¡°Hay demasiado dinero para que esto se hunda¡±: el mercado del arte resiste pese a las turbulencias
La nueva edici¨®n de Art Basel, la mayor feria del mundo, registra ventas considerables en un contexto de desaceleraci¨®n a causa de la guerra y la inflaci¨®n
Si Art Basel, la mayor feria de arte del mundo, es el term¨®metro que permite medir la temperatura del mercado del arte, el diagn¨®stico es que sigue siendo robusto, pese a alguna dolencia menor. Esta cita profesional, que termin¨® este domingo en la ciudad suiza de Basilea, hab¨ªa despertado temor en un sector acostumbrado a un crecimiento sostenido, que incluso sobrevivi¨® sin dificultad a la pandemia. Sin embargo, los ¨²ltimos indicadores apuntaban a una desaceleraci¨®n. En especial, tras un descenso del 4% de las ventas en 2023, una ca¨ªda ligera pero significativa que se explica por el contexto de guerra, incertidumbre geopol¨ªtica e inflaci¨®n.
A unas horas del cierre de Art Basel, queda claro que el mercado del arte ha vuelto a demostrar su ¡°resiliencia¡±, palabra que repet¨ªan, como un mantra, muchos de los participantes en la feria, que ha reunido durante toda la semana a 285 galer¨ªas de 40 pa¨ªses, adem¨¢s de cientos de coleccionistas, artistas, comisarios y otros profesionales. Por ejemplo, la nueva directora de la feria, Maike Cruse, llamaba a que no cundiera el p¨¢nico. ¡°La leve ca¨ªda del a?o pasado no impide que el mercado siga en crecimiento. Las cifras son mejores que en 2019. Desde nuestra perspectiva, no hay ning¨²n declive¡±, respond¨ªa el pasado mi¨¦rcoles. Para Cruise, procedente del Berlin Gallery Weekend, no existe un riesgo de implosi¨®n. ¡°Desde que empec¨¦ a trabajar en este sector, hace muchos a?os, el arte vive bajo el temor de que explote la burbuja. Suceder¨ªa solo si, en este contexto, los precios aumentaran de manera desproporcionada, y no es el caso¡±.
¡°Pornograf¨ªa del apocalipsis¡±
El mercado ha entrado ¡°en un periodo de recalibraci¨®n¡±, como admit¨ªa el consejero delegado de Art Basel, Noah Horowitz, pero no hay colapso a la vista. Lo demuestran una serie de ventas millonarias en los primeros dos d¨ªas de la feria. David Zwirner, una de las mayores galer¨ªas del mundo, vendi¨® una pintura de Joan Mitchell por 20 millones de d¨®lares (18,6 millones de euros), una obra abstracta de Gerhard Richter por 6 millones de d¨®lares (5,6 millones de euros), y una escultura de Yayoi Kusama por cinco (4,6 millones de euros). A la competencia tambi¨¦n le fue bien, con la todopoderosa Hauser & Wirth en cabeza. La sala coloc¨® una pintura de Georgia O¡¯Keefe por 13,5 millones de d¨®lares (12,6 millones de euros), una obra de Philip Guston por 10 (9,3 millones de euros) y una escultura de Louise Bourgeois por 3,5 (3,2 millones de euros). ¡°Pese a la pornograf¨ªa del apocalipsis que circula en la prensa, tenemos plena confianza en la resiliencia del mercado del arte¡±, expres¨® su fundador, Iwan Wirth, en un comunicado.
Otra de las ventas grandes fue una pintura de Agnes Martin en la galer¨ªa Pace, por un precio desconocido, pero que la prensa estadounidense cifr¨® en 14 millones de d¨®lares (13 millones de euros). La londinense White Cube vendi¨® una obra de Julie Mehretu por 6,7 millones de d¨®lares (6,2 millones de euros) y otra de Mark Bradford por 4,5 (4,2 millones de euros), mientras que el austriaco Thaddaeus Ropac vendi¨® un cuadro de Robert Rauschenberg por 3,5 millones de euros y varias piezas de Georg Baselitz por 2 millones cada una.
