Petro se enreda en las malas artes de la vieja pol¨ªtica
El presidente que quiso cambiar la forma de gobernar en Colombia se ve rodeado de un caso de chantaje, maletines de dinero y escuchas ilegales
Gustavo Petro so?aba con darle la vuelta al pa¨ªs, pero las inercias de la pol¨ªtica de toda la vida han resultado ser mucho m¨¢s poderosas que sus deseos. Estos d¨ªas se ha visto involucrado en un proceso que incluye todos los traumas y vicios de la vieja pol¨ªtica colombiana: interceptaciones ilegales, pol¨ªgrafos, maletines de dinero, chantajes y conspiraciones. El Gobierno del cambio ven¨ªa a limpiar las cloacas del Estado, pero corre el riesgo de ahogarse en ellas. El pa¨ªs sigue atento a un culebr¨®n que cada d¨ªa suma un nuevo esc¨¢ndalo. Lo que parec¨ªa un asunto que tendr¨ªa que resolver el presid...
Gustavo Petro so?aba con darle la vuelta al pa¨ªs, pero las inercias de la pol¨ªtica de toda la vida han resultado ser mucho m¨¢s poderosas que sus deseos. Estos d¨ªas se ha visto involucrado en un proceso que incluye todos los traumas y vicios de la vieja pol¨ªtica colombiana: interceptaciones ilegales, pol¨ªgrafos, maletines de dinero, chantajes y conspiraciones. El Gobierno del cambio ven¨ªa a limpiar las cloacas del Estado, pero corre el riesgo de ahogarse en ellas. El pa¨ªs sigue atento a un culebr¨®n que cada d¨ªa suma un nuevo esc¨¢ndalo. Lo que parec¨ªa un asunto que tendr¨ªa que resolver el presidente con sus dos colaboradores m¨¢s cercanos, Laura Sarabia y Armando Benedetti, incluye ahora a uno de los mayores enemigos del presidente. El fiscal Francisco Barbosa, que viene de la administraci¨®n anterior, dijo, de manera desproporcionada, que este era el peor caso contra los derechos humanos que se ha dado en Colombia en a?os.
Este caso no incluye guerrillas ni paramilitares. Va m¨¢s bien de un tri¨¢ngulo que une a Sarabia, Benedetti y la ni?era de ambos en una historia atravesada por la ambici¨®n pol¨ªtica. Petro no pod¨ªa prever que su mayor crisis hasta ahora estallar¨ªa a diez pasos de su despacho, donde se sienta Sarabia, su muleta, su mujer de confianza. El presidente se ve en la obligaci¨®n de resolver un problema que carece de una soluci¨®n buena. Haga lo que haga, pase lo que pase, la sombra de las viejas formas de hacer pol¨ªtica se le han colado en Palacio y dan munici¨®n a la oposici¨®n. El presidente que ven¨ªa a cambiar el modo de hacer pol¨ªtica se ve de repente empantanado por su entorno, que llevaba escrito en la frente que alg¨²n d¨ªa lo pondr¨ªa en apuros. Si un d¨ªa es su hermano, otro su hijo, ahora son Sarabia y Benedetti, en quienes confiaba con los ojos cerrados.
Petro llevaba m¨¢s de una d¨¦cada intentando llegar a la Presidencia. En un pa¨ªs acostumbrado a Gobiernos tradicionales, el exguerrillero de izquierdas era una excentricidad. Sin embargo, su figura fue creciendo con el paso de los a?os. Despu¨¦s de las protestas de 2021, el hartazgo contra el statu quo se generaliz¨® y su candidatura despeg¨®. La gente que rodeaba a Petro en esa ¨¦poca no estaba acostumbrada a las esferas de poder, por eso el candidato busc¨® a gente con experiencia. Benedetti, un pol¨ªtico que siempre hab¨ªa militado en partidos conservadores, conocedor de todos los entresijos del poder, no dud¨® en subirse al carro del Pacto Hist¨®rico. En poco tiempo, se convirti¨® en la entrada de Petro a la ¨¦lite que tanto desconfiaba de ¨¦l. A Benedetti lo acompa?aba Laura Sarabia, una joven que enseguida se hizo con el organigrama de una campa?a con tendencia al caos y se gan¨® a Petro. Ellos dos protagonizan ahora las que seguramente son las peores horas del presidente.
Primero contemos el asunto pol¨ªtico. Benedetti, embajador en Caracas desde hace nueve meses, ten¨ªa estos d¨ªas ganas de regresar a Colombia. En una reuni¨®n privada, le sugiri¨® a Petro que le diera la cartera de Defensa. El presidente arrug¨® el morro y le dijo que no, que eso no. Cuando el embajador estaba a punto de irse decepcionado del encuentro y agarraba el pomo de la puerta, le dijo que coordinara sus ministros con el cargo de s¨²per ministro, que crear¨ªa para ¨¦l. A Benedetti le encant¨® la idea. En los d¨ªas siguientes ten¨ªa que afinar los detalles con Sarabia, que durante siete a?os fue su subordinada. Ella le propuso que su cargo estuviera bajo la direcci¨®n del Dapre, la dependencia que maneja administrativamente y organiza el presupuesto de la Presidencia. El embajador dijo que de ning¨²n modo aceptar¨ªa eso. ?l quer¨ªa depender de ella. Seg¨²n una fuente interna, Sarabia no quer¨ªa dirigir a Benedetti, pues pensaba que acabar¨ªa puente¨¢ndola y tratando directamente con Petro. Eso paraliz¨® el nombramiento, lo que desesper¨® al embajador.
