomio. Eso me hizo ponerme a investigar qu¨¦ gente hab¨ªa sido recluida en esos centros¡±. As¨ª naci¨® la serie Soviet Jeans, que utiliza a uno de los presos de asilos como aquel para retratar el sistema corrupto de la URSS. Una serie que, pese a la dureza de su premisa, trata de encontrar la esperanza entre tanta locura. ?C¨®mo? Poniendo a sus personajes a dise?ar vaqueros estadounidenses.
Bajo esta premisa crearon una comedia negra, que se estren¨® la semana pasada en Filmin, situada en la Riga de finales de los setenta y que presenta a un joven amante del rock que acaba en el psiqui¨¢trico por su cercan¨ªa con Occidente. En realidad este astuto sastre, chivato para el r¨¦gimen y al mismo tiempo vendedor de productos occidentales de contrabando, acaba encerrado ah¨ª por motivos mucho m¨¢s humanos: la venganza, los celos y el amor. Pero eso no le desmotiva para empujar desde dentro la revoluci¨®n m¨¢s improbable: pondr¨¢ al resto de pacientes a desafiar al imperio sovi¨¦tico tejiendo falsos tejanos. Esos jeans, todo un s¨ªmbolo de EE UU, comienzan a popularizarse en el mercado negro, y el KGB intenta entender qui¨¦n est¨¢ tras el negocio.
El gran reto era retratar ese surrealismo revolucionario en la hist¨®rica URSS frente a un momento actual en el que Rusia sigue intentando extender su poder por los b¨¢lticos. La moneda ten¨ªa dos caras. Porque, por un lado, los creadores quer¨ªan retratar la realidad c¨®mica de lo cotidiano. Estaban cansados de ver producciones sobre aquel tiempo siempre oscuras y con un subrayado dramatismo. Pero sab¨ªan que, al mismo tiempo, deb¨ªan mantener el equilibrio para no blanquear el r¨¦gimen comunista. ¡°En nuestros pa¨ªses sigue habiendo mucha gente f¨¢cilmente influida por la propaganda del kremlin¡±, reconoce la guionista b¨²lgara Teodora Markova a EL PA?S por videoconferencia: ¡°Y es muy peligroso, porque sienten nostalgia de los tiempos del comunismo, pero, en realidad, lo que hacen es mezclar la felicidad de sus a?os de juventud con el sistema real. Se convierten en v¨ªctimas f¨¢ciles del ataque medi¨¢tico y las noticias falsas. As¨ª que nuestra responsabilidad era la de no plantearlo como algo feliz¡±.
Esto no es solo un drama. Tiene comedia, romance, thriller¡ ¡°En Europa del este ahora mismo buscamos huir de la imagen de v¨ªctimas. Hemos visto muchas pel¨ªculas y series sobre comunismo y todas acarrean ese sentimiento de desidia, de que no hay salida posible. La gente necesita tener esperanza para valerse de su resistencia. Y creo que la humanidad siempre mantendr¨¢ esa actitud desafiante, si bien es dif¨ªcil sacarla cuando tu pa¨ªs tiene un control medi¨¢tico tan f¨¦rreo. Adem¨¢s de contar una historia potente, quer¨ªa tocar la mente de los j¨®venes y hacerles entender la historia del comunismo, todo lo que hay escondido bajo lo que se muestra. Porque la historia se repite¡±, analiza Markova sobre una serie, que, pese a narrar el pasado, hoy suena tan temporal. ¡°Hay cierta absurdidad en ver al servicio secreto luchar contra pantalones y m¨²sica. Se creen que este es su rival m¨¢s fuerte. Todo suena a maniobra para se?alar en la direcci¨®n equivocada, en rodearlo todo de mentiras. Y hoy sentimos muy cercano el vivir en una sociedad as¨ª de aislada. Solo que ahora no es solo un pa¨ªs, sino que todo nuestro mundo se siente como la Uni¨®n Sovi¨¦tica, a trav¨¦s de internet¡±, tercia Tokalovs.
