El sucesor de Carlsen se decidir¨¢ en un desempate r¨¢pido tras unas tablas de infarto en seis horas y media
Ding acusa m¨¢s los nervios que Niep¨®mniashi en la ¨²ltima partida lenta del Mundial, pero arranca el empate al borde del abismo
Un empate agotador, tras seis horas y 35 minutos, clausur¨® las catorce partidas lentas (7-7) previstas en el Mundial de ajedrez de Astan¨¢ (Kazajist¨¢n). El ruso Ian Niep¨®mniashi y el chino Liren Ding se jugar¨¢n este domingo la sucesi¨®n del campe¨®n vigente, el noruego Magnus Carlsen, en cuatro partidas de 25 minutos por bando (m¨¢s diez segundos de incremento tras cada lance). Si persiste el empate, seguir¨¢n luchando al modo rel¨¢mpago (dos partidas de cinco minutos m¨¢s...
Un empate agotador, tras seis horas y 35 minutos, clausur¨® las catorce partidas lentas (7-7) previstas en el Mundial de ajedrez de Astan¨¢ (Kazajist¨¢n). El ruso Ian Niep¨®mniashi y el chino Liren Ding se jugar¨¢n este domingo la sucesi¨®n del campe¨®n vigente, el noruego Magnus Carlsen, en cuatro partidas de 25 minutos por bando (m¨¢s diez segundos de incremento tras cada lance). Si persiste el empate, seguir¨¢n luchando al modo rel¨¢mpago (dos partidas de cinco minutos m¨¢s tres segundos), hasta llegar eventualmente a la muerte s¨²bita (una sola partida con tres minutos y dos segundos, hasta que alguien gane).
El excampe¨®n del mundo Vlad¨ªmir Kr¨¢mnik, ruso, verdugo de Gari Kasp¨¢rov en 2000, resume as¨ª la opini¨®n general: ¡°Si miramos solo los n¨²meros, Ian es ligeramente favorito por el balance entre ambos en las modalidades r¨¢pidas. Pero en un duelo a tan pocas partidas, y con la tensi¨®n nerviosa disparada, eso no es relevante. Ganar¨¢ quien sea capaz de controlarse mejor¡±. Entre los datos objetivos est¨¢ que Ding no figura entre los cien mejores del mundo en rel¨¢mpago porque juega poqu¨ªsimos torneos de esa modalidad; ¨¦l lo atribuye a la pandemia. Pero es el 2? en r¨¢pidas, y Niep¨®mniashi el 7?.
El ambiente previo a la ¨²ltima partida lenta era de tensi¨®n extrema, con una veintena de reporteros gr¨¢ficos (el doble de lo habitual) autorizados a estar en el escenario durante los primeros siete minutos de partida. Para su frustraci¨®n, ambos jugadores tambi¨¦n se salieron del ritual, v¨ªctimas del nerviosismo: primero, llegando a la mesa con menos de cinco minutos de antelaci¨®n; y luego, march¨¢ndose a su camerino a pensar durante esos siete minutos autorizados, lo que refuerza a quienes sostienen que la Federaci¨®n Internacional de Ajedrez (FIDE) deber¨ªa tomar medidas que disuadan a los jugadores de dejar las sillas vac¨ªas.
Como se esperaba, Ding, quien conduc¨ªa las piezas blancas, sorprendi¨® al ruso con una variante de apertura poco usual en porf¨ªa de una ventaja peque?a pero duradera, que permitiese presionar durante horas. Pero Niep¨®mniashi igual¨® sin problemas con rapidez, dejando claro que jugaba para hacer tablas y dejar todo pendiente del desempate r¨¢pido del domingo.
El chino tom¨® entonces una decisi¨®n muy astuta. Hizo una jugada de riesgo, poco recomendable seg¨²n las computadoras si era replicada con precisi¨®n. Pero esto implicaba meterse en un l¨ªo t¨¢ctico, en lugar de seguir actuando pasivamente. Niep¨®mniashi reaccion¨® en ese momento como un campe¨®n: entendi¨® que deb¨ªa dar un golpe de tim¨®n y meterse en aguas bravas, dado que, como todo el mundo sabe, ¨¦l es superior a Ding en ese terreno.
No es aventurado suponer que millones de aficionados que segu¨ªan la partida en directo por internet pensaron -influidos por lo que les indicaban las computadoras- que Niep¨®mniashi iba a lograr una clara ventaja. Pero el ruso es humano, razon¨® y jug¨® como tal, y solo consigui¨® una posici¨®n equilibrada. Como Ding tampoco ve¨ªa claras las posibilidades de seguir atacando, ofreci¨® el cambio de damas, que pod¨ªa interpretarse como una propuesta de tablas.
Pero entonces, con las damas ya fuera, ocurri¨® algo asombroso: en lugar de hacer jugadas normales en una posici¨®n equilibrada, Ding se meti¨® en otro l¨ªo, sacrificando un pe¨®n a cambio de casi nada. Esa decisi¨®n, sin duda err¨®nea y que solo puede explicarse por la tensi¨®n nerviosa, regal¨® al ruso una ventaja clara, aunque todav¨ªa no ganadora, para intentar explotarla a placer, sin riesgo alguno de perder, durante las horas necesarias.
La principal esperanza de Ding era que Niep¨®mniashi no es Carlsen, quien disfruta torturando a sus rivales en ese tipo de posiciones, bastante aburridas. Al eslavo le va lo contrario, la marcha, las situaciones con mucha sal y pimienta. Ahora bien, en este caso muy concreto hab¨ªa un matiz de mucho peso: Niep¨®mniashi jugaba esa posici¨®n para cumplir el sue?o m¨¢s importante de su vida.
Sin embargo, el ruso se dej¨® llevar por en¨¦sima vez por la impulsividad, algo que con toda probabilidad no le ocurrir¨ªa si hubiera trabajado con un psic¨®logo experto en la alta competici¨®n, a lo que siempre se ha negado. Hizo r¨¢pido su vig¨¦simo segundo lance cuando la precisi¨®n le hubiera dado una gran ventaja. Despu¨¦s, en la conferencia de prensa, reconoci¨® que su precipitaci¨®n en varias posiciones cr¨ªticas en diferentes partidas es uno de los factores m¨¢s importantes de este duelo.
Pero Ding estaba hecho un flan y volvi¨® a meterse varias veces en berenjenales innecesarios cuando dispon¨ªa de opciones que casi le garantizaban el empate. Por fortuna para ¨¦l, su adversario tampoco estaba para trabajos muy finos. Sin embargo, a Niep¨®mniashi le quedaba a¨²n una baza por jugar: esperar a que Ding se apurase de tiempo en la sexta hora y plantear entonces una variante que obligaba a una defensa muy precisa.
Esta vez, el chino hizo honor a su gran capacidad defensiva. Y la paz se firm¨® despu¨¦s de 90 movimientos en seis horas y media de lucha muy estresante para ambos, recibidos con aplausos por el p¨²blico en los pasillos. Y tambi¨¦n para los testigos. Eteri Kublashvili, jefa de prensa de la Federaci¨®n Rusa, lo expres¨® as¨ª cuando le ofrecieron un botell¨ªn de agua: ¡°?Lo que necesito hoy es vodka!¡±.
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