Los muertos que todo un pa¨ªs quiere borrar
Esperaron 14 a?os a que sus victimarios reconocieran que sus hijos no eran guerrilleros, sino inocentes asesinados de forma miserable
Con una peque?a flor blanca entre sus dedos y la voz temblorosa, el exsargento segundo del Ej¨¦rcito Sandro Mauricio P¨¦rez busc¨® entre las mujeres sentadas a su derecha el rostro de Do?a Flor. Estir¨® su mano y alz¨® la voz: ¡°Yo le entend¨ª, se?ora Flor, que aqu¨ª est¨¢ reflejado su dolor¡ Le quit¨¦ la vida a su hijo¡±.
Flor, mam¨¢ de Elkin Gustavo Verano, se tap¨® los ojos con un pa?uelo blanco para esconder sus l¨¢grimas. Las otras madres a su lado trataron de consolarla. ¡°¡ Mi falta de amor y respeto por la vida humana, por la dignidad humana, me llev¨® a terminar convirti¨¦ndome en un asesino, un monstruo para la sociedad. Represento para algunos de ustedes una m¨¢quina de muerte¡±, continu¨® el exsargento P¨¦rez.
Flor llora, otras mujeres tambi¨¦n lo hacen. Otras fijan su mirada al infinito sin llorar. Frente a ellas, nueve exmilitares m¨¢s esperan su turno para reconocer el asesinato de varios inocentes.
¡°Quiero limpiar el nombre del joven Elkin Gustavo Verano, del joven Camilo Andr¨¦s Valencia, del joven Leonardo Porras, Joaqu¨ªn Castro V¨¦lez, Juli¨¢n Oviedo Monroy, Diego Alberto Tamayo¡¡±, la lista sigue. Son los nombres de los 19 j¨®venes que fueron llevados desde Soacha a Oca?a, Norte de Santander, en el 2008, con falsas promesas de trabajo. Meses despu¨¦s aparecieron como guerrilleros muertos en combate por el Ej¨¦rcito.
El exsargento contin¨²a frente a Flor, a los magistrados de la Justicia Especial para la Paz (JEP) y a las personas que llegaron el pasado 27 de abril a Oca?a a la audiencia de reconocimiento de responsabilidad del Caso 03, como la JEP llam¨® a este asesinato de civiles inocentes. ¡°Plane¨¦ c¨®mo llegaran cada uno de estos j¨®venes a Oca?a y plane¨¦ c¨®mo deb¨ªan entregarse a los militares que iban a accionar sus armas ¡ entregu¨¦ armas para que j¨®venes inocentes, con sue?os, que eran amados, fueran entregados, asesinados y reportados como un muerto en combate. ?Falso! Fueron combates ileg¨ªtimos¡±, afirm¨® el exsargento.
Uno a uno, los exmilitares narraron c¨®mo asesinaron a estos j¨®venes, montaron escenas de combate, les quitaron su identidad, los mostraron como delincuentes dados de baja y los enterraron como NN.
Una a una cada una de estas madres escuch¨® el relato del asesinato de sus hijos. Estas mujeres lucharon durante 14 a?os por limpiar el nombre de sus hijos. Esperaron 14 a?os por el reconocimiento de sus victimarios de que sus hijos no era guerrilleros como todo un pa¨ªs lo pens¨®, sino inocentes asesinados de forma miserable.
Pero no fueron solo estos 19 homicidios. Se han identificado 6.402 asesinatos de campesinos, habitantes de calle, adolescentes con discapacidades cognitivas y j¨®venes humildes, la mayor¨ªa entre 12 y 25 a?os, que fueron presentados como guerrilleros muertos en combate, entre 2002 y 2008 en todo el territorio nacional. Son los mal llamados ¡°falsos positivos¡± de los que nadie en Colombia quiere hablar.