En Soviet Jeans quer¨ªan retratar lo cotidiano, as¨ª que todo se construy¨® a trav¨¦s de an¨¦cdotas reales. Algunas muy personales para los guionistas: ¡°Un amigo de mis padres tocaba la guitarra y cantaba por los Beatles. Y un d¨ªa desapareci¨®. Cuando volvi¨® una semana despu¨¦s, nunca m¨¢s la toc¨®. Cuando le¨ªa libros sobre medicina punitiva de la URSS, descubr¨ª que se inventaban diagn¨®sticos para justificar la detenci¨®n. Recuerdo uno que era: fijaci¨®n man¨ªaca por la cultura occidental. Esto es: si escuchabas a los Beatles, tu lugar no es la sociedad comunista, sino el manicomio¡±, recuerda Markova. Por eso, ese esp¨ªritu del rock embriaga la serie. ¡°Era el momento de la propaganda m¨¢s extrema contra la cultura occidental, porque los l¨ªderes de la URSS ten¨ªan miedo de c¨®mo esa cultura empujar¨ªa a los j¨®venes a tener pensamientos de libertad y rebelarse contra el sistema¡±. Su compa?ero cuenta otra historia de un joven que escribi¨® para pedir consejo a los comunistas estadounidenses, y que, medio a?o despu¨¦s, acab¨® muerto en prisi¨®n por las drogas de la medicina punitiva.
¡°Suena a humor absurdo, pero tambi¨¦n es muy triste¡±, explica Tokalovs sobre esta b¨²squeda de un tono muy particular: ¡°Las vidas no eran tan oscuras, eran mucho m¨¢s normales. As¨ª lo recordaban con quienes hablamos. Incluso en los momentos m¨¢s oscuros, tratas de sobrevivir, cuentas chistes y an¨¦cdotas que te ayudan a superarlo. Son herramientas de supervivencia en la ocupaci¨®n. Cuando empezamos a escribir, todav¨ªa no hab¨ªa empezado la guerra en Ucrania, pero sal¨ªamos de la covid y Navalni regresaba a Rusia, todav¨ªa vivo. Todos est¨¢bamos muy cansados, no hab¨ªa esperanza. Y esa es la palabra que m¨¢s mencionamos al escribir: hagamos algo que nos traiga esperanza. ?D¨®nde la encontramos? En las interacciones entre los personajes, en el amor¡±.
Ese romance es el que, tras el ¨¦xito, se mantendr¨¢ en la segunda temporada, que saltar¨¢ una d¨¦cada hasta 1989 con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Un triunfo, eso s¨ª, que no fue f¨¢cil de erigir, ante estudios que ve¨ªan con miedo tratar esa tem¨¢tica, en un ritmo que se va cociendo a fuego lento, con muchos personajes y una estructura at¨ªpica. Pero, al final, tocar un tema de tanta actualidad les ayud¨® a ganar premios en el festival Seriesman¨ªa, pese a llegar desde un pa¨ªs tan poco habitual como Letonia, que este a?o ha hecho historia precisamente al lograr su primer Oscar por Flow. Tokalovs agradece a los medios p¨²blicos que, como antes hicieron con series n¨®rdicas, apuestan por proyectos que arriesgan: ¡°Hay una nueva industria de la televisi¨®n en nuestra regi¨®n porque han empezado a poner dinero p¨²blico en las producciones, y es un espacio de libertad de expresi¨®n, al contrario de lo que sucede con las series de plataformas o comerciales. Nosotros recibimos ayudas de la recuperaci¨®n de la covid¡±. Ese empuje hace que incluso una serie letona, un pa¨ªs con menos de dos millones de habitantes, pueda verse internacionalmente. ¡°Son historias ¨²nicas, pero que tienen inter¨¦s global, y eso no hab¨ªa pasado demasiado¡±. Quiz¨¢s, en 2025, todo el mundo necesita esperanza. Y atisbar cierta revoluci¨®n.