El patrimonio titiritero de Colombia se cuenta en un museo virtual
M¨¢s de 200 t¨ªteres y marionetas de agrupaciones de teatro de todo el pa¨ªs hacen parte de la galer¨ªa creada por Paciencia de Guayaba. Ahora, dar¨¢n el salto a Suram¨¦rica
Un grupo de titiriteros se ha lanzado a la aventura de crear el primer museo de t¨ªteres de Colombia. El proyecto ha tenido que ser virtual, a diferencia de museos similares en M¨¦xico, Argentina o Espa?a (en C¨¢diz y Tolosa), que s¨ª cuentan con sedes f¨ªsicas. Es una decisi¨®n m¨¢s positiva que negativa a ojos de los integrantes de Paciencia de Guayaba, el grupo de teatro colombiano fundado en 1978 que est¨¢ detr¨¢s del Museo del T¨ªtere de Bogot¨¢ (Mutibo). Fabio Correa (Bogot¨¢, 69 a?os), director de Paciencia de Guayaba y, ahora, del Mutibo, no descarta la idea de alg¨²n d¨ªa contar con una galer¨ªa, pero est¨¢ satisfecho con lo que se teje hoy. ¡°La opci¨®n virtual es m¨¢s viable y nos da muchas m¨¢s posibilidades para dar a conocer el teatro de t¨ªteres en Colombia¡±, cuenta Correa en su casa, rodeado de t¨ªteres y marionetas que ha coleccionado durante su vida en sus viajes por el pa¨ªs y por el mundo.
Si el Museo del T¨ªtere de Bogot¨¢ hubiese sido f¨ªsico, dif¨ªcilmente se las habr¨ªa podido arreglar para albergar 239 mu?ecos de todos los rincones de Colombia, elaborados en 17 t¨¦cnicas distintas. La plataforma digital, en cambio, permite exhibir desde t¨ªteres articulados de boca y marionetas de hilo ¨Clos que primero se le vienen a la cabeza a cualquier persona¨C hasta los que son propios del teatro de sombras; los corporales, que se ensamblan sobre el cuerpo de los titiriteros o algunos bunraku, de origen japon¨¦s y que requieren de hasta tres personas para ser animados al ritmo de instrumentos de cuerda tradicionales de Oriente. Hay piezas que datan de principios del siglo XX como el legendario Manuelucho, hecho en papel mach¨¦ por Sergio Londo?o. Otras son aut¨¦nticas joyas por su nivel de detalle, como La princesa Turandot, una marioneta de hilo creada en 1990 por el maestro Jaime Manzur. Algunas son tan sorprendentes como Kuma, una sirena de l¨¢tex y tela manejada con varillas que se presenta a los espectadores entre un enorme acuario lleno de agua. Y se encuentran piezas m¨¢s modernas como Cass, un robot hecho de metal y espuma pl¨¢stica creado para la obra Estarman, que se estren¨® este a?o en Bogot¨¢.
Una colecci¨®n de ese tama?o habr¨ªa requerido de un enorme edificio por el cual Paciencia de Guayaba habr¨ªa tenido que pagar arriendo y mantenimiento. Adem¨¢s, habr¨ªa tenido que convencer a 114 grupos teatrales para que donaran sus mu?ecos, pese a que muchos se utilizan para obras infantiles y de adultos. Pero un recorrido virtual de Mutibo permite exponerlos sin que sus due?os los dejen de usar. El museo ha sido construido en la plataforma ArtSteps, que permite dise?ar experiencias de realidad virtual para crear exhibiciones y eventos. A trav¨¦s de este, la decena de personas que conforman el equipo de Mutibo ha abierto ya tres salas en las que exhiben los t¨ªteres a trav¨¦s de fotograf¨ªas que incluyen una ficha t¨¦cnica con todos los detalles: el nombre del mu?eco, su a?o de creaci¨®n, qui¨¦n lo dise?¨® y con qu¨¦ materiales, qu¨¦ tipo de t¨ªteres es, en qu¨¦ obras se ha presentado y a qu¨¦ grupo de teatro pertenece.
El espacio Julia Rodr¨ªguez est¨¢ dedicado a la historia de este tipo de teatro en Bogot¨¢, que comienza en 1877, y debe su nombre a una de las pioneras en la t¨¦cnica de t¨ªteres de varilla en el pa¨ªs. El segundo espacio, Sergio Londo?o, rinde homenaje al antioque?o que cre¨® a Manuelucho, un t¨ªtere de guante que es emblem¨¢tico en este mundillo. La sala re¨²ne algunas de las mejores piezas de 61 agrupaciones de t¨ªteres de Colombia. Y, hace unas pocas semanas, el museo inaugur¨® su tercera sala: Jaime Manzur, hecha en honor a uno de los marionetistas m¨¢s importantes de la historia en Colombia y que se plantea como un complemento al espacio Julia Rodr¨ªguez, porque una sola sala no era suficiente para contar la historia del teatro de t¨ªteres en Bogot¨¢. El equipo trabaja, ahora, en la cuarta sala, la Javier Villafa?e, que se dedicar¨¢ a la historia de los t¨ªteres en Suram¨¦rica. Villafa?e fue un titiritero argentino que con la carreta La Andariega llev¨® su trabajo a varios pa¨ªses del continente. El nuevo espacio incluir¨¢ no solo marionetas, sino m¨¢scaras y grandes mu?ecos usados en carnavales que, para Paciencia de Guayaba, tambi¨¦n hacen parte del teatro de t¨ªteres.
