Psicolog¨ªa de la inflaci¨®n
La espiral alcista tiene un componente mental de ida y vuelta: la ida es la sensaci¨®n de que no se van a frenar en un tiempo y la vuelta es la sensaci¨®n de ser m¨¢s pobres
Qu¨¦ se lo digan a un argentino. La inflaci¨®n tiene un componente psicol¨®gico de ida y vuelta. La ida la estamos viviendo ahora en buena parte del mundo. Son los precios al alza y la sensaci¨®n de que no se van a frenar en un tiempo. Los ciudadanos se han agarrado en la primavera al principio del verano al ¡°gastemos ahora porque todo va a estar m¨¢s caro a¨²n en poco tiempo¡±. La vuelta psicol¨®gica tampoco es agradable porque la sensaci¨®n de ser m¨¢s pobres es da?ina para las expectativas de renta, para el gasto, para la animaci¨®n econ¨®mica y para el progreso social. Es la parte en que nuestra mente y nuestras expectativas se sienten atrapadas por una sensaci¨®n que no controlan. Es el riesgo de la profec¨ªa autocumplida que parecemos vivir este verano en Espa?a.
Este viernes el INE confirmaba el dato de julio en nuestro pa¨ªs. Una subida interanual del 10,8%, la mayor desde septiembre de 1984. A muchos asusta. Es un dato algo m¨¢s que t¨¦cnico. Sigue pesando el gas y la electricidad, que elevan el apartado de gastos en vivienda, a pesar de las medidas adoptadas frente a ello. Sube alimentos, bebidas, vestido, transporte. En la calle se nota. E improvisar unas vacaciones compr¨¢ndolas ahora cuesta un ri?¨®n. Billetes de avi¨®n o paquetes tur¨ªsticos son poco accesibles a estas alturas para el verano. Si descontamos energ¨ªa y alimentos no elaborados, la inflaci¨®n subyacente sigue siendo muy alta (6,1%).
La ¡°psicolog¨ªa inflacionaria¡± es un concepto econ¨®mico reconocido. Cambiar el comportamiento a corto plazo en expectativa de mayores precios futuros. As¨ª, por ejemplo, a falta de datos oficiales definitivos, diferentes fuentes apuntan a que este verano los espa?oles hemos gastado m¨¢s en junio en turismo que en el mismo mes de 2019 pero en julio y agosto parece no ser as¨ª. Alta ocupaci¨®n (la mayor parte de las reservas se pagan meses antes) pero menos gasto. La sensaci¨®n de un oto?o m¨¢s fr¨ªo (energ¨¦tica y econ¨®micamente) se deja tambi¨¦n notar.
Tambi¨¦n los economistas andamos un poco para el div¨¢n. Cierto que esta no es la inflaci¨®n de la crisis de la d¨¦cada de los setenta, pero tiene sus propios componentes preocupantes y surge en un entorno de dependencias internacionales y riesgos geopol¨ªticos muy importantes. La ciclotimia se observ¨® tambi¨¦n esta semana en Estados Unidos. La inflaci¨®n baja seis d¨¦cimas (hasta el 8,5%) y algunos piden ya a los bancos centrales que se relajen.
Luego est¨¢n las pol¨ªticas para tratar de frenar algo este problema. La subida de precios es una tentadora arma arrojadiza pol¨ªtica. Establecer incentivos adecuados es crucial para evitar efectos de segunda ronda y, en particular, espirales de precios-salarios. Pero tambi¨¦n comprender que este es un problema de todos. Por eso, llevar ya semanas debatiendo est¨¦rilmente sobre si los escaparates deben encender o apagar sus luces por la noche no augura nada bueno de cara a lo que pueda venir. Ya nos pas¨® en la pandemia, s¨®lo pudimos reaccionar obligados y cuando la ten¨ªamos encima. El oto?o est¨¢ cada vez m¨¢s cerca.
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