Y¨¢snaya Aguilar, ling¨¹ista: ¡°Las lenguas no mueren, a las lenguas las matan¡±
La sexta edici¨®n de la Feria del Libro de la Ciudad Nueva York se inaugura con una conversaci¨®n sobre lengua, territorio y migraci¨®n entre Aguilar y Valeria Luiselli
¡°Mi relaci¨®n con el castellano es conflictiva¡±, empez¨® diciendo Y¨¢snaya Aguilar ante el auditorio, lleno casi al completo, del BMCC Tribeca Performing Arts Center. La ling¨¹ista y activista es miembro fundador del colectivo Mixe, un proyecto dedicado a la formaci¨®n, investigaci¨®n y difusi¨®n del mixe, una lengua ind¨ªgena con seis variantes dialectales. Seg¨²n los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (Inegi), es una lengua hablada por 139.760 personas, principalmente en M¨¦xico. ¡°El mixe es mi lengua materna¡±, continu¨® Aguilar. ¡°Toda mi vida se desarrollaba en mixe, menos en el colegio donde estaba prohibido porque solo pod¨ªamos hablar castellano. Recuerdo que en clase jug¨¢bamos a hablar en mixe tratando de que el maestro no nos descubriera. As¨ª que asoci¨¦ aprender espa?ol a los golpes. El espa?ol se impuso de una forma muy violenta. Despu¨¦s, ya de mayor, comprend¨ª que no se trataba de un rechazo a la lengua, sino a los procesos pol¨ªticos¡±. Con este recuerdo de la castellanizaci¨®n forzada que sufri¨® M¨¦xico, comenzaba el panel inaugural de la sexta edici¨®n de la Feria del Libro de la Ciudad de Nueva York, moderado por la periodista de origen brasile?o Juliana Barbassa, que actualmente lidera la secci¨®n de libros de The New York Times.
Le daba paso a la multipremiada escritora Valeria Luiselli, autora de cinco libros y actual profesora visitante de Etnicidad, Indigenidad y Migraci¨®n en el Departamento de Ingl¨¦s de la Universidad de Harvard. Hija de un diplom¨¢tico, a los cinco a?os Luiselli sali¨® de M¨¦xico con su familia para instalarse en Sud¨¢frica, donde pasar¨ªa parte de su infancia, que tambi¨¦n se desarroll¨® en otros pa¨ªses como la India y Corea del Sur. All¨ª, sus padres quisieron registrarla en una escuela tradicional, pero no fue aceptada, as¨ª que acab¨® en una escuela para familias de militares estadounidenses, donde tambi¨¦n experiment¨® la dureza de tener que aprender un idioma por imposici¨®n. ¡°Fue all¨ª donde empec¨¦ a aprender ingl¨¦s y recuerdo el proceso de aprendizaje como doloroso, humillante. Me repet¨ªan, ¡®pronuncias mal¡¯¡±, contaba Luiselli volviendo la vista atr¨¢s para explicar c¨®mo a?os despu¨¦s, cuando escribi¨® su primera novela, lo hizo en castellano para volver a sus ra¨ªces, con la firme intenci¨®n de volverse ¡°chilanga¡±.
Despu¨¦s se mud¨® a Estados Unidos a hacer su doctorado y ya nunca regres¨® a su pa¨ªs de origen. ¡°Llevo 20 a?os aqu¨ª, y tengo una hija de 15 a?os. Lo interesante es que cuando ella empez¨® a aprender ingl¨¦s, yo tambi¨¦n empec¨¦ a hacer un recorrido de aprendizaje de la lengua muy gozoso. Digamos que aprend¨ª ingl¨¦s de otro modo y la lengua se dulcific¨®. Si el espa?ol es mi lengua madre, puedo decir que el ingl¨¦s se convirti¨® para m¨ª en una lengua hija. No una lengua padre, una lengua hija¡±, matiza Valeria Luiselli.
Las autoras ahondaron en el concepto de las lenguas hegem¨®nicas, cuestionando qui¨¦n se puede atrever a decir lo que est¨¢ bien o no expresado, si se trata de lenguas donde prima la diversidad y variedad de registros al ser usadas por millones de personas distintas y de muchos modos, incluidos los callejeros, los inventados, aquellos en que se mezclan palabras de distintos idiomas y donde se altera incluso la sintaxis. En la conversaci¨®n, analizaban la importancia de conseguir que todas las lenguas tengan el mismo estatus. ¡°Hay que acabar con la violencia ling¨¹¨ªstica: las lenguas no mueren, a las lenguas las matan. Si no se violan los derechos de los hablantes, las lenguas pueden vivir. En el caso de mi lengua, el mixe, se ha ido perdiendo la transmisi¨®n, pero sigue siendo la lengua de mi comunidad y hay muchas personas que la hablamos¡±, puntualiz¨® Aguilar.
La ling¨¹ista puso varios ejemplos que muestran la riqueza del mixe, una lengua que se aprende teniendo en cuenta una po¨¦tica y unos espacios de ritual. La mayor¨ªa de las lenguas utilizan met¨¢foras del espacio para hablar del tiempo, como si fuera una l¨ªnea horizontal donde el futuro suele estar delante y el pasado detr¨¢s. En el mixe, sin embargo, el tiempo es vertical y cae por encima de las personas, atraves¨¢ndoles el cuerpo. Para evitar su desaparici¨®n, la autora explica que desde su colectivo organizan talleres de alfabetizaci¨®n del mixe y despu¨¦s les regalan libros en esta lengua a los participantes. ¡°Con el tiempo hemos conseguido avanzar y que la gente, en vez de sentir verg¨¹enza por hablar mixe, sienta orgullo¡±.
La nota de humor la a?adi¨® Luiselli en ese momento al asegurar que ella se encarga de hacer que la clase media norteamericana se sienta mal por no hablar espa?ol. ¡°Ya basta de ese estigma en el que el espa?ol parece ir asociado a un ciudadano de segunda categor¨ªa. Algunos americanos saben un poco de franc¨¦s, les interesa el italiano¡ Estados Unidos es el ¨²nico pa¨ªs que no reconoce que tambi¨¦n es hispano. En mis clases me he esforzado para ense?ar a mis alumnos que hablar espa?ol es una decisi¨®n pol¨ªtica¡±, se?al¨®.