Tal reconocimiento, se pensar¨ªa, ser¨ªa un momento clave en el pa¨ªs, en el avance de la construcci¨®n de la verdad tras la firma de los acuerdos de paz con las Farc. Pero muy por el contrario, este hecho pas¨® casi desapercibido. Solo fue registrado bajo algunos titulares t¨ªmidos en la agenda diaria de los medios, confundidos entre los resultados de la Champions League y las ¨²ltimas tendencias electorales. Algunos medios le dieron la relevancia de una portada. Pero al d¨ªa siguiente se olvid¨®.
En Colombia es como si todos quisieran borrar la existencia de estos homicidios. A pesar de lo aberrante que significa que miembros del Ej¨¦rcito hayan asesinado a m¨¢s de seis mil inocentes, es c¨®mo si nadie en el pa¨ªs quisiera hablar de esto, o prefieren insistir en que s¨ª eran guerrilleros y seguir pretendiendo que esos muertos inocentes no existen.
Porque los ¡°falsos positivos¡± son un s¨ªmbolo de un pa¨ªs partido en dos. Los que apoyaron los di¨¢logos de paz con las Farc y quienes lo consideran el mayor pacto de impunidad de la historia de Colombia. Y dos expresidentes simbolizan estos extremos: Juan Manuel Santos y ?lvaro Uribe V¨¦lez. Es como si el pa¨ªs hubiera pactado que aceptar este asesinato de inocentes por parte del Ej¨¦rcito fuera validar el acuerdo de paz y el actuar de las Farc. Se volvi¨® un s¨ªmbolo de esta a favor o en contra del gobierno de ?lvaro Uribe y o de los di¨¢logos de paz de Juan Manuel Santos. Lo ir¨®nico de todo esto es que esta barbarie se dio mientras era precisamente Uribe V¨¦lez el presidente de Colombia y Santos su ministro de Defensa.
?Eran j¨®venes inocentes! ?No les debe el pa¨ªs acaso la reivindicaci¨®n de su memoria? ?Nada tiene que ver eso con validar un gobierno, una instituci¨®n o un acuerdo de paz. Se trata de verdad y de justicia. De reconocer que se asesinaron de forma fr¨ªa y premeditada a m¨¢s de seis mil colombianos que no ten¨ªan nada que ver con el conflicto y que durante m¨¢s de una d¨¦cada se les tild¨® de criminales. ?No deber¨ªa ser el mismo Ej¨¦rcito la instituci¨®n m¨¢s interesada en que se sepa la verdad y mostrar que ese no es el esp¨ªritu de su instituci¨®n?
Pero Colombia no quiere hablar de eso. Es mejor hacer como si nada de eso hubiera pasado, porque siente que reconocer estas muertes es validar a las Farc o no defender la institucionalidad del Ej¨¦rcito.
¡°A mi hijo lo matan y lo acusan de ser un integrante del ELN. Yo estar al frente de estas personas, mirarlos frente a frente y que ellos dijeran ante Colombia y ante el mundo que Juli¨¢n no era ning¨²n subversivo como ellos lo dijeron, que los j¨®venes de Soacha no eran guerrilleros como ellos lo quer¨ªan pasar¡ para mi fue una satisfacci¨®n muy grande de yo ver que mi sue?o se est¨¢ convirtiendo en realidad. Me mataron a mi hijo ¡ pero al menos dijeron all¨ª, ¡®Do?a Blanca, su hijo no era ning¨²n guerrillero, su hijo no era un subversivo¡¯. Eso me llena de satisfacci¨®n, dijo a Caracol Radio la madre de Juli¨¢n Oviedo, asesinado a los 19 a?os con seis tiros de fusil.
?Hasta d¨®nde sab¨ªan los altos mandos militares lo que estaba ocurriendo? ?Lo sab¨ªa el presidente y su Ministro de Defensa?
Les debemos como pa¨ªs la reivindicaci¨®n del nombre y la memoria a esos m¨¢s de seis mil colombianos inocentes que fueron enterrados como guerrilleros. Se los debemos a sus madres, a sus hijos y a las generaciones venideras de un pa¨ªs que se niega a aceptar su verdad y salir de su violencia.
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