Premios por los asesinatos del Ej¨¦rcito: ¡°El comandante me dio 100.000 pesos y a todo el grupo un arroz chino¡±
12 militares retirados reconocen ante la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz que mataron y desaparecieron a ciudadanos en alianza con grupos paramilitares
Un d¨ªa del 2002, cuando la guerra en Colombia estaba en uno de sus picos, un joven soldado del Ej¨¦rcito llamado Yeris Andr¨¦s G¨®mez cometi¨® un asesinato del que hoy se arrepiente. ¡°Fue la primera persona que asesin¨¦ por orden de un superior¡±, cuenta ahora G¨®mez. En ese entonces ¨¦l hac¨ªa parte del batall¨®n La Popa, ubicado en el Caribe colombiano, y tras un combate con la guerrilla del ELN se encontr¨® con un combatiente herido e indefenso. No fue arrestado, ni interrogado. Un mayor llamado...
Un d¨ªa del 2002, cuando la guerra en Colombia estaba en uno de sus picos, un joven soldado del Ej¨¦rcito llamado Yeris Andr¨¦s G¨®mez cometi¨® un asesinato del que hoy se arrepiente. ¡°Fue la primera persona que asesin¨¦ por orden de un superior¡±, cuenta ahora G¨®mez. En ese entonces ¨¦l hac¨ªa parte del batall¨®n La Popa, ubicado en el Caribe colombiano, y tras un combate con la guerrilla del ELN se encontr¨® con un combatiente herido e indefenso. No fue arrestado, ni interrogado. Un mayor llamado Jos¨¦ Pastor Ruiz Mahecha le pidi¨® a G¨®mez asesinar al hombre a sangre fr¨ªa. ¡°No le prestamos los primeros auxilios, violando el derecho a la vida¡±, cuenta G¨®mez. ¡°Lo que cometimos en el Batall¨®n La Popa fueron asesinatos¡±. Record¨® luego un dato que a?adi¨® a la frialdad del momento. ¡°Por esta persona, excombatiente del ELN, el comandante del Batall¨®n La Popa me dio 100.000 pesos, y a todo el grupo especial les compr¨® un arroz chino¡±, record¨®. La vida de otros, explic¨®, ten¨ªa un precio.
G¨®mez cont¨® sobre otras recompensas, cada vez m¨¢s macabras. Despu¨¦s de ese evento fue testigo de como el batall¨®n asesin¨® personas para pasarlas como guerrilleros, y a cambio a los soldados les dieron viajes a Cartagena, o a la isla de San Andr¨¦s, pistolas y fiestas, incluso ¡°reuniones¡± con trabajadoras sexuales. ¡°Es un crimen de Estado, porque hasta el presidente de la Rep¨²blica, en ese entonces ?lvaro Uribe V¨¦lez, ped¨ªa resultados. Tropa que no daba resultados, no le daban permiso¡±, a?adi¨® G¨®mez. De acuerdo a las cifras oficiales, en el pa¨ªs hubo al menos 6.402 ejecuciones extrajudiciales cometidas por el Ej¨¦rcito entre 2002 y 2008, periodo en que Uribe fue presidente y jefe de las fuerzas armadas.
G¨®mez fue el primer militar retirado que este lunes se comprometi¨® a reconocer los cr¨ªmenes de Estado que cometi¨® el batall¨®n La Popa. Lo hizo ante las v¨ªctimas de la guerra, varios miembros de los pueblos ind¨ªgenas Wiwa y Kankuamo, y ante magistrados del tribunal Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP). ¡°Uno de los desaf¨ªos de este tipo de espacios es ese reencuentro con el dolor¡±, dijo al principio del evento el magistrado de la JEP Oscar Parra.
Unos cincuenta familiares de las v¨ªctimas se encontraban en la audiencia p¨²blica, organizada por la JEP, algunos con fotos de sus seres queridos asesinados y la mayor¨ªa con camisetas blancas estampadas con el mural que le exige al Ej¨¦rcito responder a una pregunta: ?Qui¨¦n dio la orden? ¡°No hemos tenido la valent¨ªa de decirle a mi madre: ¡®nos vamos a enfrentar con quienes mataron a tu hijo¡¯¡±, cont¨® en la audiencia Danelis Bola?os, hermana del joven kankuamo Ever de Jes¨²s Montero Mindiola, asesinado en 2003 y presentado entonces, falsamente, como guerrillero.
De acuerdo a la JEP, entre el 2002 y 2005 el batall¨®n La Popa fue responsable de al menos 127 asesinatos o desapariciones como el de Montero Mindiola. Pero el tribunal ¨Dque hace con esta su segunda audiencia de reconocimiento con militares¡ª quer¨ªa explicar este lunes un patr¨®n criminal particular en esta zona del pa¨ªs: la alianza entre militares y grupos paramilitares para matar civiles.
