Seguridad humana: un cambio de doctrina
La complejidad del conflicto, a la que se suman los mil problemas sociales atascados, hace casi imposible diferenciar estrategias para combatir las distintas violencias
Es de fondo, es cuesti¨®n de vida o muerte, uno de los debates de hoy en Colombia: ?Cu¨¢ndo y de qu¨¦ manera se debe usar la fuerza del Estado? ?Deben la Polic¨ªa y el Ej¨¦rcito actuar siempre usando armas con el riesgo de que eso cueste vidas? ?Se pueden enfrentar de otra manera los brotes de violencia cuando surgen en la protesta social? ?Cu¨¢l es el l¨ªmite tolerable de una agresi¨®n a la fuerza p¨²blica antes de responder con la fuerza?
El debate no es nuevo y ha escalado de nivel por una investigaci¨®n judicial....
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Es de fondo, es cuesti¨®n de vida o muerte, uno de los debates de hoy en Colombia: ?Cu¨¢ndo y de qu¨¦ manera se debe usar la fuerza del Estado? ?Deben la Polic¨ªa y el Ej¨¦rcito actuar siempre usando armas con el riesgo de que eso cueste vidas? ?Se pueden enfrentar de otra manera los brotes de violencia cuando surgen en la protesta social? ?Cu¨¢l es el l¨ªmite tolerable de una agresi¨®n a la fuerza p¨²blica antes de responder con la fuerza?
El debate no es nuevo y ha escalado de nivel por una investigaci¨®n judicial. Tiene que ver con el episodio de los Pozos, en San Vicente del Cagu¨¢n, cuando un polic¨ªa y un campesino murieron y un grupo de agentes qued¨® en poder de manifestantes. El presidente Gustavo Petro dio la orden a la fuerza p¨²blica de no intervenir para evitar mayor violencia y una eventual masacre. Luego de esos hechos un juez de instrucci¨®n penal militar orden¨® la captura del coronel Javier Antonio Castro, comandante de la Polic¨ªa de Caquet¨¢, quien no se present¨® a la indagaci¨®n en la que deb¨ªa responder por posible omisi¨®n al no atender el pedido de auxilio de los integrantes del Esmad que estaban en la zona enfrentando los disturbios. Si bien la orden de captura se revoc¨® luego de conocerse que el coronel no acudi¨® a la citaci¨®n por la muerte de su padre, la investigaci¨®n sigue y todo este episodio merece una lectura detallada.
El presidente Gustavo Petro respondi¨® ante esa orden de captura con una serie de trinos en Twitter y en el primero de ellos asumi¨® toda la responsabilidad por el manejo que se dio a la crisis: ¡°Yo soy el comandante en jefe de las Fuerzas Militares. Soy el ¨²nico responsable de las acciones en los Pozos, Caquet¨¢¡±. Despu¨¦s escribi¨® ¡°No quiero jueces que presionen que se bombardeen ni?os, que hagan falsos positivos, o se masacre a los manifestantes¡±, y expres¨® su decisi¨®n de enfrentar cualquier acci¨®n judicial.
El presidente ha planteado como base de su pol¨ªtica de seguridad la defensa de la vida y con esa meta toma decisiones que a muchos no gustan porque un amplio sector del pa¨ªs ha considerado que el ¡°orden¡± se impone a cualquier precio. En el paro del 2021 decenas de personas murieron y muchos j¨®venes perdieron uno de sus ojos en la respuesta de la fuerza p¨²blica a los disturbios y bloqueos. En esta mirada prima controlar el caos y atajar los brotes violentos, sin importar si en el camino mueren uniformados y civiles. Los unos elevados a la categor¨ªa de h¨¦roes y los otros calificados como ¡°buenos muertos¡± por ser ¡°terroristas¡± o ¡°criminales¡±.
Esa guerra constante y persistente que vivimos en Colombia desde hace d¨¦cadas ha convertido cualquier hecho de violencia, sea grande o peque?o, en un acto de guerra, en la acci¨®n de un enemigo que se debe combatir con toda la contundencia de las armas del Estado. En las guerras se pierden las escalas, los niveles y la capacidad de valorar la vida porque al final, para que se pueda combatir, hay que convencer a todos de que hay un bien mayor, una patria que defender, un ideal o una bandera y as¨ª es m¨¢s f¨¢cil salir a matar o morir.
El asunto que cuesta ver es que no toda violencia es un acto de guerra, aunque los criminales de todo tipo se atraviesen en muchos lugares y situaciones. La complejidad del conflicto, a la que se suman los mil problemas sociales atascados, las econom¨ªas ilegales, los grupos armados pol¨ªticos o comunes, hace casi imposible diferenciar estrategias para combatir las distintas violencias.
Al final lo que plantea Gustavo Petro es un cambio de pol¨ªtica, de estrategia, de concepci¨®n del Estado de Derecho y de lo que significa el ejercicio de la autoridad. Esa nueva doctrina es retadora, porque si bien es destacable la determinaci¨®n pol¨ªtica de salvar vidas como prioridad, mantener la decisi¨®n en momentos de tensi¨®n no es nada f¨¢cil y puede llevar a situaciones extremas a las fuerzas del Estado como ocurri¨® en Los Pozos.
Quedan muchas preguntas desde lo jur¨ªdico y lo pol¨ªtico. ?Debe responder el subalterno por seguir la instrucci¨®n del comandante en jefe? Desde la Justicia Penal Militar nos explicar¨¢n los expertos qu¨¦ pasa con la obediencia debida y hasta d¨®nde llega y cuando se puede desafiar. Desde lo pol¨ªtico la pregunta es si debe y puede la justicia militar controvertir de alguna manera la decisi¨®n presidencial que cambia una doctrina militar. ?Le corresponde hacerlo?
Llevamos a?os discutiendo sobre el papel de las Fuerzas Militares y de polic¨ªa, sus excesos, sus deficiencias y tambi¨¦n sus grandes logros y sacrificios porque no es poca la sangre que han puesto en el cumplimiento de su tarea. Entre episodios como el de Los Pozos, que en cualquier momento se puede repetir, y los retos de la controvertida Paz Total, el Gobierno de Petro se juega una de las bases de su mandato: la Seguridad Humana. Solamente el tiempo dir¨¢ si con ella logra salvar m¨¢s vidas y proteger mejor a las personas que hoy viven bajo la presi¨®n de todo tipo de violencias. La seguridad es una preocupaci¨®n prioritaria para millones de personas.
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