En ese momento ya hab¨ªa una guerra abierta entre uno y otro. En el pasado hab¨ªan sido ¨ªntimos, pero ahora se hab¨ªa generado un cierto recelo. Fue Benedetti quien llev¨® a Sarabia a la campa?a, pero a la hora de la verdad, Petro la hab¨ªa elegido a ella para tenerla cerca, mientras que a ¨¦l lo hab¨ªa enviado a Venezuela. Llega el momento de contar que los dos compartieron ni?era de sus hijos, Marelbys Meza, la Mary. Desde enero, la cuidadora estaba bajo sospecha por la desaparici¨®n de un malet¨ªn con 7.000 d¨®lares en casa de Sarabia. Su seguridad la someti¨® al pol¨ªgrafo y la m¨¢quina arroj¨® que era culpable. Ahora el fiscal ha confirmado que durante diez d¨ªas le interceptaron ilegalmente el tel¨¦fono por este tema, que no es precisamente de seguridad nacional. Sarabia despidi¨® a su empleada, que meses despu¨¦s volvi¨® a trabajar con Benedetti, que la llev¨® consigo unos d¨ªas a Caracas. Un detalle que suma misterio a esta historia, porque los Benedetti ya la hab¨ªan despedido con anterioridad y sometido a un pol¨ªgrafo por otro supuesto robo en su casa.
Tras pasar una semana en Venezuela, Benedetti y la Mary regresaron a Bogot¨¢. Nada m¨¢s llegar, ella dio una entrevista a la revista Semana en la que aseguraba que se hab¨ªa sentido maltratada y humillada por la prueba del pol¨ªgrafo. El tema fue portada de la revista. Antes de la publicaci¨®n, Benedetti, que tiene buena relaci¨®n con la directora de Semana, asegura que Sarabia le pidi¨® que parara la publicaci¨®n. Aqu¨ª hay dos versiones distintas. El embajador dice que intent¨® detenerla, mientras la jefa de Gabinete lo acusa de ser ¨¦l quien hab¨ªa filtrado la historia. Sus rencillas pol¨ªticas afloraron y ambos acabaron envueltos en una fuerte discusi¨®n que los alej¨® a¨²n m¨¢s. En el punto alto de esta crisis, Benedetti desliz¨® en Twitter que Sarabia podr¨ªa haber interceptado el tel¨¦fono de su empleada. El presidente, de viaje en Brasil, le pidi¨® en privado que dejara de azuzar la pol¨¦mica.
La revelaci¨®n de la prueba poligr¨¢fica alert¨® a la Fiscal¨ªa y a la Procuradur¨ªa, que investigan si fue ilegal el procedimiento. En sus indagaciones, un d¨ªa despu¨¦s de que Benedetti soltara la liebre, descubrieron que la Mary y otra de las empleadas tuvieron el tel¨¦fono pinchado. Los polic¨ªas que llevaban el caso las hicieron pasar por dos miembros del Clan del Golfo para encubrir que, en realidad, escuchaban a dos empleadas dom¨¦sticas acusadas de un hurto, un delito menor. La justicia se pregunta si Sarabia estaba al tanto de los pinchazos y si con eso abus¨® de su poder. En un pa¨ªs donde hubo un gran esc¨¢ndalo por las escuchas ilegales durante el Gobierno de ?lvaro Uribe, el asunto ha tenido una enorme repercusi¨®n. El propio Petro fue espiado entonces por el DAS, un organismo de inteligencia utilizado de una forma tan abusiva por los gobernantes de turno que desapareci¨®.
Petro ha tratado de apagar este incendio inesperado hasta ahora sin ¨¦xito. Convoc¨® el jueves a Benedetti a una reuni¨®n y no se vio con ¨¦l hasta pasadas las diez de la noche. No se supo nada del presidente en todo el d¨ªa, que aleg¨® agenda privada para desaparecer hasta casi la medianoche, cuando tuite¨®: ¡°Acusar al gobierno del cambio de interceptaciones ilegales es de tama?a irresponsabilidad. Ning¨²n miembro del gobierno ha dado ninguna orden de interceptaciones telef¨®nicas. Ma?ana nos pronunciaremos sobre las decisiones que he tomado¡±. Los enemigos le acechan, han visto una oportunidad de desprestigiar su Gobierno, que ¨¦l cre¨ªa l¨ªmpido. El ministro de Defensa, tambi¨¦n vieja v¨ªctima de pinchazos, ha pedido a la polic¨ªa que investigue para determinar qui¨¦n orden¨® las escuchas: ¡°Este Gobierno no tolera las interceptaciones ilegales¡±. Pero la mancha dif¨ªcilmente se va a ir, en los pasillos de Palacio se escuchan los murmullos de la conspiraci¨®n. Nadie quiere dejar nada por escrito ni hablar por tel¨¦fono sobre ning¨²n tema delicado. Cunde la paranoia de que puede haber un tercero espiando. El presidente Petro se encuentra, de repente, con que las conspiraciones rodean su oficina.
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