Para crear el Museo, el grupo ha invertido, entre 2021 y 2024, m¨¢s de 25 millones de pesos (unos 6.000 d¨®lares) que ha ganado con becas y est¨ªmulos de la Secretar¨ªa Distrital de Cultura, Idartes y el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Es uno de los tres museos virtuales, entre las 472 instituciones reconocidas como tales por el Ministerio de las Culturas. ¡°Tal y como est¨¢ planteado hoy, es mucho m¨¢s f¨¢cil conservar esta historia¡±, comenta Correa mientras navega por el museo desde su computador. El director es titiritero de oficio desde que ten¨ªa 15 a?os y, con sus m¨¢s de cinco d¨¦cadas de experiencia, se?ala que Colombia tiene un tesoro en sus t¨ªteres.
De acuerdo con el equipo de Paciencia de Guayaba, es uno de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina con mayor riqueza en el teatro de t¨ªteres. Aunque reconocen que los l¨ªderes regionales son M¨¦xico, Brasil y Argentina, destacan que Colombia ha sido hist¨®ricamente una de las paradas obligatorias de las compa?¨ªas de teatro de la regi¨®n. ¡°Esto deber¨ªa ser un patrimonio del pa¨ªs¡±, afirma Correa. A la fecha, solo el trabajo y la colecci¨®n de Jaime Manzur han sido reconocidos por el Ministerio de Cultura como patrimonio cultural de la naci¨®n. Por eso, uno de los objetivos a largo plazo del Mutibo es ser el primer paso hacia una declaratoria patrimonial, para proteger este arte y darle mayor difusi¨®n. Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez, coordinador del museo, afirma que el proyecto no solo busca exponer los mu?ecos, sino crear una base de datos de las agrupaciones para juntar las redes de trabajo. ¡°Todo aqu¨ª est¨¢ sistematizado, no se trata de llenar un espacio y ya. A cada grupo se le entrega un formulario para registrar algunos de sus mu?ecos y luego se les hace todo el acompa?amiento¡±, explica Fern¨¢ndez.
Es una tarea contra el tiempo y el olvido. Varios l¨ªderes del teatro de t¨ªteres han fallecido sin que alguna instituci¨®n haya preservado su conocimiento y sus mu?ecos. Es el caso de las marionetas que fueron robadas en los a?os 60, cuando se cerr¨® el Teatro El Parque, ubicado en el Parque Nacional en Bogot¨¢ y constru¨ªdo especialmente para el arte de los t¨ªteres. C¨¦sar ?lvarez y Mar¨ªa Consuelo M¨¦ndez documentan ese saqueo en su libro Teatro El Parque, una historia de ocasos y amaneceres. Tambi¨¦n narran c¨®mo algunos de los mu?ecos que se salvaron, terminaron en una bodega que luego se incendi¨®, y dej¨® a muchos de ellos mutilados.
En otros casos, los t¨ªteres est¨¢n en colecciones privadas. El equipo de Mutibo ha conseguido que los propietarios de algunas de ellas, como las de Sergio Londo?o, Ernesto Aronna y Enrique Vargas, les compartan fotograf¨ªas e informaci¨®n de sus piezas. Pero, en otros casos, los due?os o herederos no permiten verlas.
Por eso, la labor detr¨¢s de la apertura de cada sala es tit¨¢nica. Inti Romero, curadora del Museo, explica que piden a cada grupo de teatro unas cinco fotograf¨ªas de sus mejores marionetas, de las que seleccionan entre una y tres. ¡°Se edita cada foto para resaltar sus colores y dar unidad. Cuando los grupos no tienen buenos registros, nosotros les hacemos las fotograf¨ªas¡±, detalla la acad¨¦mica y artista visual. Luego, las fotos son enmarcadas, clasificadas por t¨¦cnicas y ubicadas en las salas.
Una vez se inaugura cada espacio, cualquier persona puede recorrerla por la p¨¢gina web. Mutibo, adem¨¢s, ofrece visitas guiadas en colegios de Bogot¨¢ y en otros espacios de difusi¨®n. Fern¨¢ndez, el coordinador del museo, explica que las actividades incluyen no solo una navegaci¨®n comentada por las salas del museo, sino una muestra en vivo de algunos t¨ªteres. ¡°Eso permite que los ni?os entiendan c¨®mo est¨¢n hechos y c¨®mo se manipulan. Adem¨¢s, nos permite saber que conocen el teatro de t¨ªteres¡±, comenta. Y explica que, para su sorpresa y alivio, saben bastante y se entusiasman con los recorridos. ¡°Un chiquillo una vez nos dijo que esto parec¨ªa un videojuego¡±, celebra Correa.