Ver¨®nica Alcocer, primera dama de Colombia, desconcierta hasta a los aliados del Gobierno
La irrupci¨®n de Ver¨®nica Alcocer en el Congreso desata un debate sobre el papel de la esposa del presidente
Su llegada al recinto de la Comisi¨®n S¨¦ptima de la C¨¢mara de Representantes fue cuando menos inesperada. Ver¨®nica Alcocer, la primera dama de Colombia, apareci¨® el martes en la noche en las instalaciones del Congreso, a pocos metros de la Casa de Nari?o, cuando estaba en marcha una reuni¨®n que buscaba desatascar el tr¨¢mite legislativo de la reforma a la salud, la m¨¢s resistida entre las grandes reformas sociales que Gustavo Petro se propone sacar adelante, al punto de que amenaza con fracturar la coalici¨®n de Gobierno. All¨ª estaban, entre otros, el ministro del Interior, Alfonso Prada; la de s...
Su llegada al recinto de la Comisi¨®n S¨¦ptima de la C¨¢mara de Representantes fue cuando menos inesperada. Ver¨®nica Alcocer, la primera dama de Colombia, apareci¨® el martes en la noche en las instalaciones del Congreso, a pocos metros de la Casa de Nari?o, cuando estaba en marcha una reuni¨®n que buscaba desatascar el tr¨¢mite legislativo de la reforma a la salud, la m¨¢s resistida entre las grandes reformas sociales que Gustavo Petro se propone sacar adelante, al punto de que amenaza con fracturar la coalici¨®n de Gobierno. All¨ª estaban, entre otros, el ministro del Interior, Alfonso Prada; la de salud, Carolina Corcho; el representante Agmeth Escaf y algunos otros congresistas. El presidente se encontraba en ese momento a miles de kil¨®metros de distancia, en San Francisco, California, una de las paradas de su viaje a Estados Unidos.
La visita de Alcocer dur¨® poco m¨¢s de media hora, pero bast¨® para volver a encender el debate sobre la inusual actividad pol¨ªtica de la primera dama, y su influencia en el Gobierno. El ministro Prada intent¨® bajar el tono de las suspicacias, al explicar que lo llam¨® ese martes porque quer¨ªa enterarse del tr¨¢mite, ¨¦l le dijo que se encontraban reunidos y que pod¨ªa participar. Alcocer es tambi¨¦n cercana al representante Escaf, un actor de telenovelas que se lanz¨® a la C¨¢mara por el oficialista Pacto Hist¨®rico y ahora preside la Comisi¨®n S¨¦ptima. ¡°Me imagino que, como cualquier otro ciudadano, estaba interesada en conocer en que iba el debate, pero no lleg¨® a intervenir en ninguna decisi¨®n o a intentar influir en algo en particular¡±, intent¨® zanjar al congresista. Pero la primera dama no es una ciudadana cualquiera, y desde diversas orillas interpretaron su visita como una injerencia indebida.
La familia de Gustavo Petro amenaza con convertirse en una piedra en el zapato para el primer mandatario n¨ªtidamente de izquierdas de Colombia. La Fiscal¨ªa investiga tanto al hermano como al hijo mayor de Petro ¨Chijo de una pareja anterior del presidente¨C por haberse valido de sus apellidos para cobrar comisiones a empresarios y presos a los que se les promet¨ªan favores presidenciales. Mientras esos esc¨¢ndalos ven¨ªan bajando de tono en el debate p¨²blico, y en la misma semana en que otra de sus hijas, Sof¨ªa, se anim¨® a responder en una carta abierta las cr¨ªticas del expresidente Andr¨¦s Pastrana, es ahora la primera dama quien vuelve a desatar una controversia.
Despu¨¦s de un marcado protagonismo en la campa?a, con ba?os de masas en la plaza p¨²blica y visita al papa incluidas, el ruido en torno al papel de Alcocer ha sido constante en estos ocho meses de Gobierno. Su visibilidad contrasta con otras primeras damas que la precedieron. Por momentos ha lucido con m¨¢s poder que la vicepresidenta Francia M¨¢rquez, que s¨ª tiene un mandato popular. Incluso encabez¨® en septiembre la delegaci¨®n colombiana en el sepelio de la reina Isabel II de Inglaterra, en una de varias incursiones diplom¨¢ticas. La prensa colombiana asegura que Alcocer ha incidido en varios nombramientos. Su vecina Concepci¨®n Baracaldo, la fugaz directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICFB) que dur¨® apenas un semestre, declar¨® que la parec¨ªa normal que ella le hubiera ofrecido el puesto.
A la primera dama tambi¨¦n se le atribuye, entre otras, una relaci¨®n cercana con Jorge Zorro, el ministro encargado de Cultura. Siendo viceministro, poco antes de la salida de Patricia Ariza en la primera crisis de Gabinete, Zorro acompa?¨® en enero a Alcocer en un viaje a Venezuela. El presidente Nicol¨¢s Maduro y la primera dama Cilia Flores la recibieron en el palacio de Miraflores. Con las dif¨ªciles relaciones entre Bogot¨¢ y Caracas reci¨¦n restablecidas, el prop¨®sito oficial de esa visita era conocer de cerca el sistema de orquestas y coros juveniles venezolanos, seg¨²n inform¨® su despacho en su momento. Zorro, resistido por un nutrido grupo de artistas y gestores culturales, ha negado a este peri¨®dico que la primera dama tenga influencia en el Ministerio de Cultura.
Las pol¨¦micas familiares deber¨ªan haber sido un campanazo para que el presidente Petro intentara mantener a su familia relegada de sus actividades pol¨ªticas, pero es una ¡°lecci¨®n no aprendida¡±, apunta el analista Yann Basset, quien califica la visita de la primera dama al Congreso como ¡°desafortunada e inoportuna¡±. Las cr¨ªticas a Alcocer, recuerda, han sido principalmente ¡°rumores sobre su capacidad de influir sobre nombramientos en la administraci¨®n p¨²blica, lo que siempre es dif¨ªcil de demostrar, y por lo tanto debatible. Aqu¨ª estaba f¨ªsicamente en el Congreso en el momento de este primer debate de la reforma a la salud, y no ten¨ªa nada que hacer all¨ª. Es m¨¢s problem¨¢tico que los episodios anteriores¡±, concluye el profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad del Rosario.
En un pa¨ªs hiperpresidencialista, la figura de la primera dama no tiene funciones claramente definidas, su papel corresponde a los usos y pr¨¢cticas, y depende del estilo de cada presidente, subraya Eug¨¦nie Richard, docente experta en comunicaci¨®n y marketing pol¨ªtico de la Universidad Externado de Colombia. Usualmente han estado limitadas en su papel de representaci¨®n y acompa?ante, adem¨¢s de una tradicional relaci¨®n con cuestiones sociales o de ni?ez. ¡°Como no hay ninguna competencia definida para la primera dama, todo est¨¢ sujeto a interpretaci¨®n¡±, concluye.
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