Psicolog¨ªa y prosperidad
El dilema econ¨®mico actual parece ser realmente entre grupos de poder pol¨ªtico que tienen actitudes psicol¨®gicas marcadamente distintas. De un lado, quienes quieren repartir ya entre todos lo que hay; del otro, quienes guardan sus esperanzas en aquellos que innovan y emprenden
?Acaso la prosperidad econ¨®mica necesita cierto tipo de psicolog¨ªa? Esa es la hip¨®tesis de Joseph Henrich, en un libro que examina c¨®mo Occidente se volvi¨® peculiar sicol¨®gicamente y particularmente pr¨®spero. El libro se llama: Las Personas m¨¢s rara del mundo. Con la aclaraci¨®n de que la palabra raro o extra?o en ingl¨¦s es WEIRD, que Henrich plantea como un acr¨®stico para occidental (W, por Western), educados (E), i...
?Acaso la prosperidad econ¨®mica necesita cierto tipo de psicolog¨ªa? Esa es la hip¨®tesis de Joseph Henrich, en un libro que examina c¨®mo Occidente se volvi¨® peculiar sicol¨®gicamente y particularmente pr¨®spero. El libro se llama: Las Personas m¨¢s rara del mundo. Con la aclaraci¨®n de que la palabra raro o extra?o en ingl¨¦s es WEIRD, que Henrich plantea como un acr¨®stico para occidental (W, por Western), educados (E), industrializados (I), ricos (R) y democr¨¢ticos (D).
El libro fue publicado en 2020, en medio de la pandemia, y una hip¨®tesis particularmente provocadora para pa¨ªses que, como Colombia o los latinoamericanos, en general no hemos logrado saber si somos occidentales puros y duros, o una mezcla rara e indefinible que no se decide a ser Weird u otra cosa.
No nos convence al menos la ¡®I¡¯ de industrializados, ni la ¡®D¡¯, de democr¨¢ticos. Con lo cual, no tenemos la ¡®R¡¯ de riqueza; cosa que a su vez alimenta la desconfianza sobre la ¡®W¡¯ de occidentales, y nos lleva al nativismo de las culturas aut¨®ctonas y alternativas. Por ¨²ltimo, optamos por una ¡®E¡¯ de educaci¨®n capturada para fines pol¨ªticos, en lugar de orientada a las demandas de las empresas y la competitividad personal y grupal.
Los individuos y las poblaciones se distinguen por c¨®mo perciben, piensan, sienten, razonan y hacen sus juicios morales. La evoluci¨®n cultural y el paisaje sicol¨®gico (expresi¨®n de Henrich) influye decisivamente sobre los resultados.
Asimismo, sobre el car¨¢cter de los gobiernos, las leyes, la religi¨®n y el comercio. Por ejemplo, un gobernante que se siente menos jugado por la calidad de las instituciones, responde a sus electores y se dedica a colocar a su clientela en puestos clave y a permitirle el pillaje del Estado; como pasa en tantos departamentos u municipios de Colombia, y de nuestra Am¨¦rica.
Cuando los lazos de clan mandan, es f¨¢cil ver c¨®mo el progreso se dificulta, pues las decisiones se toman por conveniencia personal o del clan, o afinidad ideol¨®gica, y no por su m¨¦rito objetivo. Instituciones impersonales en pol¨ªtica y econom¨ªa fueron claves para el despegue de Europa. La clave estuvo, seg¨²n Joseph Henrich, en la disoluci¨®n de los lazos de clan en sociedades m¨¢s urbanizadas, mercados m¨¢s profundos, redes de apoyo social impersonales y concepciones individualistas de ¨¦xito y la seguridad.
Puesto as¨ª, el dilema econ¨®mico actual parece ser realmente un dilema entre grupos de poder pol¨ªtico que tienen actitudes sicol¨®gicas marcadamente distintas.
De un lado, quienes quieren repartir ya entre todos lo que hay, con la meta fundamental de la igualdad. Del otro, quienes tienen fundadas esperanzas en aquellos que innovan y emprenden en sectores y productos, buscando dinamizar y aumentar la producci¨®n, inclusive a costa de la desigualdad.
Los pol¨ªticos y los tecn¨®cratas tienden a creer que su prerrogativa es escoger si son del tipo a) repartidor-de-lo-que-hay; o del tipo b) promotor-de-nueva-producci¨®n. All¨ª se definir¨ªa el gran dilema.
Sucede que las dos v¨ªas tienen fuertes consecuencias sobre el comportamiento de la gente a la que se aplican, sobre su psicolog¨ªa. En esto ya no estoy siguiendo al libro de Henrich. Hagamos un experimento mental entre dos ciudades, una que escoge la ruta a) y otra la ruta b). Dej¨¦moslas por 30 o 50 a?os y regresemos a observar lo que sucede. Lo m¨¢s probable es que la gente se comporte bastante distinto. Una puede ser una mezcla (mental) de La Habana-Buenos Aires-Caracas-La Paz. La otra la mezcla de Ciudad de M¨¦xico-Sao Paulo-Santiago-Lima-Bogot¨¢.
Los optimistas creer¨¢n que en la ciudad de repartidores floreci¨® la solidaridad basada en dar lo que uno puede y solo pedir lo que uno necesita, de manera que siempre sobra para repartir a los dem¨¢s. Los optimistas de la otra ciudad o persuasi¨®n esperar¨¢n que en su ciudad florezcan los innovadores, emprendedores, creando nuevos productos e industrias.
Las dos mezclas de ciudades mencionadas tienen tanto de largo y de ancho, y no presentan un contraste tan claro como, digamos, Copenhague y El Cairo. Hay mucha historia en medio. Adem¨¢s, durante el siglo XX y lo que va corrido del siglo XXI las del grupo b) han tenido experimentos de tipo a), lo cual opaca bastante el contraste. En teor¨ªa, la teor¨ªa y la pr¨¢ctica coinciden; en la pr¨¢ctica no.
No obstante, su situaci¨®n relativa ilustra el punto de que las escogencias afectan a fondo el comportamiento de la gente y llevan a inercias que se prolongan por d¨¦cadas. La psicolog¨ªa es clave en la prosperidad. Asimismo, la falta de prosperidad afecta la psicolog¨ªa de la gente. En medio de las dos se meten pol¨ªticos y tecn¨®cratas de orientaciones muy distintas que terminas encarrilando a sus ciudades y pa¨ªses en trayectoria que luego es muy dif¨ªcil cambiar.
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