Basta ya de atizar la divisi¨®n social para ocultar los cr¨ªmenes del conflicto
Frente a los ataques y enga?os del fiscal general, una Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad y una amplia divulgaci¨®n del informe de la Comisi¨®n de la Verdad consolidar¨ªan la justicia y la democracia
En Colombia hay un sector de la sociedad, la pol¨ªtica y la justicia con gran temor a que una Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad llegue al pa¨ªs. Temor al trabajo de memoria realizado desde las organizaciones de v¨ªctimas (de terrorismo de Estado), a la divulgaci¨®n del informe de la Comisi¨®n de la Verdad en las escuelas, o a que se abran los archivos militares de inteligencia y contrainteligencia.
Los que se oponen suelen usar, una y otra ve...
En Colombia hay un sector de la sociedad, la pol¨ªtica y la justicia con gran temor a que una Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad llegue al pa¨ªs. Temor al trabajo de memoria realizado desde las organizaciones de v¨ªctimas (de terrorismo de Estado), a la divulgaci¨®n del informe de la Comisi¨®n de la Verdad en las escuelas, o a que se abran los archivos militares de inteligencia y contrainteligencia.
Los que se oponen suelen usar, una y otra vez, la vieja receta: estigmatizan a quien propone, representa o defiende estos impulsos democr¨¢ticos, con discursos de odio; tergiversan la informaci¨®n de hechos emp¨ªricamente comprobados sobre violaciones de derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario (DIH), y le apuestan a la divisi¨®n social en un pa¨ªs que necesita superar su pasado de violencia pol¨ªtica, la injusticia social, la corrupci¨®n y, por fin, transitar de la guerra hacia la paz.
Colombia tiene, hasta mediados del 2024, un fiscal general de la Naci¨®n que lleg¨® al cargo gracias a su amigo cercano, el mandatario del Gobierno anterior, el mismo que hizo todo por desmantelar los esfuerzos de paz. Este fiscal, en sinton¨ªa con quien lo sent¨® ah¨ª, en vez de concentrarse en poner a funcionar su instituci¨®n y sacar al pa¨ªs de los primeros puestos de impunidad a escala mundial, parece, en cambio, m¨¢s interesado en alejar cualquier atisbo de justicia para el pa¨ªs y en mantener a la sociedad dividida y polarizada en un antagonismo visceral, que excluye siquiera la opci¨®n del debate p¨²blico sobre una posible comisi¨®n internacional contra la impunidad.
Ahora, ataca al actual ministro de Defensa, Iv¨¢n Vel¨¢squez, quien dirigi¨® en Guatemala la Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad (CICIG). Alega el fiscal: ¡°(Para) lo ¨²nico que sirvieron esas comisiones en Centroam¨¦rica fue para generar una crisis de la justicia en nuestros pa¨ªses. Por algo los sacaron a patadas de Guatemala¡±. Ataca y enga?a porque por supuesto sabe, pero no menciona, los reconocimientos que han tenido la CICIG e Iv¨¢n Vel¨¢squez, en todo el mundo, por su lucha contra la corrupci¨®n y la impunidad.
Vergonzoso argumentar as¨ª, siendo estos pa¨ªses ampliamente conocidos por la inoperancia en su justicia, que posibilita, precisamente, que sean lugares muy violentos y profundamente corruptos. El fiscal Barbosa sabe bien que fueron las investigaciones bajo la direcci¨®n de Vel¨¢squez las que lograron enjuiciar a varios poderosos militares y pol¨ªticos ¨Dincluso del nivel del presidente y la vicepresidenta de Guatemala, Otto P¨¦rez Molina y Roxana Baldetti¨D, d¨¢ndole reconocimiento mundial. Por supuesto, los corruptos y encubridores no quisieran que algo as¨ª, tan necesario, pasara en nuestro pa¨ªs.
Por otro lado, meses atr¨¢s, cuando el exministro de Educaci¨®n Alejandro Gaviria anunci¨® la intenci¨®n de divulgar en las escuelas el informe de la Comisi¨®n de la Verdad de Colombia, oponentes del mismo colectivo pol¨ªtico y social se expresaron y lo siguen haciendo de manera similar: denigrando, tergiversando, relativizando.
El informe talla por ir m¨¢s all¨¢ del reducido y repetido relato oficial del conflicto armado, que habla de unos subversivos terroristas queriendo tomarse el poder. Es rechazado porque habla tambi¨¦n de la responsabilidad de las Fuerzas Armadas y de amplios sectores pol¨ªticos y empresariales, en connivencia con las autodefensas paramilitares, en la degradaci¨®n social y la guerra atroz del pa¨ªs. Una verdad que, por ser cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de esconder, buscan desacreditar, denigrando con clich¨¦s a los autores del informe y con un antagonismo insalvable, pint¨¢ndolos como enemigos de la gente de bien y voceros de la guerrilla de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Y as¨ª vamos: nuevamente la tendencia tribal, amigo/enemigo, que mantiene la guerra en pie. Se opusieron a la divulgaci¨®n de un informe m¨¢s amplio sobre el conflicto como herramienta pedag¨®gica y de educaci¨®n democr¨¢tica, ignorando que en pa¨ªses como Alemania, que sabe mucho de reg¨ªmenes autoritarios, ense?ar sobre el pasado de terrorismo de Estado, bajo los nazis y la dictadura comunista, ha tra¨ªdo grandes resultados para fortalecer el Estado de Derecho. En Colombia ayudar¨ªa, adem¨¢s, a los menores que han sufrido el conflicto directamente a tramitar sus traumas. Y a los dem¨¢s, a acercarse y rechazar estas realidades violentas que indirectamente tambi¨¦n afectan su diario vivir.
Quienes se oponen a ello argumentan que hablar sobre el informe adoctrinar¨ªa a los menores, pero en realidad ha sido la media verdad, o su negaci¨®n total, la que nos ha llevado a un culto enfermizo por el militarismo. Una naci¨®n de ¡°h¨¦roes y villanos¡± que envenena el alma y legitima los cr¨ªmenes m¨¢s atroces de quienes han ostentado el poder. Imposible salir de ah¨ª mientras lo que se use frente al oponente sea reducirlo a enemigo.
El pluralismo se basa en el respeto activo a la dignidad humana; exige escucha, di¨¢logo, reciprocidad. Los discursos de odio no permiten intercambio de ideas, no son dial¨®gicos ni menos razonables, porque lo que buscan es denigrar a determinadas personas, impidiendo ensanchar la democracia. No se trata de Gobiernos ni de ideolog¨ªas: aqu¨ª es la lucha entre los que apoyan y buscan construir la democracia y quienes la deforman, incluso haciendo uso de sus instituciones.
Una comisi¨®n internacional contra la impunidad en el pa¨ªs; el impulso del trabajo de memoria realizado desde las organizaciones de v¨ªctimas, en especial las de terrorismo de Estado que han sido m¨¢s marginadas; una amplia divulgaci¨®n del informe de la Comisi¨®n de la Verdad que parta por las escuelas, o que se abran los archivos militares de inteligencia y contrainteligencia podr¨ªa dar respuesta a la crisis de valores democr¨¢ticos en el pa¨ªs. Dotar¨ªa a la ciudadan¨ªa de mayor informaci¨®n, fortaleci¨¦ndola para ejercer mayor contrapeso al poder, consolidar¨ªa el sentido de la justicia y del Estado de Derecho y mejorar¨ªa la salud democr¨¢tica en el pa¨ªs.
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