Cuando un adoqu¨ªn levantado es una ¡°trampa mortal¡±
Asociaciones de discapacitados en Am¨¦rica Latina exigen que las urbes latinoamericanas prioricen la accesibilidad e inclusividad en sus agendas. Dicen que no es cuesti¨®n de solidaridad sino de derechos humanos
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Entrar a un restaurante y que solo haya ba?os para hombres es hoy impensable. Sin embargo, no parece tan alejado de la realidad encontrarnos lavabos sin barandillas, entradas a establecimientos con escaleras o rampas muy empinadas, o pasos de cebra sin l¨ªneas t¨¢ctiles. ¡°Quien lo vive es quien lo siente¡±, zanja Alcib¨ªades Serrato, presidente de la Asociaci¨®n Colombiana de Personas con Discapacidad F¨ªsica. Hacer de las urbes latinoamericanas espacios accesibles e inclusivos no puede depender de la empat¨ªa o la solidaridad, es una cuesti¨®n de derechos humanos. ¡°Nuestras urbes no pueden seguir ignorando los nuestros¡±.
En 2006, 82 pa¨ªses firmaron la Convenci¨®n de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad. Este se?alaba un ¡°cambio paradigm¨¢tico¡± de las actitudes y enfoques respecto de esta poblaci¨®n, que representa el 14,7% de los ciudadanos del continente. Pero estas 85 millones de personas no lo tienen nada f¨¢cil en los espacios p¨²blicos. El tratado impulsaba a que los gobiernos promovieran la accesibilidad en los espacios p¨²blicos y privados. Pero este plan, de 50 art¨ªculos que involucran desde la educaci¨®n, hasta la movilidad o el g¨¦nero, no es vinculante. Es decir, son recomendaciones que cada Administraci¨®n decide c¨®mo (y si) aplicar.
En Colombia, existen normativas desde 1997 al respecto, adem¨¢s de esta ratificaci¨®n internacional. Pero los retos siguen siendo exponenciales. ¡°En ciudades como Bogot¨¢ no se garantiza que podamos ser aut¨®nomos. Para nosotros, los adoquines levantados o las aceras o andenes altos son trampas mortales¡±, lamenta Serrato. Para Juan Pablo Salazar, coordinador de inclusi¨®n de CAF ¡ªbanco de desarrollo de Am¨¦rica Latina, el ¡°cable desconectado¡± que impide que lo pactado se materialice es que no existe una normativa t¨¦cnica.
Es por ello que han puesto en marcha, en alianza con la Alcald¨ªa Mayor de Bogot¨¢, el proyecto piloto Bogot¨¢ Al Derecho, un plan maestro de accesibilidad y la hoja de ruta para las Administraciones venideras. ¡°Nos dimos cuenta de que los gobiernos locales suelen tener buenas intenciones pero no suelen llevar a cabo ninguna medida porque lo que falta es inabarcable. La deuda hist¨®rica con esta parte de la ciudadan¨ªa es muy grande¡±, cuenta Salazar, quien se desplaza en silla de ruedas desde adolescente. Esta iniciativa crear¨¢ un esquema institucional para la ejecuci¨®n de obras de infraestructura peatonal accesibles, as¨ª como un plan de financiaci¨®n para la construcci¨®n, mejoramiento y conservaci¨®n de la misma. ¡°La idea es aportar una ruta clara del tiempo, el presupuesto y las prioridades¡±.
Cristina Francisco, vicepresidenta de la Red Latinoamericana de Organizaciones de Personas con Discapacidad y sus Familias (Riadis) asegura que el problema es la falta de voluntad pol¨ªtica: ¡°Es trabajo de los Estados asumir las adecuaciones y eliminar las barreras. No puede quedar solo en el papel de las leyes¡±. Para ella, usuaria de silla de ruedas, sigue siendo muy frecuente encontrar dificultades para moverse de un lado a otro en Rep¨²blica Dominicana. La ¨²ltima que recuerda, hace dos semanas: ¡°No pude aparcar porque el espacio reservado para personas con movilidad reducida estaba ocupado por otro carro sin necesidades. Pasa todo el rato¡± .
Las personas ciegas en Latinoam¨¦rica tambi¨¦n lamentan no sentir que la calle les pertenece. Las ciudades con metro suelen ser algo m¨¢s amigables con este colectivo, pero los buses son ¡°una tortura¡±. ¡°Es imposible ser aut¨®nomo e independiente cuando no hay avisos sonoros. Muchas veces que nos movemos, lo hacemos gracias a la solidaridad de quien se sienta al lado¡±, narra Dean Lermen, secretario general de la Uni¨®n Latinoamericana de Ciegos. Aunque, reconoce, que el mayor reto es la inclusi¨®n en el ecosistema digital. Perdemos espacios de ciudadan¨ªa del siglo XXI¡±.
Todos los expertos coinciden en una cosa: se llevan a cabo iniciativas, pero no son suficientes. ¡°La falta de accesibilidad es un s¨ªntoma de la verdadera enfermedad que es la falta de conciencia¡±, cuenta Salazar. ¡°La gente no tiene metido en la cabeza la inclusi¨®n por ignorancia. Porque tal vez no les ha tocado a ellos¡±.
Hay otro punto clave en el que coinciden: la insostenibilidad de los proyectos que s¨ª se ponen en marcha. ¡°Las pol¨ªticas de accesibilidad no deber¨ªan de ir cambiando cada cuatro a?os¡±, se?ala Lermen, ¡°No todas las ciudades en Latinoam¨¦rica son un caos. Y cuando llega un alcalde o una alcaldesa con ganas de que las cosas cambien, nadie garantiza que se siga en esa ruta en la siguiente Administraci¨®n¡±.
Iniciativas como la de Bogot¨¢ al Derecho -que nacen con la vocaci¨®n de ser replicadas en otras urbes de la regi¨®n- evitan esa volatilidad de las medidas. ¡°Es una manera de organizar esfuerzos y trazar retos comunes. Primero toca saber cu¨¢les son las prioridades, cu¨¢nto tiempo se va a demorar y qu¨¦ costes son necesarios a?o a a?o. Es un plan de ataque¡±, cuenta Salazar.
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