¡°Reconozco que hice parte de un grupo que se convirti¨® en una organizaci¨®n criminal¡±, dice el soldado G¨®mez sobre lo que ocurri¨®. En su declaraci¨®n cont¨® que los miembros del batall¨®n se reun¨ªan con varios jefes paramilitares en la zona, como el temido alias Jorge 40 o alias El Paisa, para acordar acciones conjuntas. Por ejemplo, cuando hab¨ªa v¨ªctimas asesinadas por los paramilitares, luego llegaba el ej¨¦rcito a simular un combate con la guerrilla y as¨ª hacerlos pasar por los armados. ¡°No eran guerrilleros, ni paramilitares, ni pertenec¨ªan a un grupo ilegal, solo eran civiles¡±, insisti¨® G¨®mez.
Hubo algunos militares que no asesinaron directamente, pero fueron los encargados de legalizar, con documentos o declaraciones a los medios, los asesinatos como bajas del Ej¨¦rcito contra la guerrilla. Uno de ellos fue el entonces teniente coronel Heber Hern¨¢n G¨®mez Naranjo, que hizo parte de la audiencia de reconocimiento como coautor de los homicidios. La labor del Ej¨¦rcito, confes¨® G¨®mez, era ¡°disfrazar de legal todo lo ilegal que en nuestra jurisdicci¨®n del batall¨®n se ven¨ªa ejecutando¡±.
¡°Reconozco que fui un cobarde al no denunciar esta clase de hechos, tan horrorosos, como presentar bajas como si fueran en combate¡±, confes¨® tambi¨¦n el sargento primero retirado Manuel Valent¨ªn Padilla Espitia. El militar y otros que dieron su testimonio explicaron que fue el teniente coronel Hern¨¢n Mej¨ªa Guti¨¦rrez, jefe en el batall¨®n, quien hac¨ªa alianzas con los paramilitares y luego le ped¨ªa a sus hombres ¡°legalizar¡± los asesinatos que ese grupo ilegal comet¨ªa. ¡°Pero estas ¨®rdenes eran fraudulentas, porque no exist¨ªa ning¨²n combate¡±, dijo Padilla. El acusado, el teniente Mej¨ªa Guti¨¦rrez, es uno de tres autoridades en el batall¨®n que no han aceptado ser culpables de los cr¨ªmenes que les imputa la JEP.
Una de esas v¨ªctimas fue Luis Eduardo O?ate, un joven ind¨ªgena Wiwa que so?aba con ser abogado y oriundo de la sierra nevada de Santa Marta, una zona monta?osa del caribe. Fue asesinado en 2004 junto con su amigo Carlos Mario Navarro. La hermana de Luis Eduardo, Osmaira Nieves O?ate, lleva 18 a?os guardando un viejo peri¨®dico en el que se anuncia la muerte de su familiar y su amigo como si fueran parte de un grupo armado.
¡°Yo confiaba en ustedes¡±, le dijo Nieves a los doce miembros del Ej¨¦rcito que est¨¢n reconociendo sus cr¨ªmenes ante la JEP. Le pidi¨® a dos de los presentes que la lleven ¡°donde ejecutaron a mi hermano, porque yo necesito limpiar la sangre de ¨¦l¡±. Se?al¨® al sargento segundo y ahora retirado Jos¨¦ de Jes¨²s Rueda ¨C uno de los presentes en la audiencia¨C , a quien su hermano le fue entregado por los paramilitares.
Antes de terminar la audiencia fue el turno del sargento Rueda, que comand¨® varios pelotones del Batall¨®n La Popa. Admiti¨® que los grupos paramilitares estaban completamente alineados con el batall¨®n, y que uno de estos pod¨ªa llamarle cualquier d¨ªa a avisarle ¡°le vamos a entregar un positivo¡±. (Las ejecuciones extrajudiciales en Colombia son conocidas como falsos positivos).
¡°Todos los casos que yo reconozco ac¨¢ son importantes para m¨ª¡±, dijo Rueda sobre los varios asesinatos que admiti¨®. ¡°Pero la muerte de Carlos Mario Navarro Monta?o y de Luis Eduardo O?ate Nieves marc¨® mi vida. Yo tambi¨¦n llevo mucho tiempo esperando este momento, para poder decirle a ustedes, y a toda Colombia, que les pido perd¨®n¡±. Describi¨® a los dos chicos como ¡°j¨®venes que no ten¨ªan que morir as¨ª, de esa manera, j¨®venes que eran el futuro de Colombia¡±. Y termin¨® refiri¨¦ndose al viejo peri¨®dico de hace 18 a?os que guarda Osmaira Nieves y que culpa a los dos j¨®venes de algo que era mentira.
¡°Lo que dice ese peri¨®dico no es cierto¡±, dijo el sargento retirado ¡°Porque Luis Eduardo y Carlos Mario no eran guerrilleros, ni tampoco eran paramilitares¡±. Eran civiles, y algunos militares ahora revisan poco a poco la dolorosa historia que los medios no contaron.
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