Si el sector se encuentra en dificultades, lo disimula bien. ¡°Los coleccionistas est¨¢n preocupados, como todo el mundo, pero comprar arte es una especie de refugio que les permite olvidarse de ese contexto inquietante durante un rato¡±, afirmaba el galerista parisino Kamel Mennour. ¡°El descenso de ventas no me da miedo. Los ricos siguen teniendo poder adquisitivo. Hay demasiado dinero para que esto se venga abajo¡±. Por su parte, el veterano marchante berlin¨¦s Thomas Schulte tampoco se mostraba inquieto. ¡°No soy apol¨ªtico ni quiero serlo, pero no me puedo dejar afectar emocionalmente por todo lo que leo sobre Gaza o Donald Trump¡±, dec¨ªa en su expositor.
Solo media docena de galer¨ªas espa?olas, entre las que figuran Elba Ben¨ªtez, Elvira Gonz¨¢lez o Projectes SD, tienen representaci¨®n en una feria conocida por sus exigentes criterios de selecci¨®n: algunas salas madrile?as llevan a?os intentando, sin ¨¦xito, acceder a este codiciado recinto. En esta edici¨®n se incorpora Mayoral, fundada en Barcelona en 1989, que llev¨® a la feria una selecci¨®n del mejor arte espa?ol del siglo XX, con nombres como Mir¨®, T¨¤pies, Millares, Z¨®bel o Juana Franc¨¦s. ¡°En las ¨¦pocas como esta, el coleccionismo se concentra en las obras de primera calidad y los grandes nombres. Es un momento de ser selectivo¡±, explicaba su director, Jordi Mayoral.
En la planta de arriba, Silvia Ortiz, de Traves¨ªa Cuatro, galer¨ªa que participa en la feria desde 2019, observaba esa misma prudencia. ¡°Tal vez haya una menor rapidez en la toma de decisiones, una mayor precauci¨®n, pero no estoy aterrada. El negocio se va a mantener y estabilizar¡±, aseguraba entre obras de artistas espa?oles como ?lvaro Urbano, Asunci¨®n Molinos Gordo y Teresa Solar, tambi¨¦n presente en Unlimited, la secci¨®n comisariada de la feria, con una de las cris¨¢lidas hi-tech como las que llev¨® a la pen¨²ltima Bienal de Venecia.
Brotes verdes
En ese rinc¨®n de la feria abundaban las obras que hac¨ªan referencia a la turbulenta actualidad, un contraste bienvenido ante unos pasillos que, a ratos, parec¨ªan una burbuja aislada de un mundo al borde del precipicio. Progetto per la pace, conjunto de banderas blancas ideadas por Mario Ceroli en 1968, se opon¨ªan a la guerra entre los ¨®leos de Miriam Cahn sobre el genocidio de los Balcanes, los los soldados de barro del liban¨¦s Ali Cherri, una instalaci¨®n sobre los Panteras Negras de Henry Taylor y otra de Faith Ringgold sobre la lucha por los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos.
En el exterior de la Messeplatz, sede tradicional de la feria, Art Basel ha sembrado 1.000 metros cuadrados de trigo, que cosechar¨¢n al final del verano, siempre que la meteorolog¨ªa sonr¨ªa a la ciudad. Se trata de una reproducci¨®n a peque?a escala del proyecto de Agnes Denes en el Nueva York, pionera del arte ecol¨®gico, que en 1982 plant¨® una hect¨¢rea de cereales a la sombra de las Torres Gemelas como recordatorio de la naturaleza enterrada impunemente bajo el asfalto. En vista del estado del planeta, la obra parece m¨¢s prof¨¦tica y pol¨ªtica que nunca. Aunque hubo quien interpret¨® esas espigas como brotes verdes en un mercado que, habituado a recibir solo buenas noticias durante varias d¨¦cadas, afronta una era mucho m¨¢s incierta.
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