El debate sobre el agua no da espera
El racionamiento puede convertirse en una realidad cotidiana en algunas zonas cercanas a Bogot¨¢. Puede que, con el centralismo que nos caracteriza, ahora s¨ª se entienda la gravedad del problema
Si en Colombia se pudieran dar los debates cruciales sin agresi¨®n y pensando en el bien colectivo, hoy deber¨ªamos abordar uno de los m¨¢s importantes: discutir c¨®mo se va a enfrentar la escasez de agua que cada vez afecta a m¨¢s y m¨¢s comunidades. Por razones de cambio clim¨¢tico y por la falta de cuidado con las fuentes de agua ...
Si en Colombia se pudieran dar los debates cruciales sin agresi¨®n y pensando en el bien colectivo, hoy deber¨ªamos abordar uno de los m¨¢s importantes: discutir c¨®mo se va a enfrentar la escasez de agua que cada vez afecta a m¨¢s y m¨¢s comunidades. Por razones de cambio clim¨¢tico y por la falta de cuidado con las fuentes de agua el racionamiento puede convertirse en una realidad cotidiana como lo es para muchas poblaciones acostumbradas a buscarla en el d¨ªa a d¨ªa. Pasa en la Guajira desde hace mucho tiempo y pasa tambi¨¦n y con m¨¢s frecuencia en m¨¢s zonas del pa¨ªs, algunas muy cerca de Bogot¨¢, con lo cual es posible que, con el centralismo que nos caracteriza, ahora s¨ª se atienda y se entienda la gravedad del problema.
Las reglas de juego que tenemos no parecen dise?adas para ¨¦pocas de crisis y hoy son cientos de personas en el pa¨ªs enfrentadas a la realidad de la falta de un elemento sin el cual es imposible vivir. El esperado y anunciado Fen¨®meno de La Ni?a no ha llegado y hay decenas de municipios que llevan semanas de sequ¨ªa. En Bogot¨¢ seguimos en racionamiento intermitente, pero en la ruralidad, cuando bajan niveles de r¨ªos y quebradas, la vida entera se trastoca: si no hay agua para el consumo humano ni para el riego, los campesinos deben invertir horas en su b¨²squeda, los pastos se ponen amarillos y falta comida para el ganado, la tierra se cuartea, los cultivos se afectan y la alerta ante incendios es m¨¢xima.
Hace unos d¨ªas circul¨® en una vereda de Cundinamarca la notificaci¨®n de un acueducto veredal en el cual se anuncia racionamiento. Como este acueducto queda en la parte baja de la zona y hay otros m¨¢s arriba que se abastecen de la misma quebrada, en temporadas secas el agua se acaba en la mitad del camino. Despu¨¦s de pedir que no se use agua para rociar jardines, ni lavar fachadas o veh¨ªculos, el cierre del mensaje que manda el presidente del acueducto veredal por WhatsApp a los usuarios es elocuente: ¡°Es que la naturaleza nos cerr¨® el grifo. Hay que cuidar el ag¨¹ita que tengamos almacenada al m¨¢ximo y solo nos queda pedirle a Dios que nos env¨ªe m¨¢s¡±.
Mientras tanto en La Calera, tras una publicaci¨®n del portal Vor¨¢gine, se debate sobre la autorizaci¨®n que dio la CAR desde hace 40 a?os a la empresa Coca Cola para extraer agua de fuentes de la zona mientras que la poblaci¨®n enfrenta hoy dificultades para conseguir el m¨ªnimo vital. ¡°La concesi¨®n fue un proceso legal¡±, comenta un abogado en redes sociales en medio del debate. El punto es que aquello que funciona en unos momentos, en otros se debe replantear si las circunstancias cambian. Es ah¨ª cuando cabe sentarse a conversar. No solamente por este caso sino por muchas decisiones que se toman en concesiones para conjuntos campestres y tambi¨¦n para todo tipo de empresas y proyectos de riego. Si el agua es un bien escaso, hay que decidir con sumo cuidado c¨®mo se debe distribuir.
El agua la necesitamos todos y sus usos van m¨¢s all¨¢ del consumo personal que es prioritario. Sin agua para beber no hay vida. Sin agua no hay cultivos y sin cultivos no hay comida. Sin agua mueren de sed los animales y si se quedan sin agua pueden quebrar empresas, agricultores, ganaderos y se afecta toda la econom¨ªa. La cadena de consecuencias se extiende por toda la sociedad. Lo que menos se necesita es lo que ya comienza a presentarse: una batalla por el agua en la que pueden perder los m¨¢s vulnerables y las consecuencias son impredecibles. Ya en algunos municipios se han presentado enfrentamientos porque los campesinos cortan las mangueras de los vecinos para evitar que se queden con el agua.
Por eso es urgente que el pa¨ªs encuentre la manera de discutir sin maximalismos y con una dosis de solidaridad (si eso fuera posible) c¨®mo vamos a repartir el agua en medio de la escasez que, todo parece indicar, ser¨¢ cada vez m¨¢s frecuente. Las Corporaciones Aut¨®nomas Regionales deben cumplir su papel en el control de esa distribuci¨®n del agua. Tambi¨¦n les corresponde velar por la protecci¨®n de los nacimientos de agua y las rondas de r¨ªos y quebradas. Sin embargo, en investigaciones de la Contralor¨ªa, de la prensa, de la academia, son m¨²ltiples las denuncias sobre la politiquer¨ªa detr¨¢s de estas entidades, los casos de corrupci¨®n, la violaci¨®n constante de las normas ambientales y las inmensas dificultades que enfrentan las comunidades para lograr que act¨²en en casos evidentes de vulneraci¨®n del derecho al agua.
La Constituci¨®n en Colombia as¨ª como varias sentencias de la Corte Constitucional y m¨²ltiples acuerdos internacionales, entre ellos varias resoluciones de la ONU, conceden al agua el status de derecho fundamental o b¨¢sico. En los objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030 fijados en el pacto global en el punto 6 la meta es lograr un acceso universal y equitativo al agua potable y a servicios de saneamiento e higiene adecuados. En una sentencia de tutela la Corte Constitucional estableci¨® en el a?o 2011 que ¡°todas las personas deben poder acceder al servicio de acueducto en condiciones de cantidad y calidad suficiente y al Estado le corresponde organizar, dirigir, reglamentar y garantizar su prestaci¨®n de conformidad con los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad¡±. Las normas existen, sin embargo, hacer leyes no es sin¨®nimo de aplicarlas.
Y cuando hablamos de agua no podemos darnos el lujo de convertir el debate en un asunto individual que nos lleve al ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±. Las sociedades tendemos a tramitar los conflictos, con la ley del m¨¢s fuerte, pero aqu¨ª es urgente reconocer que estamos montados en el mismo planeta y cuidar el recurso y distribuirlo bien nos compete a todos. Al Estado, en primer lugar, que debe servir de ¨¢rbitro para garantizar el acceso, pero es tambi¨¦n un asunto de las comunidades, de las organizaciones sociales, de las empresas de servicios p¨²blicos grandes o peque?as, de quienes la usan como insumo en sus procesos productivos y de todos porque la necesitamos para sobrevivir. Si no logramos encontrar la manera de dialogar sobre este asunto el agua se convertir¨¢ en otro motivo de violencia. Si es que no lo es ya porque no son pocos los l¨ªderes ambientales asesinados por levantar la bandera de la defensa del agua. Esto ya est¨¢ pasando.
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